viernes, 4 de noviembre de 2022

Los frágiles cables submarinos para telecomunicaciones

 

Los frágiles cables submarinos para telecomunicaciones

Por Adán Salgado Andrade

 

Los cables submarinos comenzaron a usarse desde mediados de los 1800’s, cuando a través de ellos  se transmitían telegramas, entre continentes. El primer cable, fue tendido en le lecho del océano Atlántico y aceleró mucho las comunicaciones. Con el paso del tiempo, han ido evolucionando, y en la actualidad, conducen telefonía y tráfico de datos, por los que se conduce internet y todos los servicios que éste, provee (TV por cable, streaming, redes sociales, etc.). Esos cables, por lo general, tienen un diámetro de 2.5 centímetros y constan de varias partes: una cubierta exterior protectora, hecha de polietileno, otra, hecha de cinta mylar, que es de poliéster. También es protectora. Luego, siguen alambres tejidos de acero, una capa de aluminio, aislante, otra de policarbonato, también aislante, una de cobre y una más aislante, de gel de parafina. Por último, la parte más esencial, los cables de fibra óptica, por los que fluyen los datos en forma de luz (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Submarine_communications_cable).

A pesar de tan, digamos, ruda construcción, son vulnerables y es fácil que por causas naturales o acciones humanas, como terrorismo, redes de barcos pesqueros, anclas de barcos, terremotos y otras circunstancias, puedan cercenarse.

Pero son vitales, pues casi todo el tráfico de telefonía y datos es hecho a través de ellos. Los cientos de terabytes que conducen, no podrían hacerse de forma inalámbrica, como a través de satélites, por ejemplo (como pretende hacer el megalómano Elon Musk).

Y son cientos de cables submarinos los que  conectan a todos los continentes y países entre sí, unos 550, como puede verse en un mapa hecho por la empresa TeleGeography. Parecieran como venas en un cuerpo humano, atravesando países y mares (ver: https://www.submarinecablemap.com/country/egypt).

Muchos de ellos, por economía y conveniencia geográfica, pasan por el Mar Rojo y, luego, por tierra, cruzando Egipto. Pero enfrentan peligros, sobre todo, de grupos terroristas o ladrones que se los roban, para venderlos como desperdicio. Justo eso lo analiza Matt Burguess en el artículo publicado por el portal Wired, titulado “El lugar más vulnerable del Internet”, quien señala que “los cables submarinos, mantienen el internet activo. Pero cuando se congregan en un solo sitio, las cosas se complican”.

Y se muestra la foto de uno de tales cables, que son tendidos por barcos especiales, en el fondo oceánico, sin mayor protección que las referidas capas que menciono arriba (supuestamente, no provocan daños ambientales de consideración, aunque algunas ballenas, se han enredado en ellos. Y por ello, se ha tratado de mejorar su construcción, que no tiendan a enredarse. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Submarine_communications_cable#Environmental_impact).

Comienza Burguess mencionando el cable para internet que une Asia, África y Europa, el AAE-1, que tiene una longitud de 24,140 kilómetros, que el 7 de julio del 2022, fue cortado, por lo que millones de personas sufrieron una interrupción en sus servicios. “Ese cable, pasa por Egipto. Otro, también fue dañado, por causas aún desconocidas. Afectó a siete países y muchos vitales servicios. Rosalind Thomas, gerente directora de SAEx International Management, empresa que planea construir un nuevo cable submarino que una África, Asia y Estados Unidos, dice que ‘el país más afectado fue Etiopía, que perdió 90 por ciento de su conectividad y Somalia, un 85%’. También, fueron afectados los servicios de nube pertenecientes a Google, Amazon y Microsoft”.

Como señalé antes, por cuestiones de economía y de geografía, el paso por el Mar Rojo y por Egipto, son una “imperiosa necesidad, en lo que otra viable alternativa es hallada”.

Y son 16 cables, los que pasan por esa región, considerada “como la más vital, pero la más vulnerable”. Es un punto de conjunción inevitable.

“Como es un punto de mucha concentración global del flujo de información, lo vuelve mucho más vulnerable que otros sitios”, señala Nicole Starosielski, profesora de comunicación, cultura y media en la Universidad de Nueva York, citada por Burguess.

Por eso, ya hasta la Unión Europea está consternada pues “extremismo y terrorismo marino, son riesgos en esa área”.

En efecto, en el mencionado plano, se puede ver cómo tantos cables, que comunican a muchos países, pasan por el mar Rojo y recorren Egipto. “Alrededor de un 17% del tráfico de información mundial, es conducido por esos cables, los que llevan unos 178 terabytes de información, 178,000,000 Mbps (megabytes por segundo). En Estados Unidos, el hogar promedio cuenta con unos 167 Mbps”.

Como dije, sólo por conexiones directas por cables, es posible transmitir tanto flujo de terabytes de información. Y ahora, con servicios como streaming, que usan plataformas como Netflix o Disney+, por mencionar algunas, eso no sería posible hacerlo por transmisión inalámbrica.

La otra alternativa es rodear África, “lo que hace más largos los cables y más costoso su tendido”.

Por otro lado, se han intentado pasar por países como Afganistán, Siria o Irak, pero “también son países con altos riesgos”.

Y como el Mar Rojo no es tan profundo, igualmente da lugar a sabotajes. “En el 2013, la marina egipcia arrestó a tres personas que estaban robando cables en esa región”.

También Francia, Inglaterra y Singapur, son puntos clave, al igual que el estrecho de Málaga, “que aunque es problemático, no lo es como Egipto”, señala Thomas.

Por otro lado, la empresa egipcia que tiene a su cargo el control de tanto cable, “cobra cuotas casi de extorsión a las empresas proveedoras”.

Claro, Egipto se aprovecha de su situación geográfica privilegiada, para establecer sus cuotas.

De todos modos, esas altas cuotas, no garantizan que no haya problemas. Por ello, las empresas que los usan, tienen varios redundantes, pues cuando uno falla porque sea cortado por terroristas o causas naturales, otro, suple sus servicios. “Aunque hay islas como Tonga, que sólo cuentan con un solo cable y ha sido muy afectada, cuando es dañado”.

De todos modos, se tratan de reparar lo antes posible, mediante embarcaciones especializadas (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Submarine_communications_cable#Cable_repair)

El mencionado internet satelital sólo permite un reducido tráfico de datos, por ello, los cables submarinos siguen y seguirán siendo vitales.

Por ello, empresas con muchos recursos, como Google, están buscando nuevas rutas, como el tendido de un cable denominado Blue-Raman, “una parte del cual, pasará por Israel, para llegar a Europa, y la otra, por Arabia Saudita, ésta, para llegar a India”.

Y si ese proyecto, que estará concluido en el 2024, es exitoso, “podría ser copiado por otras empresas, pues una vez que se comprueba que una nueva ruta funciona, se convierte en un ejemplo a seguir”.

Por ello, la mencionada SAEx, que planea tender un cable que una África con Singapur y Estados Unidos, sólo irá por el profundo lecho oceánico, para evitar peligros de “zonas de guerra, terrorismo, anclas de barcos y otras cosas”, dice Thomas, la encargada del proyecto. “No pretendemos sustituir a Egipto, ni tampoco Google, con su proyecto Blue-Raman, pero son alternativas que estamos proponiendo”.

Lo único que queda, dice Burguess, es incrementar la seguridad, tanto en Egipto, que “siempre será importante, así como para los cables submarinos”.

Así es, con tal de que esta creciente necesidad de “conectarnos al internet”, que nos ha impuesto el capitalismo salvaje – que incrementará el empleo y desperdicio de energía, aumentando, en consecuencia, la depredación y contaminación ambiental –, sea satisfecha, a seguir sembrando de cientos de cables submarinos el lecho oceánico, aunque ballenas y otros animales se enreden en ellos.

Una afectación más, aunque digan lo contrario, a los mares globales y a sus ecosistemas.

 

Contacto: studillac@hotmail.com