El papel, más ecológico y reciclable que el
plástico
Por Adán Salgado Andrade
La contaminación por
plásticos está llegando a niveles desproporcionados. Cada año se producen más
de 300 millones de toneladas de aquéllos y aumenta esa cantidad casi 4%. Se calcula
que desde los 1950’s, que fue cuando la producción de plástico despegó, se han
producido alrededor de ¡83,000 millones de toneladas! Cuatro por ciento de la
producción petrolera mundial es para hacer plástico y se requiere otro tanto,
para la energía necesaria para fabricarlo. Así que su impacto ecológico es
doble, no sólo porque la mayor parte, simplemente, se tira, sino por su alto
consumo energético para hacerlo. Y el plástico que se desecha, de 10 a 20
millones de toneladas, termina en los océanos. El mar está lleno ya de
plásticos y microplásticos. A ese ritmo, en el 2050, superará el plástico a la
vida marina (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/03/la-muy-grave-contaminacion-por-plasticos.html).
Así que se están
buscando alternativas para sustituirlo o producir plástico biodegradable. Pero como
éste es más caro hacerlo, no es viable, desde el punto de vista del capitalismo
salvaje, más preocupado por ahorrar
dinero y ganar más, que por proteger al medio ambiente.
De todos modos, se
están haciendo algunas acciones para reducir algo tanta basura plástica, que,
literal, nos está ahogando.
En México, en la
capital, por ejemplo, ya se prohibió el uso de bolsas plásticas en centros
comerciales y mercados (ver: https://www.jornada.com.mx/ultimas/capital/2020/01/01/entra-en-vigor-ley-contra-uso-de-bolsas-de-plastico-en-cdmx-1735.html).
Eso es bueno, pues va
educando a la gente a que lleve sus propias bolsas, que era lo que antes se
hacía, cuando se iba al mercado, que se cargaba con la bolsa del “mandado”, hecha
con fibras plásticas y que duraba, prácticamente, toda la vida (cuando fueron
dejando de usarse, la marca de moda Zara las retomó, vendiéndolas carísimas,
presentándolas como un producto muy chic).
Y antes, cuando no se
daban bolsas de plástico en los supermercados, las bolsas de papel eran lo
normal. También eso pasaba en las panaderías. El papel ha sido, por lo general,
menos agresivo ecológicamente, que el plástico, y, últimamente, está
regresando, pues, también, tiende a aumentar su reciclaje, como expone un
artículo reciente de la BBC, titulado How
paper is making a comeback (Cómo el papel está regresando), firmado por
Zaria Gorvett (ver: http://www.bbc.com/future/bespoke/made-on-earth/how-paper-is-making-a-comeback).
Comienza presentando
cómo se hacía “papel” en los viejos tiempos, mezclando hilachos, cáñamo, viejas
redes de pescar y corteza del árbol de mora. Eso era en China, país a quien se
reconoce la invención de ese material tan útil, que sirvió, inicialmente, para
escribir, pues lo que antes se usaba, por ejemplo, tiras de bambú, no era tan
práctico, a la hora de transportar. Cita el artículo la leyenda china de que un
hombre sabio presentó al emperador Han (256-195 AC), sugerencias para mejorar
su política. Tuvieron que usarse unas tres mil tiras de bambú para apuntarlas
todas. Dos de los hombres más fuertes se requirieron para transportarlas.
Eso fue hasta que en el
año 105 DC, se inventó, oficialmente, el papel.
En Europa, hasta antes
del año 1400, la forma de “papel” que se usaba era empleando pieles curtidas de
borregos, chivos y terneros. Ese “papel” era muy costoso, además de que se
sacrificaban miles de animales para hacerlo, así que sólo los ricos podían
usarlo para escribir. Por eso eran los libros tan raros y caros. Pero cuando
fue introducido el papel, hecho a base de fibras vegetales, más barato, se
generalizó y, con ello, también la creación librera, pues, gracias a ello,
invenciones como la imprenta de Johannes Gutenberg (1400-1468), realmente
despegaron, pues con ese papel, más práctico y barato, pudieron imprimirse
libros de todo tipo.
Por muchos siglos, fue
la principal utilidad del papel, en la industria editorial.
Pero, como señalé, ya
luego se aplicó a envolver cosas, como en las citadas tiendas de autoservicio.
Si no se reciclaban esas bolsas, simplemente se tiraban y poco a poco se
deshacían y se pudrían, volviéndose composta.
Pero cuando arribó el
plástico, no sólo para las bolsas, sino en todo lo demás, esa, digamos, sana
costumbre, fue abandonada.
Sin embargo, señala el
citado artículo que está regresando el papel. No en la industria editorial,
pues la tendencia en los libros impresos y los periódicos, está disminuyendo
(por la entrada de los libros electrónicos y páginas en línea), pero tiende a
aumentar en los empaques y bolsas que se usan en varios giros comerciales.
Por supuesto que el
papel también tiene su costo ecológico, como todo lo industrializado. Se
emplean alrededor de 400 millones de toneladas (mdt) de papel anualmente. Los
productos en donde más se usa son, “desde el papel moneda, recibos, tazas de
café, notas adheribles, papel para hornear, cajas de cartón, papel bancario,
cajas de huevos, tarjetas de cumpleaños, popotes, papel para envolver y, por
supuesto, papel maché. Es difícil imaginar la vida moderna sin él. Podríamos
dirigirnos a una sociedad sin efectivo, pero la sociedad sin papel, como afirma
el bibliotecario Jesse Shera, es tan plausible como una sociedad sin papel de
baño”.
Muy bien la frase de
Shera, pues no podría concebirse una sociedad sin el útil papel de baño. No
podríamos regresar a los tiempos en que la gente usaba olotes de maíz para
asear su ano, luego de defecar.
Claro que la sociedad de
consumismo en que vivimos, también está alentando a que se use más y más papel,
pues si se va a sustituir el plástico, como señalé arriba, algún material debe
de hacerlo. Y ese es el papel. Por ello, aumenta su uso. No se busca una
alternativa, por ejemplo, que en lugar de que nos vendan refresco en un vaso de
papel encerado, lleváramos un vaso de uso permanente para hacerlo. A fin de
cuentas, el empaque también es una mercancía, y miles de empresas viven de fabricarlo.
En fin, como la
tendencia al consumismo seguirá por muchos años, mientras el capitalismo
salvaje siga rampante, se deben de buscar “soluciones” que disminuyan el
desperdicio y contaminen menos el ya deteriorado medio ambiente.
El papel está
sustituyendo al plástico de un solo uso, pero es más factible reciclarlo y es
más ecológica su producción que la del plástico, como se señala en el artículo.
Ya varias cadenas
comerciales de todo el mundo están
cambiando al papel para vender sus productos. Las empresas de comida rápida,
por ejemplo, ya no usan plásticos o, peor, hule espuma (el que ni siquiera es
reciclable), para servir sus alimentos.
Tanto en América, como
en Europa, se están poniendo límites para que productos plásticos de un solo
uso desaparezcan. Eso está bien, pues la mayor parte de lo desechable, se
comercializa con plásticos de un solo uso. Y eso es lo que más basura genera.
Botellas de refrescos o de agua, se producen por cientos de miles de millones
al año y sólo una pequeña porción se recicla. Que puedan comercializarse esas bebidas
en botellas de papel encerado, como se está proponiendo, ayudaría mucho.
Pero, repito, tiene su
costo ecológico también. El artículo señala que un 40% de los árboles cortados
anualmente se emplean para hacer productos de papel. La cantidad de madera
empleada se ha duplicado desde los 1960’s. Y, por el citado consumismo, se
incrementará mucho la demanda de papel para hacer todo tipo de productos, sobre
todo, los que sustituyan al plástico. Pero tal demanda subirá para empaques y
cosas así, no para la industria editorial. De hecho, la producción de papel ha
disminuido en Estados Unidos, Canadá y Europa, pero aumenta en China. Se
comprende esto último, pues al ser la maquiladora mundial, debe de envolver sus
artículos. Por ejemplo, los empaques que se usan para envolver celulares,
pantallas, impresoras, computadoras, juguetes…
Eso podría evitarse si
nos acostumbraran a vendernos productos nuevos sin tantos empaques. Es cosa,
también, de cambiar de mentalidad. Por ejemplo, en el artículo se muestra una
entrevista a un gerente de una empresa papelera italiana, que dice que, como la
gente está acostumbrada al papel blanquísimo, para lograrlo, se requiere de
químicos nocivos como el cloro, en grandes cantidades. En cambio, si se
aceptara al papel de color café claro (el que llamamos aquí revolución), se
ahorraría tanto químico para blanquearlo.
La fabricación de papel
sigue prácticamente el mismo proceso de hace 2000 años, que consiste en moler
la madera de árboles como abetos, pinos o eucaliptos. La madera se hace pulpa y
se extrae la lignina, que es la que la cohesiona. Se usan químicos y mucha
agua, que se contamina irremediablemente, aunque, en este caso, sí se puede
reciclar, pero muchas empresas, sobre todo en China, o pequeñas, simplemente la
desechan al drenaje local, lo que ocasiona gran daño ecológico a ríos y mares.
Los árboles cortados y tanta agua empleada son los rasgos negativos de la
fabricación del papel.
Si ya de por sí el agua
dulce escasea en muchos países, que se estrese más a su población desviándola
para usos industriales y comerciales, agrava mucho el problema.
Se estima, por ejemplo,
que para elaborar una sola hoja de papel, de tamaño A4, se requieren entre ¡dos
y trece litros! En China, en donde, como señalé, crece la fabricación de papel,
la industria empleó en el 2014 ¡3350 millones de toneladas de agua! Esa brutal
cantidad, equivale a unos tres billones (millones de millones) de litros del
vital líquido, “suficiente para 37 mil millones de duchas”, aclara Gorvett.
Demasiada agua. y, como
dije, mucha ni se recicla, y es desechada a los ríos. No sólo sobrexplotamos
los recursos de este depredado planeta, sino que los contaminamos masivamente.
Ello explica que China tenga los veinte ríos más contaminados del planeta (ver:
http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/01/el-sobrevalorado-y-anarquico.html).
También se requiere
mucha energía para producir el papel. “Un estudio halló que la industria papelera
global requiere 6.4 exajouls de energía cada año, suficiente para preparar
alrededor de 87 billones (millones de millones) de tasas de té. Todas esa
energía contribuye con 2% de la huella de carbón mundial”.
Interesante la
comparación que hace el artículo, para ejemplificar cuánta energía se requiere
para hacer papel, con la preparación de tantos millones de millones de tasas de
té, por lo del fuego empleado para hacerlas. Sí, mucho. Imaginen los millones
de estufas o calentadores eléctricos que se requerirían. Por eso es que el
calentamiento global ya es irreversible, por el brutal, desperdiciador consumo
de energía – sea gas, electricidad, gasolina, carbón… – que hacemos
diariamente, con tal de vivir “cómodamente”, por lo menos en los países más ricos,
que son los más contaminadores.
Y ya mencioné que 40%
de los árboles que se cortan al año son para hacer papel. “Cada año, la
industria papelera global debe de talar más de cien millones de hectáreas de
bosques, que es un área equivalente a la de Egipto. En algunos lugares, se
considera que esa industria contribuye a la deforestación. Eso ocasiona más
emisiones de carbón, pues las áreas taladas ya no absorben bióxido de carbono.
Aunque la mayor parte del papel es hecho en bosques sustentables, algo se
fabrica con madera de bosques muy importantes ecológicamente, contribuyendo a
la pérdida de la biodiversidad”.
En efecto, existen
bosques “sustentables”, pero se han acondicionado en zonas en donde antes había
gran variedad de especies arbóreas. Y eso no es “sustentable”, pues si se
“reforesta” una talada selva con eucaliptos, por ejemplo, no es lo adecuado. Se
ha demostrado que si se reforesta con las especies arbóreas equivocadas, no
sirve. Además, plantar árboles de crecimiento rápido, cortarlos, y volverlos a
sembrar constantemente, acaba con las propiedades y nutrientes de los suelos
(ver: https://www.zmescience.com/science/agriculture-science/cutting-down-trees-and-planting-new-ones-is-wrecking-the-soil/).
Por esos asociados
daños para hacer papel nuevo, es que aumenta la tendencia a reciclar, además de
que el proceso es más eficiente. Cita el artículo a Siddarth Chatterjee,
experto en ingeniería papelera, del Colegio para la Ciencia Ambiental y
Forestal SUNY, de Nueva York, que dice que “en los 1940’s y 1950’s, para hacer
una sola tonelada de papel, se requerían miles de litros de agua. pero ahora,
compañías responsables en Estados Unidos y Europa, están cambiando la
tendencia. Algunos molinos de madera, como McKinley, en Nuevo México, limpian y reciclan toda el agua
que emplean, lo que significa que hay cero desperdicio”.
Qué bueno que lo hagan,
pues eso mostraría que tienen conciencia ecológica y no sólo un mezquino
interés por ganar mucho dinero, sin importar el daño ambiental.
Y también emplean
productos menos tóxicos para blanquear el papel. En Europa, dice Chatterjee, se
ha sustituido el cloro por ozono, “que tiene un mucho menor impacto ambiental”.
Y también señala que si nos acostumbraran a usar papel beige, como el
revolución, sería mejor.
De hecho, ya se venden
comercialmente paquetes de hojas de papel revolución para impresión hecho de
reciclado, que además es más barato.
Como dije, es cosa
también de mentalizarse.
En cuanto a la energía
usada, está también disminuyendo al reciclar papel. “Aunque el mundo hizo 25%
más papel en el 2017 que en el 2000, la energía empleada sólo se incrementó en
5%”. Y también porque muchas empresas obtienen la mitad de la energía que
requieren incinerando sus sobrantes (supongo que en incineradores ecológicos,
no tan contaminantes).
Señala que dentro de la
preocupación ecológica de muchas empresas, está la de sembrar más árboles de los
que se cortan. “En Estados Unidos, 1.7 millones de árboles son plantados cada
día por la industria maderera, de acuerdo con el Servicio Forestal”, se señala.
Aunque aquí habría un
problema, pues con los incendios forestales, cada vez más frecuentes e intensos,
estaría en peligro la industria papelera. Pero como dentro de los poderes
fácticos que nos dominan, prevalece el mezquino interés material, los incendios
continuarán, afectando a todos los involucrados, sobre todo, al medio ambiente.
Por los intensos incendios en Australia, que muchos siguen, gran parte de la
biodiversidad animal y vegetal que contenían los bosques afectados, se
extinguirá (ver: https://www.wired.com/story/wildfires-are-obliterating-australias-iconic-ecosystems/).
Así que es el
reciclaje, el que realmente está cambiando las cosas para la industria
papelera, que sí contribuye a emplear menos árboles y menos energía. “De
acuerdo con una estimación, por cada tonelada de papel que se recicla, no se
cortan 17 árboles, se ahorran 1727 litros de aceite, 2,29 metros cúbicos de
tierra cultivable, 4000 kilovatios de energía y 31,822 litros de agua”.
Muy importantes
ahorros, tomando en cuenta los 400 mdt que se producen de papel cada año.
En Estados Unidos, el
40% del papel producido es reciclado, en tanto que, en Europa, el 72% fue
reciclado en el 2017. Italia es en donde más se recicla y casi todo lo exporta,
sobre todo, a China, que le compra el 44%.
En un video, se pueden
ver las enormes montañas de desechos de papel que se reciclan totalmente por
una empresa italiana, Cartiere Saci S.P.A. Realmente causa buena impresión que
casi todo el papel que se tira en Italia, se recicle.
Por eso, la insistencia
en que sustituya el papel al plástico, en muchas cosas que se empacan.
Incluso, el papel que
se engrasa, porque se sirve comida en él, como platos de cartón o bolsas, ya se
está viendo la forma de disponerlo convenientemente.
Como señala el artículo,
es difícil reciclar esos empaques, por la grasa, las salsas y otras cosas que
la comida rápida usa. Con que haya una sola mancha de grasa en una caja de
pizza, por ejemplo, se rechaza todo un cargamento de papel que se pueda
reciclar. “Esto sucede en todo el mundo; en Inglaterra, alrededor de 338,000
toneladas de desperdicio reciclable fueron rechazadas entre el 2014 y 2015”.
Por eso, varias
empresas han optado por producir empaques que se conviertan en composta en
pocas semanas, como Vegware. “Es
inevitable la contaminación con comida, así que es mejor elaborar materiales
que puedan compostearse, junto con la comida sobrante”.
Sí, es lógico, pues
cosas como servilletas, todas llenas de grasa o aceite, no se pueden reciclar.
Incluso, les están metiendo semillas a varios empaques, para que se puedan
hasta sembrar. Muy buenas alternativas.
Concluye el artículo
señalando que con la ingeniería genética, se pueden producir árboles que sean
menos difíciles de procesar y usen menos energía para su transformación.
Puede hacerse, sí, como
tanto intento por crear cosas que le faciliten al capitalismo salvaje la
industrialización de todo aquello que le deje una gran ganancia.
Como los alimentos
genéticamente modificados de Monsanto, hechos no para facilitarnos la vida,
sino para que esa deleznable empresa pueda “patentar” sus frankenstenianas
creaciones, como su maíz Terminator,
cuyo consumo, se ha comprobado, ocasiona cáncer (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/04/monsanto-arremete-de-nuevo-con-caras.html).
Pero, lo más importante
que tendría que reducirse es el consumismo, el
consumo compulsivo, pues es el que dicta la cantidad que, de todo, debe de sobreproducirse.
Por ejemplo, el acelerado
crecimiento de la venta online, por
Internet, ha demandado que se incrementen los empaques de cartón, que es
derivado del papel, para envolver tantos millones de cosas vendidas, y eso requerirá
que se corten más árboles para procesarlos o que se recicle más papel, con todo
y que esto sea menos dañino, agudizando mucho más los problemas ambientales
(ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/12/hacia-la-sociedad-consumista-perfecta.html).
Bien, pues, por el
regreso del papel, pero si no dejamos de ser consumidores compulsivos, ni ése
será la solución.
Dejaremos un planeta sin
bosques, pero, eso sí, bien repleto de empaques y bolsas de papel.
Contacto: studillac@hotmail.com