miércoles, 22 de enero de 2020

El papel, más ecológico y reciclable que el plástico


El papel, más ecológico y reciclable que el plástico
Por Adán Salgado Andrade

La contaminación por plásticos está llegando a niveles desproporcionados. Cada año se producen más de 300 millones de toneladas de aquéllos y aumenta esa cantidad casi 4%. Se calcula que desde los 1950’s, que fue cuando la producción de plástico despegó, se han producido alrededor de ¡83,000 millones de toneladas! Cuatro por ciento de la producción petrolera mundial es para hacer plástico y se requiere otro tanto, para la energía necesaria para fabricarlo. Así que su impacto ecológico es doble, no sólo porque la mayor parte, simplemente, se tira, sino por su alto consumo energético para hacerlo. Y el plástico que se desecha, de 10 a 20 millones de toneladas, termina en los océanos. El mar está lleno ya de plásticos y microplásticos. A ese ritmo, en el 2050, superará el plástico a la vida marina (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/03/la-muy-grave-contaminacion-por-plasticos.html).
Así que se están buscando alternativas para sustituirlo o producir plástico biodegradable. Pero como éste es más caro hacerlo, no es viable, desde el punto de vista del capitalismo salvaje, más preocupado por ahorrar dinero y ganar más, que por proteger al medio ambiente.
De todos modos, se están haciendo algunas acciones para reducir algo tanta basura plástica, que, literal, nos está ahogando.
En México, en la capital, por ejemplo, ya se prohibió el uso de bolsas plásticas en centros comerciales y mercados (ver: https://www.jornada.com.mx/ultimas/capital/2020/01/01/entra-en-vigor-ley-contra-uso-de-bolsas-de-plastico-en-cdmx-1735.html).  
Eso es bueno, pues va educando a la gente a que lleve sus propias bolsas, que era lo que antes se hacía, cuando se iba al mercado, que se cargaba con la bolsa del “mandado”, hecha con fibras plásticas y que duraba, prácticamente, toda la vida (cuando fueron dejando de usarse, la marca de moda Zara las retomó, vendiéndolas carísimas, presentándolas como un producto muy chic).
Y antes, cuando no se daban bolsas de plástico en los supermercados, las bolsas de papel eran lo normal. También eso pasaba en las panaderías. El papel ha sido, por lo general, menos agresivo ecológicamente, que el plástico, y, últimamente, está regresando, pues, también, tiende a aumentar su reciclaje, como expone un artículo reciente de la BBC, titulado How paper is making a comeback (Cómo el papel está regresando), firmado por Zaria Gorvett (ver: http://www.bbc.com/future/bespoke/made-on-earth/how-paper-is-making-a-comeback).
Comienza presentando cómo se hacía “papel” en los viejos tiempos, mezclando hilachos, cáñamo, viejas redes de pescar y corteza del árbol de mora. Eso era en China, país a quien se reconoce la invención de ese material tan útil, que sirvió, inicialmente, para escribir, pues lo que antes se usaba, por ejemplo, tiras de bambú, no era tan práctico, a la hora de transportar. Cita el artículo la leyenda china de que un hombre sabio presentó al emperador Han (256-195 AC), sugerencias para mejorar su política. Tuvieron que usarse unas tres mil tiras de bambú para apuntarlas todas. Dos de los hombres más fuertes se requirieron para transportarlas.
Eso fue hasta que en el año 105 DC, se inventó, oficialmente, el papel.
En Europa, hasta antes del año 1400, la forma de “papel” que se usaba era empleando pieles curtidas de borregos, chivos y terneros. Ese “papel” era muy costoso, además de que se sacrificaban miles de animales para hacerlo, así que sólo los ricos podían usarlo para escribir. Por eso eran los libros tan raros y caros. Pero cuando fue introducido el papel, hecho a base de fibras vegetales, más barato, se generalizó y, con ello, también la creación librera, pues, gracias a ello, invenciones como la imprenta de Johannes Gutenberg (1400-1468), realmente despegaron, pues con ese papel, más práctico y barato, pudieron imprimirse libros de todo tipo.
Por muchos siglos, fue la principal utilidad del papel, en la industria editorial.
Pero, como señalé, ya luego se aplicó a envolver cosas, como en las citadas tiendas de autoservicio. Si no se reciclaban esas bolsas, simplemente se tiraban y poco a poco se deshacían y se pudrían, volviéndose composta.
Pero cuando arribó el plástico, no sólo para las bolsas, sino en todo lo demás, esa, digamos, sana costumbre, fue abandonada.
Sin embargo, señala el citado artículo que está regresando el papel. No en la industria editorial, pues la tendencia en los libros impresos y los periódicos, está disminuyendo (por la entrada de los libros electrónicos y páginas en línea), pero tiende a aumentar en los empaques y bolsas que se usan en varios giros comerciales.
Por supuesto que el papel también tiene su costo ecológico, como todo lo industrializado. Se emplean alrededor de 400 millones de toneladas (mdt) de papel anualmente. Los productos en donde más se usa son, “desde el papel moneda, recibos, tazas de café, notas adheribles, papel para hornear, cajas de cartón, papel bancario, cajas de huevos, tarjetas de cumpleaños, popotes, papel para envolver y, por supuesto, papel maché. Es difícil imaginar la vida moderna sin él. Podríamos dirigirnos a una sociedad sin efectivo, pero la sociedad sin papel, como afirma el bibliotecario Jesse Shera, es tan plausible como una sociedad sin papel de baño”.
Muy bien la frase de Shera, pues no podría concebirse una sociedad sin el útil papel de baño. No podríamos regresar a los tiempos en que la gente usaba olotes de maíz para asear su ano, luego de defecar.
Claro que la sociedad de consumismo en que vivimos, también está alentando a que se use más y más papel, pues si se va a sustituir el plástico, como señalé arriba, algún material debe de hacerlo. Y ese es el papel. Por ello, aumenta su uso. No se busca una alternativa, por ejemplo, que en lugar de que nos vendan refresco en un vaso de papel encerado, lleváramos un vaso de uso permanente para hacerlo. A fin de cuentas, el empaque también es una mercancía, y miles de empresas viven de fabricarlo.
En fin, como la tendencia al consumismo seguirá por muchos años, mientras el capitalismo salvaje siga rampante, se deben de buscar “soluciones” que disminuyan el desperdicio y contaminen menos el ya deteriorado medio ambiente.
El papel está sustituyendo al plástico de un solo uso, pero es más factible reciclarlo y es más ecológica su producción que la del plástico, como se señala en el artículo.
Ya varias cadenas comerciales de todo el  mundo están cambiando al papel para vender sus productos. Las empresas de comida rápida, por ejemplo, ya no usan plásticos o, peor, hule espuma (el que ni siquiera es reciclable), para servir sus alimentos.
Tanto en América, como en Europa, se están poniendo límites para que productos plásticos de un solo uso desaparezcan. Eso está bien, pues la mayor parte de lo desechable, se comercializa con plásticos de un solo uso. Y eso es lo que más basura genera. Botellas de refrescos o de agua, se producen por cientos de miles de millones al año y sólo una pequeña porción se recicla. Que puedan comercializarse esas bebidas en botellas de papel encerado, como se está proponiendo, ayudaría mucho.
Pero, repito, tiene su costo ecológico también. El artículo señala que un 40% de los árboles cortados anualmente se emplean para hacer productos de papel. La cantidad de madera empleada se ha duplicado desde los 1960’s. Y, por el citado consumismo, se incrementará mucho la demanda de papel para hacer todo tipo de productos, sobre todo, los que sustituyan al plástico. Pero tal demanda subirá para empaques y cosas así, no para la industria editorial. De hecho, la producción de papel ha disminuido en Estados Unidos, Canadá y Europa, pero aumenta en China. Se comprende esto último, pues al ser la maquiladora mundial, debe de envolver sus artículos. Por ejemplo, los empaques que se usan para envolver celulares, pantallas, impresoras, computadoras, juguetes…
Eso podría evitarse si nos acostumbraran a vendernos productos nuevos sin tantos empaques. Es cosa, también, de cambiar de mentalidad. Por ejemplo, en el artículo se muestra una entrevista a un gerente de una empresa papelera italiana, que dice que, como la gente está acostumbrada al papel blanquísimo, para lograrlo, se requiere de químicos nocivos como el cloro, en grandes cantidades. En cambio, si se aceptara al papel de color café claro (el que llamamos aquí revolución), se ahorraría tanto químico para blanquearlo.
La fabricación de papel sigue prácticamente el mismo proceso de hace 2000 años, que consiste en moler la madera de árboles como abetos, pinos o eucaliptos. La madera se hace pulpa y se extrae la lignina, que es la que la cohesiona. Se usan químicos y mucha agua, que se contamina irremediablemente, aunque, en este caso, sí se puede reciclar, pero muchas empresas, sobre todo en China, o pequeñas, simplemente la desechan al drenaje local, lo que ocasiona gran daño ecológico a ríos y mares. Los árboles cortados y tanta agua empleada son los rasgos negativos de la fabricación del papel.
Si ya de por sí el agua dulce escasea en muchos países, que se estrese más a su población desviándola para usos industriales y comerciales, agrava mucho el problema.
Se estima, por ejemplo, que para elaborar una sola hoja de papel, de tamaño A4, se requieren entre ¡dos y trece litros! En China, en donde, como señalé, crece la fabricación de papel, la industria empleó en el 2014 ¡3350 millones de toneladas de agua! Esa brutal cantidad, equivale a unos tres billones (millones de millones) de litros del vital líquido, “suficiente para 37 mil millones de duchas”, aclara Gorvett.
Demasiada agua. y, como dije, mucha ni se recicla, y es desechada a los ríos. No sólo sobrexplotamos los recursos de este depredado planeta, sino que los contaminamos masivamente. Ello explica que China tenga los veinte ríos más contaminados del planeta (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/01/el-sobrevalorado-y-anarquico.html).
También se requiere mucha energía para producir el papel. “Un estudio halló que la industria papelera global requiere 6.4 exajouls de energía cada año, suficiente para preparar alrededor de 87 billones (millones de millones) de tasas de té. Todas esa energía contribuye con 2% de la huella de carbón mundial”.
Interesante la comparación que hace el artículo, para ejemplificar cuánta energía se requiere para hacer papel, con la preparación de tantos millones de millones de tasas de té, por lo del fuego empleado para hacerlas. Sí, mucho. Imaginen los millones de estufas o calentadores eléctricos que se requerirían. Por eso es que el calentamiento global ya es irreversible, por el brutal, desperdiciador consumo de energía – sea gas, electricidad, gasolina, carbón… – que hacemos diariamente, con tal de vivir “cómodamente”, por lo menos en los países más ricos, que son los más contaminadores.
Y ya mencioné que 40% de los árboles que se cortan al año son para hacer papel. “Cada año, la industria papelera global debe de talar más de cien millones de hectáreas de bosques, que es un área equivalente a la de Egipto. En algunos lugares, se considera que esa industria contribuye a la deforestación. Eso ocasiona más emisiones de carbón, pues las áreas taladas ya no absorben bióxido de carbono. Aunque la mayor parte del papel es hecho en bosques sustentables, algo se fabrica con madera de bosques muy importantes ecológicamente, contribuyendo a la pérdida de la biodiversidad”.
En efecto, existen bosques “sustentables”, pero se han acondicionado en zonas en donde antes había gran variedad de especies arbóreas. Y eso no es “sustentable”, pues si se “reforesta” una talada selva con eucaliptos, por ejemplo, no es lo adecuado. Se ha demostrado que si se reforesta con las especies arbóreas equivocadas, no sirve. Además, plantar árboles de crecimiento rápido, cortarlos, y volverlos a sembrar constantemente, acaba con las propiedades y nutrientes de los suelos (ver: https://www.zmescience.com/science/agriculture-science/cutting-down-trees-and-planting-new-ones-is-wrecking-the-soil/).
Por esos asociados daños para hacer papel nuevo, es que aumenta la tendencia a reciclar, además de que el proceso es más eficiente. Cita el artículo a Siddarth Chatterjee, experto en ingeniería papelera, del Colegio para la Ciencia Ambiental y Forestal SUNY, de Nueva York, que dice que “en los 1940’s y 1950’s, para hacer una sola tonelada de papel, se requerían miles de litros de agua. pero ahora, compañías responsables en Estados Unidos y Europa, están cambiando la tendencia. Algunos molinos de madera, como McKinley, en  Nuevo México, limpian y reciclan toda el agua que emplean, lo que significa que hay cero desperdicio”.
Qué bueno que lo hagan, pues eso mostraría que tienen conciencia ecológica y no sólo un mezquino interés por ganar mucho dinero, sin importar el daño ambiental.
Y también emplean productos menos tóxicos para blanquear el papel. En Europa, dice Chatterjee, se ha sustituido el cloro por ozono, “que tiene un mucho menor impacto ambiental”. Y también señala que si nos acostumbraran a usar papel beige, como el revolución, sería mejor.
De hecho, ya se venden comercialmente paquetes de hojas de papel revolución para impresión hecho de reciclado, que además es más barato.
Como dije, es cosa también de mentalizarse.
En cuanto a la energía usada, está también disminuyendo al reciclar papel. “Aunque el mundo hizo 25% más papel en el 2017 que en el 2000, la energía empleada sólo se incrementó en 5%”. Y también porque muchas empresas obtienen la mitad de la energía que requieren incinerando sus sobrantes (supongo que en incineradores ecológicos, no tan contaminantes).
Señala que dentro de la preocupación ecológica de muchas empresas, está la de sembrar más árboles de los que se cortan. “En Estados Unidos, 1.7 millones de árboles son plantados cada día por la industria maderera, de acuerdo con el Servicio Forestal”, se señala.
Aunque aquí habría un problema, pues con los incendios forestales, cada vez más frecuentes e intensos, estaría en peligro la industria papelera. Pero como dentro de los poderes fácticos que nos dominan, prevalece el mezquino interés material, los incendios continuarán, afectando a todos los involucrados, sobre todo, al medio ambiente. Por los intensos incendios en Australia, que muchos siguen, gran parte de la biodiversidad animal y vegetal que contenían los bosques afectados, se extinguirá (ver: https://www.wired.com/story/wildfires-are-obliterating-australias-iconic-ecosystems/).
Así que es el reciclaje, el que realmente está cambiando las cosas para la industria papelera, que sí contribuye a emplear menos árboles y menos energía. “De acuerdo con una estimación, por cada tonelada de papel que se recicla, no se cortan 17 árboles, se ahorran 1727 litros de aceite, 2,29 metros cúbicos de tierra cultivable, 4000 kilovatios de energía y 31,822 litros de agua”.
Muy importantes ahorros, tomando en cuenta los 400 mdt que se producen de papel cada año.
En Estados Unidos, el 40% del papel producido es reciclado, en tanto que, en Europa, el 72% fue reciclado en el 2017. Italia es en donde más se recicla y casi todo lo exporta, sobre todo, a China, que le compra el 44%.
En un video, se pueden ver las enormes montañas de desechos de papel que se reciclan totalmente por una empresa italiana, Cartiere Saci S.P.A. Realmente causa buena impresión que casi todo el papel que se tira en Italia, se recicle.
Por eso, la insistencia en que sustituya el papel al plástico, en muchas cosas que se empacan.
Incluso, el papel que se engrasa, porque se sirve comida en él, como platos de cartón o bolsas, ya se está viendo la forma de disponerlo convenientemente.
Como señala el artículo, es difícil reciclar esos empaques, por la grasa, las salsas y otras cosas que la comida rápida usa. Con que haya una sola mancha de grasa en una caja de pizza, por ejemplo, se rechaza todo un cargamento de papel que se pueda reciclar. “Esto sucede en todo el mundo; en Inglaterra, alrededor de 338,000 toneladas de desperdicio reciclable fueron rechazadas entre el 2014 y 2015”.
Por eso, varias empresas han optado por producir empaques que se conviertan en composta en pocas semanas, como Vegware. “Es inevitable la contaminación con comida, así que es mejor elaborar materiales que puedan compostearse, junto con la comida sobrante”.
Sí, es lógico, pues cosas como servilletas, todas llenas de grasa o aceite, no se pueden reciclar. Incluso, les están metiendo semillas a varios empaques, para que se puedan hasta sembrar. Muy buenas alternativas.
Concluye el artículo señalando que con la ingeniería genética, se pueden producir árboles que sean menos difíciles de procesar y usen menos energía para su transformación.
Puede hacerse, sí, como tanto intento por crear cosas que le faciliten al capitalismo salvaje la industrialización de todo aquello que le deje una gran ganancia.
Como los alimentos genéticamente modificados de Monsanto, hechos no para facilitarnos la vida, sino para que esa deleznable empresa pueda “patentar” sus frankenstenianas creaciones, como su maíz Terminator, cuyo consumo, se ha comprobado, ocasiona cáncer (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/04/monsanto-arremete-de-nuevo-con-caras.html).
Pero, lo más importante que tendría que reducirse es el consumismo, el consumo compulsivo, pues es el que dicta la cantidad que, de todo, debe de sobreproducirse.
Por ejemplo, el acelerado crecimiento de la venta online, por Internet, ha demandado que se incrementen los empaques de cartón, que es derivado del papel, para envolver tantos millones de cosas vendidas, y eso requerirá que se corten más árboles para procesarlos o que se recicle más papel, con todo y que esto sea menos dañino, agudizando mucho más los problemas ambientales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/12/hacia-la-sociedad-consumista-perfecta.html).
Bien, pues, por el regreso del papel, pero si no dejamos de ser consumidores compulsivos, ni ése será la solución.
Dejaremos un planeta sin bosques, pero, eso sí, bien repleto de empaques y bolsas de papel.