Más
“avances” tecnológicos, más depredación ambiental
por Adán
Salgado Andrade
Podría pensarse que con
los avances tecnológicos, la depredación planetaria que el capitalismo salvaje
ha agudizado desde el siglo pasado, dicha acelerada destrucción del medio
ambiente debería de atenuarse. Por ejemplo, ahora que se están cuestionando
tanto como principal fuente de contaminación a los automóviles de combustión
interna, está surgiendo la fiebre por los autos eléctricos, colocando como los
modelos más avanzados a los de la empresa Tezla, los cuales, a pesar de tantas
fanfarrias, no dejan de contaminar. Se estima que el modelo más reciente
contamina el equivalente a una cuarta parte de lo que lo hace un automóvil de
gasolina. Pero, además, el impacto que deja la contaminación generada por la
fabricación de un Tezla, en cuanto a generación de gases efecto invernadero
equivale al doble de un auto de gasolina. Sin contar los daños adicionales que,
como veremos, se ocasionan también al medio ambiente, como lo hace cualquier
proceso industrial (ver: https://www.wired.com/2016/03/teslas-electric-cars-might-not-green-think/).
No intento defender
ningún proceso fabril, pues todos son contaminantes, en mayor o menor medida,
pero el problema con las “innovaciones” es que se presentan como la panacea tecnológica y no lo son, pues no
muestran todo lo que hay detrás de ellas y, como señalo antes, en lugar de
reducir el consumo de materias primas, de la energía para transformarlas y de
la resultante contaminación, lo agravan, sumando problemas extras a los que ya
de por sí tenemos.
Y es que de nada vale
producir tecnologías más “limpias” o “ahorradoras” si, por otro lado, aumenta
la cantidad de objetos hechos muchísimo más que los producidos hace dos décadas
por ejemplo. Es lo que sucede con los automóviles, que aunque actualmente son
más “eficientes”, se fabrican muchos millones más. Al respecto, señala el
profesor Vaclav Smil “que de qué sirve que se hagan autos más eficientes, por
ejemplo, si se hacen muchos más millones, en proporción a los autos que eran
menos eficientes. Ahora, gastamos más aluminio, más acero, más vidrio y así.
Mientras sigamos en este absurdo ciclo material de comprar, vender, tirar, no
bastará con la innovación” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/01/vaclav-smil-y-la-ciencia-consciente.html).
En efecto, el
capitalismo salvaje requiere de un exagerado consumo compulsivo, lo que ha
logrado mediante la imposición social de que sólo consumiendo, y mucho, se
destaca socialmente, además de que todos los productos que hace, sin excepción,
están hechos para que duren solo cierto tiempo o que vayan siendo rebasados por
cuestiones tales como los “avances” tecnológicos o que ya no “estén de moda”.
Es lo que se conoce como la obsolescencia
programada (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/10/la-obsolescencia-programada-el.html).
Así que los “avances
tecnológicos” suman ya más problemas para lo que queda del medio ambiente.
Justo es el desarrollo
e impulso consumista que están teniendo todos los dispositivos electrónicos,
como celulares, tablets, laptops…
sumando ahora los autos eléctricos, lo que está provocando un fuerte impacto
ambiental en ciertos sitios que, tarde o temprano, afectará a todo el planeta.
El inicio de todo está
en las baterías que tales dispositivos emplean, pues se ha exigido, con los
años, que sean más pequeñas, más eficientes y que se recarguen en el menor
tiempo posible. El diseño básicamente es el mismo en una batería, desde que en
1800 Alessandro Volta inventó la primera batería, mezclando varias capas de
cobre, zinc y papel, empapado de salmuera. Luego, conectó el cátodo, conductor
de la carga positiva y el ánodo, conductor de la carga negativa y todo ello lo
introdujo en un medio electrolítico para conducir la carga de electrones. Y así
ha sido, desde entonces, el diseño básico de las baterías.
Los “avances” solo se
han enfocado en buscar materiales que las hagan más eficientes. Y la
combinación ideal, desde hace algún tiempo, ha sido el empleo de tres
materiales clave, los que, aparentemente, son los más eficientes hasta la fecha,
y esos son el litio, el grafito y el cobalto (ver: https://www.washingtonpost.com/video/business/batteries-how-a-lithium-ion-battery-works/2016/09/29/d8889522-819b-11e6-9578-558cc125c7ba_video.html).
Con dichos materiales,
las baterías han logrado hacerse más capaces, pues pueden durar más tiempo, que
es la exigencia hoy día de los usuarios. Diseños más grandes, pero, sobre todo,
más delgados, han incrementado la carga.
Pero eso no las hace
más seguras, pues si las baterías no están bien diseñadas o no se colocan
adecuadamente en el dispositivo que las emplee, pueden estallar, ya que el
líquido que sirve como conductor electrolítico es muy explosivo. Justo eso es
lo que sucedió con los recientes casos de celulares Samsung Note 7, varios de los
cuales estallaron al estarse recargando o, incluso, estando en uso, debido a
una colocación defectuosa de las baterías dentro del aparato. Eso ha costado
miles de millones de dólares a la empresa por indemnizaciones y recolección
masiva de todos los Note 7 (ver: https://www.cnet.com/news/why-is-samsung-galaxy-note-7-exploding-overheating/).
De todos modos, las
corporaciones, ávidas de subir y monopolizar sus ventas, minimizan esos problemas – los que, finalmente, afectan a los
consumidores – y siguen viendo a las baterías de litio como el futuro de todo
lo que tenga que ver con ellas.
Antes de que Elon Musk
fundara Tezla Motors, la demanda por los
materiales requeridos para la fabricación de las baterías de
litio-cobalto-grafito era razonable, digamos.
Perro cuando anunció su
proyecto de construir una “giga fábrica” de baterías en Nevada, sobre todo para
dotar a sus autos de las necesarias, ¡siete mil!, la demanda de tales
materiales está subiendo tanto, que para el 2025 se calcula que tan sólo la
adquisición de litio, el componente más abundante en las baterías, se
triplicará, de acuerdo con previsiones del Deutsche Bank y Goldman Sachs.
Sólo hay que analizar
los contenidos de litio que demandan la cantidad de baterías empleadas por
distintos dispositivos. Así, para un celular, la batería requiere tres gramos;
en una laptop, las baterías requieren una onza (28.3 gramos); un auto híbrido, 1.6
kilogramos; un auto eléctrico normal,
casi 20 kilogramos, en tanto que los poderosos
autos Tezla, como el modelo 3, son los ganadores, requiriendo sus 7000
baterías casi 51 kilogramos de litio.
Así que si el sueño
“ecológico” de Musk es sustituir los autos convencionales con sus eléctricos,
millones, por supuesto, imaginemos las monumentales cantidades de litio, sobre
todo, cobalto y grafito que serán necesarias para tan epopéyica y depredadora
tarea, ¡mill0ones de toneladas!
El periódico The Washington Post (actualmente
propiedad de Jeff Bezos, fundador de Amazon), realizó recientemente una
exhaustiva y muy bien documentada investigación sobre en dónde y cómo se
producen los tres minerales en cuestión, y en los cuales baso parte de este
artículo. Comienzan esos excelentes reportajes con la producción del litio
(ver: https://www.washingtonpost.com/graphics/business/batteries/tossed-aside-in-the-lithium-rush/?wpisrc=al_alert-COMBO-economy%252Bnation).
Y lo que, de entrada muestra,
es la pobreza extrema en que viven los habitantes de las tierras en cuyas
entrañas está contenida la salmuera, agua diez veces más salobre que la de mar,
rica en litio y algunos otros minerales.
El “triángulo del
litio” se distribuye en tres países, Argentina, Chile y Bolivia. La
investigación se hizo concretamente en Argentina, en una región de planicies
andinas de tierra rojiza, habitada por los atacamas, indígenas nativos de ese
sitio, quienes desde hace siglos han tratado de sobrevivir a la “modernidad”,
la que nada hace por ellos, excepto empobrecerlos y saquear los pocos recursos
que tienen para llevar una magra existencia, la mayor parte de ellos viviendo
de la agricultura y la cría de chivos. “Estas tierras sagradas nos pertenecen
desde hace siglos y nadie tiene derecho a quitárnoslas y desgarrar sus
entrañas”, dice un habitante del lugar.
Basta con ver las
imágenes y documentales que acompañan el reportaje para cerciorarse de todo el
daño social y ambiental que se está haciendo en tal semidesértico lugar,
abusando las compañías mineras de los escasos recursos con que cuentan los
atacamas, comenzando con el agua, ya que para obtener cada tonelada de litio se
requieren ¡un millón novecientos mil litros de aquélla!
Es de notar cómo la
mayoría de los “nuevos” procesos industriales de todo tipo usan más y más agua
dulce, la que es cada vez más escasa. No sólo eso, sino que las menguantes
fuentes disponibles, ríos o lagos, se contaminan a la par (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2008/10/el-agua-dulce-cada-vez-ms-demandada-y.html).
Es el caso, también,
del llamado fracking, que es la
contaminante técnica que se está empleando para extraer el gas de esquisto
(ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/05/el-gas-natural-de-esquisto-el-regreso.html).
También de las
megaminas, que emplean millones de litros de agua, además de que depredan las
tierras en donde se establecen, dejando sólo cráteres enormes y miles de
millones de toneladas de desperdicios rocosos envenenados de por vida (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/05/los-destructivos-irreversibles-efectos.html).
Como dije, de qué
sirven tantos avances tecnológicos si cada vez depredamos más aceleradamente.
En la actualidad, gastamos en 9 meses lo que al planeta le lleva crear en año y
medio. Ningún medio ambiente aguantará tal destrucción. La transformación planetaria
es realizada por la humanidad y es por eso que ya se le llama a esta época
antropoceno, porque es el hombre quien está influyendo tales brutales cambios. Requerimos
ya de dos a tres veces los recursos que este depredado planeta nos puede dar
(ver: http://www.theworldcounts.com/stories/consequences_of_depletion_of_natural_resources).
Regresando al problema
de la extracción del litio – y del cobalto, grafito, coltan y muchos otros
minerales –, es evidente que en las regiones donde se explota, prevalece la
pobreza y la marginación, como puede apreciarse en las fotos y los videos que
acompañan los mencionados reportajes. Aprovechándose de eso, como siempre
sucede, las mineras de litio, con engaños, establecen sus depredadoras
instalaciones, argumentando que serán en beneficio de los pobladores locales,
pues “crean empleos” y les entregan parte de las ganancias. Eso divide, por
desgracia, a la gente, lo cual es tan común en tales “arreglos”, que hasta
conflictos internos, que muchas veces llevan a violencia extrema, se generan y
que terminan por favorecer a las mineras, quienes destacan tal violencia como
“ignorancia, gente que se opone al progreso”. Esos son pretextos excelentes
para que las mafias en el poder, coludidas con las tramposas mineras, lancen a
sus fuerzas represivas contra la gente que no esté de acuerdo, encarcelando y
hasta asesinando a los inconformes.
En México, así sucede
cuando los pobladores de un lugar se oponen a ilegales megaproyectos, como
megaminas, fracking o megaproyectos turísticos, en donde hasta a paramilitares
emplean dichas gansteriles corporaciones para deshacerse de inconformes (ver: http://www.sinembargo.mx/21-09-2013/758172).
Por otro lado, los
empleos creados, que tanto alardean las mineras de litio, son pocos y mal
pagados, pues se trata generalmente de ocupaciones poco calificadas, que
demandan un exhaustivo esfuerzo físico repetitivo. Y mucho menos es cierto que
los poblados reciban jugosas “contribuciones”, pues en una parte del artículo,
refiriéndose a la construcción de una planta llamada Sales de Jujuy, al
entrevistar el reportero a un habitante de Huancar, una comunidad de 400
habitantes, tan pobre que trueca ropa por comida muy frecuentemente, aquél le
dice que ignoraba que la minera, del grupo Exar, chileno-canadiense, les debía
pagar anualmente dinero. “Estoy perplejo. No sabía nada del dinero. La verdad
es que sólo se burlan de nosotros”, concluye el decepcionado hmobre.
De todos modos, el
dinero que Exar les debería de pagar es mínimo, en comparación con lo que
anualmente espera ganar cuando la nueva planta esté en funcionamiento o las que
ya opera. Calcula la empresa que en plena producción, obtendría unas 25 mil
toneladas de carbonato de litio anualmente, por las que obtendría 250 millones
de dólares. Para entonces, las comunidades afectadas por las minas, tendrían
que recibir, en conjunto, 178 mil dólares por año, lo cual representaría apenas
el 0.0071% de los ingresos de Exar.
En efecto, es una
burla. Muchas mineras, como aquí hacen, creen que con sólo construir un
hospital, una escuela y dar una limosna anual, es suficiente para que depreden
y destruyan bosques y tierras de los habitantes en donde establecen sus
contaminantes megaproyectos. Pero aun si el dinero fuera muchísimo, nadie le
repondrá a la gente su patrimonio natural, el cual es invaluable.
Justo en otra parte del
reportaje, una mujer, que está en contra de esos proyectos, señala que: “Estas
tierras son ancestrales, vivimos de ellas, del campo, de nuestro ganado.
Nuestra forma de vida está en peligro”
Otras dos empresas,
Toyota Tshuso, japonesa, y una australiana, aseguran no haber “tenido ningún
problema” con los pobladores y que siempre han trabajado bien con ellos desde
el principio. Sin embargo, no es así, pues la gente, como indica un delegado
local, es sólo vista como “piedras en el camino”.
Pero además de los
problemas sociales y las divisiones entre los pobladores, están los
ambientales, pues, para comenzar, la salmuera que se extrae se deja aireando en
depósitos al aire libre, que provocan contaminación ambiental por la
evaporación que genera, ocasionando males respiratorios y contaminando fuentes
de la escasa agua de los pobladores. Otro problema es que los depósitos
subterráneos de la salmuera al irse deprimiendo, algunos expertos piensan que
podrían irse rellenando con los acuíferos cercanos, lo que iría acabando con el
agua dulce disponible.
Sin embargo, las
empresas y las corruptas “autoridades”, desestiman esas advertencias y dicen
que mientras haya salmuera, allí seguirán, para obtener el tan demandado litio.
En el segundo artículo
presentado por The Washington Post, los reporteros hicieron su investigación en
el Congo, en donde se extrae la mayor parte del cobalto que emplea la industria
electrónica mundial. El cobalto se usa para hacer el cátodo, el polo positivo
de una batería
En ese país, uno de los
últimos en nivel económico, junto con Haití y Somalia, la extracción es de tipo
industrial y “artesanal”. Ésta última es la que abordó la investigación, dadas
las precarias condiciones en que trabajadores que laboran por su cuenta lo
hacen, arriesgando a diario la vida por el equivalente de tres o cuatro dólares
por día.
El Congo, a pesar de
ser uno de los países más pobres del orbe, reboza de minerales. Un geólogo lo
ha calificado de “escandalosamente rico” en ellos. Otro mineral que posee, por
ejemplo, es el coltan, el que se emplea como aislante térmico, sin el cual, no
sería posible la existencia de la industria electrónica, que también se extrae
artesanalmente, en condiciones deplorables, con la desventaja adicional de que,
como los depósitos están dentro de una zona selvática protegida, en donde
sobreviven los últimos gorilas de montaña que quedan, muchas veces, los
trabajadores los cazan para tener qué comer, dado que no cuentan con
instalaciones adecuadas, como comedores o por el estilo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2009/09/el-coltan-otro-recurso-natural-mas-para.html).
La extracción industrial
del cobalto es a cielo abierto, operando como las contaminantes megaminas que,
como ya se dijo, también consumen demasiada agua, además de que la contaminan
irreversiblemente. Igualmente, dejan millones de toneladas de desechos rocosos
muy contaminados por los químicos que se emplean para el proceso de
lixiviación.
En cambio, en el caso
de la extracción artesanal, aunque no se dan los mencionados daños ambientales
que se producen al nivel de la industrial (los hay, por supuesto), también se
expone la manera tan rudimentaria y peligrosa en que los mineros, quienes
trabajan por su cuenta, laboran. No hay salario fijo, ni prestaciones,
indemnizaciones si se lastiman o, peor, si mueren dentro de las minas.
Es muy explícito el
video que acompaña al reportaje, en el que se puede observar a un minero que
llega al lugar de trabajo, un terreno en el que se han cavado decenas de
oquedades verticales, muy estrechas, por una de las cuales aquél va
descendiendo, sin ningún equipo de seguridad, ni nada, sólo su harapienta ropa,
huaraches y, como equipo de extracción, cincel, marro y costales. Llega al
fondo, luego de bajar unos cuatro metros, y se pone a golpear las rocosas
paredes con su instrumental, echando en el costal los pedazos de piedra
desprendidos. La actividad es tan peligrosa, que son frecuentes accidentes y
muertes, sobre todo por el derrumbamiento de inestables paredes rocosas. Muy acertado
que los reportajes se hayan acompañado de videos, pues resultan más
dramáticamente explícitos (ver: https://www.washingtonpost.com/graphics/business/batteries/congo-cobalt-mining-for-lithium-ion-battery/?tid=batteriesseriesnav).
Toda la producción de
los mineros se entrega a la empresa Congo
DongFang International Mining, empresa filial de la corporación china Zhejiang Huayou Cobalt, la mayor
productora mundial del mundo. Esta empresa es la que surte a los mayores
fabricantes de baterías, los que, a su vez, le surten a Apple las de sus
iPhones.
Y es algo que se
critica en el artículo, que a pesar de que importantes empresas, como Apple,
Samsung, Panasonic, Sony, Tezla, General Motors, Amazon y otras, supuestamente
“monitorean” que los materiales contenidos en las baterías de sus productos no
provengan de zonas que ocasionen problemas ambientales, sociales o en donde
existan conflictos militares, resulta que el 25% de la producción global del
cobalto es obtenida en las señaladas condiciones tan precarias. Y dicho
porcentaje equivale a entre un 17 a 40% del total obtenido en el Congo,
solamente después de la extracción industrial, gracias a esos mineros que a
diario arriesgan su vida y salud, además de que muchos de ellos son menores de
edad.
Esos “creuseurs”,
francés para excavadores, llevan en costales de 55 kilogramos su producto, por
el cual, establecimientos que están a lo largo de la carretera, atendidos por
asiáticos (a pesar de una ley congolesa que prohíbe que establecimientos de ese
tipo sean operados por extranjeros), les pagan $881 dólares, si la roca
contiene 16% de cobalto y solamente $55, si contiene no más de 3% del mineral.
Sin embargo, la
tonelada del cobalto, ya refinado, actualmente se vende en $26 mil dólares.
Los creuseurs ganan no más de dos o tres
dólares al día, lo que les permite sobrevivir en condiciones deplorables. Pero
si no obtienen nada, tampoco ganan ni ese miserable ingreso.
Gracias a su trabajo es
que en el consumista mundo que habitamos, la gente “bonita” puede emplear sus
caros celulares, laptops, cámaras… y autos eléctricos, ignorando, o sin
importarles, todo el drama ambiental y social que hay detrás de sus
dispositivos y que, inexorablemente, está teniendo un alto costo para toda la
humanidad y para el planeta.
“Dejamos a diario aquí
la vida… ¡y para qué!”, exclama un minero, lamentando lo que tienen que
arriesgarse a diario, para tener una miserable existencia.
Una autoridad local,
cuestionada por las malas condiciones laborales y los daños ambientales,
declara que “nosotros no somos limosneros. Las empresas deberían de cuidar todo
eso, pero no lo hacen, pues son prepotentes, además de que sobornan a altos
mandos, y por eso, no se les molesta para nada”. Claro, la corrupción entre
mafias empresariales y políticas hace posible todo ello. Y, peor aún, que un
país con tantos recursos minerales, sea considerado de los más pobres del
planeta. Es el obsceno legado del colonialismo.
También, en el caso del
cobalto, la demanda se ha intensificado por el incremento en la producción de
autos eléctricos. Un celular requiere de 5 a 10 gramos, una laptop, una onza
(28.3 gramos), en tanto que un auto eléctrico normal (no los veloces Tezla o
los que proyecta fabricar otra nueva firma, Faraday Future), emplea de 4.5 a 9
kilogramos de cobalto. Al igual que con el caso del litio, la producción de
cobalto se espera duplicar para el 2025, pasando de las 32657 toneladas
actuales a 76525 para dicho año. Obviamente, su valor crecerá y todo lo que se
fabrique con cobalto.
El daño ambiental
también es evidente, pues los mineros lavan las rocas obtenidas en los ríos
locales, lo que contamina el agua y los peces de dichas corrientes, consumidos
por todos los habitantes locales. Estudios han hallado niveles de cobalto en
muchas personas 43 veces mayores a los permitidos, lo que incrementa
enfermedades crónico-degenerativas, como cánceres de todo tipo, además de los
nacimientos con malformaciones genéticas (una de ellas es el síndrome de la
sirena, llamado así porque los recién nacidos nacen con las piernas pegadas,
además de que sus órganos digestivos no se forman bien). De hecho, se considera
que Lubumbashi, que es la región congolesa donde se concentran las minas de
cobalto, es una de las diez más contaminadas del mundo, tanto en sus tierras,
como en sus aguas
Como hemos visto hasta
aquí, la “innovación” tecnológica tiene su lado muy obscuro.
El tercer mineral en la
lista es el grafito, el cual, el 77% se obtiene en China. Sirve para hacer el
ánodo de una batería.
De nuevo, son
dramáticas las escenas mostradas por el video inicial, en donde un hombre
enseña todo el polvo negro que cubre permanentemente toda la casa y su
contenido. “Antes, limpiaba a cada rato”, declara una mujer, “pero como esto se
volvía a ensuciar muy pronto, dejé de hacerlo”. Otro hombre muestra sus negros
dedos después de pasarlos por una mesa de su casa y sacude un pantalón que
recién colgó de un lazo, para que se secara, del cual se desprende una buena
cantidad de polvo negro. “Nos mató ese polvo nuestros árboles frutales”, agrega
una pareja, que vivía de eso, quien también afirma que sus tierras producen
menos o ya no sirven para sembrar. Siembran maíz, pero las plantas están tan
llenas de tizne de grafito, que al recorrerlas, salen con las caras
ennegrecidas. El polvo invade todo, hasta su nariz y boca y lo sienten entre
los dientes. Por las noches, el aire brilla, debido a que el tizne flota y
refleja la luz. Eso comenzó a suceder desde hace cinco años, cuando una contaminante
planta de grafito abrió cerca de donde todos los quejosos viven (ver: https://www.washingtonpost.com/graphics/business/batteries/graphite-mining-pollution-in-china/?tid=batteriesseriesnav).
Todo eso ocurre en el
noreste de China, en pueblos como Mashan, Liumao, Jidong, cerca de Jixi, o
Pingdu o Laixi, cerca de Beijing.
En este caso, los
reporteros se encontraron con el temor de algunos habitantes a hablar, debido a
que si lo hacen, no tarda en aparecer algún funcionario local, acercarse y
advertirles que no deben de contarle a nadie sobre sus problemas, aunque sean
tan graves, que afecten su salud y su medio ambiente.
Esa es la forma en que
la mafia china en el poder controla todo en su país, desde protestas sociales,
hasta los graves daños ambientales que está sufriendo y que se minimizan o,
peor, se niegan. Son los costos de haberse convertido en la mayor maquiladora
mundial al servicio de los mezquinos intereses del capitalismo salvaje, quien
ha hecho ver a China como una máquina permanente de crecimiento económico, sin
importar los daños ambientales y la desigualdad social provocada (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/09/china-autoritarismo-capitalismo-salvaje.html).
Sin embargo, ya también
China muestra los efectos crónicos de la permanente crisis económica, inherente
a este contradictorio y depredador sistema (ver: http://www.marketwatch.com/story/china-is-near-a-financial-crisis-similar-to-the-us-in-2008-says-soros-2016-04-21).
Y tampoco su represiva autocracia
puede negar los efectos ambientales de tan desmedido, anárquico, materialista
crecimiento, pues, al momento de escribir este artículo, China declaró una
emergencia ambiental nacional, la primera en su tipo. Fue tan densa la capa de
smog que cubrió todo el país, que en algunas partes, se redujo la visibilidad a
50 metros (ver: http://www.jornada.unam.mx/2017/01/04/sociedad/031n1soc).
Se calcula que por la
severa, cotidiana contaminación, mueren 4000 personas por día, lo que equivale
al 17% del total de las muertes anuales de chinos.
Los “esfuerzos” para
combatir tan crónica contaminación, rayan en lo ridículo e imposible, sugiriendo
desde gigantescos rociadores, colocados en edificios, para que el roció baje la
contaminación, hasta, simplemente, censurar todo tipo de información que se
atreva a difundir que en China existe contaminación (ver: http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/10-soluciones-absurdas-para-el-smog-mortal-en-China).
Al parecer, eso fue con
lo que se toparon los reporteros del Washington Post, la censura autoritaria
para negar que el grafito sea un problema en los sitios en donde operan las
fábricas que lo producen.
A pesar de esos graves
problemas, y de los que, obviamente, sufren también los trabajadores, quienes
terminan negros de todo el cuerpo – y de su organismo, claro –, un encargado de
una de tales fábricas declara, cínicamente que “pues sí, pero a cambio la gente
tiene trabajo, ni modo, qué le hacemos”. Esa es una declaración que sólo
muestra el nivel de subyugación al que se ha reducido al pueblo chino, incapaz
de protestar, ni siquiera, por problemas que les afecten su salud. Al respecto,
señala el escritor Yu Hua, en su libro “China en diez palabras”, que a los activistas
les llaman “refugiados de la justicia” y son tratados como criminales,
ejecutando, incluso, a muchos de ellos.
No importan, pues, las
amargas quejas de la gente afectada por la producción de grafito. Ésta, debe de
continuar, pues su demanda sube y sube.
De nuevo, se señala que
las grandes corporaciones demandantes de baterías, se cercioran que el grafito
empleado se obtenga en forma segura y no dañe medio ambiente, ni afecte salud. Pero,
como comprobaron los reporteros, eso no se cumple la mayoría de las veces.
Y si, igualmente, vemos
la cantidad de dicho mineral que contiene la batería de un celular o una
laptop, unos cuantos gramos, las baterías de un auto eléctrico típico, requieren
hasta 25 kilogramos de grafito, se comprenderá por qué su demanda seguirá
subiendo muchísimo (ver: http://batteryuniversity.com/learn/article/bu_309_graphite).
Los problemas
ambientales, que ocasione tal brutal incremento en la demanda, crecerán y la
salud de toda la humanidad se irá deteriorando, pues la contaminación no se queda
sólo en los sitios en donde ésos y otros minerales se producen y procesos
industriales se realizan. Un estudio reciente demostró que la contaminación
producida en China, ya está llegando a la costa occidental de Estados Unidos,
por si los estadounidenses creían que tal contaminación es sólo problema de los
chinos.
No, la contaminación de
cada país es un problema planetario.
Pero, todo sea en
nombre de las innovaciones tecnológicas.
Contacto: studillac@hotmail.com