miércoles, 21 de noviembre de 2007

Tráfico humano

TRAFICO HUMANO

Por Adán Salgado Andrade

Actualmente, todo cuanto pueda ser comercializado y rinda una muy buena ganancia, pronto se convierte en un gran negocio. Tal es el caso del tráfico internacional de personas, el cual, de acuerdo con la Organización Internacional de la Migración, monta anualmente unos $10,000 millones de dólares, hablando conservadoramente. Aproximadamente cuatro millones de personas emigran hacia otros países cada año con tal de hallar una ocupación que les proporcione un “mejor nivel de vida”, lo que no sucede en sus países de origen, en los cuales los efectos del neoliberalismo y la globalización han causado una serie de estragos, entre los que se pueden citar la pauperización creciente, el abierto desempleo, la reducción a niveles lamentables de la actividad económica e, incluso, en algunos casos, el peligro de que esos países desaparezcan como entidades nacionales por los separatismos que se han ocasionado, como ha sucedido, por ejemplo, con la ex URSS, Yugoslavia o Checoslovaquia.
Hasta antes de la desaparición del llamado segundo mundo, encabezado por la Unión Soviética, las regiones que sobresalían por la mayor cantidad de emigrantes eran África, Asia y Latinoamérica. Sin embargo, luego de los cambios geopolíticos surgidos ante la desaparición de la URSS, otros lugares y países han pasado a ser parte de un creciente tráfico humano ilegal que, como se señaló, constituye un gran negocio. Mick Keelty, un funcionario policiaco australiano encargado de los delitos cometidos por el tráfico ilegal declara. “No hay duda de que el tráfico ilegal de personas es una actividad del crimen organizado, muy lucrativa, que ha tendido a incrementarse en los últimos dos o tres años, pues se trata de una mercancía negociable, como cualquier otra. A los delincuentes organizados no les importa qué tipo de mercancía se comercie, con tal de que obtengan buenos dólares por esa actividad. Por eso estamos viendo que se está cambiando de la venta de droga por la venta de humanos”.
El tráfico humano hacia los países ricos crece cada año, a pesar de los esfuerzos de éstos por impedirlo. Como ejemplo, tómese el caso de los Estados Unidos, nación que aunque ha querido impedir el paso de indocumentados latinoamericanos, sobre todo de mexicanos, a su territorio, con muros triples, aviones vigías robots, muchos guardias fronterizos, grupos xenofóbicos (los llamados minuteman, por citar algunos) y, en estos días, de plano con una declarada, infame militarización ordenada por los halcones y George Bush, aún así, continúa el exilio hacia allá de necesitadísimas personas que sólo trabajando en ese país en el campo, o de obreros o de sirvientes o lavando baños, ven su salvación para salir de la pobreza en que viven.
Y cada país tiene su área de influencia. Por ejemplo, a Australia se dirigen emigrantes de Indonesia, a los cuales los traficantes les cobran entre $600 y $2,500 dólares por persona por llevarlos en bote desde las playas indonesias hacia ese país . A Estados Unidos, como señalé, llegan mayoritariamente mexicanos y latinoamericanos. En el caso de los mexicanos que tratan de cruzar ilegalmente la frontera ayudados por los “coyotes” pagan actualmente alrededor de $1000 dólares, en lugar de los $300 que antes les daban a aquéllos porque, según los traficantes, “ahora es más difícil pasarlos”. (y ya no digamos con la frontera militarizada). Europa occidental está “inundada”, de acuerdo con sus autoridades, de asiáticos y africanos que buscan en esa región una mejoría económica para sus desesperadas vidas.
Y aunque el aumento en el problema de la inmigración se debe a la crisis económica neoliberal, que los intereses de los países ricos han contribuido a profundizar, éstos no parecen entenderlo así, y han emprendido una serie de medidas para detener el tráfico ilegal de personas, algunas de ellas de corte fascista. En Estados Unidos, por ejemplo, a raíz de los incidentes del 11 de septiembre del 2001, se han estado imponiendo medidas mucho más restrictivas a los inmigrantes, aún cuando éstos sean legales, entre las cuales se contempla crear un banco de datos que registrará minuciosamente todas las entradas y salidas de la totalidad de visitantes extranjeros a ese país, aumentar el número de sus agentes de inmigración, verificar que aquéllos con visa de estudiantes realmente estén inscritos en las escuelas en que tomarán clases, así como la expedición de pasaportes que cuenten con información amplia y precisa del inmigrante con sólo escanear la huella digital del portador, y eso sin contar que cualquier inmigrante que sea o parezca árabe es sometido a un minucioso interrogatorio, prácticamente policiaco (todo esto coordinado por el Departamento de Seguridad Doméstica, algo así como una supersecretaría contra el terrorismo y la inmigración ilegal). Pero ya desde hace años, los rancheros y organizaciones xenofóbicas, como los minuteman que viven en la frontera entre México y EU “cazan” a cuanto mexicano ilegal se atreva a pisar sus propiedades, aduciendo que ya que el gobierno no hace nada por parar la entrada de esos “delincuentes”, ellos, por cuenta propia, harán justicia. Por ejemplo, Miguel Ángel Palafox, el 20 de mayo del 2000, quien había eludido exitosamente a la patrulla fronteriza a la altura de Fénix, Arizona, fue descubierto por dos hombres a caballo vestidos de negro. Uno de ellos le disparó en el cuello. El joven se cubrió la herida con su camiseta y milagrosamente logró regresar al lado mexicano en donde le prestaron ayuda, gracias a la cual no murió. En otro caso, Eusebio de Haro, de 22 años, fue herido en la ingle, sólo porque él y su acompañante se “atrevieron” a acercarse a un ranchero para pedirle agua.
En Italia, varios miembros del gobierno han presionado para que este permita a sus guardias costeras “disparar a los traficantes”, pues ha habido algunos decesos de los agentes dado que tienen prohibido hacerlo. Pero la medida significaría que los agentes podrían disparar indiscriminadamente, aún a riesgo de matar inmigrantes ilegales. En todo caso, la presión para adoptar tal medida sería más bien una acción destinada por los grupos xenofóbicos a detener el tráfico ilegal de albanos, iraquíes, turcos, kurdos y chinos, principales nacionalidades que emigran a ese país, los cuales arriban a las costas de Apulia, región italiana situada en el “talón”, al puerto de Bari, el cual queda a 90 minutos en embarcación del puerto albano de Valona. De todos modos, los traficantes no corren riesgos y ya cuando están cerca de las costas italianas, obligan a los ilegales a saltar y “nadar” a tierra firme, sin importarles si éstos saben hacerlo. Como consecuencia, varios se ahogan, como fue el caso de dos mujeres chinas que perecieron a principios no hace mucho cerca de las costas de Giovinazzo, población de Apulia. En Australia, se trata de combatir el tráfico aplicando penas más severas, que van desde 20 años de encarcelamiento a los traficantes, hasta multas de $120,000 dólares.
De todos modos las modernas prácticas europeas de seguir contando con “servidumbre”, a la manera medieval, alientan la inmigración. Los ilegales, principalmente mujeres, son empleados en los hogares “acomodados” y sometidos a largas jornadas, sin darles vacaciones, ni lugares decentes en donde dormir, de acuerdo con un reporte del Consejo Europeo, establecido en Estrasburgo, quien señaló que “las condiciones de trabajo y de vida (de los inmigrantes) son una afrenta en contra de la dignidad humana”, el cual estima que alrededor de cuatro millones de mujeres son vendidas cada año para realizar labores domésticas. “Estas mujeres trabajan entre 15 y 18 horas diarias sin que se les permita por lo menos tener un día libre, no poseen cuartos propios y muchas veces deben comer las sobras de sus empleadores”. Muchos de los empleadores provienen de África occidental y el Medio Oriente, pero otros son europeos, asiáticos e, incluso, de los Estados Unidos. Alrededor de un 20% de ellos son diplomáticos o poseen puestos especiales, por lo que gozan de inmunidad contra cualquier acción legal, señala también el reporte. Sin embargo, el grupo privado “Comité contra la esclavitud moderna”, establecido en París, señala que se ha encargado de entablar juicio en unos 200 casos contra empleadores ilegales en Francia, país en donde se estima que miles de mujeres han trabajado como esclavas domésticas, las cuales provienen de naciones de África occidental, Madagascar, India, Sri Lanka y las Filipinas. Como esas mujeres no hablan el idioma del país en que se “emplean”, no pueden defenderse, además de que en su condición de ilegales, temen denunciar a su empleador por temor a que las denuncie y sean deportadas. Y en Europa, la legislación para prohibir este tipo de “esclavitud moderna” apenas si está en sus comienzos. En todo caso, como ya se vio, se tratan de imponer medidas, algunas bastante drásticas, para impedir la inmigración de ilegales.
Sin embargo, ni esas medidas, ni el peligro que implica para los inmigrantes trasladarse a otros lugares, impiden que el tráfico humano crezca, así como las utilidades de los traficantes obtenidas de las tarifas que cobran por transportar a la gente.
Es el caso de los traficantes chinos, los llamados “cabezas de serpiente”, gángsters chinos dedicados al tráfico humano, quienes cada año obtienen cientos de miles de dólares de ganancia por llevar ilegalmente ciudadanos chinos a Estados Unidos. Estos traficantes tienen contacto con todas las comunidades chinas del mundo. Por el equivalente a $37,000 dólares, los “cabezas de serpiente” prometen a los prospectos a llevarlos a la ciudad de Nueva York. Se emplean viejas y frágiles embarcaciones, generalmente cargueros coreanos (de Corea del Norte), para llevarlos por alta mar desde la provincia de Fujián. En esos barcos no hay ningún tipo de comodidades y los ilegales viajan como animales dentro de las bodegas, hacinados, en condiciones totalmente insalubres, con dos cubetas como “baños, una para hombres y otra para mujeres. Reciben algunos vegetales, arroz, cacahuates y agua como alimento, pero nada más. En todo momento son vigilados por guardias armados chinos y coreanos, quienes, en ocasiones, eligen a algunas mujeres, a las que suben a cubierta para ser violadas. Nadie puede protestar o reclamar, pues es algo de lo que los “cabezas de serpiente” reclaman como “parte del trato”.
En esas condiciones, durante cinco semanas son trasladados por el océano Pacífico, recorriendo 14,000 kilómetros. Muchos de los inmigrantes mueren durante la travesía y los que sobreviven, aún deben de pasar por muchos más peligros y arriesgados recorridos.
La primera tierra firme que pisan es la costa de Guatemala, a donde son trasladados en pequeños botes por gángsters taiwaneses… los que logran llegar, pues muchos son descubiertos por la policía guatemalteca y arrestados en el intento. Quienes evitan el arresto son conducidos a casas de chinos que viven a las afueras de la ciudad de Guatemala, en donde deben esperar varias semanas hasta que la policía desista de buscarlos. Después, son escondidos en el piso falso de un camión de carga que acarree fruta y llevados a México, en donde se la pasan viajando y escondiéndose en bosques y lugares agrestes, hasta que son contactados por “coyotes”, quienes obtienen $5,000 dólares por cada chino de los “cabezas de serpiente” para pasarlos por el desierto a los Estados Unidos (algunas veces son descubiertos por la policía de inmigración mexicana estos “cargamentos humanos” chinos). Si todo “sale bien”, los asiáticos sobrevivientes llegan a Houston, de donde son llevados a Los Ángeles y de ahí, en avión, a Nueva York. Los gángsters chinos pueden aumentar la tarifa hasta $50,000 dólares si hay muchos problemas y reciben el pago únicamente a la llegada a su destino de los ilegales. Entonces, sus familias en China son avisadas y es allá en donde deben de pagar. Si la familia no puede hacerlo, los ilegales son puestos a trabajar para la mafia como vendedores de droga o, en el caso de las mujeres, como prostitutas hasta que “salden su deuda”. En estas travesías tan largas y peligrosas, pocos logran llegar a su destino, pues, los más afortunados, son arrestados y deportados por las autoridades migratorias de los países que deben cruzar. Los menos afortunados perecen, sin que nadie, ninguna autoridad haga algo por evitarlo. Y, de nueva cuenta, una fuerte motivación para los inmigrantes es la cuestión económica.

Tráfico sexual

Una variante muy específica que toma el tráfico humano en la actualidad, es el tráfico sexual, en el cual, mujeres de distintas nacionalidades son llevadas ilegalmente a otros países y obligadas trabajar, en contra de su voluntad, en bares ofreciendo favores sexuales a los clientes o como prostitutas. A esas mujeres se les atrae con el señuelo de un “buen empleo” en países ricos, mediante anuncios colocados en periódicos o revistas, aprovechándose los engatusadores de las condiciones de pobreza y miseria de los países en donde “recolectan” su mercancía humana. Varios países de Europa oriental se han sumado ahora a las regiones en donde los traficantes de mujeres operaban tradicionalmente, pues, como ya se dijo, las condiciones de miseria y caos social en que los colocó la desaparición de la URSS y la imposición del neoliberalismo han creado crecientes situaciones de desesperación social que llevan a muchos de sus habitantes a buscar trabajo en otros lugares. Mujeres como Olga, de 23 años, originaria de Moldavia , ex república soviética, han sufrido en carne propia las acciones de los traficantes de sexo, aunque en su caso, logró sobrevivir y contar su historia.
Olga se la pasó los siguientes cuatro días viajando en distintos autos, cruzando fronteras, hasta que llegó a un pueblito de Kosovo, en donde fue vendida por segunda vez a dos albanos, dueños de un bar, llamados Nazif y Luli. Estos hombres la golpearon y la amenazaron con matarla si no aceptaba prostituirse con los clientes del bar. Olga tuvo que aceptar y hasta cuatro hombres por noche pagaban por sus servicios sexuales.
Olga, llorosa y bastante perturbada por los recuerdos, continúa su relato:
Olga es de las pocas mujeres que logran escapar de su cautiverio o, mejor, salir vivas. En una ocasión, dos traficantes la llevaban en auto a otro lugar, cuando el vehículo fue detenido por soldados rusos de las fuerzas de paz. Gracias a ellos, fue rescatada.
La Organización Mundial de la Migración estima que cada año entre 200,000 y 300,000 mujeres procedentes de Europa oriental y de las ex repúblicas soviéticas son llevadas a Europa occidental y Estados Unidos para trabajar en prostíbulos y centros nocturnos en contra de su voluntad . Es así la región que más está creciendo en cuanto al tráfico exclusivamente con meros propósitos sexuales, lo que constituye una forma de esclavitud moderna, una de las más “desdichadas facetas de la sociedad contemporánea”, según lo califica la Federación Internacional de Helsinki de Derechos Humanos. Las mujeres son engañadas y forzadas con todo lujo de violencia para entregarse a actividades sexuales de las que solamente sus “dueños” son los que obtienen grandes ganancias. Estas modernas “esclavas” viven en condiciones infrahumanas, encerradas en sótanos cuando no están “trabajando”, durmiendo en el piso o sobre mesas, alimentándose de comida chatarra. Quienes reclaman su libertad, como Olga, son violadas, golpeadas o quemadas con cigarrillos. Una mujer de 19 años, también de Moldavia, recientemente rescatada, declaró no haber visto la luz del día en un mes. “Son unos animales”, dijo, al borde del colapso.
El problema se ha acentuado en los Balcanes de manera brutal. Bosnia, Macedonia, y Serbia (lo que era la antigua Yugoslavia), que alguna vez fueron las fuentes principales (durante la guerra de refugiados de Kosovo los traficantes peinaban los campos en busca de “reclutas”), en la actualidad se han convertido en países de tránsito y destino. Irónicamente ha sido la llegada de las fuerzas de paz en Bosnia y Kosovo, así como de administradores y funcionarios de desarrollo de la ONU, quienes han creado un creciente mercado sexual, cuyas demandas son llenadas justamente por las mujeres secuestradas. De hecho, ahí son “entrenadas” y de ahí, esas mujeres son llevadas hacia Albania, Italia y a lugares más hacia el occidente.
Sin embargo, a pesar del creciente problema, aún no existe una legislación efectiva para combatir el tráfico ilegal de mujeres, a quienes, incluso, se les llega a culpar de haber “sido seducidas” por sus captores. Así, muchas veces, cuando son arrestadas, a las mujeres, simplemente se les califica de “prostitutas”, en tanto que a los traficantes se les pone en libertad.
No sólo las penas para los traficantes son reducidas, sino, como se señaló, obtienen fuertes utilidades de la explotación de sus “esclavas sexuales”. La inversión inicial es pequeña: ropa nueva, quizá algún trabajo dental, boletos de avión o de tren, pero la ganancia es excelente. Así, aquéllos obtienen de $1,000 hasta $5,000 dólares por “venta”, además de las ganancias obtenidas por la prostitución forzada mientras se realiza dicha venta.
La Organización Internacional de la Migración estima entre $6,000 y $12,000 millones de dólares anuales la ganancia por tráfico sexual.
Lo peor de esto es que muchos de los traficantes son mujeres que antes fueron víctimas de aquéllos y que emplean engañosas ofertas de “buenos empleos” o “económicos viajes turísticos” para atraer nuevas mujeres a su negocio. Por ejemplo, en Moldavia, una conocida reclutadora es la hija de un pastor del pueblo y otra, ¡la esposa de un policía! Estas mujeres emplean los periódicos locales o el Internet para colocar anuncios en donde se solicitan “mujeres sin complejos para ganar $800 dólares por semana”. Y en un país en donde el salario mensual promedio es de unos $30 dólares, es claro que dicha suma es un gran atractivo. Una reportera de ese país fingió estar interesada y llamó al teléfono indicado. Una mujer llamada “Angela” le respondió:
-Sí, mira, solicitamos mujeres que quieran trabajar acompañando a caballeros. Les pagamos $500 dólares americanos a la semana a las que nada más les sirvan de compañía, nada más. Pero si están dispuestas a… tú sabes, a tener relaciones íntimas con esos caballeros, pues ya te imaginarás que la paga semanal sube muchísimo…
-¿Oiga… esto no tiene que ver con lo de las mujeres que secuestran para obligarlas a prostituirse?
-¡Ah, no, claro que no, no te preocupes…! Mira, estarás protegida por inmigración…
La mujer pronunció la palabra inmigración en inglés, no en ruso, como para dar una mayor seguridad a la reportera, la que finalmente le dijo que más tarde hablaría.
Pero a pesar de que una de las mujeres secuestradas que logro ser rescatada identificó a “Angela” como la persona que la embaucó, la policía no ha hecho ningún arresto, lo cual mostraría, tanto la falta de interés de las autoridades locales, así como su complicidad en dicha actividad.
Las mujeres secuestradas son despojadas de su documentación y se les amenaza con delatarlas a las autoridades locales como “ilegales”, con lo que se logra su sumisión. Se les tacha de que están tan “feas” que ni para prostitutas sirven y que mejor sería matarlas, lo que las aterroriza, volviéndolas mucho más dóciles en su “desempeño sexual”. Otras mujeres liberadas han descrito cómo se les desnudó y se les colocó en fila ante compradores serbios para su “inspección”. También en Kosovo las amenazan con que por sus rasgos eslavos, las tomarán por serbias y las asesinarán sin compasión.
Como se señaló, las autoridades locales se han encargado no sólo de incentivar el tráfico de mujeres, sino que muchas están en complicidad con los traficantes. Por ejemplo, en 14 de 40 casos de dicha actividad que se descubrieron en Bosnia, resultó que la policía local, la policía internacional, así como los elementos de las fuerzas de paz estaban implicados, tanto como clientes, así como ¡traficantes! Por eso se entenderá la tremenda indefensión en que se encuentran las víctimas. Y cuando esas mujeres logran escapar y acuden a alguna autoridad, varias veces ésta no las toma en serio y simplemente las deporta. Es el caso de la república Checa, en donde a esas mujeres, simplemente, se les estampa en sus pasaportes el sello de “indeseables” y se les echa a la frontera. Por si fuera poco, entre sus conciudadanos, se considera que ellas tienen la culpa de lo sucedido cuando logran regresar, como es el caso de un doctor responsable de la sección de enfermedades venéreas de un hospital, quien dice que “así es, realmente sus problemas ellas mismas se los ocasionan”.
Otro problema es que esas mujeres tienen miedo de declarar en contra de sus captores, lo cual es razonable, dado que constantemente son amenazadas, sobre todo después de haber dado su testimonio, como sucedió con una de ellas que al regresar a Moldavia se atrevió a denunciar a sus secuestradores. “Si te atreves a atestiguar… cuídate…”, a cada rato es amenazada telefónicamente.
Y mientras las autoridades del mundo se ponen de acuerdo en “como hacer justicia” y detener esa cruel actividad, Olga, muy descorazonada, se lamenta:
Tráfico sexual en Estados Unidos

En este país, alrededor de 50,000 mujeres, víctimas del tráfico ilegal, son “comercializadas” cada año. Por ejemplo, más de 30 mujeres de México fueron vendidas en Florida y en las Carolinas entre 1996 y 1998, atraídas por la promesa de que trabajarían como “servidoras domésticas”. Unas 10 mujeres checas fueron introducidas en Nueva York, a las cuales se les prometieron empleos secretariales. En 1995, 70 mujeres tailandesas fueron llevadas a varias ciudades estadounidenses incentivadas por la promesa de que se les darían empleos con una muy buena paga. Pero en ningún caso quienes las embaucaron cumplieron las promesas y las mujeres fueron obligadas a prostituirse. A muy pocas se les ofreció su libertad, como fue el caso de las mexicanas. A las tailandesas se les dijo que las liberarían hasta que pagaran “sus deudas”, una vez que tuvieran sexo con 500 hombres. En este caso, también a las mujeres se les atrae con anuncios que ofrecen una “mejor vida”, dice Theresa Loar, directora del Consejo Interagencial de la Mujer, grupo establecido allá en 1995 para implementar los mandatos emanados de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, auspiciado por la ONU. Los traficantes van a las comunidades rurales de los países pobres durante las sequías o en las épocas en que el alimento es escaso y les ofrecen a las familias pobres “comprarles a sus hijas” por pequeñas cantidades de dinero, se señala en el reporte de la ONU, en tanto que otras muchachas son raptadas de sus hogares o de orfanatos.
Y como la legislación vigente es demasiado suave con los traficantes, se sigue alentando el gran negocio. La pena máxima por venta humana ilegal en Estados Unidos es de 10 años, empleando una anticuada ley de anti-peonaje, en tanto que comerciar 10 gramos de LSD o un kilogramo de heroína es condenado hasta con cadena perpetua, es decir, es mucho más penado allá vender droga, que vender gente. Algunos casos de traficantes a los que se ha enjuiciado muestran la blandura de la ley en contra de ellos. Por ejemplo, en los Ángeles, en donde una mujer china fue secuestrada, violada y quemada con cigarros, a los traficantes se les condenó a un total de tres a cuatro años a cada uno. Un hombre de Bethesda, Maryland, que forzaba a mujeres rusas y ucranianas a trabajar como prostitutas en su “clínica de masajes”, simplemente se le multó después de que aquél suplicó clemencia, prohibiéndosele, además, de que en el futuro “estableciera un nuevo negocio”. En un caso que tuvo lugar en Florida, en donde varias mujeres fueron violadas, encerradas, prostituidas y forzadas a abortar, a los acusados apenas si se les aplicaron penas que fueron de los dos y medio a los seis y medio años de prisión. Además, las mujeres que logran escapar a sus secuestradores, tienen muy poca protección del gobierno, de acuerdo con un reporte de la CIA, pues el Servicio de Inmigración las trata como cualquier otro ilegal, a pesar de su situación. Ese organismo, sin embargo, tiene permitido expedir un tipo especial de visa a las víctimas del tráfico ilegal, para que éstas funjan como testigos federales en los juicios en contra del los traficantes, pero sólo puede expedir 200 de esas visas especiales, así que el resto de las mujeres victimadas son tratadas como simples delincuentes que “violaron las leyes de inmigración estadounidenses”. Por ello, esas mujeres difícilmente acuden a las autoridades para denunciar a los traficantes.
Algunas veces, los casos de tráfico ilegal logran trascender en los medios y los ofensores reciben justo castigo, sobre todo porque se trata de importantes personalidades. Fue muy difundido a principios del 2002 el juicio, en el estado de Arkansas, contra un grupo de traficantes, entre los que se contaron el señor David Jewell Jones, ex ejecutivo de la cadena televisiva de Little Rock, actualmente consejero administrativo de la Universidad de Henderson, el señor Mark Riable, ex representante republicano de Little Rock, abogado y ex juez civil, el dentista Bob Newton Rushing, de Fordyce, así como el restaurador Tony Ma, inmigrante chino, que trabaja como restaurador en Little Rock, y su esposa, la señora Mary Ta. Todas estas personas, respetables como pudieran parecer, habían ideado un plan para introducir a mujeres chinas a Arkansas, la tierra del ex presidente Clinton, con la única finalidad de emplearlas como trabajadoras sexuales al servicio de Jones. Entre octubre de 1991 y mayo de 1997 esta banda de “respetables ciudadanos” introdujo a varias mujeres chinas con ese propósito. Jones arreglaba falsos visados de estudiantes para las mujeres, en tanto que Riable las “casaba” falsamente con Rushing. El matrimonio Ma servía como intérprete y, además, “persuadía” a las mujeres chinas a no denunciar a Jones acerca de los encuentros sexuales que sostenían con él. Fue tan delicado ese caso, que el fiscal encargado del caso, el señor Pat Harris señaló que se llevaría “mucho tiempo”. Sí, sólo cuando los casos de tráfico sexual son tan trascendentes, merecen toda la atención de las autoridades.
Sin embargo, muchos casos, la mayoría quedan impunes, alentando, así, que ese gran negocio del tráfico humano mejore día a día.
Y mientras la enorme pobreza ocasionada por el neoliberalismo persista y siga creciendo y los comerciantes de “carga humana” sigan haciendo buen negocio de la necesidad de los ilegales de todo el mundo, el tráfico humano será otra lucrativa vertiente de este funesto sistema capitalista.


Contacto: studillac@hotmail.com