domingo, 26 de enero de 2020

El fascista Bolsonaro también permite alto uso de pesticidas en agricultura brasileña


El fascista Bolsonaro también permite alto uso de pesticidas en agricultura brasileña
Por Adán Salgado Andrade

El fascista mafioso en el poder brasileño, Jair Bolsonaro, es un individuo acomplejado, que no acepta críticas de nadie, a pesar de estar tomando erróneas acciones que afectan, no sólo a su país, sino al planeta.
Una de ellas, fue la de permitir que ganaderos estén quemando, con toda la criminal intención, zonas de la selva brasileña, con tal de que, donde antes había altos y frondosos árboles, ahora haya pasto para que vacas, toros, chivos… se alimenten y se incremente la producción de carne, leche y otros productos pecuarios (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/los-criminales-provocados-incendios-de.html).
No le importaron las críticas que le llovieron de personalidades políticas, culturales y artísticas de todo el mundo. Simplemente, dijo que en la política interna de Brasil “nadie podía meterse”, pues era para beneficio de los brasileños. Claro, para beneficio de los ganaderos brasileños, en perjuicio del medio ambiente mundial, pues la selva amazónica, es el pulmón del planeta que ¡entrega el 20% del oxígeno que a diario respiramos!
No conforme Bolsonaro con ese criminal nivel de destrucción ambiental, ahora también está permitiendo el masivo uso de pesticidas para mantener “saludable” la agricultura brasileña.
Un artículo de la publicación digital OZY, firmado por Beatriz Miranda, da cuenta de ello (ver: https://www.ozy.com/news-and-politics/pesticides-are-booming-in-brazil/261883/).
Comienza el artículo señalando que en el 2019, el Instituto Nacional Brasileño de Cancerología esperaba ver un incremento de 600 mil nuevos casos de cáncer, que es la segunda causa de muerte en ese país. “Eso es un incremento del 75% en los diagnósticos de esa enfermedad desde el año 2000”.
Y muchos de esos cánceres están ligados con el empleo de pesticidas en Brasil. “Pero eso no es todo, pues defectos de nacimiento se reportan más en áreas agrícolas, que son en donde más se usan esos pesticidas. Y mientras otras naciones han tratado de restringir y reducir el empleo de pesticidas, mostrando con eso su preocupación, no sólo por la salud humana, sino por especies tan útiles e imprescindibles, como las polinizadoras abejas, Brasil se aleja de esa tendencia”, dice Miranda.
Se ha demostrado muy precisamente como herbicidas como el Round Up – conocido en castellano como Glifosato –, producido por la nefasta Monsanto, son muy dañinos a la salud y medio ambiente (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Roundup_(herbicide)#Acute_toxicity). 
Por eso se ha prohibido sus uso en países en donde prevalece una consciencia ecológica.
Señala Miranda que de los pesticidas “52 entraron al mercado brasileño en los primeros cien días del gobierno de Jair Bolsonaro. Los pesticidas están formados por 96 sustancias, 25 de las cuales son consideradas extremadamente tóxicas para los humanos. Veintiocho de esas sustancias están prohibidas en la Unión Europea y 30 son ilegales en India”.
Los fabricantes de esos pesticidas, tratan de vender su tóxica mercancía en donde se pueda. Y es en países pobres, con laxas leyes – como en México –, altos niveles de corrupción y contubernio entre mafias locales, en donde hacen su gran negocio, como la citada Monsanto.
Brasil, dice Miranda, es de los más altos consumidores de pesticidas desde el 2013 (antes de Bolsonaro, lo que indicaría que previamente a este fascista había gran apoyo a la compra de pesticidas, pero ahora se ha incrementado). Cita a Alan Tygel, coordinador de la Campaña Permanente en Contra de los Pesticidas y Por la Vida, quien afirma que “En términos de las ventas, Brasil es quien lleva la delantera en este sector. Y en términos de cantidad, Brasil es probablemente también el campeón, aunque no existen estadísticas confiables de los Estados Unidos, su mayor rival en la carrera por los pesticidas”.
En efecto, Estados Unidos es uno de los países que también emplea demasiados pesticidas, pues por sus prácticas de pocos monocultivos, como el maíz, la papa, el trigo, la manzana o el arroz, se tiende a hacer más vulnerables a dichos cultivos a plagas, a las que se combate con tales pesticidas. Y de todos modos, esas plagas, con el tiempo, se están inmunizando a los pesticidas. Vaya inconveniente para las agroquímicas.
Pero no sólo matan a plagas los pesticidas, sino a especies útiles, como a las abejas, las que han disminuido muchísimo en su población mundial. En Estados Unidos, por ser cada vez más escasas y valiosas, hasta ya hay ladrones de cajones de abejas, que los roban y los revenden muy bien (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/07/el-lucrativo-robo-de-abejas.html).
Y como tantos pesticidas matan, como dije, a otras especies de plantas y animales, se está acabando aceleradamente con la biodiversidad, ya de por sí afectada por el cambio climático (ver:  http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
La reacción de Bolsonaro ha sido cínica, pues ante la idea de que los pesticidas son veneno, dice que “sería imposible alimentar al mundo sin el empleo de pesticidas”. El anterior Partido del Trabajo apoyaba los agronegocios, pero “también prestaba atención a la ecología. Ahora todo ha cambiado”. Como dice Tygel, “todas las políticas hechas para promover la agroecología y la agricultura familiar, se están destruyendo”.
Mientras tanto, fuera de Brasil se trata de disminuir los pesticidas, cuyo uso en el 2012 era, en promedio, de 2.67 kg. Pero para el 2017, disminuyó algo, 2.58 kg. De todos modos, es mucha cantidad de pesticidas usados “normalmente”, pues, para los 7,760,209,000 personas que somos, significa que se usan 20,021,339,000 kg al año, 20.02 millones de toneladas de venenos, que eso son los pesticidas. Por eso el articulo comienza mostrando las cifras del incremento de cáncer. A nivel mundial eta enfermedad crónica-degenerativa está incrementándose aceleradamente. La Organización Mundial de la Salud señala que “en el año 2018 hubo 18.1 millones de nuevos casos de cáncer y 9.6 millones de muertes. Un hombre de cada cinco y una mujer de cada seis, desarrollan cáncer en su vida y uno de cada ocho hombres y una de cada once mujeres, mueren. A nivel mundial, las personas que sobreviven cinco años, llamada la prevalencia de cinco años, se estima que suman 43.8 millones (ver: https://www.who.int/cancer/PRGlobocanFinal.pdf).
No respeta edad, ni sexo, ni condición social. Seguramente han escuchado casos de parientes o amigos que padecen cáncer o han muerto por esa causa.
Y es por tanto contaminante que dejan transportes, industrias, agricultura, incendios… y agréguese a eso, los pesticidas.
Continúa el artículo señalando que, mientras pesticidas como los clorpirifos, también severamente dañinos a la salud, ya están prohibidos en la Unión Europea, pues dañan los cerebros de niños, en Brasil, nada de eso importa y siguen usándose mucho.
Y como Bolsonaro y sus secuaces quieren mostrar las “bondades” de los pesticidas, están prohibiendo que se use el término “agrotóxico” en escuelas y universidades y sea sustituido por el de “defensa fitosanitaria”. Vaya forma de referirse a esos venenos. Es como si les llamaran a las pistolas en Estados Unidos “elementos de defensa social”, en lugar de instrumentos de muerte.
Muy similar a lo que ha hecho Trump en Estados Unidos, al prohibir el empleo de conceptos como “calentamiento global” o “cambio climático”, vedados incluso para los empleados que trabajan en la Agencia de Protección Ambiental (EPA), muchos de los cuales han sido despedidos por emprender acciones contra la contaminación de industrias o agricultura.
Como muchos de esos pesticidas son producidos por empresas químicas multinacionales, el contubernio entre ellas y la mafia en el poder, con Bolsonaro a la cabeza, es perfecto. “Otro contingente en favor de los pesticidas son las transnacionales con intereses en Brasil, como Bayer-Monsanto, Dow, DuPont y Syngenta. Esas compañías, junto con impulsores del uso de los pesticidas, han justificado, desde hace tiempo, que los químicos son esenciales para producir suficientes alimentos para la humanidad”. Como se responsabiliza a la agricultura de los intensos, constantes incendios de las selva amazónica, se busca que las tierras incorporadas por ese agresivo, no sustentable método, rindan lo más posible. Y también, para lograrlo, muy apuntadas, estarán esas agroquímicas. Seguramente, ofrecerán sus contaminantes fertilizantes para incrementar el rendimiento, sin informar, claro, de los efectos colaterales a suelos, mares y salud humana que ocasionan aquéllos.
Cita el artículo a Antonio Andrioli, profesor de agroecología en la Universidad Federal de la Frontera Sureste, quien dice que esa perniciosa influencia de las agroquímicas ha logrado que “los granjeros se hayan vuelto más dependientes de ellas, gracias a la consolidación de semillas transgénicas, las que están directamente ligadas a los pesticidas”.
En efecto, Monsanto obliga a la compra de su mortal pesticida, Glifosato, a los que adquieren su carcinógeno maíz Terminator o los otros cultivos genéticamente alterados que produce (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/04/monsanto-arremete-de-nuevo-con-caras.html).
Además, la siembra de transgénicos está ocasionando otros problemas ambientales, pues como se talan bosques completos para sembrarlos, se modifican las condiciones hidrológicas o, incluso, geológicas, como ha sucedido en Argentina, en donde la masiva siembra de soya transgénica, que sustituyó a árboles de largas raíces, que eran los que absorbían buena parte de las aguas subterráneas, está acabando con la capacidad de almacenamiento de agua de los subsuelos, lo que está formando nuevos y grandes ríos, que arrasan, no sólo con las zonas agrícolas, sino con ciudades cercanas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/04/los-nuevos-rios-argentinos-productos-de.html).
Tygel señala que también los pesticidas sirven para obligar a comunidades pobres a dejar sus tierras, pues sus fuentes de agua son contaminadas con aquéllos. “Son como armas químicas”, declara. Eso es verdad, pues si una empresa agroindustrial o alguna megaminera quisieran apoderarse de tierras campesinas, simplemente con crear condiciones adversas para habitarlas, lo lograrían. La organización de Tygel hizo un estudio de agroquímicos y halló que una de cada cuatro municipalidades de Brasil ha sido contaminada con 27 pesticidas, 16 de los cuales son considerados extremadamente tóxicos por la Agencia Brasileña de Regulación de la Salud (ANVISA). Ese estudio también muestra que los límites de residuos de pesticidas existentes en el agua, superan en ¡5000 veces los permitidos en la Unión Europea!
De esos pesticidas, 10 son dañinos, incluso en pequeñas cantidades, halló Monica Ferreira, inmunóloga de la Universidad de Sao Paulo.
Pero como allí también hay cacería de brujas con funcionarios honestos, a Monica la despidieron de su puesto como directora del laboratorio de inmunología de la universidad. El trabajo lo hizo por encargo del Ministerio de Salud de Brasil, el que concluyó que su investigación “no era fiable”. Además, también la acusaron de que hacía investigaciones “independientes”. “Eso no es verdad, pues me lo encargó el ministerio de salud”, dice Ferreira.
Es, como dije, el efecto Trump, que prohíbe a cualquier trabajador público brasileño hablar de problemas ambientales o de sus efectos. Todo debe de ser mostrado como un paraíso.
De todos modos, Ferreira no se desmoraliza y dice que está planeando estudiar el agua, que, señala, está llena de pesticidas.
Dice que, no sólo ANVISA, sino que el Ministerio de Salud y el Ministerio de Agricultura, han presentado datos que confirman la presencia de pesticidas en el agua y comida, incluyendo pesticidas no autorizados. Esos tóxicos presentan riesgos de salud a la gente. Pero, a pesar de eso, hay políticos esbirros de las empresas y la mafia en el poder que cuestionan tales resultados, arguyendo que los métodos con los que se obtuvieron “son dudosos”. Defienden los intereses de las agroquímicas y de sus secuaces mafiosos en el poder.
Y está en proceso de ser aprobada una enmienda legal que sería todavía más permisiva con los pesticidas, para abrirles a todos por igual las puertas en Brasil. Le dicen el “Paquete Venenoso” sus opositores.
Así que Bolsonaro “está muy firme en abrirle el camino seguro a los pesticidas”, que son muy lucrativos para todos los involucrados, sobre todo, las agroquímicas.
Sí, es un gran negocio, pues, dice Tygel, “si solo 10% del dinero invertido en pesticidas, durante los últimos 60 años, hubiera sido invertido en agroecología, Brasil sería totalmente agroecológico ahora”.
Sí, por desgracia, resulta más lucrativo depredar el medio ambiente, que contribuir a su salud.