martes, 21 de enero de 2025

Una española muy aventurera

 

Una española muy aventurera

Por Adán Salgado Andrade

 

“Las raíces son donde naces, las alas, son las que te hacen”, dice a quien llamaré Angels, una española de 49 años, con toda una vida. “Mi vida, da para escribir un libro”, reconoce.

Y la frase porque, en efecto, una cosa es en donde nacemos y otra, en donde nos lleva el destino, como a ella la ha conducido.

Llegó Angels a México en los últimos años del sexenio del nefasto tecnócrata priísta Ernesto Zedillo (1951), el que devaluó al peso, en una de las tantas ocasiones que se ha hecho – y que no tuvo “cash”, cuando una pobre mujer, se le acercó para pedirle algo de dinero –, quien estuvo en el mandato de 1994 al 2000. “Sí, cuando llegué, estaba más peligroso todo. Fue cuando lo del Mochaorejas, me acuerdo”, dice, con su acento español, a pesar de tantos años de ya no residir en Madrid, España, de donde es originaria.

Sí, el muy mentado Mochaorejas, como se le conoció a Daniel Arizmendi López (Morelos, 1958), era un sanguinario asesino, secuestrador, con la brutal costumbre de mutilar las orejas de sus secuestrados, para incrementar la presión al pedir los rescates a los familiares de aquéllos (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Arizmendi_L%C3%B3pez).

Dice que por problemas con su madre, se salió de Madrid, por allí de 1997, “pero ese es otro tema, que no te voy a contar”.

Respeto su silencio, pues debe de ser alguna situación delicada para ella.

Originalmente iba a permanecer mucho tiempo en Estados Unidos, a donde llegó primero, pero como estuvo de ilegal, más allá  de su visado de turista, la deportaron y se vino para México, en donde residió algún tiempo. “De allí, me enamoré, de verdad, de México”. Sin embargo, ya tenía planes para regresar otra vez a Estados Unidos. Puso en regla sus papeles, y allí estudió antropología, en la Universidad de Sacramento, California. Trabajó de muchas cosas, “de mesera, cuidando a adultos mayores y enfermos, de periodista en diarios locales… y así”.

Esa segunda ocasión, tuvo un novio estadounidense, “un blanco, muy manipulador”, con quien, finalmente se casó, y así obtuvo la nacionalidad ella. “Sí, pero era un tipo, de verdad, muy manipulador, te decía un día una cosa, y al otro, te la cambiaba. No lo soporté y terminamos divorciándonos. Supe que hace o mucho, se murió de un ataque al corazón. Y me alegro, de verdad”, dice, sin empacho.

En efecto, cuando alguien nos deja con malos recuerdos, por la mala existencia que tuvimos con esa persona, pudiera ser que nos alegremos. Es cuestión de qué tan fríos o no, seamos. Angels, lo es. Dice que ya no está para soportar malos tratos o mala vida. “Me la he pasado con tantos problemas, que lo menos que quiero es aguantar a personas que no valen la pena”.

Cuando regresó a México, en el 2017, se fue a vivir a Zacatlán de las Manzanas, Puebla. “Es hermoso el lugar, con sus casas bien típicas”, comenta. Le digo que también he estado muchas veces allí, que me es muy entrañable, y le pregunto si conoce Piedras Encimadas, un lugar icónico, cercano a Zacatlán, caracterizado por las varias “esculturas” de piedra, naturales, formadas por millones de años de erosión, hidrológica y aérea. “No pude ir, pero me han contado que sí, que es muy bonito”.

En ese tiempo, estuvo viviendo en Iztapalapa, a pesar de ser una de las zonas con más problemas de precariedad y delincuencia. Fue por un Airbnb que haló allí una casa, con una familia. “Yo salía a pasear al perro y me decían, alarmados, ‘no, no camines sola, te pueden asaltar o hacerte algo’ y yo, nada, que pasaba enfrente de los mariguanos y nada. Como los contacté, por medio de los basureros, porque, me dije, éstos, los basureros, son los que saben todo de todos, que me contactan con los jefes, los ‘picudos’, ¿no?, y que ya platiqué con ellos, que era periodista y que vivía allí, y que me dicen que cuando me quitaran algo, mi cámara o mi bolsa, que fuera, para que me ayudaran. Pero fíjate que nunca me pasó nada, por fortuna”.

Dice que hay barrios también muy pesados en Madrid. “Sí, Entre Vías, es muy pesado, hay mucha delincuencia y pobreza”.

Trabajó para el periódico Reforma en ese entonces y salían muchos reportajes de allí, en donde vivía, en Iztapalapa. “Sí, me dio muy buenos materiales vivir allí”, dice, entre risas. Eso, sí, ríe mucho, a carcajadas. Le digo que tiene chispa. Y es rara la gente que pueda hablar y hacer reír tanto al mismo tiempo.

Casi toda la pandemia la pasó en Iztapalapa.

Pero cuando murió su padre, por Alzheimer, tuvo que regresar. “Sí, fue muy doloroso para mí. Lo quería mucho”. Aunque él no era racista, cuando Angels le bromeaba de que tenían herencia mora, porque él era muy moreno, el señor le reprochaba “¡¿Qué, moro!?… ¡bueno, moro, moro, como el Cid Campeador, sí, nuestro héroe!”. Sólo así aceptaba lo de la herencia morisca.

Como tiene una condición en su corazón, tiene que estarse revisando constantemente. Pero la atiende en México un cardiólogo que es “buenísimo, de verdad”. Le hizo un electrocardiograma que, con sólo verlo, le dijo lo que tenía, una especie de lesión, que le dio por alguna cuestión, sobre todo, porque no le atendieron a tiempo una infección de los oídos. “Ya estaba sentido el corazón, pero por no atenderme a tiempo, me puse delicada de nuevo”, dice. Por eso, debe de reposar y no hacer demasiadas cosas. “Quiero abarcar mucho, pero no debo de hacerlo”.

Como todavía tenía el servicio médico en Estados Unidos, por su último empleo allá (para una empresa tecnológica), en junio del 2024, se regresó, para que le practicaran varios análisis. Le dijeron que el diagnóstico de su cardiólogo, el mexicano, no era confiable, así que tenían que hacerle nuevos, entre otros, una cara resonancia magnética. “Mejor me fui a Madrid, para que me la hicieran allá, más barata, y que sale ¡lo que mi doctorcito me había diagnosticado, que no era grave, pero, sí, de cuidado”.

Por desgracias, a México se le tiene muy despreciado en muchas cosas, como que sus médicos no son confiables. Pero lo que dice Angels, demuestra que sí lo son, y por mucho.

De puro gusto, le compró un libro en la Feria del Libro Antiguo de Madrid, “sí, algo de un tal Quevedo, que terminaba el título con algo de ‘el ojo del culo’, no recuerdo bien”, dice, entre risas. Y cuando llegué, se lo regalé y lo abracé. “Pero, dígame, va a ser infarto o paro cardiaco”, le pidió que le aclarara, pues la diferencia es que el paro cardiaco implica una muerte fulminante, y el infarto, puede ser parcial y muchas veces se sobrevive. “Paro cardiaco, me dijo, y que no sé cuánto vaya a vivir, pero no quiero que sea mucho y que viva dignamente lo que sea”, dice, enfática. “No quiero vivir muchos años”.

Le pregunté sobre los pueblos casi abandonados de España. “Sí, como en el que se fueron a vivir mis padres, cuando mi padre se retiró, que no hay más de cinco mil personas. Lo recuerdo antes, cuando era chica, había mucha gente y ahora, no. Ya hasta el que vendía periódicos, el único puesto de periódicos que había, ya se retiró. Y como no hubo nadie que quisiera hacerse cargo, ya no hay puesto de periódicos”. Dice que la solución sería que dejaran entrar a migrantes y que les dieran casa, para que se incrementara el número de pobladores, pues debajo de cinco mil, irónicamente, les retiran las ayudas oficiales. “Pero no quieren, dicen que no, porque no es justo que llegue un extraño y le den todo. ¡Pues entonces, que se jodan!”, afirma.

Comenta que ya nada la ata a España. “No tengo familia, ni amigos, ni nada y odio todo lo que sea España”, afirma, enfática. Al preguntarle porqué, responde que “cuando fui hace unos meses allá, en las calles de Madrid, ya no están los comercios que recordaba que antes había, de niña, que una jamonería, que una panadería… y vi pura gente mayor de setenta años, algunos, acompañados de los migrantes que los cuidaban – con lo cual, no tengo problemas, claro, que les den trabajo, está bien – y te ven como con desprecio, con odio, piensan que pueden hacerte lo que quieran”. Hay muy pocos jóvenes, explica. “España es el país europeo con el menor índice de natalidad”, aclara.

Refiere que un día estaba en una exhibición de cuadros, y había dos mujeres mayores de setenta años. Estaban hablando muy alto, así que les pidió, de manera muy atenta, que bajaran la voz. Una de ellas, le espetó, molesta, con un movimiento de la mano hacia abajo, agitando los dedos (la señal que se hace cuando la hacemos, con desprecio, para que alguien se aleje), que ella iba a seguir hablando. Pero lo peor fue que, además, agregó la frase “¡Quítate, gorda!”, porque iba a tomar unas fotos de unos cuadros. “¡A mí, si hay algo que me caga, es que me muevan así los dedos!, pero cuando me dijo ‘¡quítate, gorda!’, que me enciende. ¡Le dije hasta de que lo que se iban a morir ella y su familia!, pero no grité, nada más para que escucharan ella y su amiga. Y para rematar, que me le acerco al oído y que le digo ‘¡mira, hija de la gran puta, y si estoy gorda es porque me están haciendo quimios!’... no es cierto, pero se lo dije para que se sintiera todavía más mal. Y que se van, espantadas. Y ya que voy con la vigilante, y que le digo lo que habían hecho y que me respondió que le hubiera dicho y las hubiera sacado”.

Muy bien lo que hizo, considero, pues no porque un adulto mayor, sólo porque lo sea, se porte grosero o pedante, se le va a soportar. A su edad, es cuando más educación o cortesía deberían de tener. Que sí los hay, claro, amables, pero eso depende de la formación que hayan tenido.

También dice que Madrid es muy caro. Le comento sobre que leído que allá, hay personas viviendo en “caravanas” (casas móviles) pues las rentas son carísimas, por la gentrificación. Hay gente que tiene una pensión de 500 eurtos y pagaban mil euros por un “piso”, por lo que decidieron vivir en un camper (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/12/por-las-caras-rentas-cada-vez-son-mas.html).

“Sí, todo es muy caro allá”, afirma.

Pero y ¿qué pasa con los mexicanos, por ejemplo, que ven como la maravilla vivir en España? “Sí, he conocido a mexicanos que viven allí, en Madrid, y dicen que ya no se regresan a México porque hay mucha violencia y que allí están mejor y tal, ¿no?, pero allá ellos, cada quien”.

Eso es, le digo, el clásico malinchismo, que piensan que todo es mejor en Europa o en Estados Unidos. Nada más falso, pues vivimos una crisis mundial económica, que ha incidido en dodo, la catástrofe climática, la pauperización, la precarización, guerras, hambrunas, pandemias…

Países como Inglaterra, por ejemplo, actualmente sufren gran precariedad en sus escuelas, hospitales, oficinas y penales, que se caen muchos a pedazos, falta de viviendas o malas y caras las que se ofrecen, delincuencia, robos… problemas más típicos de un país subdesarrollado que de uno, supuestamente, rico (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2025/01/hay-hospitales-escuelas-juzgados-y.html).

Hablamos de cómo el machismo está tan arraigado en todo el mundo, de cómo, sólo en México, hay 10 feminicidios diarios. “Y en España, también es así, ¿vale?”. Es un grave problema, que cada año deja miles de mujeres asesinadas, muchas, por sus parejas “sentimentales”. Tan sólo en el 2023, 51,000 mujeres fueron asesinadas, simplemente, por serlo, una cada 10 minutos (ver: https://www.unwomen.org/sites/default/files/2024-11/femicides-in-2023-global-estimates-of-intimate-partner-family-member-femicides-en.pdf).

Por el momento, vive en un Airbnb, cercano al metro Nativitas. “Es lo que contacté, todo por internet”. Aunque su “roomy” es algo extraño, dice que se siente bien. “Mientras no pase de indirectas, todo está bien”.

Su plan es irse a vivir en unas semanas a Puebla, pues es en donde quiere estar. La contactó la persona que le ofreció la casa de Zacatlán, cuando vivió allí. “Sí, allí quiero estar un tiempo”.

Trabajó hasta hace una semanas para una empresa que entrena a la polémica Inteligencia Artificial, IA, pero como Google, que era para la que aquélla laboraba, les retiró el contrato, “me quedé sin trabajo”. Sí, le comento que la gente que entrena a la IA, gana centavos de dólar por hacerlo. Es otro de los negros secretos tras de aquélla, además de que el empleo de electricidad es altísimo (ver: https://www.unwomen.org/sites/default/files/2024-11/femicides-in-2023-global-estimates-of-intimate-partner-family-member-femicides-en.pdf).

Y ahora, tiene que buscar algo relacionado con eso, para tener dinero con qué pagar sus gastos y seguir existiendo, digamos. “Pero no es fácil”, dice, algo consternada.

Su plan final es irse a vivir a Chiapas, “perderme entre la selva y morirme allí, que allí me dé el paro cardiaco”, afirma, enfática, con la mirada dirigida hacia un punto fijo, imaginando, probablemente, la escena de ella, trashumando por la selva y, llegado el momento fatal, caer entre los árboles, con la vista fija en el cielo.

En fin, le digo que la envidio, pues no tiene ataduras y puede ir y hacer a donde y lo que le dé la gana.

Sí, como el espíritu de los aventureros.

Su terruño es todo el planeta.

 

Contacto: studillac@hotmail.com

 

 

 

sábado, 18 de enero de 2025

Muchas tragedias, como la de Los Ángeles, suceden por construir en lugares inadecuados

 

Muchas tragedias, como la de Los Ángeles, suceden por construir en lugares inadecuados

Por Adán Salgado Andrade

 

Las pasadas inundaciones en Chalco, municipio del Estado de México, se dieron porque manipulación y clientelismo políticos, permitieron el asentamiento de miles de personas en zonas en donde antes había existido el lago de Chalco. De hecho, Chalco significa “el borde del lago”. Aunque esas zonas aparentemente se sequen, lluvias “atípicas” (que con la catástrofe ambiental cada vez serán más comunes) las vuelven a llenar. Justo por eso se dieron, y la gente permaneció con agua anegada, insalubre y llena de parásitos, durante varias semanas (ver: https://www.excelsior.com.mx/opinion/lorena-rivera/chalco-al-borde-del-desastre-sanitario/1668035).

Lo mismo sucedió en Maui, Hawái, cuando en agosto del 2023, se dio un destructivo incendio, que se propagó gracias a fuertes vientos y a seca vegetación, pastizales, principalmente (pues la vegetación nativa se acabó siglos atrás, cuando en esas islas se sembró masivamente caña de azúcar). Y con la mayoría de las casas hechas de madera, fue la combinación perfecta para la propagación acelerada, tanto, que muchas personas ni tiempo tuvieron de escapar del infierno (ver: https://www.wired.com/story/the-scary-science-of-mauis-wildfires/).

Lo mismo sucede con comunidades que se establecen entre bosques, lo que siempre se ha antojado muy “romántico”, pero que cada vez es más peligroso, pues los árboles que se entremezclan con las casas de la gente y los de los alrededores, están tan secos por las largas sequías, que basta un chispazo para que también, junto con fuertísimos vientos, se produzcan incendios muy destructivos. Eso sucedió en el pueblo de Paradise, California, en el 2018, que dejó 85 personas fallecidas y destruyó 19,000 construcciones (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/09/la-era-de-los-mega-incendios-forestales.html).

Y lo mismo ha sucedido con las construcciones que se establecen en las costas, que muchas han tenido que abandonarse por la elevación del mar, como en Indonesia, en donde muchos pueblos ya están inundados permanentemente y sus habitantes han tenido que desalojarlos (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/10/la-elevacion-del-mar-ya-inundo.html).

Lo mismo hacen los huracanes, que muchas zonas costeras ya son azotadas cada año y la gente está emigrando a zonas más seguras. Les llaman los refugiados climáticos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/los-refugiados-climaticos.html).

En todo eso, como señalé, un primer factor es el desastre climático que el capitalismo salvaje está ocasionando, con su sobreproducción, que depreda y contamina al planeta aceleradamente (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/05/la-destructiva-polucionadora.html).

Y en los recientes incendios que azotaron a los alrededores de la ciudad de Los Ángeles, casi todos ocupados por personas opulentas (muchas, estrellas de Hollywood, por ejemplo), se dio la combinación que arriba menciono, de construir casas de madera en sitios en donde crece exclusivamente maleza y en donde los fuertes vientos (en las colinas), y la sequía, habían resecado tanto el ambiente, que fueron simplemente incontrolables. Más de 12,000 construcciones, 25 fallecidos y más de 25 desaparecidos es el saldo final de la terrible tragedia, que acabó con casas de famosos, como la de Mel Gibson (Nueva York, 1956), valuada en $14.5 millones de dólares. O la de Anthony Hopkins (Inglaterra, 1937), de la que sólo quedó la chimenea. O la de la modelo Bella Hadid (Washington, 1996), que perdió su casa de once baños, en la que vivió su niñez.

Tuvieron que liberarse casi 800 bomberos que estaban encarcelados, a los que se explotó, se debe de decir, pagándoles entre $5.8 y $10.24 dólares al día, más un dólar por hora, para combatir los infernales incendios. Son prisioneros a los que se entrena para combatir incendios. Cabría preguntarse si no aprovecharon para escapar o ¿cómo se evitó que lo hicieran, en medio del caos reinante? (ver: https://www.theguardian.com/us-news/2025/jan/08/la-wildfires-incarcerated-firefighters).

Se calcula que los costos de la destrucción ascenderán a unos $250,000 millones de dólares. Un 6.2 por ciento del PIB de México del 2024, que fue de $3.984 billones de dólares.

Muchísimo dinero. De hecho, varias aseguradoras se quieren desentender del pago, alegando que fue algo excepcional. Pero lo tendrán que hacer, aunque quiebren. Claro, para los que tenían aseguradas sus propiedades. Para los que no y no tengan dinero para la reconstrucción, tendrán que buscar una “solución”, como vivir con familiares o rentar o irse a algún albergue (que deberán de establecerse permanentes para miles que no tendrán otra opción).

Como señalé, no eran aptas las áreas en donde había lujosas mansiones.

El periodista Oliver Wainwright, de The Guardian, en su artículo “’Temerariamente criminales’: por qué la expansión urbana de Los Ángeles provocó que los feroces incendios fueran inevitables y cómo se debería de reconstruir”, analiza cómo la voracidad inmobiliaria provocó que se construyeran casas en zonas vulnerables a incendios, “haber dado subsidios para que se reconstruyeran en el círculo de fuego, contribuyó mucho a que se diera la actual tragedia” (ver: https://www.theguardian.com/artanddesign/2025/jan/15/criminally-reckless-la-wildfires-urban-sprawl).

Las imágenes de casas elegantes ardiendo, han recorrido todo el planeta, un verdadero infierno (por si se dudara de su existencia, aquí ya lo tenemos cotidianamente, no sólo con los incendios de esa ciudad o los de bosques y selvas, sino con la catástrofe climática que nos está calentando más y más, deshidratando y resecando todo).

Dice Wainwright que el lema de los vendedores de casas de Los Ángeles es “el que asalta, no salta”, refiriéndose a que es difícil que trepen por una pared que está a la orilla de un risco, como muchas casas que están en sitios altos. “Los vendedores ponderan esas características como lo paradisiaco, para que sus compradores estén seguros de que se aislarán de las masas que pululan en los barrios de tierras abajo. Pero justamente el estar en alto, estar rodeadas de jardines, de céspedes magníficos y que sean de madera, son precisamente los factores que provocan tan devastadores incendios”.

Menciona lo que señalé arriba, que maleza reseca, acumulada durante años, sequía y durísimos vientos, propagan a los incendios incontrolablemente, destruyendo todo lo que tengan a un lado. “No discriminan y quemaron todo, casas móviles, escuelas, iglesias y negocios”.

Sí, incluso, sitios que fueron empleados como sets de películas, fueron destruidos (como la escuela Palisades High School, que se usó para la cinta “Carrie”, de 1976. Ver: https://www.businessinsider.com/palisades-high-school-movies-la-awildfire-2025-1).

Se culpa de la falta de agua para controlar los incendios, pero Wainwright afirma que “poco pudo hacerse, pues por innumerables errores de urbanización, los fuegos fueron incontrolables”.

Menciona al fallecido activista Michael Ryan Davis (1946-2022), quien analizó las causas de los incendios en su libro “Porqué se dejó que se incendiara Malibu”, en el que denuncia que haber dejado corruptamente las autoridades que se construyeran casas hasta en zonas aisladas, fue creando el escenario perfecto para los recientes incendios, a pesar de que ya se habían dado conflagraciones anteriormente. “Esas son zonas que naturalmente se incendian, sin extenderse más allá de lo necesario, pero con construcciones en medio de ellas, se pierde el control”, mencionaba Davis.

En efecto, ya nativos de Canadá, por ejemplo, hacían incendios controlados, con tal de que no se acumulara tanta vegetación seca, que se va acumulando en el suelo. “Se hacen para mantener bosques, restauración ecológica y para que no se den incendios mayores” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Controlled_burn).

Obviamente eso no se puede hacer, habiendo casas de por medio. Pero cuando se inicia un incendio, se sale de control automáticamente si, además, están los fuertes vientos, como los de Santa Ana, que “actúan como sopladores gigantes, aventando brazas por todo lados, lo que dificulta apagar los incendios”.

Dice Wainwright que los bomberos dicen que “a diez millas por hora (16 km/h) soy bombero. A 30 millas por hora (48 km/h) soy observador”.

Claro, no pueden hacer más. Y los que azotaron durante lo peor de los incendios soplaron a 128 kilómetros por hora. En efecto, como si un atizador gigante los hubiera alimentado.

Otro factor que incrementó la fuerza de los incendios fue que muchos vehículos incendiados eran eléctricos. Por su baterías de litio, requieren mucha más agua para que puedan apagarse, además de que los residuos que dejan son más contaminantes que los de un auto normal. “Es una contradicción con la sustentabilidad ambiental que dicen ofrecer”, comenta Thomas Maxwell en un artículo de Gizmodo (ver: https://gizmodo.com/tesla-batteries-burning-in-la-wildfire-present-an-irony-about-sustainability-2000551973).

Menciona Wainwright a Frederick Law Olmsted Jr. (1870-1957), diseñador del sistema de parques de California, quien en 1930, sugirió que “10,000 acres (4,047 ha.) de las montañas de Malibu fueran empleadas como un parque público. Pero se impusieron los intereses de lo que Davis llama ‘ricos pirófilos’, los que hacían sus refugios propensos al fuego, que se han incendiado y vuelto a reconstruir muchas veces”.

Señala que Davis denuncia en su libro que, por un decreto de Dwight D. Eisenhower (1890-1969), que dio subsidios y créditos para la reconstrucción, luego de un incendio en 1950, se volvieron a construir casas en zonas propensas a los incendios. Y se repitió otro en 1970, “pero se volvió a reconstruir todo”.

Sin embargo, en lugar de combatir las pasadas, equivocadas políticas, se vuelven a repetir. Muchos sugieren que ya no se debe de expandir la ciudad, se debe de “crecer hacia arriba, no hacia afuera”, como señala el historiador y analista ambiental estadounidense Char Miller (1951), citado por Wainwright, “y no volver a reconstruir en zonas propensas a incendios”.

Esas zonas deben dejarse así, que la Naturaleza las envuelva, “pues plantas y animales se benefician. Las semillas de árboles, gracias a las cenizas, germinan y los animales, como roedores o aves, pueden cazar más fácilmente”. En efecto, si dejamos un área natural, antes habitada, sin intervención humana, o limitada, a los pocos años puede recuperarse (ver: https://gizmodo.com/the-surprising-case-against-replanting-destroyed-rainforests-2000521640).

Pero ya la alcalde de Los Ángeles, Karen Bass (1953), ordenó los trabajos de reconstrucción, “que retiren las cintas rojas y adelante”. Como es afroestadounidense, sin ser peyorativo, quizá por eso se quiere mostrar como muy eficiente. Y de seguro atiende a los intereses económicos, más que a los ambientales y a los de la seguridad de los damnificados.

Sin embargo, Craig Fugate (1959), ex director de la Agencia Federal del Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés), citado por Wainwright, dice que “una casa destruida no es una casa asequible, ni tampoco sustentable”.

Sí, pues si se destruyó por fuego, en una zona propensa a incendios, puede incendiarse de nuevo.

Dice Wainwright que podrían ser estos devastadores incendios un parteaguas, sobre todo, en vista de que la aseguradoras no podrán pagar todas las construcciones destruidas, que tenían un seguro.

“Se requiere más densidad poblacional, evitar que se crezca hacia afuera”.

Eso podría aplicarse en el mencionado caso de Chalco, que no se permitan más asentamientos allí, mucho menos los irregulares, pues tarde o temprano, se volverán a inundar. Se debe de reubicar a la gente que viva en las zonas más inundables.

Y se deben de respetar las zonas de recarga pluvial o las boscosas, ser menos invasivos, construir ya más de acuerdo a los cambios que la catástrofe climática está ocasionando (también se deben de impedir totalmente asentamientos irregulares en zonas boscosas, como en el Ajusco, pues cuando se dan incendios, las improvisadas casas de madera y desperdicios, ayudan a la combustión, fortaleciendo a tales incendios)

Qué bueno que no se construyó el aeropuerto que se tenía contemplado realizar en el lago de Texcoco. Habría llegado a ser inutilizable por las frecuentes inundaciones. Haber hecho esa zona un parque natural y acuático, fue la mejor opción.

Y es de esperarse que, en efecto, se cambie la mentalidad de las autoridades angelinas.

De lo contrario, incendios hasta más devastadores volverán a repetirse.

Quizá se rebautice esa ciudad como Los Infiernos.

 

Contacto: studillac@hotmail.com