domingo, 20 de octubre de 2024

Injusticias de la 4 T

 

Injusticias de la 4 T

Por Adán Salgado Andrade

 

La así llamada Cuarta Transformación, 4 T, dejó cosas buenas (la recuperación de Pemex, CFE, disminución de delitos como el robo de gasolina, obligar a pagar impuestos a todas las empresas, eliminación del inútil horario de verano…), pero dejó muchos pendientes e injusticias, como la atención a la salud para quienes no cuentan con IMSS o ISSSTE.

Se sustituyó ese seguro popular por lo que fue bautizado por Andrés Manuel López Obrador como  INSABI (Instituto Nacional de Salud para el Bienestar), que entró en funciones el 1 de enero de 2020.

Pero, recién me enteré, que o no está funcionando o la gente no sabe cómo debe de emplearlo, si debe de inscribirse o los trámites necesarios. Si se entra a la página oficial, no aparece alguna sección en donde se explique el trámite que deben de hacer los que no cuenten con un esquema de salud (ver: https://www.gob.mx/insabi).

Así que en una emergencia médica, la gente está en el vacío, pues no hay evidencia de que se les atienda mediante el tal INSABI, como pude comprobar.

Recientemente, me visitó a la facultad en donde laboro, la FES Aragón, un ex alumno, a quien llamaré Pedro (no es su nombre real). Comenzó a estudiar grande, quizá a los 51 años, pues en la actualidad, tiene unos 54 (por lo que pude concluir, por un detalle que refiero más adelante).

“No sé si me reconozca”, me dijo, tendiéndome la mano. Le dije que no. De hecho, pensé que sería de una muy vieja generación, por su apariencia, pero no fue así, porque me aclaró que había estado en el 2022, “pero en ese entonces, tenía dientes, pero por el futbol es que estoy chimuelo”, bromeó. Debo reconocer que a la fecha, no lo recuerdo, pero es que tras tantos años de haber dado clases en esta escuela, casi 43, miles de estudiantes han pasado por mis clases (conservadoramente hablando, calculo que más de 11,000).

“Sólo vengo a saludarlo, profe, y a agradecerle, pues por los consejos me dio cuando tomaba clases con usted, sigo en la carrera”, adelantó. Comentó que tenía problemas justamente con la salud de su madre y que yo le recomendé que si lo superaban en ese momento, que mejor se diera de baja temporal y resolviera esa situación. Que, de hecho, es la recomendación que hago a estudiantes que enfrentan demasiados problemas, que mejor prioricen lo verdaderamente importante (cuestiones de salud familiar o personal, por ejemplo) y que hagan una pausa escolar.

Fue lo que Pedro hizo y, “resueltos” los escollos, regresó para averiguar cómo puede reinscribirse a la escuela.

Me platicó, entonces, de los problemas de salud de su madre. “Fíjese que le detectaron cáncer de huesos, del agresivo”. Como no tenía seguro, Pedro se metió a trabajar, porque le urgía que la atendieran. Y todo estuvo bien hasta que hace unas semanas, perdió él su empleo.

“Me puse a buscar otro trabajo, profesor, pero nada. No me importa que fuera de limpieza o de obrero, de lo que fuera, con tal de que mi mamá tuviera seguro de nuevo”. Su expresión era de tristeza y decepción.

Y en el día en que fue despedido, dejaron de atender en el hospital De la Raza a la señora. “Estuve buscando en otras clínicas, a ver si me la atendían, porque necesitaba seguir con sus quimioterapias, pero me dijeron que sólo si pagaba, le seguirían dando el tratamiento”.

Me dijo que lo más barato que le cobrarían iban a ser seis mil pesos. En la Raza, el cobro habría sido de $7,500 pesos. “”¡No, profesor, de dónde, si ni trabajo tenía!”.

La inesperada, afortunada solución se la dio una tía, hermana de su madre, que radica en Guanajuato.

Le ofreció llevársela para allá porque, irónicamente, según me dijo, como allá todavía es un “estado panista”, siguen ofreciendo el Seguro Popular (quizá así ese partido tan desprestigiado y corrupto, pretenda seguir teniendo sus adherentes).

Y eso fue un par de semanas antes de lo que me platicó enseguida.

Fue cuando vi que su rostro se ensombreció aún más. “Sí, mire, la estaban atendiendo, le estaban dando sus terapias, pero… ¡hace una media hora, me llamó mi tía para decirme que mi mamá ya había fallecido!”. Las lágrimas le comenzaron a brotar. “Pero, mejor, hijo, porque ya estaba sufriendo mucho. En la mañana, le iba a cambiar su blusa, pero al levantarle su bracito, se le fracturó desde el hombro”, le dijo la tía.

La destructiva acción del cáncer, ya había hecho estragos en los huesos de la señora.

“¿Qué edad tenía?”, pregunté. “Sesenta y ocho años, profe, me tuvo a los catorce años”. “Pues no era muy grande”, le comenté, dándole la mano y ofreciéndole un abrazo de consuelo. De ese detalle, deduje la edad de Pedro. “No, profesor. Y le voy a decir, ya que estamos en confianza, por qué me tuvo tan joven. Es que cuando tenía catorce años, fue a una fiesta y allí la violaron”, exclama, embargado por la tristeza y el recuerdo, más lágrimas empañando sus ojos. Así que algún macho miserable la violó y de allí nació Pedro, hijo único, me comentó.

Por eso estaba tan apegado a ella, dijo, y buscó por todos los medios una cura para ese mal que desde hace unos cuatro años le fue detectado.

Eso fue, pues, lo que me comentó Pedro. Quizá si su madre hubiera seguido con su tratamiento en el IMSS, no habría muerto tan rápidamente.

Pero, como dije al inicio, son las injusticias que dejó la 4T y que, espero, se corrijan.

No es posible que se deje en un vacío legal, en cuanto a su salud, a quienes no cuenten con algún tipo de seguridad social, sea IMSS o ISSTE.

Es de esperarse que el segundo piso de la 4t, corrija esas lamentables anomalías.

 

Contacto: studillac@hotmail.com