martes, 21 de junio de 2022

Radcliffe, una novela de amor gay

 

Radcliffe, una novela de amor gay

Por Adán Salgado Andrade

 

Los temas sobre diversidad sexual, siempre han sido censurados. Incluso, en pleno siglo 21, no hay todavía la tolerancia suficiente para hablar abiertamente de esas cuestiones. Y la violencia y los asesinatos en contra de personas transgénero, son frecuentes, por desgracia. Por ejemplo, en el 2021, en Estados Unidos, fueron asesinadas 57 personas de esa preferencia (ver: https://www.hrc.org/resources/fatal-violence-against-the-transgender-and-gender-non-conforming-community-in-2021).

Así que haber escrito una novela sobre amor gay en los años 1960’s, no era fácil. Pero eso hizo, justamente, el autor inglés David Malcolm Storey (1933-2017), en su obra Radcliffe, publicada en 1963, que es la que recién terminé de leer, en la edición, en inglés, de Avon Books, del mismo año.

La novela sigue la vida de Leonard Radcliffe quien, junto con su familia, vive en una centenaria propiedad denominada The Place (El Lugar), construida cinco siglos antes, por los antepasados de ellos, un importante clan al que pertenecieron, incluso, personajes de la realeza.

Para cuando Leonard nació y vivió allí, el sitio estaba casi abandonado en su mayoría, excepto los espacios que John, el padre de Leonard, su hermana Elizabeth y su madre Stella, ocupaban, los que a duras penas eran mantenidos en condiciones aceptables por aquél.

La infancia de Leonard, transcurre en ese lugar. Y cuando comenzó a ir a la escuela, sus compañeros, lo miraban extrañados, pues The Place siempre había sido un sitio “raro” para ellos, lleno de rumores y extravagancias de sus habitantes.

Pero uno de ellos, Victor Tolson, comenzó a tener algún acercamiento con Leonard, algo violento, en principio, pues lo hostigaba con empujones o violencia verbal. Luego, con el paso del tiempo, Leonard logró su amistad, gracias a que lo invitaba a The Place, con tal de que Victor viera que era alguien normal, no una rareza.

Aunque, de todos modos, no pudo Leonard mantener una amistad como hubiera querido con Victor, quien se muestra renuente a aceptarlo y cuya propia familia ve con extrañeza a Leonard, tímido, enfermizo – tenía asma – y que vivía en ese extraño sitio.

Así transcurre esa primera etapa en la vida de Leonard, quien a pesar de su timidez, era filosóficamente muy reflexivo en cuanto a todo lo que veía. Se daba cuenta de los esfuerzos que su padre hacía para mantener el sitio habitable y de que era un hombre ensimismado, inteligente, aunque conformista. De su madre, aunque era muy afamada en su labor de ama de casa, siempre la consideró como una mujer convencional, de no muy elaborados pensamientos. Y de su hermana, la quería mucho, aunque no sentía que se entendieran mucho. Sobre todo, porque Leonard era introvertido, hablaba poco, se guardaba sus problemas y solía ser muy solitario.

A esa edad, le dio por dibujar, para lo cual, tenía facilidad nata y fue la forma en que le daba sentido a su diaria existencia. En una ocasión, la crisis de asma, lo envió al hospital. Sus padres, creyeron que moriría, pero Leonard sobrevivió, aunque, para él, fue algo que lo marcó. Su hermetismo, filosofar de la vida, se agudizaron y moldearon más su no convencional personalidad.

Luego, Storey da un salto a años más tarde, cuando Leonard y Victor se vuelven a encontrar en un trabajo de montar lonas para eventos, en donde tenían que armar carpas, sillas, mesas, baños portátiles, dependiendo lo que se requiriera. Un hombre llamado Ewbank, era el dueño del negocio y tenía tres camiones, los cuales, dependiendo del tamaño del evento, eran cargados los tres o dos o uno solo. Leonard y Victor, se encontraron allí, sorpresivamente. Para ese entonces, Victor estaba casado con una mujer unos diez años mayor. Él, de veinte años, ya tenía dos hijos con ella.

La amistad entre Victor y Leonard, renació, pero fue cambiando, pues fue surgiendo entre ambos algo distinto de la simple amistad. Sobre todo, Leonard, veía con un nuevo interés a Victor, de fornido físico, atractivo, quien era un tipo dominante, bipolar, violento, impredecible. Por ejemplo, en una ocasión en que un evento había terminado, a la mañana siguiente, Victor, antes de que llegara Ewbank con el resto de sus empleados para desarmar mesas, sillas y desmontar carpas, se puso a desatarlas a éstas, frenético, y se fue, repentinamente. Todo el lugar, quedó lleno de carpas tiradas, descuidadamente, sobre sillas y mesas.

“¿Quién hizo esto?”, preguntó Ewbank a Leonard quien, junto con Victor, se había quedado a dormir en una tienda de campaña para cuidar las cosas – había sido un evento de exhibición de ganadería, en medio del bosque. “No lo sé, supongo que Victor”, le respondió. “¿Y dónde está ese irresponsable?”, volvió a cuestionar el airado Ewbank. “No lo sé, pero allí está el trabajo, ¿no?, las carpas están desatadas”, respondió Leonard, indiferente, doliéndole que Victor se hubiera ido sin avisarle. Desde allí, la novela da indicios de que Leonard veía a Victor más que como un amigo.

En una ocasión, Victor le presenta a Leonard a Blakeley, un hombre en sus cincuentas, que se dedicaba a animar en bares, contando chistes, haciendo bromas y así. Estaba casado, tenía una hija, Kathleen, quien era madre soltera de tres niños, supuestamente de tres hombres. Leonard va con Victor a ver una actuación de Blakeley. “¿Qué te pareció?”, le preguntó Blakeley, luego de haber terminado. “Me parece que eres muy complaciente con el público, hasta te humillas, con tal de hacerlos reír”, le respondió Leonard. Blakeley se sintió algo afectado por la observación, explicándole que sí, pero que lo hacía con tal de que la gente riera, “que se vayan satisfechos”.

Leonard, una tarde, visita a Blakeley y conoce a su esposa, a su hija Kathleen y a los tres hijos de ésta. Se da un acercamiento entre Leonard y Kathleen y, con los días, ella le dice que Blakeley quisiera que se casaran. “No puedo casarme contigo así, de repente, no estoy en condiciones”, le responde él, apenado. “Lo sé, lo sé, ni yo me casaría contigo, pero para que veas qué clase de hombre es mi padre, va por la vida tonteando”.

En otra ocasión, en que estaban desmontando una carpa de una fiesta, Victor, repentinamente, golpeó durísimo con un martillo en una mejilla a Leonard. Lo deja inconsciente, y llama a Ewbank y a los otros trabajadores, mintiendo que había sido un “accidente”. Leonard, pasa varios días en el hospital. Y decide alejarse de Victor, pues se da cuenta de su volubilidad de carácter y de que era dominante.

John, su padre, tiempo después, decide hacer una fiesta. El mobiliario es suministrado por Ewbank. Cuando, al otro día de la fiesta van a recoger sillas y mesas, Victor acude. Se encuentra con Leonard, quien lo ve con una mezcla de alegría y tristeza. Le pide que lo acompañe a una parte deshabitada de The Place. Allí, se besan, pero Victor no deja de mostrarse hostil, aunque, finalmente, le dice que lo quisiera ver a solas en su casa.

Blakeley también está apasionado por Victor y como se había dado cuenta de que Leonard lo quería, por eso le había propuesto que se casara con Kathleen. “Somos parte del dominio de Victor”, le dice.

Y Victor, en efecto, disfrutaba de dominarlos. No sólo eso, sino que tiene la desfachatez de meterse con Elizabeth, la hermana de Leonard, engañarla que la quería, hacerle el amor y dejarla embarazada.

Todo eso fue afectando a Leonard, la dominación de Victor, la forma en que lo humillaba, sabiendo cuánto lo quería, que también a Blakeley lo dominara y que hubiera abusado de Elizabeth.

Y se decidió a hacer algo al respecto.

El día en que “corregiría” a sus ojos las cosas, fue, primero, a la casa de su tía Isabel, hermana de John, en donde un sacerdote estaba dando una plática sobre Dios. En esta parte, Storey hace una crítica, a través de Leonard, de la religión. “¿Padre, alguna vez Cristo le hizo el amor a una mujer?”, preguntó de repente. “No, hijo mío, ni tampoco era homosexual, si también estás pensando en preguntar ese absurdo. Él, separó su alma del cuerpo mundano, nos regaló la inmortalidad del espíritu”, le respondió el sacerdote. “¡¿Pero cómo nos pudo regalar eso, si no amó, si no sufrió el desconsuelo de nuestro podrido cuerpo, del sexo!? Fue sólo mitad hombre, y así, no pudo entender todos nuestros sufrimientos a causa del cuerpo, del sexo, de si amar a una mujer o a un hombre”, volvió a replicar Leonard.

Una muy importante reflexión, que cuestiona los prejuicios religiosos a los que nos han acostumbrado, como si el sexo fuera algo sucio, del que Cristo se liberó porque era más espiritual, que humano. Por esas circunstancias, es que el sexo se ha censurado, no hay mucha educación sexual y, generalmente, los jóvenes, se van formando erróneamente en cuanto al sexo, recurriendo a cuestiones como la pornografía o a machistas costumbres que, incluso, pueden llevar al suicidio a alguien, sea mujer u hombre, que no esté bien educado sexualmente o a generar violadores insatisfechos, quienes toman a las mujeres como objetos sexuales, no como personas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/la-pornografia-deforma-la-sexualidad-y.html).

De allí, acude a la casa de Victor, quien se encontraba solo. Éste, dominante, lo humilla, lo golpea, lo besa violentamente. “¿No te gusta cómo te trato? Pues así te voy a tratar, aunque no quieras”, le dice Victor, triunfal, machistamente controlador.

Leonard ya sabía que Victor había abusado de su hermana. “¿Qué le hiciste a Elizabeth?”. “Nada, nada, no tiene importancia”, replica aquél, cínico.

Leonard logra alejarse. Va a su casa, para ver a sus padres, quienes discuten lo que le pasó a Elizabeth. Luego, va a la recámara de su hermana. La ve durmiendo profundamente.

Y toma su decisión final.

Regresa a la casa de Victor. Éste, cree que ha regresado por más, que su dominación es perfecta. Estaba equivocado, pues Leonard, saca un martillo que llevaba en su gabardina – que había robado de cuando trabajó en lo de las carpas – y comienza a golpearlo en la cabeza, con fuerza, hasta matarlo. Se sorprende de que, de repente, Blakeley sale del closet, en donde se había escondido. Se da a entender que Blakeley también tenía sus encuentros sexuales con Victor. Pero no interviene, pues ya, anteriormente, le había dicho a Leonard que Victor era “dominante, somos parte de su dominio, tú, mi hija, mi familia, a todos nos domina”.

Leonard corre a su casa, confundido, vacilante. Sin decir una palabra a sus padres, quienes ven en su rostro, una gran desesperación, sube a su recámara y se tiende en la cama, durmiendo de inmediato.

Luego, un par de días más tarde, cuando John y sus hermanos están con el notario, discutiendo la posibilidad de vender The Place, se enteran de la terrible noticia de que Blakeley, había matado a Victor. También, había matado Blakeley a su esposa, a su hija Kathleen y a los hijos de ella. A todos los había degollado, mientras dormían. Y había escrito una carta, confesando los crímenes, antes de que él se hubiera matado, degollándose frente al espejo. Lo que todavía incrementó el impacto de la noticia, fue que se supo que los hijos de Kathleen eran de Blakeley, quien había estado abusando de ella todos esos años, pero la chica, prefirió siempre ocultar la verdad, al igual que la madre de ella.

Luego de ese impactante giro de los acontecimientos, que pudieron ser un buen, trágico final, Storey sigue elaborando la historia.

Leonard, había elegido pintar, como forma de distracción, hasta cierto punto conforme de que no se hubiera sabido que él había asesinado a Victor. También se dio cuenta de que su hermana estaba embarazada, por la vez que Victor había abusado de ella.

Pero todo comenzó a complicarse cuando un empleado de Ewbank acudió a la policía para decirles que había cabos sueltos en torno al asesinato de Victor. Leonard, se enteró y no esperó hasta que las investigaciones lo señalaran como culpable. Prefirió entregarse, contando cómo lo había matado y, para mayor prueba, llevó el martillo con el que le había molido la cabeza a su “amigo”.

John estaba escéptico, “no pudo haber sido él, esto es un complot”, le había dicho a su esposa.

Leonard, es irrefutablemente hallado culpable. Y lo llevan a juicio. Es otra parte que sirve a Storey para criticar al sistema legal inglés de entonces, en el que la homosexualidad era un “crimen”. Por ejemplo, el brillante inventor inglés de las computadoras, Alan Turing (1912-1954), a pesar de sus contribuciones pare descifrar los mensajes de los nazis, fue acusado en 1952 por “actos homosexuales” y sentenciado a tomar hormonas – castración química – con tal de no ir a la prisión (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Alan_Turing).

En el juicio de Leonard, el fiscal le preguntó si “¿Usted piensa que excepcional o inusual que dos hombres se besen?”. “¡Ustedes no me entienden, yo no sólo buscaba la parte física, el amor entre dos hombres puede ser tan profundo como el de un hombre y una mujer, el que da hijos. Yo era el alma y él, era el cuerpo!”, replica, muy molesto por la incomprensión.

Es una forma de Storey de protestar contra la intolerancia de su tiempo que, como dije antes, todavía persiste.

Sus “elucubraciones”, llevaron a la corte a declararlo mentalmente incapaz. Fue llevado a un hospital de enfermedades mentales en donde Leonard, tenía que ser sometido, pues “se la pasaba tratando de abrazar a todos los pacientes, a mostrarles amor”.

Finalmente, debilitado por su inapetencia, los agresivos “medicamentos”, y su condición enfermiza, Leonard murió.

Y su muerte, Storey la apareja con la muerte de The Place, que fue abandonado por John y su familia. Elizabeth tiene a su hijo y no desea que siga en ese sitio tan “frío” y por eso se mudan, lejos, pues, además, también quieren dejar atrás los trágicos acontecimientos y la muerte de Leonard.

El lugar es demolido y se construye una unidad habitacional. “En los jardines, las familias que fueron a vivir a esas  nuevas casas, de repente, se encontraban algunas piedras, que habían formado la vieja propiedad y las recargaban en las bardas, como algo curioso”, concluye Storey.

Así es la existencia, sólo quedan “piedras” de nuestro paso por esta vida.

 

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