domingo, 8 de septiembre de 2019

Cuando el mezquino, egoísta interés económico, se antepone al beneficio social


Cuando el mezquino, egoísta interés económico, se antepone al beneficio social
Por Adán Salgado Andrade

El ser humano es egoísta por naturaleza, es algo intrínseco, no fácil de combatir, menos, si no se posee una formación social creadora, que nos aparte de la individualidad (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/10/la-materialista-individualista-mezquina.html).
Pero dentro del materialista sistema económico que nos domina, tal egoísmo se ha profundizado más y más. No importa que para lograr ganancia o un gran beneficio económico, incluso tenga que morir gente para ello.
Lo vemos con las armas, que debe de haber guerras para que sean utilizadas. Y las guerras matan a cientos o miles de personas. Pero no importa, todo sea en beneficio del capitalismo salvaje (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/12/ferias-de-armas-exhibicion-de-fuerza-de.html).
Eso es muy claro, el anteponer mezquinos intereses económicos, en la obras civiles. Por ejemplo, en el temblor ocurrido en México el 19 de septiembre del 2017, edificios que tenían menos de seis meses de construidos, se colapsaron, pues no se cumplieron las especificaciones constructivas, se usaron materiales de baja resistencia y, por supuesto, cobijadas por corrupción (ver: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/sociedad/edificios-nuevos-entre-los-colapsados-del-19-s).
Esas tragedias se dieron, a pesar de que en 1989, se renovaron las especificaciones constructivas, luego de lo sucedido durante el terremoto de 1985. Pero parece ser que ni así se aprenden las lecciones y son más importantes los grandes beneficios económicos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/09/recordando-una-tragedia-con-otra.html).
Otro ejemplo más, fue el caso del socavón ocurrido en el Paso Exprés, el 12 de julio del 2017, en el estado de Morelos, cerca de Cuernavaca, por el cual, cuatro personas perdieron la vida. A pesar de que resultó más costosa su edificación que la originalmente presupuestada, se hizo mal, no se construyeron obras adicionales necesarias, como desagües u otras y, como siempre, fue cobijado por la altísima corrupción entre constructora, y la mafia en el poder morelense de entonces. De hecho, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, culpó a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes por la tragedia, pues fue el organismo que tapó la corrupción  (ver: https://www.jornada.com.mx/2018/10/11/politica/003n1pol).
Pudiera pensarse que eso sólo sucede en países como el nuestro, subdesarrollados, dependientes de capitales y tecnología extranjera y sumamente corruptos, pero no es así. También se dan en el “primer mundo”. Expongo tres casos recientes.
El primero de ellos, se refiere a un puente peatonal, recién inaugurado, que conectaría a la Universidad Internacional de Florida, Estados Unidos (EU), con la calle. Eso sucedió el 15 de marzo del 2018, en Miami. Cuatro personas murieron y nueve resultaron gravemente heridas. Estamos hablando de un puente peatonal, es decir, que estaba hecho, casi solamente para soportar su propio peso de 950 toneladas y la ligera carga humana que lo recorrería a diario. Y sucedió en ¡EU!, país en donde, se supone, deben de contar con estrictas leyes constructivas, que aseguren que los materiales sean los idóneos, así como los cálculos y toda la planeación de la obra. No debió ser así. Ese puente estuvo muy mal hecho o no se tomaron en cuenta factores imprevistos por mala planeación, combinados con corrupción (ver: https://www.theguardian.com/us-news/2018/mar/15/florida-international-university-fiu-bridge-collapse-latest).
Y las víctimas, más que los cuantiosos daños materiales (varios carros aplastados, además del costo de remover los restos del puente colapsado), quedarán como muestra de las infamias que se cometen en este mezquino sistema, como las que ya he comentado en los ejemplos previos.
El segundo caso, sucedió en Londres, Inglaterra. Fue el incendio ocurrido el 14 de junio del 2017 en la torre Grenfell, un edificio de 24 pisos, que albergaba 126 departamentos, en el cual se alojaban alrededor de 600 personas. Se terminó de construir en 1974, en el llamado estilo “brutalista” (brutalist style), en donde lo único que importa es la funcionalidad y que la construcción resista, incluso incendios.
Quizá por esa razón, el edificio de 43 años tenía poco mantenimiento, porque, además, los constructores lo habían diseñado para que, en caso de incendio, se afectaran “sólo algunas secciones”, en tanto que las otras podrían “resistir”. O sea que, en su idiota concepción, si había un incendio, algunos departamentos podrían “salvarse”. Por otro lado, recientemente, la única “renovación” que recibió, fue la de cubrir su crudo exterior con paneles “decorativos”, de material muy barato e inflamable. El resultado fue que, al iniciarse el fuego, provocado por una falla eléctrica de un refrigerador en mal estado, en un departamento del cuarto piso, aquél se esparció rápidamente, alimentado por los mencionados paneles, que envolvieron en llamas a la construcción (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Grenfell_Tower_fire#Safety_concerns).
Fue un caso de comprobada negligencia, para ahorrar dinero – siempre, lo más importante –, pues una asociación de residentes, el Grenfell Action Group, denunciaba en un blog todas las anomalías, como no poner énfasis en la seguridad, en caso de incendio y el escaso mantenimiento del edificio. Por si fuera poco, sólo se contaba con una escalera central, como única salida, y el elevador, que muchas veces se averiaba.
El incendio se produjo en la madrugada, lo que tomó desprevenidas y durmiendo a muchas personas. Hubo 72 muertos y 74 hospitalizados.
A poco más de dos años, testimonios de los sobrevivientes son ofrecidos en un reportaje hecho por la BBC, escrito por Kate Lamble, que se enfoca en el departamento 113, del 14º piso, en donde se concentraron ocho personas, de las cuales, sólo sobrevivieron cuatro (ver: https://www.bbc.com/news/stories-47669937).
Como se narra en la historia, la supuesta construcción en compartimentación, debía evitar que, si un departamento se incendiaba, el fuego se pasara a los otros. Pero no fue así, pues esa “cualidad” de la torre soportó muy poco al incendio. Y como los bomberos se confiaron en la supuesta “resistencia”, las llamadas de auxilio de la gente, no fueron atendidas prontamente.
Además, por lo que se narra en la historia, de acuerdo con los testimonios de los sobrevivientes, los bomberos no hicieron su trabajo debidamente, pues nadie de ellos sabía nada, tenían información distinta y eso llevó a que mucha más gente muriera al no rescatarla a tiempo, ya que dichos bomberos no trabajaron debidamente.
En el caso del departamento 113, sólo se rescataron a 4 personas, de las ocho que allí se hallaban pues, según los sobrevivientes, los bomberos sólo se limitaron a sacar a los primeros que encontraron, sin indagar si había más personas allí. Los ocho originales, habían sido llevados a ese departamento por dos bomberos, que previamente los había evacuado de los otros seis departamentos que había en ese piso. Como el departamento 113 “parecía más seguro”, los dejaron allí, en lo que ellos iban a buscar a más gente para rescatarla, como les dijeron a los ocho. Pero por una mala comunicación en los radios – que aún se investiga por qué no funcionaron correctamente –, a pesar de que les informaron los dos bomberos a otros de sus compañeros que allí había ocho personas, como señalé, los que llegaron al rescate, sólo sacaron a cuatro personas.
Por eso se han estado llevando a cabo juicios, para obtener todos los testimonios, tanto de los sobrevivientes, bomberos, administradores y dueños del edificio.
Sin embargo, es claro que se trató de negligencia en proporcionar mantenimiento adecuado y haber hecho una “renovación” con paneles baratos inflamables los que, incluso, como estaban recubiertos de aluminio, para que “protegiera” de la lluvia al relleno de polietileno, no permitieron que el agua de las mangueras de los bomberos llegara a las llamas.
O sea, sólo se quiso presentar como “muy bonito” por fuera, probablemente para atraer inquilinos en los departamentos vacíos, sin tener en cuenta seguridad ni funcionalidad.
Y no importó el que sólo contara con una escalera central, la que evitó que muchas personas pudieran huir, pues el ocre humo se los impidió, asfixiándolas, como sucedió con los otros cuatro que no pudieron sobrevivir en el departamento 113.
Fue alto en precio en vidas que se pagó por tanta mezquindad.
El tercer caso que expongo sucedió en Italia, el 13 de agosto del 2018, cuando se colapsó el puente Morandi, ubicado en Génova. El puente, que era parte de una carretera, cruzaba sobre un río y unidades habitacionales. En otro reportaje de la BBC, escrito por Helen Grady y Alice Gioia, se narran los dramáticos testimonios de sobrevivientes o de familiares de personas que fallecieron (ver: https://www.bbc.com/news/stories-49332175).
En el colapso, cayeron, de 45 metros de altura, autos y camiones, dejando 45 muertos, construcciones dañadas y evidenciando la abierta corrupción que ocasionó tal desgracia.
Parte del problema de ese puente, construido en los 1960’s, fue que su diseñador, Riccardo Morandi (1902-1989), no quería que se viera metal, sólo concreto, muy absurdo capricho. Por lo mismo, era una estructura que requería demasiado mantenimiento, el cual, por las corruptas prácticas que también existen en Italia, no se dio o, no, con la frecuencia necesaria.
La empresa que debía proporcionarlo es Autostrade, que, cuando fue pública, hacía con regularidad las reparaciones, lo que demuestra que la “privatización” es nefasta. Por ejemplo, cuando era pública, se repararon y reforzaron, en los 1990’s, dos torres que lo sostenían.
La torre que falló y llevó al colapso al puente, supuestamente estaba por reforzarse un mes después de que sucedió el accidente. Absurdo, pues si ya se había detectado que había fallas, ¿por qué Autostrade tardó tanto?
Y eso es algo que se pregunta el fiscal que examina el caso, Paolo D’Ovidio, quien está investigando a 80 personas de esa empresa, desde gerentes, ingenieros y técnicos. Dice que “no voy todavía tan lejos en señalar que Autostrade sabía que el puente podría colapsarse, pero pienso que hubo un criminal desdén del riesgo. Nuestra evidencia la tenemos tanto en el estado de los escombros, así como en los documentos que hemos confiscado”.
Al “estado de los escombros”, se refiere con que el metal que reforzaba al concreto estaba tan corroído, que “fue milagroso que no se cayera un año antes”. O sea, que si realmente Autostrade hubiera estado al tanto del mantenimiento, habría detectado la peligrosa falla. Pero prefirió ahorrarse ese dinero y seguir cobrando las cuotas por uso de la carretera.
El puente ya fue demolido y seguramente habrán dado indemnizaciones, pero eso no revive a las víctimas.
Y seguramente hay más, muchos más ejemplos en los que la corrupción, no sólo en las obras civiles, sino en muchas otras, antepone las ansias de rápido enriquecimiento, aunque el dinero obtenido, vaya manchado con la sangre de tantos muertos.
Son los “daños colaterales”, dirán esos corruptamente ricos.