martes, 16 de diciembre de 2014

De desapariciones, propaganda comadrera, guadalupanismo y olvido



De desapariciones, propaganda comadrera, guadalupanismo y olvido
por Adán Salgado Andrade



Antonio Gramsci (1891-1937) estableció en sus principios teóricos que un Estado, para ser hegemónico, debía de poseer dos características. La primera, fundamental, los aparatos ideológicos, con lo que se refería a todas esas instituciones y mecanismos por los cuales se debe de convencer a los dominados de que el control que se ejerce sobre ellos es por su propio bien, algo que en las sociedades complejas es claro, pues si se permitiese que la sociedad actuara como en los tiempos prehistóricos, sólo subsistirían los más fuertes, o sea, la ley de la selva (que en los tiempos que se viven en este país, no distamos de eso, como veremos). Así, educación, “instituciones”, religión (de las más empleadas, como analizo más adelante), propaganda, medios de difusión, principalmente, conforman al convencimiento.
El complemento al dominio hegemónico es la represión, los llamados aparatos de Estado o represivos, justamente los que sirven para reprimir cualquier intento de romper con el orden establecido. Lo conforman las “leyes” (promulgadas de acuerdo a los intereses de los grupos dominantes, como hemos visto recientemente con las eufemísticamente llamadas “reformas energéticas”), así como los aparatos represivos, no sólo policiacos o militares, sino que aquellos que no son del todo “legales” y funcionan con cierta autonomía, subrepticia y clandestinamente, con tal de que tengan libertad de acción, cuando así lo requieran las circunstancias. En muchas épocas históricas, en muchos países, estos cuerpos represivos, conocidos más concretamente como grupos paramilitares, actúan a sus anchas, rebasando muchas veces al propio “Estado” (léase, la mafia en el poder en turno), para el que trabajan.
Considérese, por ejemplo, el caso de Al Qaeda, indudable creación de Estados Unidos (EU) y su CIA (aunque no se reconozca) o de Osama bin Laden, quienes sirvieron o han servido muy bien a los fines desestabilizadores de EU, cuando así lo requiere. O, más recientemente, el EI (estado islámico), que está “sembrando el terror” a nivel mundial sobre todo cuando transmite una nueva decapitación o hace desplegados en los que “instruye” sobre cómo apoderarse de una mujer, sea de la edad que sea, cómo esclavizarla y cómo violarla (ver: http://rt.com/news/213615-isis-sex-slave-children/). 
Y aquí hemos tenido a los esquiroles que rompen huelgas, los porros que reprimen el activismo estudiantil, los grupos paramilitares conformados por campesinos manipulados (como los que perpetraron la matanza de Aguas Blancas o los que desaparecieron, torturaron y asesinaron a los normalistas, también ignorantes campesinos, fácilmente manipulables y entrenables, con tal de que cometan tales barbaridades), los “delincuentes organizados”, los “narcotraficantes”… y otros grupos afines que son parte de la paramilitarización, y que siguen creciendo conforme la “ideología de control” ya no convence y el “Estado” (la mafia en el poder) recurre cada vez más a la represión mediante la fuerza bruta como único medio de control, pues, muy convenientemente, se toma como justificación el “desbordamiento” de la violencia de tales grupos, para elevar la represión policiaca y militar y paramilitar, por supuesto (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2009/03/la-muy-oportuna-descomposicion-del.html).
En México, la crispación social que estamos viviendo actualmente, no es sólo por las desapariciones recientes, en particular las de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sino por la serie de ilegales acciones que desde hace décadas la mafia en el poder ha realizado. El evento que más demostró la imposición del control fáctico fue la matanza estudiantil de octubre de 1968, la que fue antecedida por otros sucesos represivos, como el aplastamiento de los movimientos ferrocarrileros, de maestros, de médicos, de movimientos guerrilleros (el de Rubén Jaramillo, por ejemplo) o del Partido Comunista (los frecuentes encarcelamientos de sus militantes, como José Revueltas, por ejemplo, lo que le inspiró su magnífica novela “Los muros de agua”)), así como asesinatos de líderes campesinos, obreros y activistas de todo tipo, esto, un rasgo constante en esta dictadura perfecta (muy recomendable la cinta “La dictadura perfecta”, de Luis Estrada, que muestra la simulación a la que ha llegado la mafia en el poder, empecinada en aparentar que su actuar es democrático y en “apego a las instituciones”, pero que, en realidad, no vacila en reprimir y asesinar cuanto sea necesario, con tal de imponer su control si tal apariencia falla, como ya es usual).
Desde entonces, la represión ha sido una constante, pasando por paramilitares al servicio de “gobernadores”, como los que le hacían el trabajo sucio al “gobernador” de Guerrero Rubén Figueroa, quien en los años setentas, llevó una guerra sucia con esos cuerpos represivos, quienes, según las crónicas, detenían a campesinos “sospechosos” de ayudar a los grupos guerrilleros (los comandados por los profesores Lucio Cabañas o Genaro Vázquez), los golpeaban salvajemente y, como sanguinaria culminación, los obligaban a beber gasolina y les prendían fuego, muy parecidas sus atrocidades a las que cometían los llamados kaibiles en Guatemala, en los años 1980’s, como se llamaban los paramilitares al servicio del genocida Efraín Ríos Mont (ver: http://www.jornada.unam.mx/2014/10/17/politica/005n1pol).
De hecho, algo que pareciera plot de cinta de terror, se han seguido hallando fosas “clandestinas” en los alrededores de Iguala (y en muchos otros estados del país), y ninguno de los cuerpos ha sido de los normalistas desaparecidos, lo que mostraría la barbarie que impera en México (ver: http://www.jornada.unam.mx/2014/11/24/politica/012n1pol).
Las “leyes” están diseñadas de tal forma que se castiga la pobreza, más que el delito y quien tenga dinero para “comprar” su libertad, puede hacerlo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2011/07/otros-presuntos-culpables.html).
Por otro lado, el “sistema legal” presenta acciones, tales como el activismo político como “crímenes”, por lo que varios activistas están encarcelados, sin oportunidad de ser liberados pronto o son asesinados (como María del Rosario Fuentes, que twitteaba contra acciones de los narcos, asesinada recientemente: http://www.jornada.unam.mx/2014/10/28/politica/010n2pol).
En cambio, verdaderos criminales, secuestradores, políticos y empresarios defraudadores y corruptos, siguen promoviéndose (ahí está Germán Larrea, por ejemplo, el nefasto dueño del contaminador, depredador y violador de derechos laborales Grupo México. El reciente, catastrófico derrame en el río Sonora, es uno de tantos ejemplos).
Pero, por desgracia, la agitación social a la que me refiero antes es ambigua, pues, por un lado, hoy domina la misma mafia política que perpetró el genocidio estudiantil de 1968, elegida fraudulentamente, claro, pero está allí, lo que demostraría el atraso en cuanto a cultura política que seguimos padeciendo en el país, producto de la indolencia y la apatía que caracteriza a un buen número de mexicanos, a los que se ha convertido en lo que yo denomino simples autómatas-consumidores, humanos dóciles, eficientes, obedientes, reproductores del sistema, trabajando sin chistar al servicio de las corporaciones y, además, muy importante, siguiendo todas las imposiciones del capitalismo salvaje, como el compulsivo consumo, entre las principales, sin el cual, aquél decadente sistema no se reproduciría (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2013/09/decadencia-neoliberal-automatas.html).
Dicho dominio se ha dado también porque actualmente las mafias políticas y empresariales ejercen su poder de una forma gansteril, similar a como procedían los capos de los años veinte en Estados Unidos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/08/la-estructura-mafiosa-de-los-poderes.html).
Como menciono arriba, si el asesinar impunemente les permite mantener el control, no vacilan en mover a sus huestes represivas para hacerlo, sobre todo a los grupos paramilitares clandestinos, a los que me he referido.
En el otro extremo de  tal ambigüedad, está el actuar de todavía un reducido porcentaje de mexicanos, quienes, cansados de tanta arbitrariedad, ilegalidad y represión, cuestionan cada vez más a la mafia en el poder, realizando sus acciones y protestas cada vez más frecuentemente y volviéndolas más desafiantes (incluiría a los grupos llamados anarquistas, claro, los que realmente lo sean, no los infiltrados pagados, que son los que abundan y tienden a desprestigiar la movilización y el activismo sociales).
En este extremo ubicaría la actual agitación que ha tenido como detonante a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, desde el 27 de septiembre de este 2014 (aunque buena parte de los sectores sociales que se han manifestado, no lo hacen por primera vez y poseen ya cierto bagaje y activismo político). Acciones como quemas de edificios públicos, patrullas, autos, enfrentamientos con “policías” y otras, mostrarían el nivel de desafío al que están llegando los grupos que protestan.
Este cruento, despiadado suceso, ha tenido tanta afectación, que no sólo a nivel nacional (se han sumado a paros estudiantiles incluso universidades particulares), sino que, internacionalmente, en muchos países ha habido protestas contra el “gobierno” y manifestaciones de apoyo a los familiares de los desaparecidos, que ha llevado a preguntarse (al menos es algo que me he cuestionado), ¿cómo es que otros conflictos, tales como las frecuentes masacres de palestinos por parte de (nazi)judíos, no han tenido tanta respuesta, como lo que ha provocado el caso Ayotzinapa? Probablemente la respuesta sea que parte del dominio de los poderes fácticos es la resignación y el olvido social al que somos tan proclives los humanos (parte del análisis de este trabajo).
Es aquí donde la mafia en el poder insiste, como siempre ha hecho, en aparentar su actuar “democrático”, particularmente en su bombardeo propagandístico, grotesco y simplón, con tal de mantener el control “hegemónico”.
Así, dicha propaganda, que es parte del control ideológico, mencionado antes, se inscribe en lo que denomino comadrismo, derivando el término del chismoseo que se establece entre las personas, cuya rutinaria cotidianeidad se vale de eso, chismes o trivialidades, para salir de la diaria monotonía. No es nueva esa propaganda comadrera, por supuesto, basada en la incesante colocación de spots “gubernamentales” en todos los medios posibles, televisión y radio, los principales, en donde la imposición de una nueva “ley” o una “reforma constitucional” no se da de manera formal, como una explicación, digamos, de lo que se va a hacer y por qué “conviene” realizar tal o cual cosa, así, como un mensaje “informativo”, por ejemplo, como dio en hacerse durante el nefasto calderonismo, cuando se exaltaban las “capturas” de capos, como simples notas rojas que informaban de que tal o cual “narcotraficante” había sido capturado o muerto por soldados o policías o los spots que alababan las acciones económicas, como la “creación” de empleos o de las exportaciones (mañosamente, por supuesto). Particularmente es durante el presente priato, encabezado por el ilegítimo EPN, que la recurrencia a la propaganda comadrera, ha vuelto a tomar tanto impulso, que ha llegado a niveles verdaderamente chocantes y patéticos, indicativos de que esa mafia considera que con simplismos estúpidos puede “convencer” de que todo marcha sobre ruedas (por desgracia, a muchos los ha de convencer).
Ya antes lo había hecho. Por ejemplo, basta recordar que la promoción del famoso Sistema Alimentario Mexicano (SAM) que impulsó López Portillo durante su sexenio, con tal de incentivar la producción del campo (que, a pesar de todo, no estaba en las lastimosas condiciones en que se encuentra actualmente, sin reales apoyos “gubernamentales” y con tratados comerciales que permiten la importación de transgénicos baratos, en lugar de impulsar verdaderamente la producción nacional.
Quizá recuerden ese spot, que tomaba un estribillo, interpretado por un supuesto “campesino”, quien acompañado de guitarra, decía que “ ‘Hora sembrar sí es negocio, en mi pueblo ya se supo, pues con precios de ganancia, nos respalda Conasupo”. O ese otro que trataba de acabar con la supuesta “mediocridad” y lo mal hecho, que también, en forma de canción, decía que “Basta de que a’i se va, basta de que a mí qué, vámonos respetando, todo hay que hacerlo bien…” y así seguía (era tan constante el bombardeo de esos propagandísticos estribillos que, quien esto escribe, logró recordarlos sin demasiado esfuerzo).
Así, el fraudulento peñato está recurriendo incesantemente, con presupuestos millonarios, a esa táctica, en la que acartonados “personajes del pueblo”, comentan que tal o cual “reforma” es lo máximo. Las situaciones presentadas son tan inverosímiles (digo, para quienes poseen al menos buen nivel de sentido común), que se presentan, por ejemplo, el “ama de casa” hablando con la “comerciante del mercado” sobre la “reforma energética”, indicándole la segunda “todos los beneficios que traerá”. De ese mismo tema ha habido varias versiones, como la de la pareja, que también habla de lo mismo y concluyen que es buena esa imposición, pues “así, ese cafecito que te tomas, te saldrá más barato”. O los carísimos desplegados en periódicos, en donde un supuesto “ciudadano común, ingeniero, estudiante… quien sea, dice que le queda “claro que la reforma energética es por el bien de todos…” y más patéticos, infudamentados simplismos.
Quizá los más nefastos sean los de la mafia, corolario priísta, bautizada como PVEM, que presenta a una supuesta “familia”, en donde el marido les enseña, rebosando de chocante “entusiasmo”, el periódico en donde se informa que los secuestradores tendrán condenas de hasta ciento cuarenta años (¿alguno los vivirá?, cabría preguntarse o ¿es que esa mafiosa entidad ya descubrió cómo mantener vivos tanto tiempo a los delincuentes?). El remate viene de la mujer, la que exclama un ya muy gastado “¡Que se pudran en el infierno!” (en los cines, antes de la película, también debemos de soportar esos bodrios propagandísticos: http://www.jornada.unam.mx/2014/11/28/espectaculos/a08n1esp). Ha sobrepasado esa mafia su presupuesto autorizado por bombardear con tales idioteces, pero nadie protesta (otra muestra de indolencia y resignación social).
Así esos spots, tienen más la estructura de una escena telenovelesca, similar a las de los bodrios que sigue presentando el duopolio televisivo (Televisa y TV Azteca), los que, muy seguramente, tendrán como los productores a personal de alguna de aquellas enajenadoras empresas. No por nada declaró hace unos días Peña Nieto que era “un orgullo tener a Televisa” (ver:  http://www.jornada.unam.mx/2014/12/08/politica/018n1pol ¡Claro, si le ayudó con el fraude electoral!).
El más reciente es el que presenta, así, de una forma algo pedro infantesca, a la pareja que muestra la “conveniencia” de volverse “formales”, que luego de una absurda “razón” que da la mujer de que les conviene hacerlo y es “más barato”, el esposo se “convence”, rematando con deprimentes frases de que ella le salió “muy inteligente” y la mujer remata con un “suertudote” (¿remedo de Pepe el Toro y su Chorreadita?). A fin de cuentas, la informalidad es algo que para más de catorce millones de mexicanos (y millones en el planeta) que logran sobrevivir vendiendo baratijas chinas, lavando autos, realizando actos circenses en los cruceros, vendiendo garnachas… es el único modo de sobrevivir. Si, encima, tuvieran que pagar impuestos, sus magros ingresos se reducirían aún más (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2012/12/economia-informal-la-verdadera.html).
Y así por el estilo, esos spots comadreros, denotando ello que los mafiosos en el poder creen que siguen tratando con retardados mentales a los que se puede convencer con esas idioteces. Pero, como señalo antes, no dudo que a algunos logren convencerlos. He platicado con personas de distintas edades que están fuertemente convencidas de que estamos así por la acción del PRD (otra desprestigiada mafia, que nada tiene de izquierda) y que Peña Nieto nada tiene que ver con los problemas que tenemos, lo que resulta, más que increíble, abominable, pues demostraría que, en efecto, esa barata manipulación es efectiva.
Toda esa manipulación es rematada con el fanatismo religioso (parte del control ideológico), sobre todo el guadalupanismo, como refiero en el título de este trabajo, que llega a su máxima expresión cada doce de diciembre (ver: https://www.youtube.com/watch?v=gBmabtBgGb0).
Ese nefasto resabio colonialista, ha sido por siglos un verdadero mecanismo de control, empleado por mafias de todo tipo por igual, sean políticas, empresariales o religiosas (por eso hasta nueva basílica se construyó en el sexenio de López Portillo). Hay que ver la breve mención que al respecto refiere Juan Rulfo en su pequeño cuento “La virgen de Talpa”, en donde emplea una analogía (la esposa que, con tal de seguir el secreto romance que sostiene con su amante, se empecina en llevar a su agonizante marido al santuario de esa virgen), que muy bien ilustra esa imperiosa necesidad (necedad) de acudir cada año los “peregrinos” a rendir pleitesía a esa mítica deidad. Ya muy bien lo había expresado Carlos Marx al afirmar que “La religión es el opio del pueblo” (es una lástima, además, que toda la riqueza prevaleciente entre los mexicanos antiguos, como el politeísmo, basado en los elementos naturales, por ejemplo, se haya perdido debido al deformador colonialismo). No reparan en gastos y esfuerzos, con tal de llevar a cabo el anual ritual-manda. Y sus defensores dirán, a su favor, que es un ejercicio espiritual. Si eso fuera, no habría necesidad del esfuerzo físico que realizan los así llamados “peregrinos” para materializarlo.
Por supuesto que la mafia en el poder explota al máximo el guadalupanismo, facilitando todo lo que implica dicho manipulador fervor. El Distrito Federal es sitiado cada año y las “autoridades” proporcionan todo cuanto puedan requerir los guadalupanos (ver: http://www.jornada.unam.mx/2014/12/10/economia/037n4eco).
La recompensa, a pesar de los daños colaterales (elevación brutal de la contaminación, por tanto cohete estallado y por los embotellamientos ocasionados por las peregrinaciones de millones de personas entrando a la ciudad), es grande, pues mientras el ritual guadalupano siga, combinado con la propaganda comadrera y, sobre todo, lo más importante, la represión, abierta o encubierta (ya se aprobó, incluso, regular las marchas, pero no al guadalupanismo), habrá “estabilidad social”. Por desgracia, lo vemos ya en estos días, en los cuales parece estarse diluyendo el caso Ayotzinapa, que poco a poco va reduciéndose al activismo de sus principales protagonistas, los familiares de los estudiantes asesinados, mientras todo mundo se preocupa más por los regalos o los festejos navideños y del fin de año.
Como señalo antes, esa proclividad del ser humano a olvidar todo o casi todo, en especial los eventos traumáticos (quizá por necesidad psicológica, como señalan los estudiosos de la mente o por simple apatía), es la mejor característica social que sirve para los fines de dominación de los poderes fácticos, quienes harán todo de su parte, con tal de que ese olvido sea rápido (olvidamos represión, corrupción, imposiciones. Hablando de corrupción, por ejemplo, en este momento se ha vuelto un gran escándalo la adquisición de la así llamada “Casa Blanca”, por parte, supuestamente, de la mujer de Peña Nieto, mentira, pero, poco a poco, se irá dejando de lado, así como el lujoso avión que se adquirió para aquél, que costará casi trece mil millones de pesos o también de la lujosa residencia de Videgaray. Ver: http://www.jornada.unam.mx/2014/12/12/politica/003n1pol).
Sí, por desgracia, olvidamos muy rápido.