sábado, 16 de marzo de 2013

“Reforma educativa”: privatización escolar y sueldos de hambre a profesores



“Reforma educativa”: privatización escolar y sueldos de hambre a profesores
Por Adán Salgado Andrade

Raúl aún no lo puede creer, sobre todo tomando en cuenta todo por lo que debió pasar para llegar a ese tan ansiado momento del cobro de su salario. “¡Me quedé, perdóname la palabra, pendejo… sí, de verdad, no lo podía creer, tantas friegas para que me salieran con miserables dos mil doscientos pesos. Y ni siquiera me pagaron el mes completo, que es lo que llevo trabajando, no, los pichicatos me dieron sólo lo de una quincena!”.
Así resume Raúl el resultado de más de un año de esfuerzos y de haber tomado como una alternativa ocupacional la tan cacareada “reforma educativa”, que, al analizarla mejor, resulta más un intento por, primero, deshacerse una mafia en el poder, la actual priísta, de otra, el charrismo sindical elbista (o sea, el sindicato liderado hace años por la mafiosa Elba Esther Gordillo. Al momento de escribir estas líneas, se consumó ya el gordillazo, con la captura en Toluca de Gordillo. Se repite el ritual priísta de siempre, simular amplia justicia, deshaciéndose cada inicio de sexenio de los elementos más incómodos y anacrónicos que posee). Segundo, esa “reforma”, de acuerdo al testimonio de Raúl, es más una manera de reducir drásticamente el presupuesto educativo, cargando parte de los gastos escolares a las familias de los alumnos y disminuyendo aún más los ya de por sí raquíticos salarios de los profesores, o sea, una simulada, parcial privatización de la enseñanza.
“Yo terminé mi carrera como guitarrista-concertista en la Escuela Nacional de Música de la UNAM – refiere Raúl –, con mucho esfuerzo, ya sabes, a veces, dejándola un rato, y luego, otra vez, allí… a veces, ya hasta ganas me daban de dejarla, porque, ya ves, con eso de que dicen que estudiando música te mueres de hambre, pues pensaba en seguirme dedicando a lo que hago”. Raúl se sostiene de las ocasionales presentaciones que realiza con un grupo de cuerdas al que pertenece, así como de un estudio de grabación, por el que han pasado varios grupos y bandas musicales, muchas de las cuales tienen ya cierta fama. “Pero, bueno, cuando me enteré de lo de la supuesta reforma educativa, pues decidí que bien valía la pena realizar los trámites para que me ganara una plaza”.
Así fue, porque de acuerdo con la tal reforma, a partir de su publicación, las plazas que se otorguen a los maestros, serán a través de un concurso de rigurosa selección, el examen llamado Alianza (el cual ya desaparece con la imposición, por estos días, de la tal “reforma educativa”), en el cual, los aspirantes, además de exigirles el nivel de licenciatura, como mínimo, y varios otros papeles, deben de someterse a un difícil y mal elaborado examen, algo así como un concurso de oposición. “Pero fíjate que el examen es muy engañoso y tiene, además, muchos errores. Varias preguntas no corresponden con las respuestas que te dan como opción para contestarlas”, continúa Raúl su testimonio.
Aún así, su preparación es tan buena – “Me he dedicado a la música toda la vida” –, que no tuvo mayor problema en aprobar el examen. Y también cumplió a la perfección con todo el papeleo que le fue requerido. “¡Sí, hasta cartilla liberada me pidieron!”, exclama, con tono de entre enojo y sorpresa. Realmente es anacrónico que se siga exigiendo ese papel, considero, que constituye una forma más de autoritaria sujeción, aunada a todas las exigencias que de por sí sufrimos a diario los habitantes de este controlado país.
El examen fue el pasado mes de junio. Luego, más de dos meses pasaron para que tuvieran los resultados, los que debían de salir por internet. De casi 200 mil aspirantes para obtener una plaza de maestro en el nivel secundaria en distintas disciplinas, se quedaron alrededor de 10,000, platica Raúl. De esos, unos 1200 concursaron por plazas de educación artística. Sólo se quedaron 11, Raúl entre ellos, y además con muy buen puntaje.
Eso fue por octubre del 2012. “Me sentía muy contento, de verdad, pues era un reto para mí, y el que me haya quedado de entre tantos, fue una gran satisfacción”, comenta.
Y tenía la esperanza de que lo más pronto posible, realizara los trámites y comenzara a trabajar. “Me habían dicho que, incluso, desde que te ganas la plaza, te comienzan a pagar, sí, que te dan retroactivos… pero todo fue mentira, no, nada de eso. Como te digo, apenas me pagaron… seguro que se acabaron el presupuesto en la campaña del copetes, ¿no?”, agrega, medio burlón, refiriéndose a que en este país de mafias, en tiempos electoreros, en efecto, se emplean muchos millones de pesos en financiar costosos fraudes (que no campañas), como el vergonzoso asunto de las tarjetas MONEX, que, al final, el cómplice IFE, dio como veredicto que no había existido ningún fraude con esas tarjetas, así que no había ningún delito que perseguir hacia el candidato de la mafia priísta.
Todo eso tiene, desde luego, como telón de fondo, el criterio neoliberal, o sea, el capitalismo salvaje, empeñado en salvar a un decadente sistema en constantes crisis económicas y deterioro social. Sí, porque las mafias “neoliberales” en el poder recortan presupuesto en todo lo que se pueda, sea o no necesario, con tal de ceder parte de esa, digamos, riqueza social, a las corporaciones, asociadas, justamente, a las mafias políticas, sin las cuales su reinado no sería posible, no sería legitimado.
Basta con analizar algunas cifras del presupuesto aprobado para el 2013, y sale a la vista que, en verdad, la educación pública es un ramo no prioritario (que debería serlo, pues el futuro del país depende de que haya una mejor educación, tanto en el sentido artístico, así como en el científico). Para este año se aprobaron como gasto en educación pública $260,277 millones de pesos (mdp), lo que significa que no hubo prácticamente variación con respecto al presupuesto del 2012. En tanto que para los cuerpos represivos, encargados de aplicar con sangre las políticas coercitivas de la mafia en el poder, en efecto, hubo aumentos con respecto al año pasado. Así, a la Defensa Nacional, se le asignaron $60,811 mdp, 5.7% más que el año pasado y para la Secretaría de Marina, $21,865 mdp, 7.4% más que el año pasado (más aún que al ejército, como puede verse, quizá porque se le ha incrementado su participación en el llamado “combate al narcotráfico). Claro que las sumas combinadas, de ejército y marina, $82.676 mdp, no rebasan al de la educación, pero analizadas con más detalle, veremos la desproporción existente. Esa suma es casi el 32% de la asignada a la educación, pero si tomamos en cuenta a los elementos a los que sirve cada presupuesto, podremos establecer, en promedio, cuánto dinero se dedica a cada estudiante y a cada soldado o marino.
Con cerca de 260,000 elementos (sumando ejército, marina y fuerza aérea), el presupuesto conjunto para la represión distribuido entre aquellos, equivale a casi $318 mil pesos por cada uno. En contraste, el sistema educativo mexicano, cuenta con un número aproximado de 26 millones de estudiantes en todos los niveles. Así, se dedican sólo $10,000 pesos en promedio por cada estudiante al año. Esto significa que se destina casi 32 veces más dinero para sostener los servicios represivos de un soldado o un marino que a educar a un niño o joven mexicano.
Es un comparativo que nos dará una idea, como dije, de la desproporción existente entre gasto en educación, muy importante, y gasto en represión, vital para el control de la insurrección social, ocasionada por la aplicación tajante de un salvaje sistema económico que empobrece más y más a casi toda la sociedad (y quizá, por ello, fue que el fraudulento EPN haya prometido incrementar las “gratificaciones” de los soldados para finales del presente año, en previsión de los estallidos sociales que se presenten).
Y el testimonio de Raúl es más que evidente. “Mira, me dieron una plaza de doce horas a la semana, ocho de salón y cuatro de servicio. Me tocó en una escuela que está atrás del aeropuerto, cercana a mi domicilio. Pero desde el primer día, te llevas una muy mala impresión. Los salones todos descuidados, despintados, en mal estado. Igual con las bancas, viejas, que se ve que en años no las han cambiado. Y vas a los baños, sucios, a veces sin agua… a, pero, eso sí, ves las camionetas de lujo de los jefes… la directora, la subdirectora… o de los maestros que ya tienen muchos años trabajando, que son los que sí ganan muy bien, digamos”.
Pero fue peor cuando Raúl logró que, por fin, le dieran las llaves del salón de música. “Estaba para llorar. Un piano viejo, muy maltratado, tres guitarras sin cuerdas, una televisión también muy vieja… sucio, muy descuidado… realmente hice milagros para habilitarlo”.
Y aún así, Raúl se ha entregado con ahínco a enseñar música a los alumnos, a los cuales, el anterior maestro, no pasó de enseñarles a medio cantar el himno nacional. “Es estúpido, pero la misma directora sólo concibe a la materia de música para enseñar el himno nacional y ya. ‘Usted nada más enséñeles a cantar bien el himno, maestro’, me dijo, así, tajante”.
Claro que eso es absurdo, pues una vez que Raúl tuvo acceso al programa de la materia, también luego de mucho pedirlo (sólo había una copia y la tenía el saliente maestro de música), se dio cuenta de que es digamos que muy completo si se aplicara como tal. “Y eso hice, pues en una parte señala que en la materia se enseñará a tocar algún instrumento a los estudiantes”, dice.
Así, Raúl, muy entusiasmado, gastando de su propio dinero y pidiendo prestado, se aplica a enseñar música y a que toquen algún instrumento los estudiantes. “Es muy importante, pues la educación artística es la que ayuda a sensibilizar al ser humano, y si comienzas a enseñarla desde pequeños, mejor”, agrega. En efecto, expertos como Earl Shorris, fundador del Clemente Course in Humanities, sostiene que ayuda más a un niño, pobre sobre todo, enseñarle una disciplina artística (humanista), que entrenarlo para arreglar un motor de carro o realizar una instalación eléctrica (este es el concepto puramente llano de impartir entrenamiento técnico, pensando en que la única necesidad de un niño pobre es la de que aprenda un oficio para que se sostenga, cuando que es mucho más valioso que se le retroalimente su sensibilidad. El hecho de que no exista sensibilidad social, debido a la carencia de educación artística, especialmente en los sectores pobres, explica en buena parte el creciente problema de la descomposición social). También el artista inglés Antony Gromley ha declarado, con respecto a que en Inglaterra las reformas en los planes escolares están dejando afuera a las materias artísticas, que, de hacerlo, se estará creando una sociedad de simples robots, sin criterio, ni inteligencia. Así de importantes son, en efecto, las disciplinas artísticas y humanistas.
Como ni marcadores le dieron a Raúl, tuvo que comprarlos. También gastó en cuerdas para las guitarras, un proyector para impartir mejor sus clases, una laptop, cientos de copias. “Cincuenta minutos que dura la clase, no te alcanzan, así que he tratado de emplear computadora, proyector y copias, con tal de que me rindan esos pocos minutos. Y ya con el salón de música, más o menos funcionando, pues me es más fácil dar la clase”. Pero tanto se desdeña a la materia de música, que a Raúl además de sus grupos, le endilgan aquellos que no tienen clase porque el maestro en turno falta ese día. “Y en lo que puedo, pues les enseño algo de música… no me voy a poner a darles matemáticas o español, ¿no?”, me dice. Eso es en sus horas de servicio, las cuales, muy claramente, la subdirectora de la escuela le comentó que eran para que Raúl preparara sus clases. Pero desde el principio, en esas horas de “servicio” le encargan cuidar a grupos que estén sin maestro, porque éste falte. “Así que no, no son, en realidad para que prepare mis clases, sino casi, casi, para que cuide a los alumnos sin maestro, ¿¡qué te parece!?”, me dice, irónico.
Todos los gastos que ha hecho Raúl, han sido de muy buena gana, esperanzado en que el sueldo sería, al menos, decente, o sea, que le permitiera dedicarse a las clases, disminuyendo bastante su actividad en el estudio y con el cuarteto de cuerdas. Pero cuando hace unos días acudió a un cajero automático con la tarjeta bancaria que, desde que hizo los trámites, le exigieron que sacara, se dio cuenta de la miseria que iba a percibir, se sintió muy decepcionado, defraudado. Y está en la disyuntiva de renunciar o no, me dice, pues no considera, ya, dar clases, una opción de vida. “Ganas más dando clases particulares, en serio”, sentencia, decepcionado.
“Mira, es una burla, de verdad, pues te matas con los chavos, terminas ronco, cansado y hasta medio sordo de estar con cada uno enseñándole a tocar guitarra, piano, flauta… lo que sea, llegando temprano, checando tarjeta, gastando en las copias, en ropa nueva… en fin, todo lo que necesitas para dar las clases… ¿¡y que te salgan con miserables dos mil doscientos pesos a la quincena!?”, exclama, entre decepcionado y molesto.
Y lo entiendo, pues fue mucho el entusiasmo y la esperanza que tuvo de tener una entrada extra a sus ingresos, sobre todo realizando una labor a la que ha dedicado toda su vida. “Mira, a los chavos, de verdad que si les hablas bien, que vean que te dedicas a ellos, que les pones atención, te responden… y eso es muy satisfactorio que, incluso, muchos ya hasta están tocando la guitarra, por ejemplo”, dice, desilusionado.
Eso, porque es la opinión de todos los otros maestros, incluida la directora, que debía de ser duro con ellos, castigarlos, levantarles reportes. “¡Oye, si no es una prisión… hasta parece que quieren a un celador, más que a un maestro!”, reclama.
Y reitera las condiciones en que se encuentra la escuela y que cada vez se inscriben menos niños. “Fíjate, en una junta, hasta nos dijeron que hiciéramos labor para que se inscribieran más chavos”. Pareciera que la mafia en el poder requiere mostrar resultados con el número de alumnos inscritos y no por la calidad de la educación que reciban, eficientismo cuantitativo puro.
Y con profesores de la vieja guardia que siguen al pie de la letra el que la escuela reprima, más que educar, la ecuación se completa. “En una junta, dijeron que los alumnos fuman marihuana en los baños… ¿¡y cuál crees que fue la ‘solución’!?... ¡Pues cerrar los baños, hazme favor, y entonces, aunque los niños se estén orinando o defecando, pues no los dejas que vayan! Yo nunca he hecho caso a esas estupideces… a los niños debes de educarlos en libertad, no con exigencias, es la mejor manera de hacerlo”, dice Raúl, pensativo.
Y analizando su testimonio, concluyo que, como señalo arriba, en efecto, la “reforma educativa”, es una vulgar reforma laboral, destinada a reducir los salarios de los profesores al mínimo, deshacerse de los de la vieja guardia e introducir criterios de privatización de la enseñanza, con tal de no gastar tanto dinero en educación y mantener los presupuestos para ese rubro deprimidos, pero, eso sí, manteniendo altos los sueldos de la alta tecnocracia que forma la mafia en el poder, elemento clave de control social, junto a los cuerpos represivos, claro.
“A mí, ya me aplicaron la reforma, pues con doce horas, gano menos, incluso, que algunos amigos que tienen diez horas”, aclara. Sí, y es que se enteró de que ya no se pagará por horas, sino por minutos laborados. “Si, porque como las clases son de cincuenta minutos, estos miserables ya te pagan por minuto, no por hora y por eso ya gano menos”.
Y Raúl ha acudido a varias burocráticas instancias, en donde lo mandan de un lado a otro, sin que nadie le pueda decir a la fecha cuánto es lo que en realidad va a ganar. “¡Fíjate, el inepto contralor de la escuela hasta me dijo que ése, los dos mil doscientos, era mi sueldo mensual, salió peor! Y me mandan de aquí para allá y de allá para acá… y nada, nadie sabe cuánto voy a ganar realmente!”. Y para empeorar más las cosas, le han dicho que, incluso, hay un error en una de las claves de su salario y que para que se la corrijan ¡pasarán varios meses!
Otra vez se resalta que se está aplicando una absurda eficiencia presupuestal, que nada tiene que ver con que se logre una educación de calidad, pues un maestro no vivirá con cuatro mil pesos al mes, si es que ése es su sueldo real, pues tendrá que dedicarse a otra actividad forzosamente, con tal de percibir un salario que medio le alcance para vivir.
Esa es la realidad de la “reforma educativa”, lograr más con menos, sí, porque si el criterio es llenar al máximo a las escuelas, como dije, es cantidad y no calidad, la que se busca. Y los nuevos maestros que vayan ingresando, tendrán que conformarse con sueldos de hambre, pero serán los primeros de una nueva generación de mentores que habrán perdido muchos de los derechos laborales que sus antecesores tenían.
Sí, serán una especie de obreros mentales que controlarán a destajo a las masas de autómatas-consumidores tan necesarios al capitalismo salvaje.
“Mira, yo creo que renunciaré. No quiero seguir en esa porquería… y lo siento por los chavos, la verdad, con ellos me siento muy contento y por ellos, es que sigo aguantando tanta arbitrariedad”, me dice Raúl, ya por último. “Seguiré con mi estudio y tocando… prefiero eso, seguir siendo creativo, que acartonarme allí y morirme de hambre”.
Muy buena su decisión, considero.

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