Los caminos y carreteras pueden emplearse para acumular agua y controlar inundaciones
Por Adán Salgado Andrade
Una carretera o camino puede o no ser útil. Por ejemplo, si se trata de unir a una población aislada, es benéfico, pero cuando sólo se hace para beneficiar a una minera, que hasta se talen miles de árboles, será perjudicial, pues perturbará el medio ambiente local, por la desmedida tala de árboles, así como la remoción de tierras, el desvío de corrientes y otros factores que sólo perjudicarían esa región (es lo que sucedió con la depredadora y contaminante construcción del Tren Maya, pues implicó hacer sus vías en medio de espesas extensiones de selva. Ver: https://www.jornada.com.mx/notas/2022/03/12/economia/tren-maya-destructivo-ilegal-e-ilegitimo/).
Como dije, un camino puede ser útil si además de comunicar puede ser usado para remediar cuestiones como inundaciones o recarga de agua para usos agrícolas. Hay un proyecto holandés llamado Caminos Verdes Para el Agua (Green Roads for Water), “que tiene por iniciativa la de transformar la forma en que los caminos se construyen, incorporando el manejo de agua y reverdecimiento de áreas en su diseño y fabricación. El objetivo es mejorar las vidas y la resiliencia de las comunidades que viven cerca de esos caminos y reducir los impactos negativos, tales como erosión, inundaciones, sedimentos y polvo, mientras que se prolongue la duración misma de tal camino, reduciendo los daños que el agua le ocasiona”, como se señala en la página que está promoviendo esas nuevas tecnologías (ver: https://roadsforwater.org/).
En efecto, en México, esas técnicas podrían ayudar a que zonas que se inunden mucho o las muy secas, pudieran disponer de obras que son sencillas y no costosas para absorber agua excedente, evitando inundaciones, o también para almacenarla, y que pudiera servir para riego.
Desanima ver que eso no se aplique aquí o muy poco. Por ejemplo, en zonas áridas, podrían adaptarse los caminos para almacenar agua, si cada que lloviera, se almacenara en pequeños embalses (aquí, se les llama jagüeyes), para que se usara en la agricultura. He visto que nada de eso se aplica. Por ejemplo, hay un camino que va del pueblo de Huichapan a Maney, en Hidalgo. Hace años, estaba lleno de baches pues su mayor empleo es por transportes pesados que cargan cemento y sus derivados, porque hay una cementera de la empresa Cemex en Maney. Como tal empresa era la mayor usuaria, decidió rehacer todo el camino, empleando concreto hidráulico, muy resistente a las cargas de vehículos pesados en movimiento. El camino quedó muy bien, pero no se hicieron obras que contribuyeran a almacenar agua, tales como canales en las orillas, que condujeran las aguas de lluvias a depósitos en donde pudieran ser almacenadas, tal como indiqué al inicio, que también sirviera como un camino verde. Hubiera sido una gran idea, ya que se reacondicionó totalmente tal camino, haber hecho esas obras, pues la región, que es árida, se habría beneficiado. Las tierras agrícolas que bordean ese camino, ni se siembran por falta de agua. De haber existido los depósitos referidos, podrían haberse cultivado, aunque fueran las que estuvieran más cercanas a tales embalses.
Pero no se piensa más que en esos caminos como medios de comunicación y no como una forma de almacenar agua y evitar inundaciones.
Justamente el artículo del portal Yale Environment 360, republicado por Wired, titulado “Este plan radical para construir caminos realmente funciona”, firmado por Ben Goldfard, refiere que obras como embalses, canales y diques, “ayudan a controlar inundaciones, recolectar agua en exceso para riego y bajar mucho los gastos de mantenimiento. Un movimiento para reacondicionar los caminos existentes está ganando presencia” (ver: https://www.wired.com/story/this-radical-plan-to-make-roads-greener-actually-works/).
Una foto inicial muestra que, además de los canales, si se siembran árboles en las orillas de los caminos, éstos ayudan a evitar tolvaneras, las que muchas veces hasta peligrosas resultan, pues pueden provocar tolvaneras que hasta provocan accidentes. Además, los árboles, con sus profundas raíces, permiten la recarga de las aguas subterráneas y dan estabilidad a las tierras, evitando que los caminos se deslaven en inundaciones. La foto pertenece a un camino de piedra en Bangladesh.
Es en países pobres en donde más han funcionado, como en Kenia. Hay una región, Makueni, en donde viven alrededor de un millón de personas. “Nueve meses al año, la región es azotada por una larga sequía, en donde las siembras a duras penas se dan, además de tolvaneras. Pero dos veces en ese año, llueve intensamente, lo que inunda sembradíos y deshace los caminos de terracería. Michael Maluki, ingeniero de la región, adoptó las técnicas, dadas por la mencionada organización, Caminos Verdes Para el Agua, y la aplicaron en varios caminos. Ahora, el agua en exceso es almacenada en embalses, gracias a canales y tuberías, colocadas a ambos lados de los caminos, y sirve para regar las siembras cercanas de mangos, plátanos y naranjas”, dice Goldfard. También se construyen una especie de almacenadores que retienen arena saturada de agua, durante las inundaciones. La arena retiene agua y se construyen canales para recuperarla. “Un estudio realizado en un condado aledaño, el Kitui, halló que por cada $400 dólares gastados en realizar obras similares de bajo costo, incrementaron los rendimientos de sus cosechas en $1,000 dólares, además de que la temporada de tormentas es menos dañina ahora”.
Y se reducen también los costos de mantenimiento de los caminos, que al ser liberados de agua en exceso, se evita que se hagan baches o se deslaven, sobre todo, los de terracería, como indica Maluki. El agua en exceso es conducida por la propia superficie del camino (cóncava) hacia los canales y estos la conducen hacia los embalses. O por la porosidad, se infiltra y se va hacia los mencionados canales.
También se están reacondicionando caminos para hacerlos “verdes” en Etiopía, Tayikistán y Bolivia.
El Banco Mundial y otras instituciones de financiamiento, están invirtiendo en los caminos “verdes”, con tal de que se ayuden a sitios marginados y secos a resolver algunos problemas con el agua.
Los “Caminos Verdes para el Agua” fue concebida por Frank Van Steenbergen, un geólogo holandés y director de la organización MetaMeta, “una empresa social, muy involucrada en el manejo del agua y de los recursos naturales, con la misión de contribuir con soluciones prácticas para un mejor mundo, que se generalicen globalmente y que duren”, como se señala en su página (ver: https://metameta.nl/).
La idea la concibió estando en Pakistán, a principios de los 1990’s, en donde se encontró con las “gabarbands”, terrazas de piedra hechas por campesinos desde hace miles de años para capturar agua y tierra durante los monzones. “Eran el antecedente de los embalses y se colocaban a lo largo de las corrientes de los ríos, lo que Steenbergen asoció con caminos y de allí surgió el proyecto”.
El primer país en donde se aplicó fue en Etiopía, en la región de Tigray, “en donde los campesinos participaron en la construcción de canales o embalses o se limpiaron o se reconstruyeron los que ya estaban deteriorados. Los resultados fueron dramáticos y en el 2018, el nivel del manto freático se había elevado dos metros, lo que incrementó la productividad de los campesinos en 35 por ciento. Por cada kilómetro que se reacondicionó, se dieron beneficios por $17,000 dólares, cuatro veces la inversión gubernamental que se dedicó. Actualmente, ya casi todos los caminos de Tigray, han sido reacondicionados con al menos una forma de capturar agua”, dice Goldfard.
Y todo es, simplemente, capturar agua mediante los mencionados canales, diques, túneles y embalses.
Ya otras organizaciones están ayudando a naciones pobres a reacondicionar sus caminos y MetaMeta fue contratada por el Banco Mundial para que especifique técnicas constructivas y realce los exitosos resultados obtenidos. De seguir la tendencia, para el 2050, podría haber más de 24 millones de kilómetros de caminos pavimentados y decenas de millones de kilómetros de caminos de terracería reacondicionados.
Como siempre, no todo es ideal. En la Amazonia brasileña se ha hallado que la mayor deforestación se da cerca de los caminos y en Nepal, cerca del parque nacional Chitwan, los caminos “ocasionan dramáticas reducciones en el número de tigres que viven allí”.
O pueden rendir resultados mixtos, porque pueden acabar con corrientes (las que descienden de montañas, por ejemplo) o ayudar a que corrientes subterráneas sean descubiertas, y si son conducidas a través de tuberías y canales, podrían servir para dotar de agua a regiones secas.
Por ello es que Caminos Verdes Para el Agua, recomienda que sean caminos existentes los que se reacondiciones con las obras para capturar agua “o si tienen que hacerse nuevos, que realmente sean necesarios y que se hagan desde el inicio las obras para capturar agua”.
Tienen razón, pues con la corrupción existente, muchos caminos no son necesarios, son simples negocios. Y mejor habría que hallar otras formas para resolver problemas hídricos de regiones áridas.
Pero sí son una solución modesta para que el grave problema de las escasez de agua, que tiende a agudizarse año con año, se resuelva de alguna manera, sean bienvenidos.
Y, sobre todo, que no se vean como una forma lucrativa de enriquecimiento para alguien o para alguna empresa, sino que sean verdaderos proyectos sociales que nos ayuden a vivir y tener un futuro mejor.
Es lo deseable, en medio da tanta depredación y destrucción que hemos creado.
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