sábado, 11 de enero de 2020

Katja Kettu y su novela “La Comadrona”, un amor en medio de la guerra


Katja Kettu y su novela “La Comadrona”, un amor en medio de la guerra

Por Adán Salgado Andrade

Previo a la segunda guerra mundial., Finlandia sostuvo batallas contra la URSS, por cuestiones territoriales, durante la llamada “Guerra de Invierno” (Winter War). Luego, cuando Alemania le declara la guerra a la URSS, Finlandia se alía con aquélla, y de nuevo lucha contra los soviéticos. Al final, cuando la casi ya derrotada Alemania es asediada por los Aliados, Finlandia se pone en su contra y se une con la URSS. Eso es a finales de 1944 y hasta que concluyó la guerra (ver: https://en.m.wikipedia.org/wiki/Military_history_of_Finland_during_World_War_II).
Es en ese año, poco antes de que se enemistaran Finlandia y Alemania, en el que se desarrolla la novela “La Comadrona” (The midwife), escrita por la finlandesa Katja Kettu (Muhos, Finlandia, 1978), la cual recibió varios premios literarios por su crudeza.
La historia se basa en decenas de testimonios reales, sobre el cuerpo de enfermeras finlandesas, obligadas a trabajar en los campos de concentración que Alemania había establecido en Finlandia, cuando aún eran países “aliados”. Aunque Finlandia nunca fue sometida por los nazis, ni los finlandeses-judíos fueron perseguidos, sí le exigieron que sus fuerzas militares combatieran a los soviéticos. Y a los soldados y soldadas de la URSS que tomaban prisioneros los alemanes o finlandeses, los encerraban en esos campos de concentración.
Es justo en el campo Titovka, cercano a la frontera con la Unión Soviética, en donde tiene lugar la novela.
Tardíamente se tradujo al español, hasta el 2015, justo cuando se estrenó la cinta, titulada en inglés “The midwife”, dirigida por el también finlandés Antti Jokinen, la que igualmente ganó varios premios.
Es lo malo de algunas novelas de famosos de otros países, que suelen publicarse hasta años más tarde en español. Por eso, es mejor leer las ediciones en inglés, que son las que casi de inmediato se publican, si la novela es un éxito, claro.
En fin, sirvan todos esos antecedentes, para dar paso a la historia, protagonizada por la enfermera Schwester (fräulein Schwester), cuyo nombre nunca se menciona (aunque en la cinta, la llaman Helena), quien decidió trabajar en el campo de concentración de Titovka, pues una vez tuvo un encuentro con un teniente alemán de las SS, Johannes Angelhurst, quien estaba comisionado para tomar fotos de todo lo que sucedía en esos lugares, incluso, cuando se sepultaba masivamente a los que eran asesinados en grupos. Se enamoró perdidamente de aquél.
La historia es basada en ficticios diarios que el padre de la enfermera Schwester conservó guardados en una solitaria cabaña, que era conocida como la “Cabaña del Hombre muerto”, localizada en el fiordo del mismo nombre.
Y en esos documentos, el padre de la enfermera Schwester, conocido como “Cara quemada” (pues le había sido quemada con cigarrillos de soldados alemanes, apagados en ella, cuando lo tenían preso por supuesta traición), le platica a su hija de todo lo que había tenido que hacer para “salvar el pellejo”, de ser soplón tanto de alemanes, así como de los aliados. Y le dice que la ama mucho, así como a su fallecida madre.
Todos esos documentos son mencionados, al inicio, en unas “palabras preliminares”, por la nieta de Johannes y la enfermera Schwester, Helena Angelhurst. Sus abuelos protagonizan la historia de amor elocuentemente descrita en la historia (el personaje Helena también es ficticio. La novela se trata de presentar como un testimonio verídico, que construyó Helena, basada en los diarios. Pero, como señalé antes, es la suma de decenas de historias que convergen tanto en sufrimientos, así como al mostrar la dura vida de las enfermeras finlandesas en los campos de concentración).
Entonces, luego de conocer a Johannes, se enlista la enfermera Schwester en el campo de concentración Titovka, en donde él está asignado, para trabajar como tal, enfermera, asistiendo a mujeres parturientas, a las que, simplemente, daba sustancias para que abortaran. De allí el título de la historia, “La comadrona”, pues poseía un don natural para ayudar a las mujeres a concebir a sus hijos. Irónicamente, ella era infértil o, eso suponía, hasta que le llegó el momento de la apasionada intimidad con Johannes, que queda encinta, como veremos.
Los fetos que extraía a las prisioneras (productos de las acostumbradas violaciones diarias por soldados y prisioneros), se sumaban a la colección de Herman Gödel, quien era el demente comandante nazi que dirigía las operaciones en ese lugar. Era muy amigo de Johannes, desde la infancia, y frecuentemente lo hostigaba por su relación con la enfermera.
Dentro de todo el sufrimiento e inhumanos horrores vividos por los desdichados prisioneros (muertos en vida), la enfermera Schwester va relatando el proceso de cómo se fue enamorando más y más de Johannes, a pesar de que, muchas veces, él no le correspondió su amor como ella habría querido, sobre todo, cuando la traiciona con otra mujer, Lissu, una chica muy frívola, quien sólo buscaba “amarrarse” a un militar alemán de alto rango.
Mientras platica la enfermera sobre su tórrido romance (más de parte de ella), da cuenta de las cosas que se hacían en Titovka, cuando llegaban prisioneros, que, a muchos, los mataban de inmediato, y dejaban sólo a algunos, para trabajar, justo, en la vigilancia y aniquilación masiva de otros desdichados, especialmente los judíos rusos.
Ella, como señalé, era la encargada de que las prisioneras que eran dedicadas a aplacar los deseos sexuales de prisioneros y soldados, abortaran, mediante sustancias que ella les daba o, cuando no era posible, usando fórceps.
Justo fue lo que hizo cuando su rival de amores, Lissu, logró embarazarse de Johannes. Cuando Lissu la fue a ver para contarle del “milagro” de que se hubiera embarazado doblemente de Johannes, la enfermera le administra un fuerte sedante para dormirla y le arranca, llena de rabia, los dos fetos que, en efecto, se habían formado en su matriz.
La enfermera era aparentemente dura, pero sólo con quienes le hacían directamente daño. Sin embargo, se seguía conmoviendo con los horrores que veía, los que no comprendía muy bien por qué sucedían, como le comentaba a Johannes, a quien pedía explicaciones.
Una perra, Hela, que era la que se amarraba a algunos prisioneros, para evitar que escaparan, fue muy querida de ella. La siguió hasta la cabaña del hombre muerto, en donde fue asesinada, atravesada por una barra de acero por los enemigos de la enfermera (muchos y muchas la aborrecían, por terminar con la vida de infantes en gestación).
Masha es otro personaje, una niña rusa de trece años, que había sido tomada como prisionera,   quien es adoptada por la enfermera. Pero por mucho que la protegió, no pudo evitar que una ocasión fuera violada masivamente y que le dañaran sus orificios anal y vaginal, rompiendo el músculo intermedio. “Me costó trabajo limpiarle el excremento de su vagina, pero no podía hacerle la cirugía completa, pues estaba fuera de mis facultades”, hace una dramática reflexión.
En una ocasión, va con Johannes y Jouni, hermano de Lissu, a la cabaña del hombre muerto y allí, en una fría noche, tienen su primer encuentro íntimo, del que ella queda embarazada, a pesar de su edad y de que, le decían, no podía tener hijos, “pues de chica, te enterraste una rama en tu vagina, cuando te caíste un día de una bicicleta”. En realidad, era que un tío la había violado, quien la tuvo a su cargo desde niña, pues huérfana, como era (o creía), no tenía a nadie más que al tío y a la familia de él.
Es en esa cabaña, que halla, en un “precioso cofre de madera”, los diarios de Cara Quemada, que contienen bitácoras sobre los movimientos de los enemigos. Pero como era doble espía, trabajaba para aliados y alemanes. También la enfermera halla cartas de su padre, dirigidas a ella. La enfermera pensaba que su padre estaba muerto de hacía muchos años. Pero alguien le dice que Cara Quemada era su progenitor. “Bueno, ya no supe qué pensar, cuando me enteré que mi padre sí estaba vivo y era el hombre con la cara terriblemente deformada por quemaduras. Supongo que debió sorprenderme, pero ya nada lo logra”, reflexiona.
Como señalé, en esa cabaña, Johannes y la enfermera Schwester consuman su apasionado romance. Y ella logra preñarse, algo que la confunde, pero la alegra, pues siempre supuso que era infértil. Además, por su edad, 36 años, era más remota la posibilidad.
A partir de saberse embarazada del “amor de su vida”, su narración sobre el “gran romance”, se vuelve más profunda, más intensa, más atrevida, diciéndole que no le importaba morir por él, pues ya llevaba en sus entrañas al producto de su amor.
Luego de ello, la enfermera decide huir definitivamente de Titovka, cuando se dio cuenta que ya los alemanes eran declarados enemigos de Finlandia y que ahora la URSS sería su “aliada”, así que ya no era seguro que ella, una enfermera colaboracionista de los nazis, siguiera allí.
Regresa a la cabaña del hombre muerto con Masha y Hela, en donde se las arregla por varias semanas.
Allí, da a luz a su hija (la madre de Helena Angelhurst).
Johannes, quien ya también huye de los soviéticos, va a verla allí – habían jurado que en esa cabaña se encontrarían, sucediera lo que sucediera – y la encuentra, sola, pues Masha se había ido a Helsinki, junto con Jouni y Heta, la mujer de éste. No pudieron convencerla, a la enfermera, de que se fuera con los salvoconductos y pasaportes falsificados que todos tenían, para ponerse a salvo.
Llegó Johannes, tal y como le había prometido que se encontrarían en esa cabaña, y por varios días disfrutan de ese amor, tan anhelado por ambos. Y se alegra Johannes de tener a una “hija tan linda”.
En el epílogo se narra que, como ya en el fiordo del Hombre Muerto, tenían ordenado, quienes lo vigilaban, matar a cualquiera, pues sería tomado como un nazi, ambos son asesinados.
Pero la niña sobrevive.
Y esa niña, que tampoco tiene nombre, es la madre de Helena Angelhurst, la que posee los papeles de Cara Quemada, el padre de la enfermera, gracias a los cuales, ella puede reconstruir esa historia de amor. “Mis abuelos fueron asesinados, pero el producto de su intenso amor, mi madre, sobrevivió, a pesar de las condiciones tan precarias en las que nació”, cuenta.
Repito, la novela es la suma de testimonios de decenas de personas que vivieron cosas tan terribles, producto de una absurda guerra, que, como siempre, tuvo su origen en cuestiones económicas, por los sueños de grandeza de Hitler y su necedad de convertir a los alemanes en la raza dominante, sin importar tantas demenciales atrocidades, como las practicadas en los campos de concentración  (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/06/el-tercer-reich-el-gran-negocio-de.html).
Es una de tantas historias que han salido de ese conflicto y, aunque parezcan personales, seguramente tienen en común el haber vivido tantos horrores colectivos.
Por desgracia, cuando esto escribo, nuevas guerras se están gestando. En pleno siglo veintiuno, lo que menos se vislumbra es una duradera paz mundial.
La humanidad sigue sin entender que, con su beligerancia, se dirige a su mortífera eliminación masiva.