domingo, 22 de diciembre de 2019

Chantajes con celulares, desde cárceles, en Estados Unidos


Chantajes con celulares, desde cárceles, en Estados Unidos
Por Adán Salgado Andrade

Con cada avance científico, pareciera que nuestras vidas son más seguras. Pero no ha sido así. El uso más extendido del Internet o de los celulares, ha estado acarreando problemas cada vez más graves, los que, incluso, llevan a la muerte a cientos de personas anualmente en todo el mundo.
Por ejemplo, las redes sociales han provocado asesinatos, pues muchos de los usuarios exhiben muchos aspectos de su vida a través de ellas, lo que los hace vulnerables y caen presas de criminales que aprovechan el enterarse de esos detalles. Incluso, en ocasiones, los usuarios falsifican su personalidad, mienten al describirse, con tal de sacar ventaja de “relaciones amorosas”. Lo que, al final, tiene serias consecuencias, muchas veces, mortales (ver:  http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2010/11/las-banales-adictivas-y-riesgosas-redes.html).
Los criminales han encontrado en los teléfonos celulares, otro nicho para estafar, chantajear, asesinar y otros delitos. Y lo hacen, incluso, desde la cárcel. En México, por ejemplo, se han realizado crímenes cometidos por internos, desde las cárceles. A pesar de que, supuestamente, no pueden tener celulares los prisioneros, se las ingenian para poseerlos y cometer todo tipo de chantajes y delitos (ver: https://noticieros.televisa.com/ultimas-noticias/decomisan-telefonos-celulares-carceles-cdmx/).
Podría pensarse que en países desarrollados, como Estados Unidos (EU), no pasaría que los internos de una prisión tuvieran celulares, para cometer todo tipo de delitos. Sin embargo, parece que tienen más acceso en ese país a aquéllos, que, incluso, en México. La revista tecnológica Wired, publicó recientemente un artículo, firmado por Vince Beiser, en el que da cuenta de un caso particular, que le sucedió a un soldado retirado de la guerra en Afganistán, quien cometió el error de ponerse en contacto con una supuesta menor de edad, cuyos “padres” se comunicaron con él por “haber tratado de seducir a nuestra hija, menor de edad” (ver: https://www.wired.com/story/the-phone-call-from-hell/).
Jared Johns era un soldado estadounidense, retirado de la guerra Afganistán, en la que se mantuvo del 2012, al 2015. Dos amigos despedazados en un bombazo, que casi lo mataron a él y que cuando en un combate, que usó una ametralladora de 50 mm, le dijo a un amigo que pensaba que había matado a un niño, lo impactaron demasiado. Se dio a beber mucho, estando borracho, la mayor parte del tiempo.  Embarazó a una chica de por allí. Y cuando sintió desesperación intensa, trató de suicidarse con píldoras. Por eso, fue removido del ejército y lo mandaron a casa.
Por todo lo terribles que fueron los tres años en el frente, sufrió estrés post-traumático, así que casi cualquier cosa lo ponía ansioso, temeroso por tantos miedos que, desde la guerra, lo perseguían.
Sin embargo, el apoyo familiar, sobre todo, de su hermano gemelo, Jacob, lo ayudaron. Consiguió empleo como conductor de Uber y, luego, vendiendo planes y celulares en la tienda de AT&T local. Junto con su hermano, se mudó a un departamento. Y la vida, más o menos le sonrió.   
Tenía dos hijos, uno, el ya mencionado, en Afganistán, y otro, en EU. Con ninguna de las madres sostenía relación alguna. Ansioso de tener una nueva aventura sentimental, se suscribió a un sitio de citas. Un mal día, para él, lo contactó una chica, llamada Caroline Harris, quien, en su foto de perfil, se presentó usando un sexy sostén negro. Le dijo que “tengo 17 años, pero en septiembre, cumpliré 18”.
Jared, por su parte, le dijo que él tenía 24 años y lo de sus dos hijos, “tres, contando a mi perro”.
No pasó a más, pues Jared conoció por Facebook a Liza, con quien comenzó a tener una buena relación.
Días más tarde, recibió la llamada de un supuesto “detective”, quien le habló en nombre de los padres de Caroline Harris, que lo acusaban de “haber abusado” de su hija, menor de edad, y lo estaban demandando, por todos los delitos que su “insensata acción” ameritara.
Fue cuando comenzaron sus problemas. Comentó el asunto con su novia Liza, quien le comentó que le parecía extraño, sobre todo, porque Jared aseguraba que, fuera del inicial intercambio, nada había ocurrido entre ellos, ni él había sugerido nada, consciente de que la “chica” era menor de edad.
En realidad, se trataba de un chantaje, tramado por prisioneros de la cárcel Lee Correctional Institution de Carolina del Sur.
Beiser menciona a Doug Fodeman, quien se ha especializado en ese tipo de acciones, cuyo único cometido es sacar dinero de los ingenuos que caen. Ha publicado en un blog, varias formas en que los chantajistas se comunican con las víctimas, siendo las favoritas, militares activos o veteranos, pues son amenazados con que les dirán a sus superiores las “acciones tan bajas” que cometen.
Para desgracia de Jared, eso no sucedió, descubrir que se trataba de un chantaje. Quedó tan dañado por la acusación del supuesto acoso a “Caroline”, que, luego de escribir una carta, dirigida a sus padres, a sus hijos, a Liza, a su hermanos y amigos, en las que declaraba que no podría soportar lo sucedido, se suicidó.
Nadie se hubiera enterado de lo que llevó a Jared al suicidio, de no haber sido porque lo comentó con Liza, quien lo comunicó a los padres y familiares de él.
Su madre, revisó los mensajes de amenazas, tanto del supuesto “detective”, así como de los “sufridos” padres. Les dijo lo que habían ocasionado, reclamándoles que si no sentían vergüenza por haber provocado el suicidio de Jared.
Todavía siguieron amenazándola a ella, que decía que los denunciaría, que si no se calmaba, continuarían con sus acciones por el “daño ocasionado a nuestra hija”.
Pero un interno, que quiso permanecer en el anonimato, le dijo a Karen, la madre de Jared, que estaba dispuesto a ayudarla, a cambio de que ella le auxiliara a él, para reducir su sentencia.
Karen lo discutió con su familia y convinieron en acudir al denunciante anónimo.
Finalmente, las pesquisas dieron con los internos. John William Dobbins, de 59 años, y Carl Richard Smith, de 43, quienes, desde hacía años, chantajeaban a personas mediante celulares ilegales.
“Los celulares en las prisiones, son el problema de seguridad número uno en Estados Unidos”, dice Bryan Stirling, director del Departamento de Correcciones de Carolina del Sur. Señala Beiser que se le puede perdonar por sonar tan redundante. En todo caso, los problemas de suplantación de personalidad son la punta del iceberg, ya que en ese estado han habido muchísimos casos relacionados con delitos cometidos desde la prisión mediante celulares. En el 2010, un oficial correccional recibió seis disparos en su hogar, en un ataque dirigido por un prisionero, desde su celular. Y en 2018, hubo un motín en una prisión, originado mediante celulares, con los que también se filmaron las terribles peleas, las que dejaron siete muertos.
Y a pesar de los intentos por bloquear las señales de los celulares en las prisiones, no ha sido posible. Por un lado, es la presión de las propias empresas telefónicas que se oponen a ellos, invocando que es derecho de toda persona el comunicarse. ¡Vaya invocación, a pesar de los chantajes que se hacen y los muertos que la acción de los prisioneros deja, usando ilegales celulares! No cabe duda que el capitalismo salvaje, solamente protege sus mezquinos intereses, aunque eso signifique la muerte de muchas personas.
Por otro lado, no es tan fácil bloquear las señales. De hecho, la prisión de Lee, desde la que operaban Dobbins y Smith, había gastado 1.6 millones de dólares en un sistema de bloqueo de señal, que estaba funcionando, al momento de que esos dos se habían comunicado con Jared.
A pesar de que las evidencias demuestran que esos infames hombres fueron los autores del chantaje que mandó a la tumba a Jared, no lo aceptan. Y sólo Dobbins dice “sentirlo”. “Caray, soy un padre y abuelo, ¿cómo no he de sentir esa muerte y ponerme en el lugar de la madre y del padre y de la familia?”.
Pero hasta ahí. De hallarse culpables, estarían otros diez años en prisión, sumados a los que están cumpliendo (Dobbins está en “libertad condicional”. Tendría que reingresar al penal, si se comprueba su responsabilidad)
Así que seguirán, seguramente, esos chantajes, concluye Beiser.
Y el blog de Fodeman, también continuará con sus consejos  gratuitos, con tal de que menos sean las víctimas de criminales inconscientes, cuya única finalidad es sacar dinero, cueste el dinero o vidas que cueste.
Yo recomendaría, además, que dejen de buscar los hombres, peligrosas relaciones de “amor” por Internet. No hay nada como conocer una persona cara a cara.