sábado, 9 de julio de 2016

De visita y conversando en la Huasteca Hidalguense



De visita y conversando en la Huasteca Hidalguense
por Adán Salgado Andrade

Huejutla de Reyes, Hidalgo. Después de veintiún años, circunstancias familiares me hacen regresar a este lugar, que hace tiempo rebosaba de recursos naturales, tales como exuberantes bosques, caudalosos ríos, varias especies de animales y vegetales típicos del lugar y otras características que le han dado a esa región hidalguense, conocida como huasteca, una gran riqueza de biodiversidad y equilibrio ecológico, lo cual abarca sólo una pequeña área de la superficie de Hidalgo (de hecho, colinda con las otras tres huastecas, la veracruzana, la potosina y la tamaulipeca).
Por desgracia, son cosas que, ahora que he regresado, constato que se han ido acabando con el avance “civilizador” de este depredador sistema capitalista salvaje.
El traslado hacia el sitio, si no se tiene auto propio, debe de realizarse por medio de una de las dos líneas que monopolizan el transporte de la región, Futura o ADO, a bordo de autobuses que se dicen de “primera”, prometiendo aire acondicionado, asientos numerados y proyección de películas, pero que violan lo que ofrecen, pues, para comenzar, no salen a tiempo (el que tomé, tenía hora de salida a las 14:00 horas, pero lo hizo hasta las 14:35). El aire acondicionado todo el tiempo es necesario, pues en la mayor parte del camino el clima es caluroso, además de que los transportes tienen ventanas selladas, por lo que no hay ventilación y se depende de aquél. Sin embargo, tampoco lo mantienen todo el trayecto (como las unidades no son recientes, alega el conductor que el aire acondicionado quita potencia al motor y aumenta el consumo de combustible). Ni tampoco se respeta el cupo máximo, al ir subiendo pasaje durante el recorrido, por lo que varias personas deben de viajar paradas, con las molestias que ello ocasiona, debido a que la sinuosidad del camino precisa de estarse sujetando todo el tiempo de donde se pueda. Ello evidencia la falta total de respeto de las empresas camioneras a los usuarios –  la mayoría, gente trabajadora, de limitados recursos –, las que, con tal de maximizar sus ganancias, retacan sus unidades, muchas de las cuales carecen de mantenimiento adecuado y tienen ya varios años de servicio, sin importar si causen molestias a los pasajeros o que se descompongan o, peor aun, que puedan sufrir accidentes, graves muchos de ellos. Intenté reportar la demora del autobús, pero cuando me contestaron del número en el que se indica que se debe de hacer la queja, la llamada se “cortó” y no fue posible comunicarme de nuevo. Todos esos problemas se agravan porque no se ve que la gente se queje, sino, al contrario, ya se le nota acostumbrada a tanta molestia y a aceptar tan malos servicios resignadamente. Y si no hay quejas o son muy de vez en cuando, la empresa ni se preocupará por mejorar su malo y hasta peligroso servicio.
El viaje se realiza, la mayor parte del recorrido, por una accidentada y sinuosa carretera que cruza y bordea una montañosa ruta. De allí que, aun en la actualidad y con tramos que han pretendido hacer de cuatro carriles, es un viaje que lleva por lo menos siete horas y media en autobús o unas seis en auto, y eso si no llueve o hay neblina, pues entonces se alarga aun más el recorrido.
De hecho, por las constantes demoras del conductor por retacar el autobús, a pesar de nuestras protestas, alargó el viaje ¡ocho horas y media!, más allá de las “seis” que, mentirosamente, asegura la taquillera que lleva el recorrido.
Así que para pasar lo mejor posible tanta incomodidad, calor, sacudidas… hay que leer o entablar una plática.
Esta la hago con un joven de no más de veinticinco años, con el que intercambio unos minutos de conversación, se llama Anastasio. Lo que Brevemente me refiere, resulta dramático. Resulta que viene de Pachuca, en donde estuvo seis días a las afueras de un hospital, pues no tuvo dinero para pagar un hospedaje adecuado, siendo un humilde campesino, que sólo tiene trabajo tres meses al año, como refiere. “Siembro maíz, pero casi nomás es para mi familia y para mí… casi no vendemos, porque no nos conviene venderlo, lo compran muy barato, mejor nos lo comemos. Y pues trabajo a veces de albañil o de peón… de lo que caiga. Me pagan ochenta o cien pesos, si bien me va, pero nada más trabajo tres meses al año”, dice. Me pregunto ¿cómo sobrevivirán su familia y él el resto del año?
En efecto, su drama es el que viven millones de pobres campesinos en este país, a los cuales, la mafia en el poder sólo presta atención cuando son votaciones y son acarreados o cooptados para que voten por tal o cual mafioso que les prometa que hará esto o aquello por mejorar su mísera vida y sus extremas carencias, pero que ya, una vez elegido, nada cumple y sólo los reprime o hasta asesina, cuando le exigen que haga lo prometido (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2007/12/apertura-total-del-agro-mexicano-al-tlc.html).
Anastasio tuvo que estar al cuidado de su hijo de dos años, al que por vacunarlo descuidadamente en la pierna, como es muy común en los casos de negligencia médica con gente humilde, le provocaron una infección. “Me dijeron que necesitan dos donadores, porque como le han estado poniendo sangre, pues a fuerza se necesitan, pero no sé a quién decirle. Por eso voy de regreso a San Felipe – lugar en donde vive, a una media hora de Huejutla –, para ver si alguien de mi familia quiere donar sangre”, me dice, bastante acongojado. Y es allí donde, al recordar tantas estupideces que dicen los mafiosos en el poder, de todo el “bienestar” que pregonan, de que se “preocupan” por la “salud de los mexicanos”, de todo cuanto presumen que se ha logrado, todo eso ¡se viene abajo!, al escuchar testimonios tan dolorosos, como el de Anastasio, cuyo hijo se debate por sobrevivir de una infección ocasionada por un “descuido” médico y que, a pesar de eso, no recibe la atención adecuada y su padre tuvo que dormir en la calle seis días, a falta de dinero para el alojamiento y, encima, debe de conseguir donadores para que ¡se lo sigan atendiendo! Esa es la “justicia social” que tanto pregona la corrupta, hipócrita, represora, asesina mafia en el poder.     
Sin saber qué decir, más que unas palabras de ánimo, de que “vas a ver que se va a poner bien tu hijo”,  decido contemplar el… ¡devastado paisaje!
Es cuando se compara éste con los recuerdos, que claramente indicaban que en tal sitio abundaban árboles y ahora casas o deforestadas tierras ocupan su lugar. Por ejemplo, los alrededores de Pachuca, antes llenos de bosques, ahora son ocupados por casas, constatándose el anárquico crecimiento que la mayoría de las urbes del país mantienen, sin importar que ese sobrepoblamiento se haga en sitios adecuados y se cuente con las condiciones propicias para dichos asentamientos, tales como agua suficiente, drenaje, electricidad, vías de acceso… y así, siendo, la mayoría, sitios que albergan a pobladores que viven en malas o pésimas condiciones de vida, que se han ido creando como producto de corrupción, cooptación de las mafias políticas, pobreza y necesidad de los que allí se van a vivir, aunque sea en las faldas de un cerro.
Ese es, pues, el “avance incesante” de la supuesta “modernidad”, que se destruyan o deforesten áreas verdes para albergar una nueva tienda de “conveniencia”, un hotel, un carril de carretera adicional, una plaza comercial,  asentamientos irregulares… y así. De hecho, la carretera por la que circulamos, se construyó hace unos cuarenta y dos años, principalmente como vía de acceso para los tractocamiones que transportan el manganeso y el azufre extraídos por la empresa minera Autlán, la que ya lleva unos cincuenta años operando allí y es responsable de mucho del grave daño ecológico provocado en esa región, aledaña al municipio de Xochicoatlán. Según el activista Marco Antonio Moreno, la actividad de esa depredadora minera ha destruido más de doscientas hectáreas de bosques, dañado fauna y flora, además de contaminar severamente ríos y otros cuerpos de agua, con la total complicidad de las mafias estatales y federales, como ya es sabido (ver:  http://www.jornada.unam.mx/2015/08/07/estados/031n1est).
Así que si sólo una empresa ha ocasionado tanto daño, imaginemos todo lo que han provocado la anárquica urbanización, “ampliación” de carreteras (sólo en tramos, lo que, realmente, no justifica tanto daño), deforestación por la tala clandestina inmoderada, sembradíos en plenas zonas boscosas (a falta de políticas adecuadas de la mafia en el poder por apoyar al campo y de tierras, muchos campesinos talan árboles de zonas boscosas para sembrar, con lo cual aceleran ellos mismos la destrucción de su entorno), contaminación, incendios forestales… por ello es que, contemplo con gran tristeza, lo que el paso de los años ha ido ocasionando en tan rica zona, la que se considera que ha perdido más del 90% de su flora nativa y, ni se diga, de su fauna.
Existen muy pocos estudios de los enormes daños causados a esa región, pero uno realizado en el 2008, muestra que, en efecto, los ocasionados a fauna, flora, suelos aguas y recursos de la huasteca hidalguense son graves o muy graves, y todo con la complicidad y beneplácito de las mafias en el poder estatales y federales, corresponsables de tal ecocidio (ver: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-49992010000300006).
Y luego de haber pasado tantos inconvenientes en el transporte, de haber presenciado toda esa destrucción, deforestación y tantas infamias, llego en medio de una tormenta, finalmente, a Huejutla, pasadas las diez de la noche. A pesar de la intensa lluvia, se siente calor, como si se estuviera dentro de un baño de vapor.
Como voy hasta Huautla, municipio distante unos treinta kilómetros, aún debo de tomar un taxi, que, por fortuna, todavía encuentro a uno haciendo base, con el que acuerdo un precio de doscientos cincuenta pesos, casi cuatro días de salario mínimo (imposible viajar si se percibe sólo ese sueldo de hambre). Es muy caro el transporte público en ese estado – en general, en todo el país es caro, montando más de la tercera parte de los ingresos mensuales de las familias trabajadoras –, en donde más del setenta por ciento de la población vive en la pobreza, igual que en el resto del país.
Hago la plática con el conductor. Se llama Ricardo y, según él, no había llovido hacía más de un año. “¡Usted trajo la lluvia!”, exclama, contento de algún modo, pues explica que por la sequía “y vaya usted a saber por qué otras cosas”, tenía más de un año sin llover. “Fíjese, aquí, antes, no pasaban de los treinta y dos o, póngale, cuarenta grados, cuando mucho, de calor, pero en este año hemos tenido ¡hasta cincuenta grados de temperatura! No se aguanta, de verdad, nada más está tome y tome agua. Yo, un día, me tomé, sin exagerarle, quince litros de agua, porque, de verdad que me estaba deshidratando”. En efecto, por mis propios recuerdos de hace muchos años, me consta que aunque siempre ha sido Huejutla un sitio caluroso, no llegaba a los niveles a los que Ricardo narra.
De acuerdo con testimonios que más tarde me dieron familiares que también viven en Huejutla, “sin clima – aire acondicionado –, no es posible vivir”. Me contaron que el aire acondicionado procuran usarlo sólo en las noches, para que puedan dormir, porque, en efecto, el calor que sentí en esos momentos es bastante, a pesar de la lluvia y de ser ya de noche. Aun así, la cuenta que ellos, en particular, pagan, es de mil quinientos pesos bimestrales, lo que evidencia lo cara que es ya la electricidad en este país, en donde CFE produce ya menos del cincuenta por ciento de lo que requerimos y el resto lo generan productores privados, españoles la mayoría, bastante caro. Me pregunto, entonces, ¿cuánto pagarán los que usen todo el tiempo aire acondicionado? Y ni imaginar cómo puedan vivir las personas que no tienen ingresos suficientes par asumir ese gasto. ¡Seguramente estarán mojándose a cada rato!
También me platicó sobre las recientes elecciones, que hay agitación social porque en ese municipio ganó Encuentro Social, a pesar de que la mafia priísta, con sus corruptas triquiñuelas, obtuvo la gubernatura en el estado. Revisando los resultados electorales, veo que, en efecto, Encuentro Social superó por más de 4600 votos al PRI, aunque sólo votaron 57.11% de los ciudadanos (ver: http://www.ieehidalgo.org.mx/images/PDF/Laminas_ayuntamientos.pdf).
Así que para el hampón Omar Fayad, el “gobernador electo” fue humillante y por eso sus esbirros y grupos de choque han tratado de boicotear dicha victoria.
Dice Ricardo que las hordas priístas de ese municipio están agrediendo en muchos lugares a la gente y que por eso ha habido problemas, que hacen retenes y han golpeado a varios. “¡Uy, esos tipos se enojaron mucho!”, exclama. Explica que los Fayad mantienen un feudo en Huejutla y, en general, en Hidalgo. “Fíjese, antes, tenían matones a sueldo, que, por puro gusto, a la gente, la arrastraban con caballos o con carros y la mataban. Mucha de las tiendas grandes son de ellos, bodegas, todo… no han dejado que entre nadie aquí, ni plazas, ni cines”. Dice que, por ejemplo, se han querido establecer allí tiendas de autoservicio como Walmart u Oxxo’s, pero que no los han permitido. Podría pensarse que eso es bueno, que no hayan dejado al monopolio Walmart establecer allí sus monopolios, pero no lo han hecho en beneficio de la gente – por tantos problemas que ocasionan esas tiendas, como el acaparamiento del comercio o la desaparición de empleos –, sino que para que sus propios negocios sigan manteniendo el control que hasta ahora han tenido. Nada loable, pues. “Han querido construir varias plazas y cines, pero no los han dejado. Vaya, ni el mercado han dejado que se amplíe, y eso que viene mucha gente de muchos lugares, de Pachuca, de Tamoyón, de las comunidades, pero no dejan”. Ni cines menciona que han permitido y el único que existe es “uno muy viejo y feo, que casi nunca está abierto”.
Se refleja todo eso que dice Ricardo en el sentido de que Huejutla no parece propiamente una ciudad, sino una especie de “pueblote”, que ha crecido anárquicamente. Se le ha mantenido en una especie de ruralidad para favorecer los muy mezquinos intereses de los Fayad y compinches. “Mire, allí había montes, muchos árboles – me señala un sitio a la derecha de donde circulamos –, pero los han cortado para poner casas… ya hay muchas casas, pero humildes… porque la gente se viene a vivir en donde puede, son priístas y nada más los usan, por eso les permiten que vengan a vivir así, aunque estén tan mal”, declara. Claro, son la carne de cañón, que tanto requieren los mafiosos en el poder, reflexiono.
Ya, metido en la conversación, platica sus anécdotas. Dice que tiene poco que regresó a Huejutla, pues se fue casi 18 años a trabajar a Reynosa, Matamoros, Altamira y terminó en Tampico. En este lugar, trabajaba con una persona que tenia una empresa de fabricación y distribución de artículos plásticos, pero que al dueño, como ya es común en este país de mafiosos en el poder y criminales coludidos, le cobraban cuotas delincuentes locales, y que por más que trató de cambiar su lugar de operaciones, nunca logró que lo dejaran en paz, hasta que le mataron a cinco empleados y le robaron, por lo que tuvo que dejar el giro (véase hasta dónde estamos de desprotegidos los ciudadanos comunes ante los hampones de la calle y del poder que controlan este país).
Casi quedó en la ruina. A Ricardo, medio lo liquidó, le dio 45 mil pesos, pues le dijo que ya no podía más y cerró. Aquél, se tuvo que regresar a Huejutla.
También tenia allá un taxi que manejaba por las tardes y que gracias a eso, sacaba un poco de más dinero. Dice que su esposa era de descendencia cubana. “De verdad que tiene un cuerpazo y está bien bonita”, exclama orgulloso. Concibió dos hijos con ella. “Uno ya tiene catorce años y el otro, doce”, dice, pero que “como me puso el cuerno, pues ya no regreso con ella”, se lamenta.
Agrega que en ese tiempo que estuvo en Tampico, hace unos diez años, había muchísima violencia, por los constantes “ajustes de cuentas” entre bandas rivales y la corrupción policial, que nada hacía al respecto y, al contrario, se aliaba con el mejor postor. Por lo mismo, casi a diario había muchos muertos. “Sí, luego amanecían estudiantes universitarios asesinados, en fila, acomodaditos, y con el tiro de gracia o policías muertos, colgados, mujeres policías con los senos cercenados, gente decapitada, tirada en la calle… y así, todo por el control de la droga”, describe muy explícitamente. Tenía como clientes de su taxi a chinos, coreanos, sobre todo a coreanos, que le pedían que los llevara con sexoservidoras y que eran muy espléndidos. Refiere que unos de ellos establecieron una fabrica de piezas automotrices, pero que no se explica como es que a ellos no los molestaban los mafiosos, de lo que, especulamos, que quizá haya sido porque no se querían meter aquéllos en problemas internacionales, pues habría implicado inmiscuirse con extranjeros y quizá, entonces sí, la mafia en el poder local los habría metido en cintura. “Puede que sí”, dice, pensativo.
Comenta que una ocasión que recogió a un hombre, se acercaron varios matones en una camioneta y, sin más, rafaguearon a aquél y quedó muerto, colgando de la puerta, la que dejó toda ensangrentada. Aterrado como estaba Ricardo, todavía uno de los matones se le acercó, diciéndole “Tú no has visto nada, compa, así que jálate”. Ricardo se fue del lugar, espantadísimo, guardó el taxi, lavó la sangre y esperó unos días a que se le pasara la impresión. “Pero ya Tampico está más tranquilo porque ahora vigila la marina y no son tan corruptos como los policías, ¿me entiende?, como que mantienen controlada a la delincuencia”, dice. Le pregunto que si hay muchos robos o secuestros allí en Huejutla y me dice que no muchos. “Cómo le diré, sí hay delincuencia, pero la tienen controlada, ¿no?, con que pague sus mordidas o no se meta con cierta gente, pues los dejan”, declara. Esto habría que entenderlo en el sentido de que se establecen zonas de control entre los grupos delictivos, asociados con los mafiosos en el poder y que mientras no se “rompan” tales compromisos, todos felices y tranquilos (algo detestable y cínico, que se ha dicho mucho, de que la mafia priísta mantenía la paz social porque respetaba los pactos que tenía establecidos con los distintos cárteles de la droga, a los que mantenía tranquilos en sus respectivos territorios, como lo que en su momento hizo el capo Lucky Luciano. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2014/08/la-estructura-mafiosa-de-los-poderes.html).
Llegamos por fin a Huautla. También está lloviendo. La plaza principal está ocupada por la feria, así que no podemos avanzar mucho, por los puestos y los juegos que hay instalados. Bajo del auto y camino hacia el domicilio de mis parientes, notando algunos cambios hechos en el lugar, como la pavimentación de todas las calles, así como obras suntuarias, superfluas, tales como haber cubierto casi todo el parque con un gigantesco techo de lámina, nada estético, para que sirva como una especie de auditorio, pero que muy probablemente, el munícipe que lo haya ordenado construir pensó más en la fastuosidad, con tal de justificar el enorme gasto que debió de haber tenido tal obra, más que la cuestión estética o, incluso, ecológica, pues en el sitio no existen más los árboles que antes estaban allí. El quiosco, a su vez, está digamos que ampliado con un techo hecho de ladrillo, algo más estético que el feo, metálico galerón al que me referí antes. Repito, parecen obras inconexas, hechas por distintas mafiosas administraciones, con tal de justificar los altos costos que debieron de haber tenido.  
Llego por fin a la casa de mis parientes. Allí, paso una velada en la fiesta familiar por la cual acudí al lugar.
Por fortuna, llovió toda la noche, por lo que la temperatura al día siguiente es agradable.
Al otro día, hago un recorrido para ver los ”cambios” hechos en ese municipio, cuyo nombre significa lugar de las águilas, las que, por desgracia, ya no se ven por ningún lado. Como dije antes, se aprecia la destrucción que ha sufrido el medio ambiente del lugar. Más y más casas han ocupado áreas boscosas. El pavimento también ha cubierto zonas de jardines.
Como señalé, las nuevas obras “publicas” que se han hecho, no han seguido un patrón uniforme, estético, sino que claramente se ven construidas al capricho de quien las ordenó. Por la feria y el tradicional tianguis que se sigue colocando los domingos, al final del día, abundan los montones de basura, otro símbolo del “progreso” de este sistema capitalista salvaje que todo lo degrada, lo ensucia, en aras del “avance”.
En resumen, lo que noto no es un crecimiento armonioso, parejo, sino anárquico, de obras suntuarias, como un bulevar por aquí o un galerón por allá, pero que no responden precisamente a un plan integral que haya buscado realmente el desarrollo del municipio.
Y no hay mucho qué hacer en Huautla, pues existen pocas fuentes de trabajo, debiendo mucha de la gente emigrar a sitios como Huejutla o el más alejado Pachuca. La mayoría de mis parientes han sido o son maestros, que es una de las profesiones más abundantes del lugar. Ya varios se han jubilado y han tratado de dedicarse a otra cosa, debido a lo magro de sus pensiones, y han abierto algún restaurante o alguna tienda.
Y justamente lo que abundan son los giros comerciales, como las tiendas, casi una al lado de la otra, fondas, puestos de dulces y así, lo que evidencia que cada quien se las ha arreglado como ha podido.   
Pero, fuera de eso, del crecimiento anárquico del pueblo, las condiciones de miseria prevalecen. Se ve en la gente que acude al tianguis a tratar de vender sus mercancías, como maíz, frijol, piloncillo… y así. Son campesinos, hombres, mujeres, de las comunidades vecinas, que tratan, de ese modo, de obtener un ingreso extra. Son a los que despectivamente se han referido como los “que no son de razón”, racista resabio de la herencia colonial maldita y que, por desgracia, aun prevalece, a pesar de los años. Eso no ha cambiado desde que tengo memoria.
Es lo que, justamente, evidencia el desigual “desarrollo” de la región, si así se le puede llamar, la que cada vez empobrece más y más, se depredan sus recursos, se agotan sus tierras, se cortan sus bosques, se contaminan sus aguas… y los beneficios de tal depredación, de tal destrucción, son para unas cuantas mafiosas empresas extractivas o grupos de poder, pero no para la gente, cada vez más hundida en la miseria y en las crecientes carencias.
Eso es, pues, lo que luego de tantos años, hallé en la Huasteca Hidalguense, una zona antes rica en recursos, que se ha ido depredando aceleradamente, como sucede en todo este secuestrado país, en donde prevalecen los intereses de las mafias políticas y empresariales, las menos interesadas en que la riqueza ecológica y el bienestar social se preserven.
Sí, muy triste lo que vine a ver.

Contacto: studillac@hotmail.com