domingo, 25 de junio de 2023

La mezquina mercantilización de la salud

 

La mezquina mercantilización de la salud

Por Adán Salgado Andrade

 

La salud es uno de tantos lucrativos negocios del capitalismo salvaje. Si enfermamos y tenemos recursos para curarnos, no tendremos problemas, aun cuando se trate de una enfermedad rara, como las más de seis mil existentes en el mundo, con unas que tienen apenas unas decenas de personas que las sufren (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/05/conviviendo-con-una-persona-con.html).

Pero, si no tenemos recursos, hasta una gripa nos puede matar.

Mi compañera de vida, tiene una enfermedad debilitante, no determinada aún, caracterizada por rápido cansancio, aunque sea breve el esfuerzo físico que haga. Hace poco le tuvieron que hacer unos caros estudios, para determinar si era autoinmune el mal. Fueron poco más de cuarenta mil pesos. Y tan especializados, que tuvo el laboratorio en donde se los practicaron, el Quest (estadounidense), que enviarlos a Estados Unidos, para que fueran analizadas las muestras de sangre que le extrajeron a Viridiana, mi compañera. Las noticias fueron buenas, pues no le detectaron problemas inmunes, pero malas, porque todavía seguimos sin conocer lo que tiene.

Una muy buena reumatóloga que la está atendiendo – a $1,200 pesos cada consulta –, especula que pudiera ser la enfermedad degenerativa de Pompe (ver: https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-enfermedad-pompe-nuevas-perspectivas-terapeuticas-13114087).  

Por ser tan rara, le practicaron un examen de sangre en los mencionados laboratorios Quest, sobre todo, por el interés médico, pues de acuerdo con la reumatóloga, sólo existen en el país unas 35 personas padeciéndola. Ese examen habría costado cerca de seis mil pesos. Si la tuviera, por ser tan rara, el IMSS, provee de tratamiento.

Aparte, le tuvieron que practicar una biopsia muscular y de nervio, para también, por ese medio, determinar lo que tiene. Tuvo un costo de quince mil pesos, además de otros mil más, por los medicamentos que le recetaron para el dolor y para evitar infecciones. Muy invasivas resultaron, pues no puede caminar bien (otros costos, son los de los taxis de aplicación, pues el hospital en donde se la practicaron está a más de una hora de distancia).

Al momento de escribir estas líneas, todavía desconocemos cuál vaya a ser el diagnóstico. Ya, cuando lo sepamos, se los estaré comentando en otro artículo.

Hice toda la introducción anterior, para referirme a la especulación que se hace con la salud que, como dije, si tenemos dinero, mientras el mal no sea mortal, podremos curarlo o mitigarlo, al menos.

Las farmacéuticas investigan algún nuevo medicamento, siempre y cuando los pacientes a los que se dirija, abunden y tengan recursos. En Estados Unidos, por ejemplo, tantos jubilados que perciben buenas pensiones, padecen enfermedades crónicas, como diabetes, cáncer, Alzheimer y otras, que pueden pagar mediante  sus seguros médicos o las instituciones gubernamentales como Medicaid o Medicare. Y pretextan excesivos gastos de investigación para venderlas a precios exorbitantes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/04/medicinas-caras-y-medicinas-falsas.html).

Esas prácticas mercantilizadoras de la salud, por desgracia, se imponen también entre los doctores, pues aseguradoras y hospitales, se encargan de que su actividad rinda ganancias óptimas, las que se priorizan, por encima de la salud de los pacientes, y si hay que retrasar tratamientos o “diagnosticar” males que no tienen, con tal de ganar más un hospital, lo harán. Y es algo que sucede en todo el mundo. En México, por ejemplo, cuando una mujer embarazada que está por alumbrar, aunque vaya bien y pueda hacerlo por parto natural, la engañan con que es de riesgo y debe de pagar una costosa cesárea (ver: https://www.nytimes.com/es/2017/08/28/espanol/america-latina/una-epidemia-de-cesareas-innecesarias-en-mexico.html).

Además se dan diagnósticos erróneos, muchas veces a propósito, con tal de cobrar más un doctor que trabaje en un caro hospital, presionado por éste (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/09/chica-murio-por-negligencia-medica-en.html).

Eso miso sucede, pero maximizado, en Estados Unidos, en donde el sistema de salud está controlado por empresas financieras, aseguradoras y hospitales privados, quienes exigen a los médicos que practiquen una medicina para satisfacer sus mezquinos intereses de ganancias máximas, no para curar realmente o retrasar la sanación.

El artículo del New York Times, titulado “La crisis moral de los doctores estadounidenses”, firmado por Eyal Press, expone esa problemática, escribiendo como subtítulo, que “la corporatización del cuidado de la salud, ha cambiado la práctica de la medicina, provocando que muchos doctores se sientan extraños en su labor” (ver: https://www.nytimes.com/2023/06/15/magazine/doctors-moral-crises.html).

Comienza Press refiriendo la investigación de la psiquiatra Wendy Dean, que investigó la alta incidencia de suicidios en doctores, debida a lo que se conoce como daño moral (moral injury). Es una situación que coloca a los doctores en un dilema, de que faltan a su juramento hipocrático, al priorizar los intereses económicos de un caro hospital o aseguradora, que vayan en contra de los pacientes y las enfermedades que los aquejan. No pueden tardar mucho en una consulta con un paciente, aunque sean de una cara especialidad o protestar contra las condiciones hospitalarias, pues son despedidos.

Durante la pandemia, “en marzo del 2020, un doctor llamado Ming Lin fue despedido del hospital en el que trabajaba, el Saint Joseph Medical Center, en Bellingham, Washington, por cuestionar los protocolos contra el Covid, que no eran los adecuados. Ese hospital depende de la empresa TeamHealth, propiedad del grupo Blackstone”.

Resulta que el grupo Blackstone, es una corporación financiera que, como señala en su página digital, busca invertir en “buenos negocios que rindan un valor duradero, con más de 12,000 activos en bienes raíces y más de 230 empresas” (ver: https://www.blackstone.com/).

Y es justo lo que señala Press, de que los doctores están atados de manos, pues aunque quieran dar un buen servicio, un correcto diagnóstico, cobrar lo justo, no pueden, sobre todo, lo que laboran en caros hospitales o en aseguradoras. En éstas, para no otorgar a los asegurados el dinero de, por ejemplo, un caro medicamento o una operación, pues buscan pretextos hasta nimios, con tal de no asumir la responsabilidad. “Más les interesa cobrar las primas, que pagar los seguros contratados”.

Un estudio del 2013, hecho por Robert McNamara (no el político de los años 1960’s), jefe de medicina de emergencia, de la Universidad Temple, de Filadelfia, citado por Press, indica que “un 62 por ciento de los doctores son despedidos sin justificación, muchos, sólo porque se preocupan de que se mejoren las condiciones hospitalarias o que no se hagan más estudios de los realmente necesarios, como los que cubren el Medicaid o el Medicare, que son básicos, por lo que los pacientes tienen que pagar extra. Muchos dicen que al corporativizar su labor, se comprometen la atención a la salud y sus valores éticos”.

No dudo que haya doctores preocupados por dar un buen diagnóstico. La mencionada reumatóloga que atendió a Viridiana, durante la primera consulta, estuvo más de hora y media platicando con ella, sin presionarla, con tal de dar una opinión sobre el mal que la aqueja. Caro, es una consulta privada, pero hay muchos “doctores” que aún así, privadamente, no se interesan en dar una buena atención, sólo en cobrar sus caros emolumentos. Es cuestión de valores y principios hipocráticos.

Dice Dean, la psiquiatra, que muchos doctores son, como dije, éticos, y por el daño moral, han preferido dejar sus puestos, “no quieren seguir siendo utilizados por las corporaciones que manipulan a la salud en Estados Unidos, no quieren traicionar sus principios”.

Menciona Press a una doctora que siempre se ha preocupado por sus pacientes. “A uno, en sus horas finales, le tomó una mano, hasta que murió. Le había pedido que una hija estuviera presente, pero ésta, por el tráfico, no pudo llegar. Y la evaluaron negativamente, mediante un sistema que se llama ‘unidades de valor relativo’ (RUV por sus siglas en inglés), una medida para determinar la eficiencia de un doctor, que es mejor calificado, entre más órdenes de análisis y operaciones dé, en lugar de dedicar mucho tiempo a escuchar a los pacientes”.

Así que es cantidad, no calidad el “lema” de los doctores corporativizados.

Esa doctora, le contó que en otra ocasión, entró al hospital una mujer de avanzada edad, con una enfermedad que no cubría su Medicare (es como un seguro público de salud que existe en Estados Unidos). “El hospital, le dijo que no cubría el Medicaid el que la internaran, pero la doctora les suplicó y la admitieron. Luego, ella se cuestionó sobre los niveles poco éticos a los que se ha llegado en la salud en Estados Unidos”.

También menciona Press a una reumatóloga rumana, Diana Girnita, que fue a hacer una especialidad a Estados Unidos y allí se quedó a trabajar. Al principio, le gustó mucho estar allí, en un hospital privado para gente de medianos recursos. Pero una vez, un paciente le reclamó porque le habían puesto un suero intravenoso y le habían cobrado $7,000 dólares, responsabilizándola. Fue cuando decidió que eso no era para ella y renunció”.

Otro doctor, Keith Corl, se enamoró de su profesión, pero se fue decepcionando, cuando vio que a muchos pacientes, no podía atenderlos porque sus seguros no cubrían sus enfermedades. “Uno de sus mayores dilemas fue cuando tuvo que elegir entre atender a una mujer de avanzada edad, con neumonía que era prioritaria asistir, en lugar de otra, que tenía algún mal mental agresivo, y que ya antes había tratado. ‘Luego de que agredió a la enfermera, la sacamos en su silla de ruedas a la calle y llamamos a la policía, que la detuvo porque ya, esa señora, tenía una orden de arresto por algún problema. Pero fue la falta de personal suficiente, lo que ocasionó ese deplorable hecho’, cuenta Corl. Y ese hospital, ya ni existe”.

Así que las ganancias son primero. “Muchos hospitales, han cerrado, sobre todo, pediátricos, pues es menos lucrativo tratar niños, que adultos”.

¡Vean, buscan lo que sea más lucrativo! Claro, da más ganancias atender a una persona de edad, mantenerla internada varios días, aunque su mal ya no tenga remedio, en lugar de a un niño, que quizá se pueda curar o muera más rápido.

Por eso, porque se busca el lucro, “empresas como Walmart, invierten en instalaciones de primeros auxilios, pues el Medicaid paga por esos servicios $400 mil millones de dólares anuales y son los negocios que más interesan a los inversionistas”.

Como lo menciono arriba, todo lo que se pueda convertir en un rentable negocio, es bienvenido. Ya hasta casas en Estados Unidos, son compradas por empresas privadas, para venderlas a “accionistas”, cien o más por cada vivienda, y sus ganancias, son las rentas que cobran a los que se las alquilan (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/04/ya-tambien-se-especula-con-viviendas.html).

No podía ser menos con la salud, que es un derecho humano, con el cual, no debería de lucrarse.

Por lo mismo, ya un treinta por ciento de las instalaciones hospitalarias, de acuerdo con McNamara, son administradas por corporaciones financieras que “exprimen las prácticas médicas, de acuerdo a sus expectativas de ganancia. Los nuevos egresados de medicina, se preguntan si son beneficiarios del capitalismo o sólo otra explotada clase. Y además, llevan una carga de $200,000 dólares, el costo de la colegiatura de sus carreras”.

Y por tal deuda, es que muchos se resignan a ser contratados por mezquinos hospitales, a cambio de un salario aceptable, que les permita vivir y pagar dicha deuda.

Menciona Press a un joven doctor de 30 años, Philip Sossenheimer, quien sostiene que “antes, los doctores eran considerados científicos, investigadores, que no tendrían que preocuparse por los problemas de los trabajadores comunes, pero ahora, somos parte de ellos y compartimos su explotación”.

Cierto, antes, los doctores, eran hasta privilegiados, digamos, pero ahora, hasta se han desprestigiado, por las deleznables prácticas que hacen una buena parte de ellos (recuerdo que en mi niñez, cuando alguien conocía a un doctor, era visto como alguien muy importante, una eminencia).

Por ello, lo que han estado haciendo es sindicalizarse. “Así, si protestamos por altos costos o malos servicios, no nos despedirán, pues estamos unidos”, dice uno de ellos. “Y lo han hecho, siguiendo el ejemplo de las enfermeras que se han sindicalizado, que unidas, tiene más fuerza”.

Otros, como Girnita, la reumatóloga, han comenzado a trabajar por su cuenta, prestando atención personalizada por una modesta cantidad mensual. “Es una consulta directa, sin intermediarios. Gracias a eso, Girnita, ha evitado que sus pacientes paguen altos precios por tratamientos, pues ella los canaliza a laboratorios u hospitales que todavía no están bajo el control de las corporaciones”.

Pero por tanta competencia, no a todos les resulta, “pues, en mi caso, me recomiendan doctores generales a pacientes. Pero sólo si me conocen. Y a veces, no puedo hacer mucho. Hace poco, un paciente, desarrolló una alergia, pues le habían sustituido un medicamento por otro, porque su aseguradora le dijo que no lo cubría. Les escribí varias veces, para que se lo restituyeran, pero cuando finalmente me hicieron caso, me dijeron que debían de pasar treinta días para volvérselo a dar. Mientras tanto, mi paciente está en peligro. Este es un sistema enfermo, de verdad”.

En efecto, nos domina la enfermedad de sólo las ganancias y enriquecerse.

Lo demás, puede irse al infierno.

 

Contacto: studillac@hotmail.com