Se deben de restablecer las poblaciones de aves marinas
Por Adán Salgado Andrade
La biodiversidad planetaria es tan importante, que cada especie animal o vegetal que desaparece, nos acerca más y más a nuestra propia extinción (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Si las abejas se extinguieran, por ejemplo, acabaríamos con uno de los insectos, gracias al cual, se polinizan la mayoría de nuestros cultivos ((ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/07/el-lucrativo-robo-de-abejas.html).
Lo mismo sucederá si desaparecen las aves marinas, muy importantes para los ecosistemas oceánicos y por su acción, que tiene que ver con las cadenas tróficas y la captura de CO2.
Eso lo expone el artículo del portal Wired, titulado “Regresen a las aves marinas y ayuden al clima global”, firmado por Bob Berwyn, quien advierte que “el número de aves marinas ha declinado 70 por ciento desde los 1950’s, pero restaurando su población, se pueden recuperar los ecosistemas marinos que secuestran carbono” (ver: https://www.wired.com/story/bring-back-the-seabirds-save-the-climate/).
Hay una foto inicial, que muestra a cientos de araos (uria aalge), muy parecidos a las palomas, pero con picos y cuellos más largos, combinados en blanco y negro, que viven en paz en las restablecidas Islas Farallones, cerca de la costa de San Francisco.
Dice Berwyn que evolucionaron las aves marinas hace unos 60 millones de años, luego de la desaparición de los dinosaurios. “Cuando los continentes se desplazaron hacia sus posiciones actuales, las aves marinas se establecieron en numerosas islas vírgenes y al desaparecer los dinosaurios y los reptiles marinos gigantes, comenzaron a ocupar su importante sitio, como ingenieros de los ecosistemas. Distribuyen nutrientes, en forma de guano, el cual, a su vez, alimenta a peces que son devorados por otras aves y mamíferos marinos, en un ciclo que captura carbono. Entre más extenso sea ese ciclo, más carbono se empuja hacia el fondo marino, en donde el sedimento lo absorbe”.
Así de importantes son las aves marinas.
Pero, como siempre, la intervención del hombre las ha puesto en peligro. En las citadas Islas Farallones, por miles de años, los araos, vivieron sin problemas, junto con otras especies, como focas, leones marinos, tiburones blancos y más, pero desde que fueron “descubiertas”, han sido objeto de constante depredación. La mayor, tomó lugar durante la fiebre de oro de la California de los años 1850’s, pues de tantos mineros, sin infraestructura, sin granjas, sin nada, más que las minas, se pusieron a explotar los huevos de los araos, medio millón al mes. Obviamente, eso no permitió a las aves reproducirse y casi se extinguieron (ver: https://sharkstewards.org/history-of-human-occupation-on-the-farallon-islands/).
Pero no son sólo los araos los que han ido desapareciendo y, con ellos, su importante ciclo en las cadenas tróficas y para el almacenamiento de carbono. “Estimaciones indican que la población global de aves marinas se ha reducido 90 por ciento en los últimos 200 años y que tan sólo desde los 1950’s, 70 por ciento han desaparecido. Las aves marinas son las aves más amenazadas y una de las especies animales en peligro de extinción, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. De 346 especies de aves marinas existentes, 97 están en peligro y otras 35, están en mediano peligro. Y casi la mitad de todas las especies de aves marinas, se sabe o se sospecha que están declinando su población”, dice Berwyn.
Ahora, no sólo es el hombre la amenaza, señala Berwyn, sino que “ratas, gatos, perros y cerdos, que han poblado las islas en donde habitan, llevados por humanos, son amenazas, pues se comen sus huevos, porque las aves marinas, no los reconocen como amenazas y desovan en la tierra, no en las alturas (árboles o montañas), como hacen las aves terrestres”.
Pero en las Farallones, desde hace años, por fortuna, se comenzó un programa de conservación y recuperación. Se han dejado en la forma más natural posible y ya, de nuevo, araos, focas, tiburones blancos y otras especies, han ido retornando, pues dichas aves son parte de la referida cadena trófica. Permiten los araos, con su guano, que se alimenten peces, plancton, tiburones y otras especies, lo que, como señalé arriba, permite que se capture carbono naturalmente y se almacene en los sedimentos marinos.
Y eso se ha estado haciendo en otras islas, como dice Dena Spatz, citada por Berwyn, científica perteneciente a la organización Pacific Rim Conservation, la cual se encarga de investigar “la biología aviar, las especies invasivas y los cambios en los ecosistemas” (ver: https://pacificrimconservation.org/).
Spatz fue la autora principal de un estudio de la Proceedings of the National Academy of Sciences (Avances de la Academia Nacional de Ciencias), “en el que reunió información sobre 851 proyectos de restauración de islas de 36 países, enfocándose en 138 especies, durante los pasados 70 años”.
Dice Spatz que han sido muy exitosos. “Muchas aves han regresado a lugares de donde habían desaparecido. A otras, las ayudamos, tomamos sus huevos y los llevamos a sitios restaurados, en donde los ayudamos a crecer. Y como esas crías al crecer, se valen por sí mismas, a la hora de desovar, cuando son adultas, regresan a esos sitios en donde crecieron. La verdad, estamos muy contentos con los resultados, pero no siempre es éxito total”.
Como señalé, al restaurar esos sitios, además de rescatar a las aves marinas, se logran restablecer ciclos para la captura natural de CO2, el gas cuyas emisiones, mas de 45 mil millones de toneladas anuales, son la principal causa de que se esté calentando aceleradamente el planeta.
“Si no restauramos esos sitios naturales y especies como las aves marinas, para el año 2100 (si es que llegamos, digo yo), la temperatura global habrá ascendido 3º C”, advierte Hans-Otto Pörtner, científico climático, del Instituto Alfred Wegener, de Alemania, citado por Berwyn.
“Definitivamente, si restauramos a esas islas y las dejamos en paz, avanzaremos en el combate al cambio climático”, dice Spatz.
Aunque seguramente con peligros como los plásticos (muchas islas están atestadas de plásticos) y microplásticos, no será fácil. Estudios muestran que microplásticos deshacen los intestinos de gaviotas que los ingieren, del que contienen los peces que cazan y consumen (ver: https://www.wired.com/story/plastics-are-devastating-the-guts-of-seabirds/).
Igualmente, derrames petroleros y otros contaminantes, como fertilizantes (cuyo exceso ha ocasionado una plaga de sargazo), son serios obstáculos para esas restauraciones isleñas.
De todos modos, es mejor que se trate de hacer, pues son proyectos que existen en varias partes del planeta.
Como dice Bernie Tershy, investigador de ecología y biología evolucionarias, de la Universidad de California, en Santa Cruz, citado por Berwyn, “no se trata sólo de reforestar con miles de árboles en un solo sitio, pues tienes la amenaza de plagas y de megaincendios forestales. Mejor rescata varios sitios, que haya insectos que descompongan los suelos y especies que produzcan fertilizantes. Y necesitas pequeños mamíferos y a las aves, para que dispersen semillas de plantas, que se alimentarán del humus y los fertilizantes. Con eso, capturarás mucho carbono de la atmósfera”.
Sí, es un ciclo medioambiental y biológico, en el cual, las aves marinas juegan un muy importante papel.
Esperemos, pues, que esas restauraciones de islas, sean parte de la solución, para que todavía tengamos sitios adecuados en este planeta que posibiliten nuestra existencia, cada vez más difícil y tortuosa.
Y debemos agradecerle al voraz, depredador, contaminante capitalismo salvaje, que con cada año que transcurre, el planeta sea menos habitable.
Contacto: studillac@hotmail.com