A muchos Osage los mataron los blancos para quedarse con el dinero de su petróleo
Por Adán Salgado Andrade
Hace poco en el festival cinematográfico de Cannes, fue muy celebrada la nueva cinta de Martin Scorsese (Nueva York, 1947), titulada Killers of the Flower Moon, cinta basada en infames hechos reales, cuando entre 1918 y 1925, en territorio Osage (uno de tantos pueblos nativos de lo que ahora son los Estados Unidos, que fueron despojados de sus ancestrales tierras por el asesinato y el latrocinio), en Oklahoma, blancos ladrones y sinvergüenzas, fueran hombres o mujeres, se casaban con miembros de ese pueblo y los asesinaban, con tal de quedarse con su dinero, por los derechos de explotación del petróleo que, de repente, fue descubierto en abundancia.
Scorsese y los actores Robert de Niro, Leonardo Dicaprio y Lily Gladstone, quienes actuaron en la cinta, dieron una conferencia de prensa, justo en Cannes, en la que vertieron algunas de sus experiencias al realizar la cinta. Scorsese, sobre todo, puntualizó que no era la película sólo para exponer cómo el FBI logró esclarecer el caso más terrible, sino que también lo hizo para mostrar cómo ese pueblo, como muchos otros pueblos nativos de Estados Unidos, ha sufrido vejaciones, humillaciones, robos, masacres, intentos de extinción, aculturación, discriminación… y otras infamias, incluso, actualmente. “Conforme platicaba con más y más gente Osage, me convencía de que la cinta tenía que ir más allá de sólo descubrir a los asesinos”, dijo Scorsese (ver: https://www.youtube.com/watch?v=WjTLEfFuPeM).
La cinta está basada en el libro del mismo nombre, escrito por David Grann (Estados Unidos, 1967), autor que trabaja en la revista The New Yorker, quien es considerado como “un reportero incansable, lo que lo ha convertido en un popular periodista, que inspira a sus lectores de una forma que los lleva a la obsesión (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/David_Grann).
Me interesó leer tal libro. Lo adquirí electrónico (la forma más barata y rápida de conseguirlo), por Amazon quien, mañosamente, dice que lo puede leer uno en su cara tableta digital Kindle, pero tiene, por fortuna, una aplicación en línea, en donde sólo allí se pueden leer los libros electrónicos que se adquieran por esa plataforma.
Y eso hice.
De entrada, el libro está muy bien escrito, en el estilo de autores como el estadounidense Truman Capote (1924-1984), combinando la narración de los hechos crudos, con algo de dramatización, como si se hubiera estado en el sitio de cuando, por ejemplo, se descubría algún nuevo cadáver de algún o alguna asesinado o asesinada Osage. Fue un trabajo de varios años en el que, como Grann indica, se basó en muchas fuertes, como archivos de bibliotecas, del FBI, de descendientes de los asesinados o los asesinos, de entrevistas con nietos o nietas de las y los agraviados y de su propia muy cuidadosa recopilación de los hechos, “lo más apegada posible a lo que realmente sucedió”.
Centra la historia en Mollie Burkhart (que en la cinta es interpretada por Lily Gladstone, también Osage), casada en su segundo matrimonio con Ernest Burkhart (interpretado en la cinta por Leonardo Dicaprio).
Mollie, a sus 34 años, por ese entonces, se veía mayor (de hecho, Ernest era menor que ella. Y de las fotos que se proporcionan de la pareja, Ernest, bien parecido, no se ve que se haya fijado en Mollie por el físico de ella, muy alejado de la “belleza occidental” que siempre ha sido, por desgracia, el estándar de “belleza” impuesto, sino por simple interés).
Tenían tres hijos, James “Cowboy”, el mayor, seguido de Elizabeth y Anna, a la que por la mala salud de Mollie (sufría de diabetes juvenil), la dio en adopción a unos parientes de ella.
Otro personaje destacado, justo uno de tantos que codiciaban la adquirida fortuna de los Osage, era William Hale, tío de Ernest, el típico selfmade estadounidense, que tuvo una infancia muy precaria, “salido de la nada, llegando a territorio Osage casi solamente con la ropa que tenía puesta”. Comenzó trabajando como cowboy, y fue juntando dinero, hasta tener el suyo propio. Quebró una primera vez, pero no se desalentó y volvió a comprar más ganado. Y ya le fue bien. Comenzó a comprar tierras de los Osage, hasta juntar alrededor de cuarenta y cinco mil acres (18,210 hectáreas, unos 182 kilómetros cuadrados, el equivalente a un área de 13.5 por 13.5 kilómetros de lado). Luego, se transformó. Se casó con una maestra, tuvieron una hija y a partir de allí, “cambio radicalmente su imagen, de ser un ranchero, se convirtió en un respetable ciudadano, que vestía de costosos trajes y corbatas, muy apreciado por muchos blancos de Gray Horse y de los mismos Osage”. Pero no se conformó con ser sólo un rico ganadero, como veremos.
La historia, ubicada en Grey Horse, un poblado Osage, comienza el 24 de mayo de 1921, refiriendo el asesinato de Anna Brown, una hermana de Mollie, a quien descubrieron asesinada por un balazo en la nuca, en una barranca. Su asesinato siguió al de Charles Whitehorn, otro Osage, también asesinado de un tiro.
Aquí explica Grann cómo fue el humillante éxodo de los Osage, desde que vivían en Kansas, de donde fueron expulsados, en 1876, por el interés comercial que tenían su territorio. Les permitieron tener yermas tierras en lo que después sería Oklahoma. “Pero se descubrió que esas tierras tenían demasiado petróleo y, de repente, los Osage, se convirtieron en millonarios. La cantidad de dinero que obtuvieron inicialmente, fue de unos cuantos dólares, pero con el tiempo, cuando fue subiendo la extracción de petróleo, ascendió a miles. Tan sólo en 1923, los Osage obtuvieron más de 30 millones de dólares, el equivalente a 400 millones de la actualidad”.
Así que eso explica porqué era tan importante para blancos mezquinos y codiciosos “emparentar” con los Osage. “Todos querían emparentar, para heredar las rentas obtenidas por tanto petróleo”.
Había un árbol, frente de una construcción, al que llamaban “El olmo del millón de dólares”, a cuya sombra, se llevaban a cabo las subastas de los sitios de exploración, que iban desde unos cinco mil dólares, los menos productivos, hasta más de un millón, los óptimos, que los magnates peroleros de la época, adquirían, sin problemas, pues lo que pagaban se multiplicaría con creces, una vez que estuvieran en explotación esos.
Así que esa era otra entrada extra, a la de los derechos de explotación. Expone Grann que en todo había corrupción, tanto en la impartición de justicia, así como que muchos de los mejores sitios de explotación, muchas veces se daban a cambio de favores de los magnates a cierto político que esperaba alguna “donación” de aquéllos.
Sin embargo, no podían disponer libremente de tanto dinero los Osage, pues eran considerados casi como retrasados mentales, que debían de tener a un “albacea blanco”, que administrara y vigilara cómo gastaban su dinero, claro, el poco que les permitían gastar. Y eran tan mezquinos los albaceas, que muchas veces “endeudaban” con préstamos “personales” (tomados de la misma cuenta del Osage al que “administraban”), que luego crecían tanto por los intereses que dejaban sin dinero al pobre Osage que así era afectado. Además de que lo asesinaban, como señalé, para quedarse con su dinero.
Pero precisamente la corrupción imperante en la “justicia”, fue lo que complicó tanto que se llevaran a la cárcel a los responsables de asesinatos o si llegaban a los juicios, se sobornaban a jueces, jurados, fiscales, policías… y por eso fue que se creó el FBI (Federal Bureau of Investigation, por sus siglas en inglés), que primero se conoció sólo como la Oficina de Investigación, para combatir y perseguir a delincuentes que, tanta corrupción imperante, dejaba libres, aun por atroces crímenes. Como alevosos asesinatos.
A Anna, la asesinaron por sus derechos petroleros. Lo mismo a otra hermana de Mollie, Rita Smith, quien junto con su esposo, Bill, murieron cuando su casa fue destruida por una explosión con nitroglicerina.
La hermana mayor de Mollie, Minnie, tres años antes, había muerto súbitamente, por causas “indeterminadas” por los doctores David y James Shoun, quienes fueron cómplices en los complots para asesinar a la gente. Luego se supo que administraban un veneno que mataba lentamente.
Fueron varios Osage, tanto hombres, así como mujeres, los que fueron asesinados “metódicamente”, entre ellos, las hermanas y la madre de Mollie, Lizzie, quien también fue envenenada, pero sospechaba que “alguien la estaba matando”. “Y casi matan a Mollie, pues los hermanos Shoun, los doctores, le administraban supuesta insulina, pero que estaba adicionada de un lento veneno”.
Un agente del FBI, Tom White, respetable, con valores y rectitud, hijo de un sheriff (que había sido director de una prisión), fue el encargado por J. Edgar Hoover (1895-1972), director del FBI, de resolver el caso “a como diera lugar”. Explica Grann el gran interés de Hoover por resolverlo, con tal de acreditar a una desprestigiada FBI. “Le pidió A White no escatimar recursos, resolver los asesinatos del Reinado del Terror, como se le llamó al periodo entre 1918 y 1925, en que tuvieron lugar decenas de asesinatos”. Además, los mismos Osage, en vista de que sus “autoridades” locales no hacían nada (eran corruptas, como señalé), pidieron una investigación federal, luego de que el haber pagado caros detectives privados, no rindió grandes resultados.
No fue fácil la investigación, pues todos los que sabían algo eran de inmediato asesinados.
Pero White y los otros agentes, que trabajaban encubiertos, con paciencia y metódicamente, fueron atando cabos.
Y resultó que la perversa mente maestra de todos los asesinatos de las hermanas de Mollie y de su madre, era nada menos que el “bonachón” William Hale, quien era muy “carismático y respetable, sobre todo, de los blancos de la región, quienes lo consideraba incapaz de haber tramado los asesinatos”.
En efecto, en las fotos de él, se ve un tipo simpático, responsable padre de familia. Era un hipócrita, pues, por ejemplo, cuando descubrieron el cadáver de Anne, hasta abrazó a Mollie, le dio sus condolencias y le prometió que no descansaría “hasta descubrir al o a los culpables”.
Lo peor fue que Ernest, su sobrino, estuvo coludido desde el inicio, desde que se casó con Mollie.
White descubrió eso, preguntando por aquí y por allá, hasta que dieron con testigos claves, que iban a declarar, a cambio de inmunidad y protección. Muchos, eran convictos que, de repente, decidieron confesar.
Ernest lo negaba al principio, pero uno de los testigos clave, lo denunció. “Al final, decidió cooperar, confesó todo el perverso plan de Hale, y se arregló, finalmente el juicio, que tendría lugar en otra demarcación, fuera de Oklahoma, pues se consideraban tierras federales”. Eso fue bueno, pues evitarían a las corruptas “autoridades” de este estado.
Pero casi se cayó el juicio, cuando Ernest se retractó y dijo que le habían sacado la confesión mediante tortura con bastón eléctrico.
Casi le cuesta el puesto a White.
En todos los juicios, estaba presente Mollie, quien todavía no podía creer que Ernest, su “amado” esposo, hubiera sido capaz de hacerles algo así. “El triste mirar de su esposa, además de la súbita muerte de su hija menor, Anna, fue demasiado para Ernest quien, de nuevo, dijo que confesaría todo, sin ocultar nada.
Y gracias a su confesión y a las de otros, que ya no pudieron sostener su respectiva “inocencia”, Hale, Ernest y otros más, fueron condenados a distintas sentencias.
Aunque muchos blancos decían que “para qué se preocupaban tanto las autoridades en llevar a la cárcel a un blanco que había asesinado a indios, si décadas atrás, hasta los felicitaban por hacerlo, por exterminarlos”.
Así ha sido la obscura historia de Estados Unidos, obteniendo todo lo que tiene y lo que es, por robo, traiciones, discriminación. Ahí está, por ejemplo, el vergonzoso legado de la esclavitud, gracias a la cual, pudo desarrollarse (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/05/estados-unidos-y-el-aberrante-legado-de.html).
Y a siglos de ese nefasto pasado, de todos modos, los afroestadounidenses siguen siendo discriminados, humillados, asesinados por “policías”, sólo porque los ven “sospechosos”, simplemente por ser negros (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/06/racismo-y-brutalidad-policial-en.html).
Pero fue claro cómo los blancos, de todos modos, recibían distinto trato, pues a pesar de los crímenes que se les comprobaron a Ernest y a Hale, y de otros de los que se sospecharon que habían cometido, pero que no pudieron comprobarse, no cumplieron sus sentencias perpetuas. Mollie murió el 16 de junio de 1937, a los 50 años, plagada por la diabetes.
En ese año, a Ernest le fue concedida su libertad condicional “por haber testificado contra Hale y por buena conducta”. “Regresó a Gray Horse, tratando de conciliarse con sus hijos, James y Elizabeth, pero nunca lo logró, menos cuando James se enteró que en la noche en que fue dinamitada la casa de su tía Rita y su tío Bill, habían sido invitados por éstos para ir a dormir con ellos, pero como Mollie, su madre, estaba indispuesta, no fueron. Nunca imaginó que su propio padre hubiera sido tan mezquino de que casi completó su plan para matarlos y quedarse con la herencia”.
Y es que eso había pensado Hale, justamente, que muerta toda la familia de Mollie, el único heredero habría sido su sobrino.
Luego de que salió de prisión, Ernest robó una casa de unos Osage y de nuevo fue enviado a prisión. Eso fue en 1948, cuando Hale también salió en libertad condicional. O sea, que sólo le dieron 23 años de prisión, cuando que había sido la mente criminal que había tramado el asesinato de decenas de Osage. Cínico, volvió a Grey Horse, diciendo que “siempre estaré con mis queridos Osage, son mi familia”. Y es que nunca aceptó ser el líder que estableció el Reino del Terror, “y como en su momento, tuvo comprado a todo mundo, por eso, se sentía intocable (Robert de Niro, lo personifica)”.
Alguien con quien Hale habló al salir de prisión, cuanta que éste le dijo que “si no hubiera abierto la bocota mi sobrino, todos seríamos muy ricos”.
El antropólogo Garrick Bailey, mencionado por Grann, estima que el “monto de dinero robado a los Osage, fue de al menos 100 millones de dólares de aquéllos”.
Pero siguen humillando a los Osage, a pesar de esa terrible historia. “Ahora, como ya prácticamente no produce petróleo la región, una empresa italiana, sin pedir permiso, ni autorización a los Osage, ha construido una granja eólica, cuyas altísimas torres, con largas aspas, emergen de entre el seco paisaje, a pesar de que los Osage se han opuesto a ello”.
También descubrió Grann que hubo muchos otros asesinatos que sólo se archivaron, sin darles mayor seguimiento. Descendientes de los asesinados, son quienes le proporcionaron la información de esos crímenes, que quedaron impunes.
En fin, pues otro negro capítulo de la historia estadounidense, ha quedado expuesto, tanto en el libro, como en la película.
Pero seguramente hay muchos, muchos más.
Esperemos que un periodista intrépido, como Grann, y un cineasta honesto, como Scorsese, los den a conocer pronto.
No cambian los hechos el saberlo, pero las almas de los que sufrieron tanta infamia, han de descansar, finalmente, en paz.
Contacto: studillac@hotmail.com