viernes, 4 de agosto de 2023

Los ricos siempre tratan de mostrar que lo son

 

Los ricos siempre tratan de mostrar que lo son

Por Adán Salgado Andrade

 

El capitalismo salvaje ha dado lugar a aberraciones como el presumir cada año a las mil personas más ricas del mundo. La publicación Forbes siempre lo hace y los que integran la lista constantemente están peleando por ver quién es el primero. En la actualidad, el más acaudalado es Bernard Arnault (Francia, 1949), dueño de LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton, la compañía mundial más grande que comercia con artículos de lujo. Su fortuna es de $211,000 millones de dólares (mdd). Desplazó al sudafricano (que todos piensan que es estadounidense) Elon Musk (1971) quien ya “sólo” tiene $180,000 mdd. Y a Bezos, que en el tercer sitio, posee “nada más” $114,000 mdd (ver: https://www.forbes.com/billionaires/).

No sólo presumen de ser los más obscenamente ricos, en un mundo en donde aceleradamente crecen los pobres, pues al depredarse y contaminarse el planeta, se está incrementando la pobreza. Deben de demostrar que lo son, sea en sus mansiones, sus yates de lujo, sus costosísimos relojes, autos, aviones, islas privadas…

Por ejemplo, Jeff Bezos (Estados Unidos, 1964), se mandó construir un costoso yate de $500 mdd. Casi tuvieron que remover un viejo puente holandés para que saliera del astillero, pero la gente amenazó con boicotearlo con huevazos y toda clase de objetos si lo hacían (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/se-tiene-que-quitar-un-viejo-puente.html).

O presumen que viajan al espacio, como hacen Bezos o el inglés Richard Branson (Londres, 1950), llevando a millonarios a la órbita terrestre por módicos $250,000 dólares o más (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/06/los-contaminantes-vuelos-espaciales.html).

Aunque a veces su lasciva, “extrema” existencia, les cuesta la vida, como fue el caso del millonario pakistaní Shahzada Dawood (1975-2023), quien junto con su hijo Suleman, emprendieron el viaje en un peligroso submarino, el Titán, para recorrer las ruinas del Titanic, ese crucero de lujo hundido en 1912. Iba conduciendo el Titán Richard Stockton Rush (1962-2023), quien se decía el “Blue Origin del mar”, en alusión a la empresa de Bezos de ese nombre, que organiza viajes al espacio. Murieron al implosionarse ese mal diseñado vehículo, junto con otras dos personas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/07/los-mortales-viajes-extremos-de-los.html).

Pero en su vida diaria, con la ropa que visten, los relojes, los accesorios… también gustan de mostrar su poder.

El artículo “¿Cuál es el estatus de presumir su estatus?”, firmado por Guy Trebay y publicado por el New York Times, expone justo la necesidad del rico de presumir que algo es caro.

Y comienza mencionando cosas caras que los millonarios compran, como su agua cara Hallstein que importan de Austria “o su cafetera de $15,000 dólares o las toallas bordadas a mano de $700 dólares de lino florentino de la tienda italiana de lujo Loretta Caponi”.

Dice Trebay que ahora, con las redes sociales, lo pueden hacer, pues antes, “en los 1980’s, sólo podían presumir dando fastuosas fiestas”.

En efecto, como se hacía también en los 1920’s, en la época del Gran Gatsby, una novela sobre la fastuosidad y el dispendio de los años 1920’s, escrita por Francis Scott Key Fitzgerald (1896-1940), antes de la brutal crisis económica de 1929. Gatsby era un pobre que repentinamente se enriqueció y gustaba de dar fiestas excesivas, en donde había comida y bebida en abundancia, que hasta se desperdiciaban (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/04/el-gran-gatsby-una-novela-de-ambicion.html).

También habla de los barrios que se gentrifican, como el Brooklyn, habitado por Adam Driver, Matt Damon, Michelle Williams, Daniel Craig o Rachel Weisz, “casas que tienen apagadores de $220 dólares fabricados por la empresa inglesa Forbes & Lomax”.

En sus casas tienen obras de arte o ventanas que en lugar de cortinas lucen caras pinturas. “Pero deben de ser discretos, como dictaba la millonaria Bunny Mellon, quien recomendaba discreción absoluta”. Se refiere a la millonaria Rachel Lambert Mellon (1910-2014), que hizo muchas obras de caridad la que, en efecto, decía que “la máxima discreción debe de imperar, además de que daba pocas entrevistas, y que nada debería de ser notorio. Era la manera en que ella se refería a su privacidad y sus estilos de vida” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Rachel_Lambert_Mellon).

Menciona las lujosas casas que ocupan miles de hectáreas que se hacen los ricos y que ya hasta se consideran un peligro ecológico, porque es mucha tierra concentrada en unas pocas manos.

Son millonarios a los que Trebay llama individuos poseedores de ultrariqueza (UHNWI por sus siglas en inglés). “Unos trece, poseen 16.9 millones de acres (68,392 km2) de propiedades en los 48 estados de Estados Unidos, un área equivalente a la del estado de Virginia”.

Así es, esa súper concentración de tierra exclusivamente para incrementar su estatus y sus fortunas, por supuesto. Como hace la parásita “casa real inglesa”, poseedora de decenas de propiedades y negocios, que les reportan millones de libras anuales de ganancia, cuando que hay ingleses que ni para la renta tienen (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/04/la-parasita-corrupta-casa-real-inglesa.html).

“A todo lo que suben a sus redes, el editor Stellene Volandes, editor jefe de Town & Country, le llama ‘riqueza porno’, pues es para todos los que quieran ver tal morbosa suntuosidad”.

Es cierto, y es una forma de vida, algo que siguen los clasemedieros que aspiran a eso (aspiracionistas, les dicen). En uno de los comentarios sobre el artículo, una persona que dice ser rica, señala que es justo ese sector, los clasemedieros o los no tan ricos, los que gastan más. Dice que “una de mis empleadas que gana $200 mil dólares al año, presume que tiene muchas bolsas de $10 mil dólares. ¡Yo me compré un accesorio de $5 mil dólares hasta que tenía cientos de millones de dólares de fortuna personal! Veo a gente en sus 20’s o 30’s, viajar en caros cruceros por todo el mundo por sus lunas de miel y todo eso me sorprende mucho, la verdad”.

Tiene razón esa persona. En efecto, la gente de menos ingresos es la que más trata de destacar, de mostrar que “tienen dinero”, aunque no lo tengan y todo lo compren a crédito que, muchas veces, ni siquiera pueden pagar. Pero eso es, justo, lo que el capitalismo salvaje impone, destacar socialmente por todo lo que uno compre. Y es más funcional una persona (un gerente de banco, por ejemplo) que se endrogue con un BMW a una que apenas si pueda comprar un kilogramo de tortillas y unos frijoles para comer.

Dice Trebay que, de todos modos, se cuidan de lucir marcas, “prefieren vestir ropa o accesorios que se vean caros, aunque no tengan etiquetas, que sólo los de su especie reconozcan que son realmente finos”.

Pero en otro de los comentarios, una persona dice que también cuidan mucho el dinero. Refiere que conoció a la hija de uno muy adinerado que “le mandó un correo para pedirle que comprara unos utensilios plásticos que estaban de oferta”.

Claro, por algo tienen dinero. El mezquino de Bezos, dejó morir a varios de sus empleados durante la pandemia, que se contagiaron de covid, porque no les proporcionó equipo adecuado (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/04/negligencia-de-amazon-con-sus.html).

“Y todos o casi todos, han derivado su fortuna de las empresas tecnológicas que se han afianzado en la economía digital”.

Se refiere a millonarios como Mark Zuckerberg (Nueva York, 1984) o al mencionado Bezos, que han hecho sus fortunas del dominio que ejercen en los sectores tecnológicos que casi monopolizan (Meta de Zuckerberg o Amazon, de Bezos) y que son los que figuran en la mencionada lista de los mil millonarios más acaudalados de Forbes.

Menciona una reunión que se hizo este año, 2023, para beneficio de la investigación contra el cáncer del Society of Memorial Sloan Kettering Cancer Center (Centro de la Sociedad Shoan Kettering para el Cáncer), que se llevó a cabo en el Park Avenue Armory, una histórica instalación militar, que ahora sirve para exhibiciones de arte (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Park_Avenue_Armory).

Allí, tuvo lugar una muestra artística, la TEFAF Art Fair que exhibe lo mejor del arte de todos los tiempos, alta joyería y hasta antigüedades de la 18ª dinastía egipcia. “Las entradas costaron $10,000 dólares y aunque fue notoria la presencia de vendedores que ofrecían obras de más de un millón de dólares, también se notó la discreta manera en que vistieron los asistentes, discreta, pero que evidentemente era de las mejores marcas y dirigidas a conocedores”.

“Ahora ya no se trata de tener un avión privado, pues otro puede tener seis o una casa lujosa, pues otro puede tener veinte y esa es la menor de sus propiedades. Por eso tratan de que un diseñador exclusivo les haga ropa para ellos o tener un auto o un avión personalizados”, dice Ronit Lamit, psicólogo de la riqueza y terapeuta mental de los UHNWI’s, citado por Trebay.

Y es que, en efecto, muchos de tales millonarios hasta tienen problemas mentales porque no son los mejores o hasta por temor de que un día los roben o maten (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/11/los-ricos-con-sus-envidias-y-problemas.html).

Vean, pues, los “problemones” de los ricos, preocupados por tener la mejor casa, el mejor saco, el mejor vestido, el mejor reloj, el mejor auto, el mejor perfume… ¡y que los noten los otros ricos o sus seguidores por Instagram!

No tienen que angustiarse sobre si podrán comer o no el día de hoy, como les sucede a miles de millones de pobres en este desigual planeta.

¡Vaya frivolidad!

 

Contacto: studillac@hotmail.com