Los ricos, con sus envidias y problemas mentales
por Adán Salgado Andrade
En la serie de televisión Succesion (Sucesión), producida y transmitida por la cadena HBO, se presentan las tribulaciones de un magnate de la comunicación, Logan Roy (personificado por Brian Cox), dueño de Waystar RoyCo, quien al cumplir sus 80 años, comienza a buscar entre sus cuatro hijos, una mujer y tres varones, quién sería el más idóneo para dirigir su conglomerado.
Sufre un derrame cerebral y, de inmediato, uno de tales hijos, Kendall, de su segundo matrimonio, se anota para la sucesión. Para su desgracia, Logan se repone y de allí, siguen una serie de eventos en donde se ve la falta de escrúpulos de todo mundo, tanto de Logan, así como de sus hijos, otros familiares, “amigos”… por establecer relaciones, traiciones, mentiras, complots, conspiraciones… y otras mezquindades, con tal de tener el poder de Waystar RoyCo. (ver: https://en.m.wikipedia.org/wiki/Succession_(TV_series)).
El creador de la serie, el autor, guionista y productor inglés, Jesse Armstrong, se basó en gerontócratas millonarios tales como el australiano Rupert Murdoch, dueño de News Corp (que posee 21st Century Fox, Fox News y Fox Corporation), el estadounidense Summer Redstone (1923-2020), quien fuera dueño de ViacomCBS o Arthur Ochs Sulzberg (1926-2012), también estadounidense, que fue dueño de The New York Times Company.
Esas personas, entre más edad han tenido, más se aferran al poder y al dinero, como Murdoch, quien a sus 90 años, inclusive, sigue manipulando tendenciosamente la información que difunden sus medios.
El psicoterapeuta estadounidense Clay Cockrell, comenta que todos sus pacientes son gente adinerada, que son los pocos que pueden darse el lujo de pagar sus sesiones, las que cuestan $600 dólares (más de $12,000 pesos), quien en su página digital comenta que “soy un psicoterapeuta con más de 25 años de experiencia, y cuento con todas las licencias y certificaciones requeridas” (ver: https://www.walkandtalk.com/bio/).
Recientemente, escribió un artículo para The Guardian, en el cual, afirma que las situaciones mostradas en la aludida serie “corresponden totalmente a la realidad que he visto en mis pacientes”. El artículo se titula “Soy un terapeuta de los súper ricos: realmente están tan mal como Sucesión lo muestra”. Y agrega que “muchos billonarios con los que trabajo, tienen problemas de falta de confianza, no tienen objetivos definidos y batallan con vergüenza, culpa y temor” (ver: https://www.theguardian.com/commentisfree/2021/nov/22/therapist-super-rich-succession-billionaires).
Dice que sus pacientes se refieren a los “problemas de primer mundo”. “Si me dieran un dólar por cada vez que he escuchado esa frase, ya estaría igual de millonario que como los ricos que atiendo”.
Platica que fue por accidente que comenzó a trabajar con súper millonarios. “Tuve un paciente adinerado, que les pasó mi nombre a sus amistades. Se les llama el 1%, por una razón: no hay muchos de ellos, así que el círculo es muy cerrado”.
Dice que con tantos años de atenderlos, ha desarrollado “una empatía con los que poseen mucho”. Y agrega que la mencionada Succesion “ha hecho un buen trabajo explorando la clase de tóxicos excesos con los cuales mis pacientes batallan, tanto que, cuando mi esposa la está viendo, mejor me salgo de la habitación, pues siento como si estuviera trabajando”.
En efecto, la riqueza tiene su costo. Por ejemplo, los millonarios mexicanos, invierten mucho en seguridad tal como guardias privadas o autos blindados, con la máxima protección, con tal de evitar ser asaltados o secuestrados. Deben de sufrir de un constante delirio de persecución, temiendo, en cualquier momento, ser blanco de la delincuencia. Y eso debe de suceder con los millonarios de todo el planeta.
Stephanie Land, mujer estadounidense que se dedicó a trabajar dos años como empleada doméstica de ricos, comenta que “Pasé dos años trabajando en casas. Lo que vi, me hizo nunca desear el ser rica” (ver: https://getpocket.com/explore/item/i-spent-2-years-cleaning-houses-what-i-saw-makes-me-never-want-to-be-rich?utm_source=pocket-newtab).
Agrega Land que “Comencé a mirar en las pilas de papeles, en lugar de sólo emparejarlas. Busqué secretos en los burós, para encontrar la historia más allá del Sueño Americano. Esculqué los armarios, llenos de botellas de vino vacías y anduve de mirona en los despenseros de medicinas. Checaba cuántas pastillas habían tomado en dos semanas, aprendía cuáles recetas se habían hecho recreativas. Encontré píldoras para todo: dolor, ansiedad, insomnio, depresión, impotencia, alergias, hipertensión, diabetes. Había otras medicinas también. Mi favorita: una crema a base de testosterona. Tuve que buscar para qué servía. Se supone que cura la falta de libido en las mujeres. Te la aplicas en todo tu cuerpo, excepto en los genitales”. Dice que compadecía a la rica que usaba esa crema, “pues lo hacía cuando iba a ver a su novio. Eso de tener que aplicarme una crema, cuando fuera a ver a mi novio, para tener relaciones con él, no es lo mío” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/07/por-que-una-trabajadora-de-limpieza-se.html).
Así que es claro lo que señala Cockrell, en el sentido de todos los miedos, fobias, culpas y otros problemas mentales desarrollados por los ricos. Quizá, en muchos, sea un sentimiento de culpa de ser ricos, probablemente inconsciente, y por eso acuden a sus terapias, para que aquél los tranquilice, que les diga, “¡Vamos, no te preocupes de ser rico, no tienes la culpa de serlo. No pienses en los pobres, sólo en el dinero que ganas cada segundo y sé feliz, hermano!”.
Son las cosas que Cockrell escucha, que no confían en las personas cercanas, que a las nuevas, las ven sospechosas, “¿Qué querrán de mí? ¿Cómo me van a manipular? Seguramente quieren ser mis amigos sólo por mi dinero”.
Terrible que toda su vida sean miedos, sospechas, inseguridades. Sobre todo, Cockrell comenta que pierden ambiciones, pues tienen su vida arreglada. “Dicen que para qué se levantan a trabajar, si todo está bien, si todo está arreglado para el resto de su existencia. Están aburridos con su vida, no le encuentran significado, y por eso usan muchas drogas, para encontrar un aliciente”.
O se ponen a asesinar, como expone el documental “Bajo Juárez” (México, 2008), dirigido por Alejandra Sánchez y José Antonio Cordero. En una parte, se muestra el testimonio de una abogada estadounidense, en el que propone la teoría de que las chicas que eran halladas asesinadas y enterradas en terrenos baldíos, se debía a que, como tales terrenos eran propiedad de familias opulentas de Ciudad Juárez, era una especie de “competencia entre juniors de tales familias, para ver quién acumulaba más cadáveres de mujeres en sus terrenos” (ver: https://www.jornada.com.mx/2008/09/30/index.php?section=espectaculos&article=a08n1esp).
“Prefieren platicarme de sus vidas sexuales o de sus adicciones, que de su dinero, pues, para ellos, es sucio y algo secreto. Hay la percepción de que el dinero puede inmunizarlo a uno en contra de las enfermedades mentales, cuando, en realidad, pienso que ellos y la gente cercana, son más susceptibles a sufrirlos. Lo veo con el personaje Logan Roy, de la serie, quien toda su vida se ha enfocado en los negocios y ni siquiera ha logrado criar a hijos funcionales”.
Y es que, como señalé, en efecto, los 4 hijos de Logan están más interesados en los negocios, que hasta en la salud de su mismo padre y éste, les corresponde esa falta de interés realmente humano, viéndolos como enemigos, más que como hijos.
Dice que los hijos de sus pacientes, están tan mimados y protegidos “que no desarrollan bien su personalidad, tienen falta de autoconfianza, baja estima y una carencia total de carácter, pues nunca han sufrido sacrificios, ni han trabajado duro o han enfrentado fracasos, como sus padres”.
Como los envían a escuelas para ricos, “sólo se codean con los ricos y rara vez hacen amigos entre gente que no lo sea. Se aíslan y siempre viven en una burbuja. No tienen sentimientos y les parece normal tratar mal a un mesero o a un pariente, lo ven como usual. Vivir sin reglas, no es bueno”, agrega Cockrell.
Y afirma que así como se ve en Succesion, los hijos de ricos que acuden a verlo, no se sienten preparados para suceder a sus padres en sus negocios, ni éstos, los ven como idóneos, tal como hace Logan Roy en la serie.
“Nací en un pueblito de Kentucky, en el seno de una familia de clase media. Y es difícil ver cómo esta gente tiene que lidiar con lo tóxico que pueden ser los excesos, el aislamiento y una fuerte desconfianza. La gente ve la serie como entretenimiento, pero sé que los ricos sí sufren todo lo que presenta”.
Claro que hay ricos que para “curar” sus ansiedades, se van a las extravagancias, como Jeff Bezos, Elon Musk o Richard Branson, quienes andan haciendo viajes turísticos espaciales, tanto para incrementar sus fortunas, así como para “distraerse” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/07/los-elitistas-contaminantes-viajes.html).
Por supuesto, son los súper súper ricos, o sea, el 1% del 1%, un círculo aún más cerrado que el mencionado por Cockrell.
Pero los demás, seguramente, padecen todos los males mentales referidos.
No voy a usar la trillada frase de que “el dinero, no trae la felicidad”. Más bien, diré, el dinero en exceso no trae la felicidad.
Pero el problema adicional, es que la excesiva concentración de la riqueza, es una consecuencia del irracional sistema económico que nos domina, es decir, el capitalismo salvaje, y que ello ha llevado, además de a generalizada pobreza, a depredación y contaminación planetaria sin precedentes, que ya hasta son irreversibles (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/08/la-crisis-climatica-es-irreversible-y.html).
Ojalá, también, hubiera una terapia global para curar al planeta de todo el daño que le ha ocasionado ese “traumado” y mezquino 1%.
Contacto: studillac@hotmail.com