La minería marina, además de depredadora y contaminante, es neocolonialista
Por Adán Salgado Andrade
La depredación y contaminación del planeta no tiene límites. El capitalismo salvaje ha causado en los últimos 50 años, daños sin precedente y los sigue ocasionando, pues su objetivo, sobreproducir para tener súper ganancias, nunca se ha cuestionado.
Ahora, con el pretexto de los autos eléctricos, se intensificarán las actividades extractivas, para obtener el litio, el cobalto, el grafito y los metales de tierras raras que se necesitan para las baterías, las que, además, ni siquiera se reciclan. Cada vez más científicos y personalidades señalan que los autos eléctricos no son la panacea para disminuir la contaminación. No tendrán escapes que la denuncien, pero estará oculta (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/06/cada-vez-es-mas-evidente-que-los-autos.html).
Sin embargo, con ese pretexto, el de hallar más fuentes de materiales para fabricar las baterías, ahora se pretende minar el fondo marino, mediante contaminantes y depredadores métodos que empeorarán las condiciones en que actualmente se hallan los océanos de todo el planeta. Son víctimas de derrames petroleros, descargas de aguas residuales, basura plástica, microplásticos, derrames de aguas radioactivas, naufragios y, por si no bastara, absorben el 90 por ciento del calor retenido por los gases efecto invernadero, como el CO2, gracias a lo cual, el planeta todavía es habitable (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/08/el-calentamiento-oceanico-alterara-la.html).
Todo eso está alterando profundamente a la fauna vegetal y animal marina, mucha, todavía no descubierta, además de corrientes oceánicas que son vitales para calentar algunas regiones del planeta, como a la llamada corriente del golfo, que es vital para mantener calientes a algunos países y regiones, sobre todo en invierno, como a Inglaterra, por ejemplo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/06/las-corrientes-oceanicas-se-estan.html).
Como varios países se oponen a esa actividad ecocida, las mezquinas empresas interesadas buscan a naciones pobres y atrasadas, con gran necesidad de desarrollar actividades económicas para “mejorar” sus condiciones de vida, que están totalmente dispuestas a que aquéllas destruyan el fondo de sus mares territoriales, que no sólo afectará a esas áreas, sino a todo el océano.
Una de tales naciones son las islas Cook, un pequeño país, compuesto de varias islas, con un área total de 236 kilómetros cuadrados, sus recursos naturales son sólo cocos y una población de no más de 8,000 personas, pero que clama una zona marina económica de 200 millas náuticas (370.4 kilómetros). Y eso es ideal para una dominación neocolonial de empresas que les están prometiendo “grandes riquezas”, a cambio de depredar su mar territorial, buscando los ansiados minerales que se requieren para la panacea de los autos eléctricos.
La periodista Rachel Reeves, publicó en la revista digital Hakai Magazine, su artículo titulado “Cuando los mineros del fondo marino vienen a cortejar”, en el que nos introduce diciendo que “mientras las islas Cook abrazan esa creciente industria, las empresas mineras del fondo oceánico, se convierten en parte del día a día de la comunidad. ¿Pero podrá ese país evitar los errores colonialistas del pasado?” (ver: https://hakaimagazine.com/features/when-deep-sea-miners-come-a-courting/).
Una foto de la isla Rarotonga, con una muy paradisiaca playa, todavía muy natural, no invadida por consorcios ni mafias turísticas, abre el artículo.
Está en peligro toda esa belleza. “La isla todavía no tiene suficiente espacio para acomodar los barcos que han venido a explorar el potencial del mar profundo para minarlo comercialmente. Uno vino de Galveston, Texas, en febrero del 2023. Otro está regresando a Nueva Zelanda (país que controla mucho de lo que se hace en las islas). Ambos barcos se van a Aitutaki, una isla cercana, cuya población de cerca de 1,800, los acoge de buena gana, cuando el puerto de Rarotonga está lleno. El gobierno de las islas Cook comenzó a agrandar y a profundizar el puerto de Aitutaki en el 2021, muchos meses antes de otorgar a tres empresas, licencias para explorar las aguas territoriales del país para buscar nódulos polimetálicos. Este es el nombre oficial de los aglomerados rocosos que contienen muchos minerales, incluyendo manganeso y cobalto, un componente de las baterías en celulares, laptops, vehículos eléctricos y otras tecnologías, consideradas esenciales para la revolución energética. La revista Time se refirió a los nódulos como una ‘solución climática’. Pero para Mark Brown, el primer ministro de las islas Cook, son ‘manzanas de oro’, listas para ser cosechadas”, escribe Reeves.
Los mafiosos en el poder, como el mencionado Brown, no tienen ninguna consideración ambiental. Piensan que pueden hacer lo que quieran, se aprovechan de las condiciones de precariedad de muchos de sus conciudadanos, además de que, como dice Reeves, el buen dinero que están pagando las empresas por explorar y luego explotar el fondo marino territorial de ese país, convence a esos mafiosos para que permitan esa depredación, que todavía ni siquiera se saben los efectos ambientales que ocasionará.
Agrega Reeves que “esos barcos son los últimos y grandes indicadores de que las empresas minadoras del fondo marino han arribado a las islas Cook, llegaron con regalos y promesas de prosperidad, progreso y conocimiento. Fueron recibidas con tambores, fuego y los cantos de un hombre vestido con hojas de árboles. Barcos con millones de dólares de equipo, desembarcaron a su tripulación en un paisaje incongruente con su depredadora labor: vasta jungla, brillante cielo azul, árboles llenos de flores y fruta. Las embarcaciones están autorizadas para conducir expediciones de investigación por cinco años. Luego de estos, el gobierno de las islas Cook tomará una decisión: rechazar la minería marina, continuar con las investigaciones o, en palabras gubernamentales, comenzar con la cosecha”.
Pero muy seguramente, con la esperanza de que se enriquecerán, sobre todo la mafia en el poder, aceptarán que se “cosechen los frutos” que abultarán sus bolsillos, a costa de depredar al mar y contaminarlo.
La idea de minar el mar data de los 1950’s, como señala Reeves, pero en ese entonces era muy caro para explotar comercialmente el fondo oceánico. Como hay aguas internacionales, ya la ONU (a pesar de que advierte que las actividades depredadoras y contaminantes deben de detenerse ya), creó a la Autoridad Internacional del Fondo Marino (ISA por sus siglas en inglés), para analizar la “conveniencia o no” de minar el mar, a pesar de que ni siquiera se han estudiado todas las consecuencias que tendrá.
Es una muy depredadora actividad que consiste en que equipo pesado marino demolerá el fondo, para recolectar los nódulos, lo que removerá arena y el polvo que quede de la pulverización de las rocas. Ese material molido, subirá a los barcos, los que lo lavarán y arrojarán lo que no sirva de nuevo al mar. Toda esa depredadora acción, producirá lo que se llama smog marino, muy dañino para las especies marinas, que lo absorberán al respirar y morirán. Es como si estuviéramos en medio de una espesa humareda, no podremos respirar y moriremos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2010/05/mineria-marina-el-nuevo-desastre.html).
Como hay aguas internacionales, ya le echaron el ojo la ISA y las mezquinas minadoras a una zona llamada Clarion-Clipperton “un área del océano fuera de toda jurisdicción entre Hawái y México”. Por esto es que se ha buscado proteger hasta el cincuenta por ciento de los mares (actualmente sólo se protege una tercera parte), para evitar que tierra de nadie sea empleada por los mezquinos intereses de unos cuantos.
Entre esos, está Odyssey Marine Exploration, empresa perteneciente a Greg y Laurie Stemm, que antes se dedicaban de lleno a la búsqueda de barcos hundidos que tuvieran cargamentos valiosos, pero ya cambiaron a lo que, dicen, será una actividad que generará cientos de miles de millones de dólares. Esa empresa demandó al gobierno mexicano, dice Reeves, por haberle negado permiso para minar aguas marinas mexicanas, porque eso “violaba al tratado de libre comercio”. ¡Vaya si serán ambiciosos ese par de mezquinos!
Lamentablemente hay personas que apoyan la minería marina, como el artista plástico Michael Tavioni que dice que “está bien, para que salgamos de la pobreza, que no tengamos que andar mendigando limosnas de Nueva Zelanda o China”. A él, los Stemms le han obsequiado varias cosas y financiado su arte, que es grabar sobre madera. Digamos que “se lo ganaron” con dinero.
Pero más sorprendente es que el director James Cameron (Canadá, 1954) apoya esa depredadora actividad, justificando que en sus viajes por el fondo oceánico “sólo he visto kilómetros y kilómetros de desierto marino, nada que pueda dañarse”. ¡Qué declaración tan irresponsable, de alguien que ha filmado cintas conservacionistas como las de Avatar. De verdad que es una gran decepción (ver: https://www.theguardian.com/environment/2023/jul/27/james-cameron-supports-deep-sea-mining-activists-say-its-a-disaster-whos-right).
Otro país interesado en la minería marina es la república de Nauru, una isla de sólo 21 kilómetros cuadrados y 9,582 habitantes, pero que también clama 200 millas náuticas de mar territorial. Y eso, a pesar de que en su pasado colonial, fue muy explotada para buscar fosfato, “lo que dejó sus tierras yermas y estériles en un 80 por ciento. Según un reporte gubernamental de dicha isla, es uno de los lugares más degradados del planeta”. Pero ahí está de nuevo. No entiende que esto de la minería marina es depredador y contaminante neocolonialismo.
Pero hay otra isla-nación, Papúa Nueva Guinea, que se opone, porque hace años, una corrupta empresa canadiense dilapidó 500 millones de dólares de ávidos inversionistas para hacer exploraciones que sólo destrozaron el fondo marino que estaba habitado por especies muy sensibles. “Por eso, ha pedido una moratoria de diez años, junto con empresas como Google, Samsung, Volkswagen, Volvo, BMW y países como Nueva Zelanda, Alemania, Francia, España y otras naciones isla del Pacífico, incluyendo la polinesia francesa y más de 760 expertos en ciencia y política que advierten que el impacto de la minería marina será ‘irreversible por muchas generaciones’ “.
Hay oponentes que señalan claramente que es un proyecto colonial, aunque el “gobierno” diga que tiene el control. “Un observador que pidió el anonimato, dice que siempre ha sido así: la prospección, corre a cargo de las empresas extranjeras; luego, viene la explotación, también a su cargo, y a continuación, la comercialización, que igualmente hacen. Y al país, sólo le dejan migajas”.
Hay ex empleados gubernamentales, como Iaveta Short, quien dice que seguirán las Cook “el camino de Nauru”. Y los que critican y se atreven a decir que mejor haya moratoria, como la científica Jacqui Evans, muy prestigiada en las Cook, fue despedida de su trabajo como directora del parque marítimo por tal razón.
Otros habitantes de las islas afirman que pueden satisfacer sus necesidades pescando y criando animales, “no necesitamos nada más, no queremos que nos vengan a ensuciar nuestras aguas”.
Pero son tan hábiles las empresas, como la de los Stemms, que usan frases chantajistas como “¿vamos a esperar veinte años a que ya no haya nada qué hacer, o vamos a actuar ya, para obtener los minerales del mar que requerimos ahora para la revolución verde?”.
Además, juegan mucho con el sentimentalismo de los lugareños. La empresa Moana Minerals, subsidiaria de Ocean Minerals, empresa estadounidense, hasta hizo un concurso dirigido a niños de escuela para bautizar a uno de sus buques. El nombre ganador fue Anuanua Moana. El premio fue para una niña que atiende la Escuela Adventista del Séptimo Día de Rarotonga y consistió en NZ 2,000 dólares (20,680 pesos) para mejoras de la escuela y una Tablet para la chica. El nombre significa “arcoíris del océano”, pero la niña escribió en su participación que “el nombre significa la promesa de Dios de no volver a destruir el mundo de nuevo”.
Pero parece que esa promesa no se cumplirá.
Los océanos se convertirán en polvosas aguas en muy poco tiempo, con el pretexto de impulsar las energías “verdes”.
Se arrepentirán los países y empresas que están impulsando la depredadora minería marina.
No cabe duda que la mentalidad colonizada nunca aprenderá.
Ni siquiera porque por los malditos colonizadores del pasado y los mezquinos neocolonizadores del presente han convertido, y están convirtiendo, al planeta en un basurero en tierra y en un futuro lodazal a los océanos.
Y de nada habrá servido todo el sucio dinero que hayan ganado.
Contacto: studillac@hotmail.com