Los incontrolables incendios ya son la norma
Por Adán Salgado Andrade
Vivimos una emergencia climática que cada vez se manifiesta más mediante largas sequías, megainundaciones, derretimiento de los polos, altísimas temperaturas e incontrolables megaincendios. Pero se están dando tan rápidamente las consecuencias provocadas por el acelerado calentamiento del planeta, que muchas, ni siquiera sospechamos cómo se manifestarán.
Con respecto a los megaincendios, quizá sea la forma más destructiva en que el planeta se está vengando por tanto maltrato. A diferencia de una inundación, en que muchas cosas pueden recuperarse cuando las aguas bajan, como árboles, los incendios destruyen todo, sea vegetación o, si son en áreas urbanas, casas, vehículos y otras cosas.
Por ejemplo, el pasado incendio en la histórica ciudad de Lahaina, no es el primero que se dio, aunque, sí, el más devastador que se ha dado en Hawái. Ese estado de Estados Unidos, es una región que sufre huracanes, inundaciones, tormentas torrenciales, erupciones volcánicas… que se han incrementado desde 1980, pero son los incendios los que más han ido aumentando con el tiempo. Tan solo en agosto del 2023, hubo otras seis conflagraciones, siendo la más severa la de Lahaina, que ha dejado más de 100 fallecidos y 300 desaparecidos.
Los habitantes del lugar no recuerdan otro incendio tan destructivo, excepto el que se dio en Big Island en el 2021. Muchas personas no pudieron ni salir de sus casas, de la rapidez con que se esparcieron las llamas, tanto por la maleza reseca debido a la sequía, a las altas temperaturas y por los fuertes vientos del huracán Dora, de más de 96 km/h, que aunque no golpeó las islas, aquéllos, fueron suficientes para avivar las llamas. Seguramente se seguirán hallando cuerpos que habrán quedado entre las cenizas de las casas destruidas o en sus autos. Las fotos que se han publicado, muestran que, en efecto, todo sucedió rapidísimo. Filas de autos calcinados, que por los embotellamientos, fueron dejados por sus dueños precipitadamente. Muchos, corrieron hacia la costa, con tal de salvar sus vidas. Cada año, en promedio, Hawái, durante el siglo 21, ha perdido entre 6,000 y 8,000 hectáreas y seguirán en aumento, de acuerdo con expertos (ver: https://apnews.com/article/hawaii-fires-disaster-declarations-0344e3c954db7e0635cdaa8e87e25c92).
El incendio de Lahaina, fue mucho más destructivo y ocasionó más decesos que los que se dieron en Paradise, California, en noviembre del 2018 (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Camp_Fire_(2018)).
El problema con Hawái es que por el colonialismo, mucha de su vegetación nativa ha desaparecido y ha sido sustituida por maleza y pastos. Por la sequía, esos pastos se resecan, como sucedió en Maui y fueron un excelente combustible para las voraces llamas. Esas islas, se disputaron por varios colonizadores en el pasado, quienes cambiaron la vegetación nativa y sembraron pastos para sus ganados. Actualmente un 26 por ciento de la superficie de Hawái está cubierta por pastizales, muy secos por las cada vez más frecuentes sequías, que arden muy fácilmente. Como señalé, eso, más los fuertes vientos, hacen que cualquier chispazo (se sospecha de cables eléctricos que se cayeron por los fuertes vientos) haya ocasionado el devastador incendio (ver: https://www.wired.com/story/cities-arent-supposed-to-burn-like-this-anymore-especially-lahaina/).
Por si no bastara con lo sucedido, nuevamente fueron evacuados residentes de un vecindario de los que quedaron de Lahaina, por otro incendio que consumió unas cuatro hectáreas (ver: https://www.jornada.com.mx/2023/08/27/mundo/023n3mun).
También en Canadá se tuvo que desalojar rápidamente una comunidad, debido a un incontrolable incendio. Fue en Yellowknife, capital de los territorios del noroeste de ese país. Miles de personas fueron desalojadas de emergencia, por la conflagración (ver: https://apnews.com/article/canada-wildfires-northwest-territories-7b8c327876d86a483c8e25df7bc2c566).
El problema con Canadá, país de 9.985 millones de kilómetros cuadrados de área (casi la misma que la de Estados Unidos) y sólo 38.25 millones de personas (eso daría una densidad de 3.83 habitantes por km2), es que tiene vastas áreas boscosas deshabitadas, que tienen poca o nula vigilancia. También, como ya está afectado ese país por la emergencia climática mundial, los árboles y el resto de la vegetación, se secan. Los fuertes vientos acaban con la poca humedad que hay y basta cualquier chispazo (muchas veces, intencional) para que ardan incontrolables incendios. Se ha recomendado que se hagan “incendios controlados” para eliminar toda la maleza o árboles secos que alimentan rápidamente a los incendios, como hacen todavía los nativos, pero los “conservacionistas” se oponen, ignorando que así se evitan monstruosos incendios, como otro que se dio en el 2016, llamado La Bestia, por el cual debieron de evacuarse 88,000 personas, tomadas por sorpresa. Como no hay vigilancia de todos sus bosques, muchos pequeños incendios, pasan desapercibidos, hasta que ya crecen y son descubiertos, pero ya son incontrolables. Y como Canadá, a pesar de que se dice ser un país muy ecológico, dedica pocos recursos a pagar bomberos y para sistemas contra incendios, pues tiene pocos y muy viejos aviones cisterna. Los recientes incendios han sido tan intensos que el humo provocado ha llegado hasta Estados Unidos. Son muy peligrosos para la salud, pues producen las llamadas partículas PM 2.5, iguales o inferiores a 2.5 micras (una micra es la milésima parte de un milímetro). Esas partículas invaden los pulmones hasta los alveolos, que pueden ocasionar inflamación de todos los órganos del cuerpo y hasta la muerte. Y muchos incendios, aunque aparezcan como apagados, quedan “hibernando” entre las cenizas y, cuando es el momento propicio, reviven. Son cientos de hectáreas que se queman cada año y con la emergencia climática, irán en aumento. Como dice Mike Flanigan, director de ciencia del Canadian Partnership for Wildland Fire Science (Departamento de estudios canadiense de los incendios en bosques), “los bosques que estamos cuidando, a este ritmo, desaparecerán” (ver: https://www.wired.com/story/canada-wildfires-future/).
Y en Luisiana, en el pueblo de Merryville, parte del municipio de Beauregard, 1,000 residentes fueron obligados a salir de inmediato por un incontrolado incendio. El sheriff local ordenó “¡Salgan, pero ya!”, dada la gravedad de la conflagración (ver: https://www.theguardian.com/us-news/2023/aug/25/louisiana-wildfire-tiger-island-fire-evacuation).
También muy graves han sido los incendios en Grecia, que han consumido 77,000 hectáreas de bosques y todavía están activos 120 puntos. Igualmente, se están devastando sus bosques.
Y como mucha gente de muchos países se ha ido a vivir cerca de los bosques, lo que antes era un idílica vida, ahora hasta puede ser una mortal decisión si se da una conflagración, que en cuestión de minutos acaba con cientos de árboles y las construcciones que estén cerca o entre ellos. Por las altas temperaturas y la sequía, las hojas de los árboles se amarillentan y mueren y eso los hace arder más fácilmente (ver: https://www.theguardian.com/environment/2023/aug/23/tropical-forest-face-massive-leaf-death-global-heating-unable-conduct-photosynthesis-study).
Como dice Flanigan, a ese ritmo, los bosques y selvas serán cosa del pasado. Ya, la selva amazónica, de tantos provocados incendios (que se solaparon durante la corrupta, nefasta presidencia del fascista Bolsonaro),está perdiendo su capacidad de regeneración. De desaparecer, desaparecería el 20 por ciento del oxígeno planetario que a diario respiramos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/la-amazonia-brasilena-ya-no-se-esta.html).
Así que, como ven, el infierno ya es la “nueva normalidad”, cortesía del depredador, contaminante capitalismo salvaje.
Felices incendios.
Contacto: studillac@hotmail.com