Sobre huracanes, riñones humanos crecidos en cerdos, baterías y contaminante agricultura
Por Adán Salgado Andrade
Cada vez más y más, la emergencia climática está ocasionando problemas que se irán agravando, si no se busca la reducción sustancial de las emisiones contaminantes. Pero eso no será posible, pues, por ejemplo, el petróleo y otros combustibles fósiles, siguen siendo la energía mayoritaria, usada en un 82 por ciento. Y se estima, de acuerdo con la Organización de países exportadores de petróleo, que seguirá siendo muy usado hasta el 2045 (ver: https://www.jornada.com.mx/2023/09/03/economia/015n1eco).
Pero no sólo se trata de que se usaran menos las energías fósiles, sino de que se reduzca bastante, a la mitad o más, las emanaciones contaminantes. Y eso sólo se lograría si se acaba o limita la sobreproducción que el capitalismo salvaje ha impuesto desde hace siglos, producir más de lo que realmente se puede consumir. Ese exceso depreda y contamina al planeta y está acabando aceleradamente con las condiciones que nos permiten seguir existiendo en aquél. Recientemente se reconoció, tímidamente, que es la incesante sobreproducción, que incita al híper consumismo, como la causa de que cada vez se contamine y deprede más y más (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/11/por-fin-se-reconoce-que-el-hiper.html).
La emergencia climática que se ha ocasionado, da lugar a distintas problemáticas, como expondré a continuación.
En la primera, me refiero a los huracanes, cada vez más poderosos, que se forman en los océanos Atlántico y Pacífico. Al momento de escribir estas líneas el huracán Lee (septiembre, 2023), se formó en el Atlántico y, repentinamente, subió su velocidad de 30 nudos (55.56 km/ h) a 116 (215 km/h), lo que lo convirtió en categoría cinco. Lo mismo sucede en el Pacífico, con el huracán Jova, que subió de 60 nudos (111 km/) a 140 (259 km/h). Dice Matt Simon que son dos “monstruos que pueden tocar tierra, gracias a los océanos cada vez más calientes, una atmósfera más húmeda y los fuertes vientos que los alimentan”. El problema adicional es que los vientos verticales que podrían deshacerlos, por el calentamiento global, cada vez son más débiles y por eso llegan con gran intensidad, como sucedió con Idalia, que golpeó a Florida con “monstruosas tormentas”. Y cada vez serán más frecuentes y destructivos (ver: https://www.wired.com/story/the-rapid-intensification-of-hurricane-lee-is-a-warning/).
La segunda problemática a la que me refiero es el incremento de enfermedades a que un ambiente cada vez más contaminado y depredado ha dado lugar. Por ejemplo, el cáncer, una enfermedad crónico-degenerativa, está aumentando en la gente menor a 50 años. Ya hasta niños padecen cáncer o nacen con él (ver: https://www.theguardian.com/society/2023/sep/05/cancer-cases-in-under-50s-worldwide-up-nearly-80-in-three-decades-study-finds).
Otras enfermedades se desarrollan, justamente por tantos tóxicos que hay en agua, tierra y, sobre todo, aire. Es el caso del daño renal, provocado, por ejemplo, por la imposición de fumar y algunas enfermedades, pero también generado por tóxicos químicos regados en el ambiente marino, terrestre y aéreo (ver: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5716161/).
En países como Estados Unidos, hay miles de personas esperando un trasplante de riñón, y pasan de tres a cinco años para que, al fin, lo tengan. Tan sólo en ese país hay 89,000 personas esperando un riñón. Por lo mismo, hay empresas biotecnológicas que buscan la forma de obtener riñones más rápidamente. Como la que ha alterado genéticamente a cerdos para que sus órganos se parezcan a los humanos y puedan trasplantarse. Eso se hizo con Dave Bennett, a quien practicaron un trasplante de corazón de cerdo alterado genéticamente. Sobrevivió un par de meses, pero murió en julio del 2022 (ver: https://www.nbcnews.com/health/heart-health/first-man-receive-transplanted-pig-heart-died-heart-failure-not-reject-rcna37078).
Mas no paran los esfuerzos por conseguir riñones más rápidamente. Y en China, se lograron producir riñones de humanos en embriones de cerdos, los que se conocen como quimeras animales. En el Instituto de Biomedicina y Salud de Guangzhou, empleando la técnica Crispr (para editar genes), un equipo de investigadores logró reproducir riñones en embriones de cerdo. A dichos embriones, los modificó genéticamente y les colocó células madre humanas, diseñadas para producir riñones humanos. Pero los extrajeron antes de tiempo, para comprobar si, en efecto, se habían formado y así fue.
Sin embargo, otros investigadores que no participaron en el aberrante experimento (y digo aberrante, porque están manipulando la genética de tal forma que están creando monstruos, jugando a ser dioses, como modernos Frankensteins), dicen que los genes que usaron, de implantarse esos riñones en humanos, les provocarían cáncer (ver: https://www.wired.com/story/scientists-just-tried-growing-human-kidneys-in-pigs/).
Esas investigaciones, aunque justifiquen que es por el bien de la humanidad, finalmente buscan un gran beneficio económico, pues sólo imaginen si realmente dieran resultado sus aberraciones y produjeran miles de riñones, listos para ser trasplantados en personas, sin problema alguno. Patentarían su técnica y ganarían millones de dólares vendiendo esos vitales órganos para muchos.
La tercera problemática tiene que ver con la falacia de que si recurrimos a los autos eléctricos, con lo que ello implica, en cuanto a las baterías eléctricas requeridas, el planeta se “librará” de la contaminación. Al contrario, se alentará el extractivismo, por tantos minerales, como litio, cobalto, grafito y metales de tierras raras, necesarios para fabricar tantas baterías, las que se reciclan poco. Todo eso, aunado a que se elevará el consumo eléctrico, por tantos cientos de millones de autos eléctricos que deberán cargarse constantemente, el que ya, de por sí, es elevado, pues la electricidad se emplea en todas las actividades humanas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/09/los-autos-electricos-no-son-la-panacea.html).
Como tales baterías quieren aplicarse ya en todo, la empresa Tesla, la que hace autos eléctricos (la empresa del nefasto, prepotente Elon Musk), también comercializa baterías para estaciones eléctricas, que las emplean como energía de emergencia para cuando haya apagones. El problema adicional con las baterías eléctricas es que, si no están bien hechas o aunque lo estén, bajo ciertas condiciones extremas, tienden a estallar. Y ya se han dado explosiones de baterías de autos, motocicletas, bicicletas y scooters eléctricos, pues se mezclan los componentes de tales baterías.
Justamente lo que sucede con los conjuntos de baterías para estaciones eléctricas, mencionados, que ocupan el espacio de un remolque de tráiler, de lo masivas que son, y que también han estallado, como en Surprise, Arizona, en el 2019, o en Geelong, Australia, en el 2021, y el incendio provocado en ésta, duró cuatro días, hasta que fue extinguido.
Esos estallidos e incendios subsecuentes, se deben, como dije, a que las baterías estén defectuosas, a excesivo calor o, algunas veces, a que los sistemas de seguridad que deben de actuar sólo en emergencias, fallan e inundan de agua, por ejemplo, a las baterías, lo que produce cortos circuitos que provocan, igualmente, incendios.
Por ello, en una comunidad de Nueva York, Raquette Lake, se opusieron recientemente a que la empresa eléctrica que les brinda el servicio, National Grid, instalara varias de esas masivas unidades de baterías eléctricas, pretextando que era para reducir las emisiones de CO2, pues se usarían cuando hay apagones, sustituyendo a la generación por gas. Se acordó una moratoria de un año, “hasta que se compruebe, realmente, que esas instalaciones son seguras”.
Esos paquetes de baterías, son parte de un programa mayor que pretende, para el 2030, instalar 6 gigawatts de almacenamiento eléctrico para el 2030 (ver: https://www.wired.com/story/big-grid-batteries-are-booming-so-are-fears-fire/).
Ojalá fueran una verdadera preocupación climática tales acciones, pero no son otra forma más que de hacer nuevos negocios, disfrazados de “intenciones ecológicas”. Al mundo, lo seguiremos depredando y contaminando (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/05/el-gas-natural-de-esquisto-el-regreso.html).
La cuarta problemática, es sobre el contaminante sector agropecuario. Es una actividad que se centra en grandes monocultivos, de maíz, trigo, soya, papas, manzanas, naranjas y arroz, principalmente, lo que ha ido acabando con la biodiversidad. La pérdida es ésta, redundará en la pérdida de nuestro propio futuro, pues sin biodiversidad, se extinguirán insectos, como las abejas, grandes polinizadores, así como plantas que son hasta medicinales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Los citados monocultivos emplean demasiada agua, fertilizantes, tierras… lo que genera una gran cantidad de CO2. Tan sólo la soya, maíz, arroz y trigo, ocupan casi el 50 por ciento de todas las tierras cultivadas del planeta.
Pero además, son esos monocultivos, los que más está afectando el calentamiento global, entre otras cosas, porque cada vez son más atacados por plagas, beneficiadas por tal calentamiento, así que además de que requieren de muchos recursos, son bastante vulnerables a las plagas y, desde luego, a sequías y otros problemas ambientales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/04/los-monocultivos-estan-siendo-muy.html).
Por otro lado, la producción de carne, la roja, sobre todo, globalmente, es responsable del 15 por ciento de las emanaciones de CO2.
Así que sería lógico pensar que si monocultivos y tanta producción de carne son tan contaminantes, deberían de reducirse o hasta eliminarse de la dieta.
Pero como eso no sucederá, en Estados Unidos, uno de los más contaminantes en esos sectores, el gobierno, a través del Departamento de Agricultura, anunció un plan para reducir las emisiones, sin atacar de raíz el problema. Consiste en que los agricultores traten de usar técnicas para secuestrar CO2 en la tierra, sembrando plantas que cubran las tierras (cover cropping), entre cosecha y cosecha, para que no se erosionen los suelos y se pierda el humus, la capa cultivable. Supuestamente, también capturan CO2, pero es en un porcentaje mínimo. Sin embargo, cuando se vuelven a arar las tierras, el CO2 que fue secuestrado, se libera y hasta es mayor el que se emite, que el que se capturo, por el que previamente existía en esas tierras.
Se está empleando mucho dinero, unos $20,000 millones de dólares. Otro punto es que se pretenden hacer fertilizantes menos contaminantes, con menos nitrógeno, para evitar que las bacterias que lo consumen, al digerirlo, produzcan óxido nitroso, otro potente gas que se va a la atmósfera y también calienta al planeta.
Pero expertos sostienen que es el enfoque equivocado, pues, como dije, se debería de reducir la producción de carne y de monocultivos, que requieren demasiados fertilizantes (ver: https://www.wired.com/story/usda-climate-smart-agriculture/).
Así que tampoco se está aplicando un plan radical que reduzca considerablemente las emisiones contaminantes, de un sector que tiende a crecer en la producción de gases efecto invernadero.
Ahí tienen, por tanto, cuatro problemáticas de la emergencia climática.
Y si no se deja de ver la protección a las condiciones que nos permitan seguir viviendo en el planeta como un objetivo ecológico, sin fines de lucro, no como un medio más para hacer buenos negocios, los poderosos huracanes, serán más frecuentes, las enfermedades de todo tipo, incrementarán, habrá cada vez más extractivismo, por tantas baterías peligrosas que se construirán y la agricultura, junto con la producción de carne roja, nos matarán, en lugar de alimentarnos.
¿Ustedes creen que realmente haya voluntad para hacerlo?
Lo dudo, sinceramente.
Contacto: studillac@hotmail.com