Altas temperaturas impiden un buen aprovechamiento escolar
Por Adán Salgado Andrade
Las temperaturas extremas, sea frío o calor, provocan problemas en las actividades que desarrollamos. Un frío extremo, nos entume, por ejemplo, y tenemos que usar ropa gruesa para calentarnos o calefacción, si la tuviéramos. Pero si se tratara de calor, de ese sofocante, podríamos empelar un ventilador o, si se tienen los medios, aire acondicionado (aunque en ciudades como México, que tanto fríos, como calores son, digamos, todavía soportables, no llegamos a los casos en que se deba de usar calefacción o aire acondicionado, como hacen en otros estados del país).
Pero el calentamiento global ya está generalizando a las temperaturas muy elevadas y se van convirtiendo en la norma. En Estados Unidos, por ejemplo, en los meses más calientes del verano, las escuelas hasta cierran, pues no es posible que sus estudiantes acudan con temperaturas de 35º C o mayores. Y se da en lugares en donde, ni habrían pensado que el calor fuera tan extremo. Es el caso de los estados del norte, como Washington, Nueva York o Vermont, en donde, en verano, no pasaban las temperaturas de 15 o 18º C, cuando mucho. Las escuelas de esos estados, las antiguas, se hicieron para esas temperaturas, con poca ventilación y ventanas chicas, así que en la actualidad, son verdaderos “saunas” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/08/en-eeuu-las-escuelas-hasta-cierran-por.html).
Pero el problema es que, a pesar de que el verano ya está llegando a su fin, las ondas de calor, cada vez más frecuentes, debidas a la emergencia climática, combinadas con las sequías y, peor aún, el fenómeno El Niño (que acentúa lluvias, sequías e incrementa el calor), están ocasionando que la estancia de los alumnos dentro de calurosas aulas, sea bastante incómoda.
Es lo que expone el artículo del portal Wired titulado “Este es el cerebro de su hijo en calor extremo”, firmado por Matt Simon y Pia Ceres, quienes agregan como subtítulo que “es demasiado caliente para la escuela, debido a que salones sofocantes, han llevado a algunos maestros a dar clases por línea o cancelarlas. Y el calor sólo irá empeorando” (ver: https://www.wired.com/story/extreme-heat-kids-schools-learning/).
Y es un problema que se generaliza en todo el mundo, estudiar o trabajar en condiciones muy calurosas.
Comienzan mencionando que en la clase de la maestra Sarah Mueller, en Pittsburgh, Pensilvania (un estado justamente norteño), con tal de que sus alumnos se lo tomen a broma, les dice que “la gente paga mucho por un sauna y, vean, aquí, ustedes lo tienen gratis”. Desde las 7:30, por la mañana, el salón ya experimenta temperaturas de casi 29º C. ¡Sólo imaginen, estar a casi 30 grados, es realmente bochornoso. La maestra ha tenido que gastar unos $1,000 dólares durante los años, de su propio dinero, para comprar ventiladores, con tal de que sus alumnos no se sientan tan mal. “Cuando las clases terminan, mis alumnos están sudando, exhaustos y no pueden concentrarse. Tratar de que alguien que se está derritiendo, aprenda distintas cosas, está en contra de la Convención de Génova”, afirma Mueller.
Esa Convención de Génova a la que se refiere la maestra, establece condiciones dignas “para prisioneros de guerra y para civiles dentro o fuera de las acciones armadas” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Geneva_Conventions).
Lo debió de decir en sentido sarcástico, pero, sí, que si los alumnos van a aprender, no se les están ofreciendo las mejores condiciones para hacerlo.
“El inicio del nuevo ciclo escolar se caracterizó por intenso calor y humedad en todo Estados Unidos. Mientras las temperaturas se elevaron a más de 32º C, durante la primera semana de septiembre (2023), estudiantes en Detroit, Michigan y Newark, fueron retirados más temprano. En el distrito donde da clases Mueller, las escuelas sin aire acondicionado, optaron por clases en línea por dos días, lo que recordó la emergencia sanitaria por el Covid. Las escuelas se están calentando más y más y se está volviendo imposible, en consecuencia, enseñar y aprender dentro de ellas”, dicen Simon y Ceres.
Agregan que “el calor afecta al cerebro en aspectos vitales. En primer lugar, demasiado calor, distrae. Si un chico suda demasiado por una onda de calor, no se concentrará en el examen que tiene enfrente. En días cálidos, Mueller dice que sus estudiantes se esfuerzan tan sólo por tener sus cabezas levantadas. Mucho menos van a poner atención en una lección acerca de la seguridad en los laboratorios, por ejemplo”.
Tiene razón la profesora. Sólo recuerden que en la pasada oleada de calor, cuando en la ciudad de México se elevó la temperatura hasta los 34º C, era mucha la dificultad para concentrarse en leer o trabajar en la computadora, por ejemplo. Como mencioné antes, no es fácil hacerlo.
Explican que los jóvenes son más vulnerables al calor extremo, que el cuerpo trata de aliviar con el sudor. Para hacerlo, desvía sangre de todos los órganos, hacia la piel, que es por donde sudamos (por eso, se nos pone roja en calor), lo que ocasiona que haya un déficit de sangre, “Si falta en ciertos tejidos, entonces se produce una deficiencia cognitiva. También le sucede a profesores acalorados, lo que reduce la calidad de la enseñanza en días calurosos”.
Sí, yo mismo, en épocas de calor (que nunca han sido tan extremas como las recientes), mantengo puerta y ventanas abiertas para que el aire circule en el salón de clases (de hecho, fue tan extrema la pasada ola que varios de los estudiantes de la secundaria en donde da clases mi hermano, hasta se desmayaron, por golpes de calor y deshidratación).
Y esa misma situación debe de suceder en el país, en los estados más calurosos, en donde, incluso, se adelantó el término de clases del pasado curso, para evitar que los estudiantes fueran a las escuelas y se expusieran a altas temperaturas, combinadas con altísima radiación solar (ver: https://www.unotv.com/nacional/estados-adelantan-fin-de-clases-por-altas-temperaturas/).
Citan a Tarik Benmarhnia, epidemióloga ambiental, de la Universidad de San Diego, quien afirma que sometidos a calor extremo, “no tenemos tanta sangre con hemoglobina y oxígeno en el cerebro, pues no es una prioridad concentrarse, sino que el cuerpo se enfríe”.
En efecto, cuando sudamos demasiado, no sólo es limpiarnos el sudor con algún pañuelo de tela o desechable, sino que sentimos el sofocamiento, lo que nos impide, incluso, comer, si lo estamos haciendo. Les repito, sólo recuerden el malestar que ocasiona una alta temperatura en cualquier situación.
Y es peor, comentan, para los niños con asma, pues las elevadas temperaturas producen altas concentraciones de ozono, lo que daña sus vías respiratorias, afectadas, de por sí, por la enfermedad.
También las altas temperaturas afectan el humor, crean ansiedad, además de que tienden a incrementar la violencia. La profesora Mueller señala que cuando hace más calor, se incrementan las peleas entre sus estudiantes. En efecto, un clima caluroso, vuelve más violenta a la gente. Véanlo con los conductores, que por cualquier cosa se pelean cuando hace mucho calor.
Otro problema es que los niños que no cuentan con aire acondicionado en sus casas (los más pobres), van de una escuela calurosa a un hogar igualmente caluroso, en donde ni dormir bien pueden. Y así se tienen que levantar, y acudir nuevamente a una escuela caliente. De hecho, las noches calurosas, afectan el sueño y no dejan dormir bien (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/06/el-calentamiento-global-afecta-el-sueno.html ).
Investigadores han comprobado que en los exámenes que se aplican para ver el rendimiento de los estudiantes, éstos salen más bajos si los realizan cuando hace mucho calor, pues “por cada grado Fahrenheit extra de temperatura, los resultados de esas pruebas bajan 1 por ciento, que cuando se realizan en condiciones normales”.
Y señalan que no es sólo que el día del examen esté caluroso, sino que es un efecto acumulativo, “por tantos días calurosos que sufren los estudiantes y que les impiden estudiar bien”.
Señalan Simon y Ceres que un estudio internacional indica que es lo mismo en todo el mundo, “pues en 58 países, en años calientes, los estudiantes rinden mucho menos” .
Otro problema es que en ciertos estados – o países –, la gente está más adaptada, “pues no es lo mismo 32º C en Phoenix, en donde la gente ya está más adaptada, que en Boston”. Como señalé antes, son estados, como Boston, que nunca antes habían resentido temperaturas tan altas – que ya serán la norma – en donde sus habitantes, apenas empiezan a acostumbrarse, digamos.
También es una cuestión racial, pues los latinos y los afroestadounidenses, que son los que viven mayoritariamente en zonas marginadas, asisten a escuelas sin aire acondicionado. No así los blancos, que muchos van a escuelas que sí lo tienen. Eso ocasiona que sean aquellos grupos minoritarios los que rindan menos, de acuerdo con el citado estudio.
Además, las altas temperaturas son exacerbadas por el efecto “isla de calor”, debido a que asfalto y concreto lo retienen y no sólo en las ciudades, sino en las escuelas, pues tanto concreto, canchas de tenis, de básquetbol, estacionamientos y edificios muy aglomerados, las calienta más.
Todo eso se resolvería, anotan Simon y Ceres, si se dotara con aire acondicionado a todas las escuelas. “Eso sería caro, pero un estudio muestra que es buena inversión, ya que si una escuela se calienta 5 grados Fahrenheit, pero es dotada de aire acondicionado, se evita que en cada estudiante se pierdan $1,060 dólares de inversión escolar”. Joshua Goodman, economista de la Universidad de Boston, quien colaboró en el estudio, citado por los periodistas, señala que “es mejor dotar de aire acondicionado a las escuelas, plantar más árboles, pues así, se incrementa el rendimiento escolar. No es barato, pero debe de hacerse”.
Como ven, todo en este sistema capitalista salvaje es dinero, pues se pierde si los estudiantes no rinden. No es tanto una cuestión humanitaria, sino de mero eficientismo. Pero, al menos por eso, debería de hacerse.
Y aunque Estados Unidos es un país “rico”, costaría mucho, señalan Simon y Ceres, proveer de aire acondicionado, mejor ventilación y calefacción a todas las escuelas (claro, se prefiere mejor invertir en armas. Tan sólo en el 2022, se gastaron $766,000 millones de dólares. Ver: https://www.pgpf.org/budget-basics/budget-explainer-national-defense).
“Muchas escuelas, muy viejas, requerirían un total reacondicionamiento. Además, los suministros, debido a la pandemia, tardarían en proveerse. Se calcula que una sola escuela de tamaño medio, requiere de $6.7 millones de dólares para instalar esas mejoras”.
También señalan Simon y Ceres que deben de renovarse los bebederos, pues muchos están en malas condiciones y acondicionarse áreas en donde puedan enfriarse los estudiantes. En Arizona, además, cuando hay recesos, que los estudiantes salen de las aulas, se acaloran por el cálido ambiente fuera de los salones. Muchos maestros se quejan de que cuando regresan, pierden tiempo por tomar agua o acudir al baño y preferirían que fueran dentro de los salones tales recesos, pero, considero, ni modo que no salieran, si el ambiente escolar es, finalmente, carcelario (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/09/la-escuela-debe-de-ser-liberadora-para.html).
Todo eso se resolvería si el modelo escolar fuera más libre, menos encerrado, como muchos estudiantes de varios países han sugerido. Sólo imaginen, si tomaran sus clases en jardines, áreas arboladas, que crean microclimas que bajan mucho las temperaturas, no habría los mencionados problemas.
La profesora Mueller finaliza diciendo que no es justo que sus alumnos, que pertenecen a un distrito escolar pobre, no tengan las mismas oportunidades que las de los de distritos ricos que, ellos, sí, tienen aire acondicionado y escuelas modernas, adaptadas al calentamiento global. “Mis estudiantes merecen un mejor futuro”, señala.
Pero, a como están las cosas, con la emergencia climática, cada vez más grave, que está convirtiendo al planeta en un inhóspito infierno global, cabe preguntarse, ¿realmente la humanidad tiene un futuro?
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