viernes, 1 de septiembre de 2023

Cómo viven algunos niños del mundo

 

Cómo viven algunos niños del mundo

Por Adán Salgado Andrade

 

Los niños de hoy, serán los adultos que mañana se encarguen, esperemos, de que este planeta continúe conservando las condiciones mínimamente aceptables para que podamos seguir viviendo en él.

De cómo los niños se formen en la actualidad, depende cómo sean en el futuro. Por ejemplo, varios traumas se dan durante la niñez. Si no son tratados adecuadamente, pueden desarrollar afectaciones mentales que los conviertan en inadaptados, muchas veces hasta violentos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/02/los-traumas-de-la-ninez-pueden-provocar.html).

Sólo imaginen a niños que en algunos países africanos o árabes, como en Yemen, son reclutados forzosamente, incluso, con engaños de que ayudarán a sus familias con una cantidad mensual de dinero, que en muchos casos, no cumplen los infames guerrilleros que prácticamente los apresan. Esos niños son convertidos en “máquinas de matar”, aprenden a usar armas, en lugar de divertirse con juguetes, a temprana edad, en contra total de su voluntad o la de sus familias. De adultos, no tendrán empacho en recurrir a la violencia, asesinando, incluso, si alguien se opone a lo que sea que pretendan realizar (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/06/los-ninos-soldados-de-yemen.html).

Aquí mismo, en México, en localidades rurales, hay niños cuyos padres apenas si sobreviven de sembrar maíz o frijol y se deben de dedicar a alguna otra actividad, pues no basta con lo que obtienen de sus siembras. Esos niños son blanco de la delincuencia organizada, que los recluta como sicarios (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/06/los-ninos-soldados-de-yemen.html).

Y si no tienen una orientación adecuada, caen fácilmente en la influencia que funestas redes “sociales” les inculquen, como que tienen cuerpos feos o que no andan “a la moda”. Muchos, hasta se suicidan, porque no pueden seguir esos falsos estándares (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/01/las-redes-sociales-provocan-que-ninos-y.html).

Y ya no digamos si no reciben una orientación y educación sexual adecuadas, pues también pueden producirse durables traumas para toda su vida. Si ven, por ejemplo, pornografía a temprana edad, podrían dañarse psicológicamente para toda su vida (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/la-pornografia-deforma-la-sexualidad-y.html).

También influye el medio en donde se críen. Si crecen en medio de la pobreza, con carencias, puede ser una condición que pocos puedan superar y que también determine cómo sean de mayores. Quizá de adultos, en caso de lograr una mejor posición, sean egoístas, de los llamados selfmade, las personas que afirman que les costó trabajo ser lo que son y nadie merece su ayuda. Dirán “que se frieguen, como yo me fregué”.

El fotógrafo ingles, nacido en Kenia, James Mollison (1973), ha escrito dos volúmenes sobre cómo viven distintos niños de muchos países. El periódico The Guardian, ofrece una muestra del segundo tomo, en el que me basó para este artículo (ver: https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2023/aug/19/childrens-bedrooms-around-the-world-james-mollison-photographs).

El primero de ellos es Everett, de cuatro años, de Estados Unidos. le gusta mucho el personaje de El Hombre Araña. Sus padres, de clase media, son coleccionistas de muchas cosas y quizá por eso también lo sea Everett. Su habitación está llena de parafernalia de ese personaje, sean muñecos, colchas, posters, calcomanías, disfraces… y dice que “de grande quiero trabajar en Marvel, haciendo súper héroes o también quiero ser bombero”. Digamos que Everett tiene una niñez normal, que le permite soñar, al no tener que preocuparse qué comerá en un día cualquiera.

María, es una adolescente italiana (vive en Vicenza, cerca de Venecia), de 15 años, seguidora de Greta Thumberg (la adolescente activista climática sueca), muy preocupada por la crisis ambiental. “Me angustia que vaya a enfermarse”, dice su madre. Su recámara tiene un librero que ocupa una pared, con varios libros, lo que denota que María es gran, asidua lectora. Muy bueno, pues eso da muchos conocimientos. Se ve de clase media, así que tampoco se ha de preocupar por la cuestión económica. “Yo pienso que pronto Venecia y Vicenza, se hundirán, y que estallará una guerra mundial”. Sus preocupaciones no son infundadas, pues el calentamiento global, elevará el nivel del mar y hundirá varias costas del mundo. Por si fuera poco, cada vez estamos más y más cerca de un conflicto bélico mundial, como el que vivimos actualmente, entre Rusia y Ucrania, interminable.

Gantulga, de Mongolia, es un chico de once años. Él sí vive en condiciones precarias, pues su familia habita en una zona rural, y vive de sus 200 renos. Va a la escuela de 9 de la mañana a 2 de la tarde. Un tipi es su hogar (es una especie de gran tienda de campaña, sostenida por troncos, unidos en la parte superior, cubiertos con lonas, muy rudimentaria vivienda. Una estufa de leña, ubicada al centro, es con lo que se calientan durante la noche o los crudos, todavía, inviernos. Sí, se ve la precariedad en la foto que Mollison muestra de sitio. “Gantulga quiere ser arriero, pero temo que cuando crezca se quiera ir a la ciudad”, dice su abuelo. Sí, todo puede suceder. Sobre todo, por la influencia que Gantulga pueda tener de las redes sociales que ve en su teléfono (cuya corriente para que funcione, es obtenida mediante un panel solar). Como dije arriba, a veces, son malas consejeras. Además, todavía está muy chico para tomar alguna decisión sobre su futuro.

Rawan es una niña siria de cinco años, que vive con su madre y cuatro hermanos, en un campamento de refugiados de Jordania. Se ve su rostro desolado, triste, seguramente de tantos problemas que han vivido, pues tuvieron que abandonar Siria, ese país que tiene una guerra civil desde hace muchos años. Su padre fue detenido por protestar durante las manifestaciones civiles, que se dieron en contra del “gobierno” de Bashar Assad y no saben si está vivo o muerto. Rawan tiene pesadillas de bombardeos y a veces “sueño que estoy muerta”. De allí, su rostro tan apesadumbrado. Viven en un contenedor, de esos que se usan para transportar mercancías, de seis metros de largo, convertido en casa-habitación. Sin embargo, se ve arreglado, hasta acogedor, no parece un contenedor, a pesar de que la familia depende del hermano mayor, quien trabaja transportando cosas por entre el campo de refugiados, en su carretilla, con lo que se gana algo de dinero. La comida está racionada. Seguramente tantas carencias y sufrimientos moldearán la personalidad de Rawan, quien quizá de adulta sea una persona tímida, introvertida y con muchos traumas.

Lilia es una chica hindú de once años. Vive con sus padres y seis hermanos, en una zona rural, en una casa de una sola habitación, hecha de carrizos y paja aglutinada con barro, muy rústica y endeble, aunque las paredes son de adobe encalado, pintadas de blanco, con una franja verde y una roja, en la parte superior, que le dan cierta presencia, no tan precaria. Hay más vacas y búfalos que gente en el pueblo y en verano, las temperaturas llegan a 42º C, extremas, pues también el calentamiento global afecta esa zona. No hay baños individuales, sólo comunitarios. Vaya molestia, tener que compartir baño. Ni imaginar si Lila tuviera una emergencia, como una diarrea. La escuela está cerca. “Mi mamá me enseñó a bordar. Tengo que hacer toda la limpieza de la casa, porque mi hermano no hace nada, no lo obliga nadie”. Muy mal, pues está recibiendo la educación tradicional en la que la mujer, se encarga de todo lo doméstico y el hombre debe de trabajar, digo, si lo hace, pues ya abundan los que ni trabajan, ni hacen las labores domésticas. Sólo quieren “disfrutar la vida”.

Nemis es un chico canadiense de nueve años, de clase media, como puede verse por su habitación, llena de ropa de mujer y pelucas, pues a los siete años, comenzó a interesarse por las vestimentas de las drag queens, por la influencia de RuPaul Andre Charles, una drag queen estadounidense de 62 años. “Me gustó mucho verlo y por eso, comencé a vestirme así”, dice Nemis, luciendo, en su foto, una larga peluca pelirroja. “Quiero ser una drag queen famosa, cuando sea grande”, dice, muy orgulloso de que ya hasta ganó un concurso de eso. Pues qué bien que su familia no le ponga obstáculos y lo apoye en lo que quiera, hasta en algo tan polémico. Será un niño muy seguro de adulto.

Rayham, es un niño ghanés de tres años. En la foto que se muestra de él, está serio, como que no quería tanto fotografiarse. Se ve que su familia es acomodada, pues su recámara tiene una cama en forma de jeep. La casa está cercada con alambre de púas, muy seguramente para evitar ser el blanco de asaltantes, que ha de haber muchos en ese país africano pobre. En la sala, tienen una pecera construida en el piso, llena de peces dorados, sobre la que hay un grueso vidrio, por el que los visitantes pueden caminar. La casa tiene un gimnasio, un bar y una sala para ver películas. A Rayham le gustan mucho los autos, por eso la cama en forma de jeep, pero prefiere dormir todavía con su padres y la recámara sólo la usa para jugar. Es un niño afortunado, pues no sufre precariedad, como Lilia, Rawan o Gantulga. De no haber factores adversos, será un niño “normal”, digamos.

Alex es un puberto estadounidense de doce años. Vive con su abuela, madre, un hermano y dos hermanas en una casa rodante, en Kentucky. Pertenecen a los 50 millones de estadounidenses que viven en la pobreza. Duermen en colchones, amontonados. El desorden es notorio, el que correspondería a un sitio tan hacinado (ropa por todos lados y sobre los colchones; pobre inmobiliario, como un par de viejos televisores, montados sobe bafles, paredes de madera, mal pintadas… en fin, deprimente). Alex es rubio, de pelo largo, muy a la emo. Su padre murió el año pasado de una sobredosis de cocaína, lo que habla de qué clase de familia es la de Alex, nada típica, digamos (disfuncional dirán los sociólogos, aunque, en esta caótica época, nos preguntaríamos ¿qué es funcional?). Alex quiere ser miliar, como su abuelo, única opción para jóvenes pobres, así cómo él.

Daniel, de siete años, es rumano. Su familia, no tan pobre, tiene dos casas en Maramureș, en una zona rural, en donde han vivido sus ancestros por 300 años. La casa vieja, tiene un telar, para confeccionar prendas de lana. Muy vistosas las que pueden verse, como cubiertas para los sillones y almohadones, con techo de madera. En verano, viven en esa casa, pero en invierno, como es muy fría, se cambian a la moderna, la que está a un lado. Son autosuficientes, viviendo de “cuatro marranos, dos conejos, cuatro gallinas, un chivo y un caballo, con el que el que se proveen de comida, como panecillos, que es lo único que compran. “Voy a la escuela en autobús, pero no estoy muy interesado en las tradiciones familiares”, dice. Seguramente cuando tenga suficiente edad, se irá a otro lado. Y si heredara las propiedades, probablemente las vendería, como hacen tantos jóvenes de provincia, que reciben en herencia tierras de sus padres y en lugar de cultivarlas, las venden y se compran un súper auto que, en una borrachera, chocan y se matan.

Shintaro es un adolescente japonés de 13 años, que gusta mucho de jugar fútbol. Vive en Yokohama, con su padre y una hermana Su madre murió hace un año en un accidente automovilístico, cuando le llevaba alimentos al padre de ella. El chico ama el fútbol y está en una liga. “Duermo diez horas diarias, porque así dicen que creces, quiero ser más alto”. Está tan apasionado por el balompié que, cuando su padre y su hermana viajaron de paseo a Australia, él se quedó en casa, con tal de seguir con su rutina futbolera. “Quiero ser el mejor jugador de fútbol del mundo”. Bueno, al menos tiene claro qué quiere ser. Aunque la vida da muchos giros, pero será un niño normal, supongo.

Millie es una chica galesa de ocho años, que vive en una zona rural de Gales, con sus padres y dos perros. La casa es una vieja granja, sin agua y sin electricidad. Ésta, la obtienen de paneles solares y su padre lleva agua de un río cercano. Viven minimalistamente, digamos. Y duermen en un tapanco, en dos camas que han juntado. La recámara se ve desordenada, aunque el techo a dos aguas, de madera, le da cierto acogimiento, pero, sí, es notorio que nada está en su sitio, cajones abiertos, ropa regada por todos lados, libros y cuadernos en el piso, a un lado de muñecas Barbies sin ropa, descuidadas. Millie no va a la escuela, su madre le enseña todo. “Conmigo aprende más que en la escuela”, dice ella, orgullosa. La foto de Millie revela un rostro seguro, hasta desafiante. También se ve que la niña va a ser una mujer muy segura, a pesar de la precariedad en que vive. Muy bien.

Y esos son los niños del mundo que muestra el artículo.

Distintos medios, precarios, en la mayor parte, algunos “normales”, pero son los que, como señalé arriba, van a perfilar lo que esas niñas y niños serán de adultos.

Sólo esperemos que tanta depredación y contaminación ambiental, provocada por el capitalismo salvaje, les deje un mundo para vivir y que ellas y ellos, puedan hacer algo por mejorarlo, antes de que sea demasiado tarde.

 

Contacto: studillac@hotmail.com