Los monocultivos están siendo muy afectados por el calentamiento global
Por Adán Salgado Andrade
La eficientista tendencia del capitalismo salvaje de facilitar lo más posible la producción de todo, con tal de obtener la máxima ganancia posible, se hizo muy evidente cuando Henry Ford (1863-1947), revolucionó la fabricación de automóviles, al serializar todas las fases necesarias para producir un vehículo. Todo tenía que estar perfectamente cronometrado, el armado del chasis, del motor, de la carrocería, el ensamblado final. ¡Ah, y el color, tenía que ser el mismo! Así que los Ford “T” debían de ser todos negros, para lograr tal revolución tecnológica, con tal de que se fuera acelerando la producción de vehículos y maximizar la ganancia para Ford que, muy pronto, se volvió un muy opulento hombre (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/11/henry-ford-impulsor-de-la.html).
Y ese mismo principio de “optimizar” la producción, reducir las fases operativas, los costos, emplear menos fuerza laboral, se aplica en todo, hasta en la agricultura, para producir los monocultivos que, se nos ha impuesto desde hace años, son los mejores para una subsistencia “saludable”.
Es una tendencia que surgió en Estados Unidos (EU), país que inventó y comercializó la llamada fast Food – que en sus peores niveles, se ha convertido en junk food, es decir, comida chatarra –, la que emplea unos cuantos ingredientes y el freído para la preparación de los alimentos que se ofrecen, los que complementa con bebidas azucaradas. La franquicia White Castle, fundada en 1921, especializada en preparar hamburguesas, se afirma que fue la primera en desarrollar tal concepto y es a la que siguieron McDonald’s, Kentucky Fried Chicken (KFC) y todas las que después se desarrollaron, no sólo en EU, sino en todo el planeta (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Fast_food_restaurant).
Sin embargo, McDonald’s, es la empresa que expandió sus franquicias fuera de los EU. En 1967, abrió el primer restaurante en Richmond, Canadá. Luego, en 1971, en Holanda. Y después de ese año, siguió su expansión por muchos países, incluyendo la desaparecida Unión Soviética, así como China (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_McDonald%27s).
Eso bastó para que esa dieta occidental de comida rápida, se haya generalizado. Y con ella, los problemas que ocasiona. Aparte de que ha afianzado el poder global de unas cuantas transnacionales de la alimentación, ha impactado en la salud. Esa dieta, rica en calorías, grasas y azúcares, ocasiona obesidad, además de enfermedades crónicas, como la diabetes, niveles altos de triglicéridos y colesterol, cáncer y otras (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2010/08/la-muy-lucrativa-adictiva-engordante-y_01.html).
Por otro lado, produce masivamente animales, pues la carne es la base de la comida rápida (hamburguesas, sándwiches, pizzas, hot dogs). Cada año, se crían y sacrifican más de 56,000 millones de animales de todo tipo, es decir, unos 7, en promedio, por cada humano. Se requieren vastos recursos naturales para criar a tanto animal, lo que genera una gran contaminación. Es justamente la industria del ganado bovino (carne roja), la que más contamina. Por ejemplo, las flatulencias de las vacas y borregos, así como su estiércol, son responsables del 15% de las emisiones globales. Tan sólo la industria del ganado vacuno y lechero produce el 65% de todas las emisiones de la industria cárnica. Es algo muy alarmante, consecuencia, como ya señalé antes, de la imposición de la comida rápida (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/01/la-eliminacion-de-la-produccion-de.html).
Los pobres animales son crecidos y engordados, como si fueran objetos inanimados, fabricados en serie. Eso, por supuesto, tiene la consecuencia adicional de que las enfermedades o infecciones, se propagan rápidamente. Las infecciones, se pretenden combatir con el empleo masivo de antibióticos, pero eso sólo induce a que los patógenos se vayan haciendo inmunes. Y la gente que se alimenta de carne infectada, contrae enfermedades infecciosas bacterianas, que ya no pueden combatirse con antibióticos, pues tales bacterias ya son inmunes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2010/08/fabricas-de-animales-enfermedades-en_01.html).
Como señalé, se requieren muy pocos ingredientes, además de la carne, para preparar una comida a base de hamburguesas, papas fritas, puré de papa, pollo frito, refrescos de sabores o helados. Estaríamos hablando de trigo, papas, caña de azúcar, maíz, soya, manzanas, naranjas y arroz.
De hecho, sólo cuatro cultivos son los que dominan a nivel mundial: soya, arroz, trigo y maíz, los que ocupan poco menos del 50% de todas las tierras cultivadas del planeta y son la base de la limitada oferta culinaria que ofrece la comida rápida. Además, como son muy uniformes, o sea, son de una especie, pueden ser atacados por plagas muy fácilmente. Por ejemplo, los plátanos que comemos, son todos clones de una sola especie, genéticamente idénticos, y ahora están siendo arrasados por el mal de Panamá, ocasionado por un hongo resistente a los fungicidas, como señala el investigador Adam Martin, del departamento de física y ciencias ambientales de la Universidad de Toronto (ver: https://www.zmescience.com/science/global-farming-four-crops-1235252/).
Justamente, es el problema adicional, que tan limitado número de cultivos que, además, se reducen a una sola especie, se verá afectado por el cambio climático. Es lo que expone el artículo de The Guardian, titulado “Nuestro sistema alimentario, no está listo para la crisis climática”, firmado por Nina Lakhani, Alvin Chang, Rita Liu, and Andrew Witherspoon, quienes agregan que “las granjas del mundo, producen sólo unas cuantas variedades de plátanos, aguacates, café y otros cultivos, lo que las hace muy vulnerables a la crisis climática” (ver: https://www.theguardian.com/food/ng-interactive/2022/apr/14/climate-crisis-food-systems-not-ready-biodiversity).
Inician los reporteros diciendo que “la catástrofe climática está amenazando a muchos de nuestros alimentos preferidos. En Asia, los campos de arroz se están inundando con agua salada. Los ciclones, están borrando los cultivos de vainilla en Madagascar. En Centroamérica, las altas temperaturas maduran más rápido al café. La sequía en partes de África, está acabando con el garbanzo. Y el aumento en la acidez oceánica, por el calentamiento global, está matando a ostiones y almejas. Nuestros sistemas alimentarios – agricultura, bosques, pescaderías y acuacultura – están fallando por el estrés ocasionado por crecientes temperaturas, extensos incendios forestales, sequías e inundaciones. Y aún en el mejor de los escenarios, el calentamiento global perjudicará a los cultivos que nos proporcionan la mayoría de calorías que requerimos. Si no se toman acciones contundentes para detener el calentamiento global, las pérdidas de tales cultivos, serán devastadoras”.
Luego, narran cómo se fueron reduciendo tantas variedades de cultivos a uno sólo. Por ejemplo, el plátano, como indiqué antes, se fue seleccionando de varias especies, hasta que se logró obtener las más resistentes. Pero, al final, la especie más favorecida fue la Gros Michel que, a inicios de los 1900’s, imperó. Pero, como comenté, el hongo llamado “Panamá 1”, arrasó las cosechas. “No se aprendió la lección y se obtuvo otra especie, muy similar, el Cavendish, que es el que come la mayoría de la gente en la actualidad. Pero surgió otro hongo, el Panamá 4, que gracias al calentamiento global y torrenciales lluvias, se está esparciendo rápidamente. Y esa variedad, de nuevo, está muy amenazada”.
Pero, insisten los reporteros, no se aprenden las lecciones. En lugar de desarrollar varias especies de plátanos, se quedan con una o dos, reitero, con tal de maximizar las ganancias.
Pero saldrá muy caro, pues se están perdiendo millones de hectáreas cultivadas con esa variedad de plátanos.
También citan el caso de la papa, que como sólo se cultivaba una especie en la Irlanda de los 1800’s, cuando fue afectada por un parásito, se produjo una hambruna que mató a millones de personas (ver: https://us5.campaign-archive.com/?e=fa90d7d342&u=6557fc90400ccd10e100a13f4&id=eba11ba374).
Muestran una gráfica, en donde se indican tres escenarios posibles, el peor, el intermedio y el mejor, para cuatro cultivos, que se darían en unos años. En el caso del maíz, que es el mayor cereal cultivado del planeta, y que sirve para alimentar a cientos de millones de personas, habría una pérdida de 28% en el peor caso. En el mejor, solamente 9% menos cultivos. Cuando eso suceda, ¿podremos seguir comiendo nuestras indispensables tortillas?
Otro ejemplo que exponen, es el del aguacate, originario de México, que también sólo se consume la especie Hass, la que igualmente, está muy amenazada por parásitos. Como es la que más gusta a los estadounidenses, es casi la única especie que se cultiva. Y Michoacán, por sí solo, produce ¡una cuarta parte de la demanda mundial!
Por cierto que el cultivo masivo del aguacate en ese estado, para satisfacer casi exclusivamente al mercado estadounidense, está diezmando cuerpos de agua, como lagunas, y bosques, los que se talan indiscriminadamente, con tal de sembrar huertas de aquél. Y hasta el santuario de la mariposa Monarca, está siendo afectado. Esos bosques, albergan gran biodiversidad, la que está siendo arrasada por el monocultivo aguacatero (ver: https://www.elsoldemorelia.com.mx/local/huertas-de-aguacate-acaban-con-500-hectareas-de-bosques-al-ano-5328457.html).
Lo mismo sucede con el maíz, originario también de México, que se redujo la variedad que había “en un 80%”. En efecto, México, la cuna del maíz, contaba con muchas variedades. Para empeorar la cosa, llegó la nefasta empresa Monsanto, la que modificó genéticamente una especie de maíz, con la justificación de “mejorar su productividad y resistencia”, lo cual no es verdad. Simplemente, se trató de un infame intento de apoderarse de tal cultivo, pues llegó al absurdo de “patentar” su engendro, dando a entender que había “inventado” el maíz. Pero lo que sí se ha comprobado, es que ese maíz transgénico – llamado Terminator, pues si se siembran las semillas obtenidas, sin comprarlas a Monsanto, la planta germina, pero muere, pues se les agrega una sustancia que la mata, para “proteger la patente” – ocasiona enfermedades crónico-degenerativas, como cáncer, además de que no es más productivo, como mentirosamente dice Monsanto. Y en el afán de apoderarse de otros cultivos, ya también está modificando hortalizas, como lechuga, cebolla, brócoli y pimientos, además de una fruta, el melón (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/04/monsanto-arremete-de-nuevo-con-caras.html).
Lo peor es que, a pesar de que México es origen de ese grano, importa la mayor parte del que consumimos de EU, “en donde el 99% del maíz cultivado es híbrido”. O sea, es el de Monsanto (ver: https://www.jornada.com.mx/notas/2022/02/08/economia/mexico-primer-importador-de-maiz-en-el-mundo-cna/).
Otro monocultivo es el del café, del que imperan sólo dos especies, la arábiga y la Robusta, ambas, muy vulnerables a parásitos.
Igualmente, el trigo es atacado por distintas plagas, que lo diezman.
También mencionan los reporteros a la vainilla – otra planta originaria de México –, y que la única variedad que se cultiva, es poco resistente a parásitos, sequías e inundaciones.
Y la mencionada manzana, de la que sólo se cultivan cinco variedades, también la hace muy vulnerable a los ataques de plagas o de un muy caprichoso clima.
Muestran una gráfica interactiva, que expone cómo, al paso de los años, la dieta mundial ha tendido a homogeneizarse, impulsada, como ya dije, por EU y su imposición de la comida rápida.
Por tanta homogeneización y monocultivos, que han llevado a la pérdida de especies, se han hecho intentos para conservar la biodiversidad en bancos genéticos, como el ubicado entre Noruega y el Polo Norte, el Svalbard Global Seed Vault (el banco global de semillas de Svalbard). Se ha tratado de guardar allí lo más posible de plantas que existen o han existido, algunas desaparecidas, otras, en peligro de extinción y así, con tal de contar con una “memoria de la biodiversidad”.
Pero es una lástima que se haya tenido que crear una especie de caja fuerte para guardar la biodiversidad que este noble planeta nos ha dado, gran parte de ella, sólo existente allí.
No supimos cuidar tantas especies que han desaparecido, ni estamos cuidando las que quedan.
Y ya vimos que así como vamos, hasta los monocultivos desaparecerán.
Y nosotros, una monoespecie, por esa homogeneidad destructiva y depredadora que nos caracteriza, también nos autodestruiremos.
Contacto: studillac@hotmail.com