martes, 25 de octubre de 2022

Los micromorts miden las probabilidades de fallecer de algo

Los micromorts miden las probabilidades de fallecer de algo

Por Adán Salgado Andrade

 

La vida se conduce por probabilidades. Éstas, se desplazan entre cero – nula probabilidad –, hasta cien por ciento – total certeza. Los valores intermedios son los que, generalmente, suceden. Por ejemplo, si a alguien le dijeran que tienen un 5% de probabilidad de sobrevivir a una operación del corazón, que además fuera excesivamente cara, quizá preferiría no gastar su dinero en eso y, mejor, disfrutarlo en viajes o lo que le gustara, por el tiempo que le quedara de vida. En cambio, si le dijeran que tiene 90% de probabilidades de sobrevivir, entonces, se operaría, aunque fuera muy cara la operación. Y, ya curado, disfrutaría de la vida.

Para calcular las probabilidades de morir, algo que siempre pasa por nuestra mente, en 1980, el profesor Ronald Howard (California, 1934), introdujo el concepto micromort, “que es una unidad de riesgo definida como la probabilidad, de una en un millón, de morir. Los micromorts, pueden usarse para medir los riesgos de varias actividades diarias. Una microprobabilidad es una posibilidad de una en un millón de que un evento ocurra, así que un micromort es la microprobabilidad de morir” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Micromort).

Todo lo anterior lo expliqué porque, en este momento, en que pudiera ser que se desatara un conflicto nuclear, mucha gente podría estar interesada (como lo está) en saber qué probabilidad tendría, primero, de desatarse tal conflicto y, segundo, de morir, si se accionaran temibles y mortíferas armas nucleares “tácticas”, las que son de corto alcance, pero con capacidad nuclear, para destruir alguna zona en particular (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2016/01/las-bombas-nucleares-inteligentes-mas.html).

¡Absurdo cómo hay tantos avances en armas, pero no han podido acabar, por ejemplo, con enfermedades milenarias como el cólera!

Sobre esa situación habla el artículo del portal Wired, titulado “¿Preocupado por una guerra nuclear? Considere los micromorts”, firmado por Matt Reynolds, quien nos introduce al artículo diciendo que “calcular la posibilidad de morir en un conflicto nuclear, suena como una tarea imposible, pero podría darnos una nueva idea de cómo pensar sobre ese riesgo” (ver: https://www.wired.com/story/micromorts-nuclear-war/).

La pavorosa imagen de un hongo, que es la forma que toman los estallidos nucleares, abre el artículo. Si en este momento se diera una guerra nuclear a toda escala, es decir, que los países involucrados usaran su arsenal nuclear disponible, nadie sobreviviría. Millones, morirían por los mortíferos estallidos masivos y, los pocos que quedaran, irían falleciendo gradualmente, conforme la nube radioactiva, resultante de tantos cientos de estallidos, avanzara y fuera aniquilando a cuanto ser humano – y otros seres vivos, por desgracia – hallara a su paso (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/10/el-sovietico-que-salvo-al-mundo-de-uno.html).

Inicia Reynolds indicando los micromorts que se han establecido para actividades como el buceo, que es de cinco micromorts. O saltar en paracaídas, que es de 430 micromorts por salto, así que entre más veces se salte, en un mismo día, por ejemplo, más aumenta esa probabilidad de morir. “Viajando en auto a 230 millas por hora (370 KM/h), asciende a 431micromorts, pero usted sólo tiene que ir a seis millas (9.65 km/h) en una motocicleta, para exponerse al mismo riesgo”.

Tiene sentido lo de la motocicleta, pues andar en bicicleta, por ejemplo, es muy peligroso, no por la velocidad, sino por los riesgos que se corren – cafres que se le cierren al ciclista, otros que van en sentido contrario, camiones que avientan el vehículo, derrapadas, caídas, entre otros. Se arriesga, en efecto, la vida cuando se sale en una bicicleta, sobre todo, al recorrer grandes distancias (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/07/el-riesgo-de-ser-ciclista-responsable.html).

Una actividad como ascender el monte Everest, tiene un riesgo de 37,832 micromorts (casi mortal), en tanto que emplear heroína, unos 30. Y así, se han calculado para varias actividades o situaciones (ver: https://micromorts.rip/).

Todo eso, dice Reynolds, es porque, como por el señalado conflicto de Rusia-Ucrania, se maneja otra vez la posibilidad de una guerra nuclear, la gente se interesa en saber qué tan factible es que se dé y de que se pueda morir nuclearizado. Eso comenzó desde que Estados Unidos (EU) lanzó el infame ataque atómico a Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, pues tenía que probar su maldita invención nuclear, surgida del Proyecto Manhattan, que costó unos dos mil millones de dólares de los de entonces, unos 26,000 de los actuales (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2014/12/dia-de-la-trinidad-el-nacimiento-de-la.html).  

Desde entonces, está presente ese peligro, el que año con año, se incrementa, sobre todo, porque son ya más los países que poseen armas nucleares y mayores las disputas, como el citado conflicto ruso-ucranio o las constantes amenazas de Norcorea, de que si EU se atreve a atacarla, “se desatará una respuesta acorde”, como ha advertido Kim Jong Un, su premier.

Durante la crisis de los misiles de Estados Unidos contra Cuba – por la cual, desde entonces, se impuso un bloqueo a la isla que ya es anacrónico –, en 1962, John F. Kennedy (1917-1963) advertía que “hay una en tres posibilidades de que se diera el conflicto o, incluso, cincuenta por ciento”.

Por ese interés de conocer tales probabilidades es que se ha desarrollado una técnica llamada súper predicciones, que fue propuesta por el profesor Philip E. Tetlock (Canadá, 1954), en su libro Superforecasting: The Art and Science of Prediction (Súper predicciones: el arte y ciencia de la predicción), en el que habla sobre el Proyecto del Buen Juicio (good judgment project), “que es una organización dedicada a satisfacer el deseo de las masas de predecir los eventos mundiales” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Good_Judgment_Project).

Las predicciones hechas por las súper predicciones, “supuestamente son incluso 30% mejores que las que darían oficiales de inteligencia, que tuvieran acceso a información clasificada” (ver fuente citada).

Cita Reynolds al grupo Samotsvety, “que son considerados de entre los mejores predictores. Por ejemplo, han ganado apuestas mundiales, como de que a finales del 2021, Rusia invadiría Ucrania”. Fue hasta el 2022, claro, pero “eso les valió ganar unos 32,000 dólares en apuestas” (ver: https://samotsvety.org/).

Como dice su página “somos un grupo de predictores que predecimos cuestiones impactantes, sólo por diversión y por ganancia”. Como siempre, antes está el beneficio personal, que el de la humanidad.

En marzo del 2022, su nuevo reto fue predecir ¿cuál sería el riesgo de morir en una explosión nuclear? “Cada predictor hizo sus cálculos, basados en una serie de preguntas que se derivaban de la original. Luego, se reunieron, compartieron sus respuestas y llegaron a la conclusión de que la probabilidad era de 0.01 por ciento si alguien vivía en Londres”.

Eso lo hicieron porque Inglaterra, es uno de los países que mas se han involucrado en ayudar militarmente a Ucrania, así que un posible ataque nuclear ruso, podría, quizá, alcanzar a esa capital. Que así se han diseñado las estúpidas estrategias nucleares, destruir a las capitales de los países bombardeados, como si eso garantizara la victoria. Es una muy idiota “estrategia”.

“También, determinaron que a nivel personal, si a Londres lo bombardearan nuclearmente los rusos, habría una posibilidad de 24 micromorts de morir, igual a la de viajar en una motocicleta a 144 millas por hora (232 km/h) o volando tres veces en un mismo día en un planeador. La guerra incrementaría bastante las probabilidades de morir para un londinense común”.

Hay otros súper predictores, como el Swift Centre for Applied Forecasting (Centro instantáneo de predicciones aplicadas), que ha predicho que “la posibilidad de que se detone una bomba nuclear antes del 30 de abril del 2023, es de 9.1 por ciento. Y la plataforma colectiva de predicción Metaculus, la estima en 4 por ciento”.

Dice Reynolds que para mucha gente, puede parecer hasta molesto estimar una probabilidad de un evento, como una guerra nuclear, pero, como señala Anders Sandberg, investigador de riesgos futuros de la Universidad de Oxford, mencionado por aquél, “el riesgo de una guerra nuclear es mucho mayor de lo que muchos de nosotros asumimos. Así que sería mejor considerarlo y ver cómo podría disminuirse es riesgo”.

Menciona Reynolds dos eventos en que accidentes, pudieron provocar estallidos nucleares en EU. En uno, un avión que llevaba una bomba nuclear no cargada con material letal, en marzo de 1958, accidentalmente la arrojó sobre California. La bomba, cayó en el jardín de una casa, estallando, destruyendo dicha casa y dejando un cráter de 15 metros de diámetro (pobres habitantes de la casa. Supongo que les dieron una merecida indemnización a sus parientes). En otro evento, en 1962, dos bombas, más poderosas que las arrojadas sobre Japón, cayeron “accidentalmente”. Eso fue sobre Goldsboro, Carolina del Norte. Una de ellas, se rompió y la sección que contenía su uranio, fue a caer en una granja que estaba inundada. Nunca se recuperó tal uranio (debe de estar por allí, creando monstruos radioactivos). La otra, estuvo a sólo un paso de que su mecanismo explosivo la detonara. “Luego de esos accidentes, EU agregó nuevos mecanismos de seguridad para sus bombas y exhortó a los soviéticos a hacer lo mismo”.

Y se han dado ¡38 “accidentes” en que pudieron estallar armas nucleares! (ver: http://www.nukestrat.com/us/CDI_BrokenArrowMonitor1981.pdf).

Es verdaderamente grave e irresponsable que se den esos “accidentes”, exponiendo la vida de cientos o miles de personas inocentes, todo por la necedad de mantener la superioridad nuclear. Como ya señalé, una guerra nuclear, hasta de mediana envergadura, nadie la gana.

Los súper predictores de Samotsvety han recalculado sus predicciones y afirman que conforme el conflicto ruso-ucranio escala, incrementan las posibilidades de que Rusia pudiera lanzar un artefacto nuclear. De hecho, con el pretexto de que Ucrania quiere lanzar una bomba “sucia” en su propio territorio (que sería una bomba convencional, cargada con material radioactivo, como combustible nuclear gastado), ha seguido lanzando infames bombardeos sobre ciudades ucranias. Esa bomba sucia sería un pretexto de Ucrania para “escalar la guerra”, algo que ha negado la propia Ucrania, así como EU, su principal aliado en esta absurda guerra (ver: https://www.aljazeera.com/news/2022/10/25/russia-tells-un-that-ukraine-is-preparing-to-use-a-dirty-bomb).

Nada va a quedar de Ucrania, así como van esos interminables ataques, sin necesidad de que sean nucleares.

Por lo mismo, las predicciones de que Londres pudiera ser atacado con una bomba nuclear “han aumentado de parte de los súper predictores”

De todos modos, dice Reynolds, todavía son bajas la posibilidades de que Rusia, aun enojada, pueda lanzar una bomba nuclear (ya han advertido EU y los otros aliados, que destruirían, de inmediato, a todas las tropas rusas si eso fuera el caso. Ver: https://www.theguardian.com/world/2022/oct/02/us-russia-putin-ukraine-war-david-petraeus).

Dice el mencionado Sandberg “que mucha gente se siente súper deprimida por lo que está pasando en Ucrania. Pero debería de pensar positivamente y buscar la forma en que la amenaza nuclear disminuyera”.

Sobre todo, los que están más cerca de esa irracional guerra. ¡Qué absurdo que en pleno siglo veintiuno, la forma de “resolver” los problemas entre países, siga siendo la guerra!

Pero los temores de una guerra nuclear que nos borrara del planeta, no se acabarán, mientras el masivo, mortífero arsenal nuclear siga presente. Los investigadores que miden el fin del mundo por distintas razones, mediante el Reloj del Fin del Mundo, lo movieron a sólo cien segundos de la media noche, siendo el principal, un holocausto nuclear, peligro que podría destruirnos masivamente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/01/el-reloj-que-indica-el-fin-del-mundo-se.html).

Nunca antes hemos estado tan cerca de iniciar un conflicto, como el descrito en la cinta Doctor Strangelove (Inglaterra, 1964), en la que un loco general estadounidense, decide atacar de una vez por todas a la URSS, montando una bomba nuclear y lanzándose sobre ella, a la cowboy.

Sea por algún “accidente”, como los mencionados, o por algún grupo terrorista, los micromorts de fallecer de una explosión nuclear se incrementan cada día, conflicto ruso-ucranio aparte.

O quizá con eso esté contando este pobre planeta, que tanto hemos depredado y contaminado, que nos matemos masivamente.

La Tierra se quedaría.

Pasarían millones de años, probablemente, pero se repoblaría.

Y ojalá que fuera con formas de vida, no contaminantes, ni depredadoras, sino realmente inteligentes.

 

Contacto: studillac@hotmail.com