El humo de incendios forestales puede acarrear patógenos peligrosos
Por Adán Salgado Andrade
El calentamiento global, está ocasionando que hongos, virus y bacterias, se dispersen más rápido, junto con los males que provocan (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/11/las-infecciones-con-hongos-se.html).
Por otro lado, las sequías consecuentes, están resecando tanto a bosques y selvas, que muchos incendios forestales tardan hasta meses en ser controlados. Son megaincendios de bosques que hasta son bautizados, de tan intensos. En inglés, se les denomina firenados pues hasta desarrollan su propia dinámica y se propagan rapidísimamente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/09/la-era-de-los-mega-incendios-forestales.html).
Ahora, investigadores están averiguando que las densas humaredas de tales incendios, no sólo transportan partículas, sino que éstas mismas sirven para acarrear patógenos como hongos, como el que ocasiona la fiebre del valle, una infección que puede ser letal pata muchas personas. El hongo que la ocasiona, Coccidioides, es endémico del suelo del suroeste de los Estados Unidos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/09/la-fiebre-del-valle-ocasionada-por-un.html).
Cuando hay algún incendio forestal, las partículas pueden transportarlo, así como a otros patógenos. Es lo que expone el artículo del portal Wired, titulado “Humo de incendios forestales, puede acarrear a lejanas distancias a hongos mortales”, firmado por Maryn McKenna, quien introduce su artículo diciendo que “patógenos en la tierra, son un peligro para bomberos, pero el humo, puede transportar esporas que ocasionan la fiebre del valle y otras enfermedades, a las ciudades” (ver: https://www.wired.com/story/wildfire-smoke-may-carry-deadly-fungi-long-distances/).
Una foto de una gran nube de blanco humo, sobresaliendo de entre un cerro, frente a la cual, vuela un avión, abre el artículo.
Y si nos ponemos a pensar, es razonable lo que plantea el artículo. Solo consideren cuando un basurero se quema. El humo producido, no sólo huele a materia orgánica quemada, sino a olores “dulzones”, muy característicos, los que, en efecto, deben de contener partículas no del todo calcinadas, y que han de acarrear algunas sustancias orgánicas, probablemente bacterias. Por ello, el humo es muy dañino, no sólo por las partículas incineradas, sino por las bacterias contenidas en la materia orgánica en descomposición, contenida en la basura, que pueden sobrevivir al fuego y pueden ocasionar enfermedades al ser aspiradas.
Aunque el estudio se hizo en Estados Unidos, bien puede aplicarse al resto del mundo. “Por años, los científicos han entendido que el humo de los incendios forestales, junto con los gases tóxicos y partículas de hollín que arrastra, no es una mera molestia que obliga a la gente a cerrar ventanas y mantener a los niños dentro de las casas, sino que ocasiona daños a la salud, que no sólo detonan asma y problemas respiratorios, sino que pueden dañar el sistema inmune por años. Pero recientes estudios, también indican que esos humos, pueden transportar patógenos de suelos y vegetación, como hongos, los que ocasionan infecciones que evolucionan poco a poco y son difíciles de diagnosticar y tratar, y pueden ser incapacitantes y hasta mortales. Como la fiebre del valle, que ocasiona enfermedades similares a la neumonía y que se está diseminando hacia el norte del país, al calentarse el planeta”.
Lo han podido estudiar, mediante drones que analizan los humos. Por ejemplo, determinaron que un megaincendio forestal, que tuvo lugar en el 2017, en California, estuvo ligado con un gran número de infecciones por hongos, en pacientes que estaban distantes a unos 320 kilómetros. “Ahora, varios proyectos de investigación, están tratando de definir con mayor precisión, los contenidos microbiales del humo y correlacionar las infecciones con mapas, que indiquen hacia dónde se dirigen los humos, durante las épocas de incendios forestales”.
Fíjense, lo grave es que ya se hable de “épocas de incendios forestales”, pues ya son “normales”. Con los trastornos climáticos, ya muchas cosas, antes impensables, se irán “normalizando”.
El doctor George R. Thompson, profesor de la Escuela de Medicina, de la Universidad de California, dice que se han hallado hongos microscópicos patógenos que ocasionan riesgos a la salud, “sobre todo, a pacientes con inmunodeficiencias, tales como los sometidos a quimioterapias, o los que toman medicamentos que invalidan sus sistemas inmunes, porque padecen alguna enfermedad autoinmune. No es fácil ligar a los humos tales males, pero si alguien vive a 500 o 600 millas (600 a 720 km), de un incendio, aunque se le agrave una infección, quizá no haga la asociación”.
Una colega de Thompson, Leda Kobziar, experta en incendios forestales, de la Universidad de Idaho, los estudia con drones. Le llama a su disciplina “piroaerobiología”, y ya ha logrado demostrar que el humo, no sólo contiene varias bacterias y hongos, que puede transportar a largas distancias, sino que esos patógenos difieren, de acuerdo con el lugar del incendio, el ritmo de la combustión y que se alimente de hojarasca o de materiales constructivos y plásticos (esos incendios, no sólo queman árboles y vegetación, también casas, autos y otras cosas).
Dice Kobziar que “es algo que apenas comenzamos a entender, pero que ha estado allí por millones de años”.
En efecto, se ha determinado que esos incendios dañan a los bomberos que los combaten. Por ejemplo, a bomberos que sofocaron un fuego en el 2021, a tres, se les determinó que tenían fiebre del valle y a otros cuatro, no se les pudo diagnosticar alguna infección fungal, pero “no son conclusivas sus pruebas”.
En otro caso, diez bomberos – reclutados de una prisión –, también se enfermaron de fiebre del valle. En su caso, no sólo respiraron el humo, sino que como hicieron fosas para contener el fuego, respiraron polvo. “No nos dieron mascarillas, ni nada”, dice uno de ellos. Quizá porque eran prisioneros, no se preocuparon los que los ocuparon, en proporcionarles equipo protector. ¡Vaya prácticas discriminadoras!
De todos modos, las infecciones fungales van en aumento, pues los patógenos que los ocasionan, se ven favorecidos por climas más secos y calurosos. “Los 22 hospitales de California, admiten a miles de personas durante la época de incendios forestales, que no han estado cerca de incendios”.
Naomi Hauser, doctora especialista en infecciones y profesora de la Universidad de California, ha montado sistemas de monitoreo en camiones de bomberos, que capturan el humo, para determinar si son los mismos patógenos capturados en el frente de los incendios, con los que se hallan en los humos que llegan a las ciudades.
El Kaiser Permanente Health System (Sistema de salud permanente Kaiser), que atiende a unos 180,000 pacientes, está coordinando un estudio para determinar si las enfermedades de éstos, son cotidianas infecciones de la piel o están asociadas con los humos de incendios. Stephen Van Den Eeden, epidemiólogo de la división de investigación del Kaiser, está encargado de la investigación. “Cada estudio, lleva a otros diez. Pero queremos saber si hay una asociación entre ellos”.
También se pretende estudiar si las partículas PM 2.5, que son las que miden unos 2.5 micrones de sección transversal o menos, pueden ser usadas oportunistamente por los hongos, para penetrar el cuerpo humano, sobre todo, los pulmones. “Eso, llevaría, al menos, a recomendar a gente más sensible de las vías espiratorias, que padezca asma u otra afección, a que sea más cuidadosa”.
Claro, los más sensibles respiratoriamente, serán los más afectados por esta nueva oleada de humo y patógenos. Cuando en la ciudad e México se hacen las fanatizadoras celebraciones religiosas en donde se queman cientos de miles de cohetes, justo quienes padecen asma y otros males respiratorios, son los que más sufren por tanto humo. Tomando en cuenta estudios como el expuesto, debería de prohibirse ya la quema de cohetes. Basta con tanta contaminación vehicular e industrial que tenemos en esta hacinada megalópolis.
Por otro lado, si se comprueba que los humos de los megaincendios conducen patógenos, “podría recomendarse que se hicieran fuegos controlados, con tal de que los megaincendios forestales, no fueran tan intensos, como han recomendado varios científicos, Kobziar, entre ellos, pues queman materia combustible que los alimenta”.
De todos modos, lo que queda claro es que entre más avanza la “civilización”, más son los potenciales peligros que estamos enfrentando, entre nuevas enfermedades, impredecibles eventos climáticos, más sustancias tóxicas y mortales y más.
Así que habría sido mejor no “evolucionar” y seguir viviendo en cuevas, ¿no creen?
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