La IA debería súper apoyar a trabajadores, no reemplazarlos
Por Adán Salgado Andrade
Se ha fantaseado mucho, sobe todo, en la pasada década de los 2010’s, que la Inteligencia Artificial, IA, debe de sustituir con robots, el trabajo de millones de trabajadores. Pero, durante lo peor de la pasada pandemia, se demostró que los robots disponibles, todavía son muy rudimentarios, incapaces de hacer, al menos, actividades tan sencillas, como servir de meseros en un restaurante (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/07/los-robots-siguen-siendo-muy.html).
Uno de los problemas es que todavía está muy primitiva la investigación, como para diseñar mecanismos “inteligentes” que se comportaran, realmente, como robots. La IA, dista mucho de lograr un cerebro que funcionara igual que el de un humano, como dice la investigadora Kate Crawford, que trabaja en la Universidad de California del Sur y en Microsoft, “pues la IA ni es artificial, ni es inteligente. La IA, está hecha de vastas cantidades de recursos naturales, combustible y trabajo humano (las computadoras). Y no es inteligente, en la forma en que lo es una persona. No es capaz de discernir cosas, sin un extensivo entrenamiento humano y tiene una total diferente lógica estadística de cómo el pensamiento se hace. Desde el principio de la IA, en 1956, hemos ocasionado este terrible error, una especie de pecado original de ese campo, pensar que las mentes son como computadoras y viceversa. Asumimos que estas cosas son análogas a la inteligencia humana, algo muy alejado de la realidad” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/04/investigadora-afirma-que-la.html).
En efecto, lo que se llama IA, son softwares que se “entrenan” para, por ejemplo, reconocer rostros, pero no porque disciernan entre uno y otro, como hace el ser humano, que mediante un proceso de raciocinio e inteligencia, puede reconocer a un amigo, digamos. Por eso, esas máquinas para “reconocer rostros” se equivocan y han mandado a prisión a inocentes.
Durante la pandemia, de todos modos, el reconocimiento facial fue inoperante, obligados, como estuvimos – o aún estamos –, a usar los cubrebocas. No pudo hacerse sólo reconocimiento “ocular”.
Se han estado realizando estudios, en donde se está demostrando que la IA, no debería de pensar en el reemplazo de trabajadores – el mismo Elon Musk, que apuesta a robotizar totalmente sus fábricas de autos eléctricos, dice que todavía no es reemplazable el ser humano –, sino en apoyarlos. Es a la conclusión que llegó la investigadora del MIT, Anna Waldman Brown, que dice que no se trata de sustituir el trabajo humano por robots, sino que para lograr trabajadores más capacitados, leales y duraderos en todas partes, “se requieren políticas que ayuden a los gerentes a mirar a sus trabajadores no como costos, que deben de ser minimizados o eliminados, sino como recursos que deben de reforzarse con el tiempo” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/05/la-automatizacion-todavia-no-prescinde.html).
Justamente, es en donde entraría la IA, como una ayuda, no como un reemplazo total de los trabajadores.
Ciertamente, habría algunas tareas que, por peligrosas o muy simples, pudieran desarrollar totalmente robots. Por ejemplo, los procesos de fundición o la minería, que son tan peligrosos, deberían de ser hechos por robots. Vean, a cada rato hay “accidentes” en minas, el más reciente de ellos, en Turquía, en donde una explosión en una mina de carbón – por negligencia de la empresa, como siempre – dejó al menos 41 pobres mineros fallecidos (ver: https://apnews.com/article/middle-east-business-explosions-fires-8ae6bc663b4f482ae69b148d185fb518).
El artículo del portal Wired, titulado “La IA no debería de competir con trabajadores. Debería de súper apoyarlos”, firmado por Clive Thompson, expone otro trabajo que está en la línea del de Waldman Brown, de que se requiere reforzar con la IA los empleos, no suprimirlos. Lo que, como ya señalé, de todos modos, no es posible, al menos por el momento (ver: https://www.wired.com/story/ai-shouldnt-compete-with-workers-it-should-supercharge-them-turing-trap/).
Dice Thompson que “la economía podría impulsarse si los ingenieros de la IA, cambiaran su enfoque, de copiar las habilidades humanas y, mejor, incrementarlas. El problema proviene desde que Alan Turing (1912-1954), propuso que si una computadora podía hacer una tarea muy rápidamente, eso era inteligencia artificial. Cierto que hay máquinas que ya copian y superan tareas humanas, como softwares para conversar, para dibujar, para jugar muy bien el ajedrez y participar velozmente en videojuegos. Pero ahora, algunos investigadores de la IA, se preguntan si es que hemos triunfado muy bien, pero en la dirección incorrecta. Copiar las habilidades humanas, piensan, ha llevado a una competencia directa entre gente y máquinas. Quizá el cometido de Turing, nos dejó en el limbo y copiar humanos fue algo equivocado”.
Como dije, de todos modos, ni siquiera lo han logrado. Se han presentado robots “avanzados”, pero no pasan de caminar, recoger algunas cosas y ya, como el que recientemente mostró Elon Musk, quien presumió a un “humanoide”, Optimus, que apenas si hizo algunos elementales movimientos (ver: https://www.theguardian.com/technology/2022/sep/30/tesla-optimus-humanoid-robot-elon-musk-ai-day).
Incluso, ni en los vehículos autónomos, se ha logrado que haya plena funcionalidad, que realmente pudieran conducirse solos, sin necesidad de programas entrenadores o de que sigan mapas. Musk, ya desde el 2019, aseguró que todos sus autos serían totalmente robotizados en el 2020, pero ese pedante, megalómano, no ha producido uno solo que cumpla con eso.
Han ocasionado, incluso, fatales accidentes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/porque-un-uber-autonomo-atropello-una.html).
La propuesta para reforzar el empleo de los trabajadores con IA, no reemplazarlo, ahora es del investigador Erik Brynjolfsson, director del Laboratorio de Economía Digital de Stanford. “Seguir la tendencia impuesta por Turing, sólo ha generado desigualdades salariales. Sí, la IA, ha funcionado muy bien para incrementar la ganancia de los empresarios, pero no el sueldo de los trabajadores. Mientras que han crecido los millonarios, a expensas de la indiscriminada aplicación del eficientismo logrado con la IA, los salarios de los trabajadores, los han llevado a niveles de pauperización sin precedente”, dice Brynjolfsson.
En efecto, la robotización de algunas tareas en varias empresas, ha ocasionado un incremento brutal de millonarios y de concentración de la riqueza en Estados Unidos, EU, a niveles nunca antes vistos, ni cuando en los 1870’s, que barones como Jay Gould (1836-1892), magnate ferrocarrilero y especulador, dominaban la economía de ese país. Dice David Brooks, corresponsal de La Jornada en EU, que “Hoy día tres hombres tienen la misma riqueza que la mitad más pobre de los estadunidenses (160 millones de ciudadanos); el 5 por ciento más rico de los estadunidenses concentran dos tercios de la riqueza nacional” (ver: https://www.jornada.com.mx/2022/10/17/opinion/027o1mun).
En efecto, la pobreza ha llegado ya a niveles escandalosos y se debe a que los salarios de los trabajadores, desde los 1970’s, se han incrementado muy poco, en relación con su productividad, la que ha subido gracias al apoyo de máquinas, que no los desplazan, pero los súper apoyan. Ya, el cincuenta por ciento de los estadounidenses padece algún nivel de pobreza, viviendo en la calle, bajo alcantarillas, comiendo ratas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2015/11/pobreza-en-estados-unidos-centro-del.html).
Independientemente de la IA, hay que decir que empobrecer a la mayoría de la población mundial, es una necesidad del capitalismo salvaje, pues sólo así puede haber híper concentración de la riqueza en unos cuantos.
Dice Brynjolfsson que hemos caído en lo que él llama la “trampa de Turing”. “Sí, hay programas que imitan el arte de un humano o un diseño, pero son por entrenamiento. Recientemente, un diseñador de juegos, ganó un concurso sobre juegos, sin que los jueces supieran que fue diseñado, totalmente, por una computadora”, dice Thompson.
La idea de crear un autómata igual a un ser humano, es un mito, “del deseo del hombre de sentirse Dios, como el Golem de los judíos o los autómatas de la ciencia ficción, como en Metrópolis, del robot mujer que controla a los obreros. Y por esa testarudez, es que mucha de la ciencia actual, se empecina en lograr eso”, dice Brynjolfsson.
Por eso, insiste, se trata de aumentar las capacidades humanas, no sustituirlas. “Está bien usar esa IA en programas para determinar tumores u otros males, pero hasta allí, pues la cuestión de los tratamientos y los cuidados debe de ser de doctores y de enfermeras y cuidadores”, dice Thompson.
Demis Hassabis, CEO de DeepMind, una empresa desarrolladora de IA, es a lo que apuesta, “Debe de ayudar a los científicos en sus investigaciones. Pienso que en la siguiente década veremos muchos Premios Nobel, gracias a la IA”.
Y es lo que debe de suceder también con los trabajadores, que los ayude a incrementar su productividad, no que los reemplace.
Pero el problema, dice Brynjolfsson, es que crear IA que ayude, no que reemplace, “es más difícil. Es más fácil ver a alguien hacer una terea y decir ‘con una máquina así, podemos sustituirla’, a pensar en algo que se adapte a los trabajadores”.
Aunque no debe de ser tan difícil. Basta ver, por ejemplo, cómo una retroexcavadora, es operada por una persona, que jala palancas y aprieta pedales. Vemos, por ejemplo, la pala de la máquina, escarbando. Eso sería un poder aumentado, la perfecta coordinación entre máquina y hombre.
Y se han hecho encuestas, preguntando a los participantes qué tareas les gustaría que desarrollara un robot y cuáles, no. Como la que aplicó la directora del Centro Humano de IA, del Stanford Institute, Fei-Fei Li, quien usando la American Time Use Survey (Encuesta sobre el uso del tiempo en EU), la cual refiere las diarias tareas que desempeña la gente, “su equipo, eligió 2,000 tareas diarias, que podrían ser realmente realizadas por IA y robots, y le preguntó a la gente que valuaran cuánto querían determinada tarea automatizada, siendo ‘cero, ¡no, no quiero que robots hagan esto!’ y ‘diez, ¡me muero porque un robot haga esto!’. Y resultó, por ejemplo, que ‘abrir un regalo navideño, era cero’ y ‘lavar un baño, era muy alto’. Aunque hubo tareas más complejas, en la mitad, como recomendar un libro. La conclusión de Li es que debe de preguntarse a la gente qué quiere, no diseñar e imponer IA, basada puramente en fantasías de ciencia ficción” (también, por esas tonterías, están tan de moda los “robots sexuales”, con forma de mujeres, claro, como si pudieran sustituirlas rudimentarias muñecas que apenas si mueven la boca. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/04/los-robots-sexuales-un-fetichismo.html).
Es cierto. Por desgracia, la ciencia-ficción ha impuesto muchos absurdos, como robots idénticos a los humanos, que pueden ser malos (el organismo cibernético de Terminator I) o buenos (el regreso del organismo cibernético, ya hecho bueno en Terminator II).
Por esas “fantasías”, como bien dice Li, se ha trastornado todo y cuando alguien quiere estudiar robótica, de inmediato, se conecta su mente con esas fantasías que distan cientos de años, si es que se logran – y si seguimos aquí –, en ser una realidad.
Como dice Thompson, muchas tareas, incluso de artistas, pueden mejorarse, “haciendo diseños extras que no se pueden lograr, tan fácilmente, de manera manual”. Esta bien eso. Pienso en mi caso: la computadora, en efecto, me ha ayudado a incrementar mi productividad para escribir análisis y artículos. No era lo mismo, años ha, cuando debía de hacerlos en máquina de escribir, consultar fuentes en libros (que era difícil mantenerlos abiertos, para citar un párrafo). Ahora, consulto páginas de internet, para la información, reviso, mejoro el estilo. Sí, es, digamos, un aumento de mi tarea para escribir análisis y artículos.
Pero hay tareas que no se pueden sustituir. El pionero del aprendizaje profundo (Deep-learning) Geof Hinton (Londres, 1947), aseguró en el 2016, que se debía dejar de entrenar a gente para que fueran radiólogos, pues el aprendizaje profundo, en cinco o diez años, cuando mucho, superaría a los humanos. “Pero todavía hay miles de radiólogos y seguramente seguirán en el futuro, pues su trabajo es más complicado de lo que Hinton sugiere. Es lo que dice Andrew McAfee, colega de Brynjolfsson, que la IA, puede ser mejor para detectar potenciales tumores en escaneos, pero que eso es sólo una pequeña parte del trabajo de los radiólogos. El resto de sus tareas, incluye preparar los tratamientos e interaccionar con los asustados pacientes. Así que detectar tumores con IA, sería incrementar las capacidades de esos especialistas”, dice Thompson.
Totalmente de acuerdo, pues el factor humano, siempre es esencial, cuando uno acude a realizarse análisis o hacerse radiografías. Si el examinador es amable (aunque muchas veces, no lo es), eso, da confianza para ponerse frente a la pantalla de rayos X o permitir que tome una muestra de sangre.
No quiero imaginar si eso lo hiciera un robot. Me recuerda a la cinta estadounidense Elysium (2013), dirigida por el sudafricano Neill Blomkamp (por cierto, filmada en México, en Chimalhuacán, municipio periférico de la ciudad de México, que no fue difícil ambientar como Los Ángeles, en el 2154, que el mundo es una ruina, para entonces). En una escena, en que Max Da Costa (Matt Damon) es detenido por una falta administrativa por robocops, trata de explicarle al “empleado” de la oficina de multas, un simple robot que repite un protocolo, que su detención fue ilegal, pero el “empleado”, no deja de repetir que “sí, debe de usted cumplir con la sentencia y pagar la multa”.
Así, si el robot que nos extrajera sangre, insertara mal la aguja, aunque protestáramos, seguiría, pues sería su “rutina”.
Dice Brynjolfsson que para salir del “Turingismo”, se debe dejar de dar facilidades impositivas a las empresas que adquieren robots, para sustituir o disminuir empleados. “Actualmente, en EU, se imponen más cargas arancelarias al trabajo, que al capital. Si se dejara de hacer, si, en lugar de eso, se alentara mejorar la productividad de los empleados, ganarían éstos y la empresa”.
Lo cual es cierto. Porque, además, hay que recordar que el capital constante (la inversión en maquinaria), no genera ganancia por sí sólo. Ésta, proviene de la plusvalía, que es el trabajo no pagado al obrero. Es el llamado capital variable, pues es el que crece, el que da, justo, tal plusvalía.
Así, si se incrementa la productividad del obrero con máquinas que lo ayuden, pero no lo reemplacen, es mejor. Y lo digo, desde el punto de vista del capitalismo salvaje, que sólo busca maximizar su ganancia invirtiendo lo menos posible. Ganaría más incrementando la productividad del obrero con ayuda de la IA.
Bueno, y, concluyendo, sería de esperarse que también, la IA, no sólo le ayudara al mezquino capitalismo salvaje a incrementar sus ganancias, sino a la recuperación del planeta.
Que se emplee para ver cómo podemos restaurar todo lo que hemos contaminado y destruido, con nuestra “inteligencia natural”.
Contacto: studillac@hotmail.com