La automatización todavía no prescinde de los obreros
Por Adán Salgado Andrade
El capitalismo cada vez entra en más y más contradicciones.
Para comenzar, se autodestruye a sí mismo, pues tanto avance tecnológico, no es para todas las empresas, sólo para las que pueden adaptarse, o sea, invertir más, y esas son las más fuertes. El resto, desaparecen o van siendo absorbidas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/04/el-capitalismo-salvaje-se-autodestruye.html).
La otra contradicción es que trata de subir la producción, prescindiendo de obreros y usando más máquinas, con la incorporación de robots e inteligencia artificial. Pero es absurdo, pues disminuyen, de esa forma, los consumidores, porque entre más gente desempleada haya, menos consumidores (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/al-capitalismo-salvaje-no-le-perturba.html).
Además, se comprobó, durante la pandemia, que la tan alabada inteligencia artificial, no ha logrado concebir robots que sustituyan a la gente. Los que renunciaban a labores aparentemente sencillas como servir en un restaurante, no pudieron ser sustituidos por autómatas, pues no llegan éstos, todavía a tales capacidades humanas, que sólo una persona, mujer u hombre, puede desarrollar (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/03/ni-inteligencia-artificial-ni-robots.html).
Sin embargo, respecto a lo de prescindir de los obreros, un grupo de investigadores del MIT (Instituto de tecnología de Massachusetts, por sus siglas en inglés), realizó una investigación para ver qué tanto es cierto lo de que la robotización elimina empleos.
Y llegaron a la conclusión de que son otros los factores, que hacen que la gente deje de trabajar, como bajos salarios y falta de estímulos laborales.
Sus conclusiones las exponen en el artículo “La automatización no es la mayor amenaza a los empleos manufactureros en Estados Unidos”, firmado por Anna Waldman-Brown, en el que se plantea que “las fábricas alemanas tienen más robots que sus contrapartes estadounidenses, así que ¿por qué los estadounidenses tienen cuatro veces mayores tendencias de dejar sus labores manufactureras?” (ver: https://www.wired.com/story/robots-automation-jobs-manufacturing-labor-germany-us/).
Es muy interesante el trabajo que realizaron, pues se llega a la conclusión de que se ha exagerado, de alguna manera, el que la robotización desplace a mucha gente. Más bien, pareciera que es una táctica del capitalismo salvaje de inducir miedo en los trabajadores, con lo que se les explota más, amenazados de que si no trabajan bien, hacen huelgas o exigen aumentos salariales, se les puede despedir y sustituir por una máquina.
En efecto, se hace eso. Muchas labores son repetitivas, como meter hojas metálicas a una troqueladora que las convierta en partes de autos, por ejemplo. Es lo que logró Henry Ford (1863-1947) cuando instauró a inicios del siglo XX su fabricación en serie de autos. Las tareas se especializaron tanto, que cualquier obrero podía aprenderlas en poco tiempo. No se cansaba mucho físicamente, pero, sí, mentalmente, pues todo lo que tenía que hacer, durante horas, era una repetitiva tarea. No se le exigía mucho talento, pero, sí, un fatigado condicionamiento (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/11/henry-ford-impulsor-de-la.html).
Lo que ha buscado el capitalismo salvaje es trasladar el llamado know how de los obreros a las máquinas, así que ellos, sólo quedan, la mayoría de las veces, como una extensión de éstas.
Pero, como pudieron advertir los investigadores del MIT, no siempre sucede así.
Compararon Alemania con Estados Unidos (EU) y notaron grandes diferencias. Para comenzar, que en Alemania, han seguido con la industrialización, no han optado, como hace EU, a llevarse muchos procesos industriales a China u otros países periféricos con mano de obra más barata. No le ha interesado, dicen los investigadores, crear escuelas tecnológicas, como las hay en Alemania, en donde los egresados salieran con habilidades específicas para asumir empleos manufactureros muy especializados.
Por eso, EU se ha ido desindustrializando, como señala el profesor Vaclav Smil en su obra “The rise and Retreat of American Manufacturing” (El ascenso y caída de la manufactura estadounidense, MIT Press, 2013). Ha descuidado tanto a la formación obrera, con tal de ir sustituyendo a los trabajadores con máquinas, que cada vez son menos los que tienen una preparación adecuada. Menciona a un jefe de la planta Camiones Daimler de Norte América, quien “sentía que los trabajadores de la planta de dicha empresa en México, estaban mejor capacitados que los de EU, a los que, incluso, a muchos, se les debía de enseñar matemáticas y habilidades de escritura”. Increíble que algunos trabajadores de EU hayan llegado a esos niveles de descalificación.
Por tal situación, cada vez hay menos obreros calificados o semicalificados. Hasta en México, país maquilador, finalmente, se ha tenido cuidado en formar a obreros en sus centros escolares tecnológicos, en donde se les enseña algún oficio o habilidad, para que las empresas extranjeras que vengan, dispongan de mano de obra semi o calificada. Y, claro, mucho más barata que en EU. Probablemente sea otra de las razones de no preparar a obreros estadounidenses demasiado, pues entre más experiencia tienen, más salario perciben. Como no es lo mismo pagar, digamos, veinte dólares al día por un obrero mexicano calificado, que veinte dólares por hora a uno de EU, podría ser otro factor que detonaría ese problema.
Pero para empresas como la que investigaron, en Ohio, que no pueden darse el lujo de producir en otros países, sino allí, el problema es que cuenten con trabajadores. El dueño de esa empresa, que produce partes automotrices, se quejó de que “siempre me renuncian porque se van a otra empresa cercana. Sí, ganan poco, pero como no tienen preparación, aquí se les entrena. Pero, ya cuando están entrenados, se van a empresas más grandes, a donde ganan más. Pero es que no hay gente preparada. Mejor los contrato sin preparación, aunque luego se vayan”. Otro problema es que destinaba esa empresa el 65 por ciento de su producción a una sola compañía, la que “comenzó a comprarle a China, lo que obligó a la empresa de partes a reducir a sólo un tercio su fuerza laboral”.
Esa empresa mediana, es, finalmente, víctima de lo que siempre hace el capitalismo salvaje, que no tiene patria, y si llevándose sus empresas a países subdesarrollados, es la solución para ganar más, lo hará, sin importarle que deje sin empleo a sus conciudadanos, como en el caso referido. Y seguramente, no tardará en desaparecer, como sucede con miles de empresa cada año, alrededor del planeta, por esa mencionada canibalización que se hace el capitalismo a sí mismo.
En el caso de Alemania, los investigadores visitaron una planta en el Black Forest, en la región Baden-Württemberg, un pueblo de calles empedradas, en donde hay una empresa de 220 personas “que se especializa en manufacturar equipo de seguridad muy preciso, para sitios como túneles para carreteras, aeropuertos y reactores nucleares. Es una nave industrial, no pretenciosa, que está al lado de campos de doradas flores. Cuando la visité, con mis compañeros del MIT y el Instituto Fraunhofer de Ingeniería manufacturera y laboratorio de automatización, el gerente de la empresa nos informó que las actitudes de sus obreros no habían cambiado en sus 25 años que tenía al frente. Los adolescentes todavía entraban como aprendices a través del sistema vocacional dual de estudio-trabajo y que sus salarios eran tan buenos, que muchos de esos jóvenes esperaban permanecer en la fábrica para ir ascendiendo, hasta retirarse, ganando un buen salario que les permitiera vivir bien. Los pequeños fabricantes alemanes pueden obtener también subsidios gubernamentales que les ayuden a enviar a sus trabajadores a la escuela, para que aprendan nuevas habilidades, las que les permitirán tener mejores salarios. Este gerente había trabajado muy cercanamente con una universidad técnica local, para obtener certificaciones para soldar y estaba orgulloso de apoyarse en su ‘familia de soldadores’ concerniente a firmas locales, integradores de tecnología, asociaciones de equipos de soldadura e instituciones educativas por apoyarlo con nuevas tecnologías y entrenamiento”.
Se ve que hay una especie de camaradería, esencial para sobrevivir en este sistema tan egoísta y competitivo, en que todo mundo trata de estar encima, de ganar lo mejor, de aplastar a sus contrincantes.
También advirtieron los investigadores que en la empresa alemana, el primer robot que adquirieron para soldar, en el 2018, “era un brazo colaborativo, operado por expertos soldadores, no por programadores, que ni tienen idea de cómo soldar”. O sea que, en este caso, sólo sería un auxiliar ese robot. Además, “el gerente lo adquirió, no sólo para bajar algo los costos, sino para aliviar la carga en sus trabajadores, que no se aburrieran tanto con sus labores y que llegaran a tener problemas de salud”. Vaya, pues buena consideración de ese gerente, pues, como dije arriba, son labores repetitivas que ocasionan problemas de estrés. Enfermedades cardiacas y musculares o hasta cánceres, son provocadas por esas largas, aburridas jornadas.
En cambio, la plana de Ohio, que también adquirió robots soldadores en los 1990’s, “no pudo hallar operadores capaces de manejarlos (no se requería que supieran soldar, sólo que los operaran, pues eran máquinas que ya estaban programadas para determinado tipo de soldadura). Pero, además, el dueño original prefería más gente que a más robots. Y a diferencia de las empresas alemanas, muchos empresarios estadounidenses, preferían contratar a gente que pasara las pruebas de dopaje, llegar a tiempo y que soldaran derecho, sin importar que fueran calificados. Otro empresario, lamentaba que ya no hubiera inmigrantes de la primera generación, quienes eran buenos trabajadores y les gustaba el tiempo extra, a diferencia de sus contrapartes estadounidenses, que sólo querían vivir la vida”.
Sí, se prefieren muchas veces a trabajadores inmigrantes. Recientemente, me enteré de un conductor de tráileres mexicano, que fue contratado inmediatamente por una empresa de EU, con sólo ver su currículo, debido a la gran escasez de conductores que se dio durante la pandemia. Ya, cuando fue para allá y lo pusieron a prueba, le ofrecieron pagarle ¡doscientos dólares por hora!, pues comprobaron que era bastante competente, más que los conductores estadounidenses.
Pero esa falta de “buenos trabajadores estadounidenses”, como explica previamente Waldman-Brown, “se debe más a que los salarios en EU, no han subido de acuerdo con la productividad, pues desde 1979, tal productividad estadounidense, o dólares creados por trabajador, ha crecido ocho veces más que los aumentos por hora trabajada. Y la diferencia entre productividad y salario pagado, de 1995 al 2013, es de 1.3 por ciento. Un trabajador alemán, percibía $43.18 dólares la hora, más $8.88 en beneficios en el 2016, en tanto que un estadounidense ganaba $39.03 dólares y sólo $3.66 en beneficios. Y el promedio salarial, en ese mismo año, para los trabajadores alemanes medianamente calificados o con un certificado de vocacional, era de $24.31 dólares la hora, contra $14.55 para los estadounidenses”.
Además, como EU se ha ido desindustrializando, como ya mencioné, la mayoría de los trabajos son en el sector servicios, que es el que más los absorbe. Walmart y Amazon, simples empresas vendedoras, son los que más trabajo dan en EU, y requieren a gente sin experiencia, a la que le paguen bajos salarios, que no llegan ni a los mencionados $14.55 dólares por hora mencionados (ver: https://www.statista.com/statistics/238997/minimum-wage-by-us-state/).
El estudio contempló a otra empresa alemana que “adquirió un robot, para que vigilara una máquina en el turno nocturno, con tal de que pocos trabajadores tuvieran que trabajar en dicho turno o que debieran laborar tiempo extra”. Otra sensible acción de los patrones.
Pero, en general, lo que menos importa a las empresas, con algunas excepciones, son los trabajadores, los cuales son esenciales en el proceso laboral, pues es la única parte que devenga ganancia, al no pagarse lo que cuesta en su totalidad.
Para que se comprenda porqué, consideren la fabricación de un auto. Intervienen las materias primas, o sea, todas sus partes, así como la maquinaria requerida para hacerlo. Las partes, se pagan totalmente. Si lleva unos veinte mil dólares (carrocería, motor, interiores, llantas, focos, asientos, tablero, componentes eléctricos, pintura, cables, plásticos), es lo que se carga al precio final. En cuanto a las máquinas que se requieren (ensambladoras, robots, fundidoras, soldadoras, pintadoras, troqueladoras, herramientas automáticas, bandas de arrastre y otras cosas), se carga el desgaste que sufren con cada auto en el que intervienen, supongan cinco mil dólares. La infraestructura, como electricidad, agua, prediales, drenaje, transporte, también se paga. Pongamos, mil dólares. En cambio, al trabajador, se le contrata por una cantidad fija, sea diaria o mensual, supongamos 160 dólares por día, debiendo de cumplir una cuota de autos en los que su trabajo interviene, no se le dice que se le vaya a pagar tanto dinero por cada auto. Al final, la diferencia entre el precio obtenido por la venta del auto y el costo de su producción, da una ganancia, que es la plusvalía, la que proviene, como dije, del obrero. Si interviene su labor en diez autos diarios, su trabajo devengado por auto sería de 16 dólares. Cargando todo lo requerido, el costo del auto sería de $25,016 dólares. Pero se vende considerando el sueldo total diario del trabajador, o sea, $25,160 dólares. La diferencia, $144 dólares, es la ganancia. Por eso es que se deben de vender millones de unidades, para que la masa de ganancias compense tanta inversión, lo que crea la sobreproducción, causante de tanta depredación y daño ambiental que estamos sufriendo, y que ya son irreversibles (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2018/01/depredacion-ambiental-planetaria-accion.html).
La atroz competencia entre empresas del mismo ramo, ha hecho que lleven a reducir casi al mínimo sus ganancias, con tal de vender. Por ejemplo, una empresa china fabricante de autos, la Wuling, en conjunción con otra, la SAIC Motor y General Motors de China, está produciendo un auto eléctrico, el Mini EV, que vende en $5,000 dólares, del que obtiene menos de 14 dólares de ganancias por unidad. Pero lo hace porque espera acaparar las ventas (ver: https://www.wired.com/story/review-wuling-hongguang-mini-ev/).
Pero, para que fuera realmente negocio, tendría que vender, supongamos, unos diez millones de vehículos anualmente, con tal de obtener una masa de ganancia de $140 millones de dólares. Absurda sobreproducción que, finalmente, no tiene garantizado el respectivo consumo. Pero los recursos planetarios para hacer tantos autos, se habrán empleado. Es decir, se habrá provocado más depredación y contaminación.
Continuando con la automatización, dice Waldman-Brown que en EU “el gobierno está dejando a sus suerte a las empresas que tienen menos de 500 empleados, que constituyen el 43 por ciento de la fuerza de trabajo del país. En cambio, en Alemania, se gasta veinte veces más presupuesto para apoyar a esas empresas, así como para reentrenar a trabajadores que hayan perdido su trabajo. Y no en todas las empresas ser ha empleado la automatización. En Alemania, 76% de las empresas, con entre 50 y 249 empleados, y 90% de las empresas, con entre 10 a 49 empleados, no emplean robots. En el mundo actual tan globalizado, las manufactureras enfrentan el dilema de elegir entre un costo competitivo o mejorar su calidad y sus productos, pues como dice otro empresario de Ohio, ‘no podemos competir con empleos de un dólar diario, así que debemos de hacerlo con nuestros talentos’”.
Aunque se ve que la tendencia, hasta en Alemania, es hacer productos de menor calidad de los que solía hacer y de los que presumía ese país de cuidar mucho su “calidad”, con tal de ganar más. Probablemente, en muchas, no traten tan bien a sus empleados, como en la empresa mencionada de Black Forest. Recientemente, mi hermano compró un vibrato (que es la pieza de una guitarra eléctrica, en donde se colocan las cuerdas) para renovar el de una guitarra clásica que tiene con una pieza de “calidad”. La adquirió de la “prestigiada” marca alemana Schaller, pues supuestamente es la mejor de todas. Incluso, está especificado en la caja que es Made in Germany. Pagó la nada barata cantidad de ¡$6,880 pesos!, de todos modos, por esa pieza tan pequeña, pensando que adquiría un producto de óptima calidad. No fue así, pues “me salió mal, no sé si está mal hecho o defectuoso”, me confió, compresiblemente decepcionado. Los alemanes viven de su pasado prestigio, podría decirse.
Pero en EU, la mayoría de las empresas, señala Waldman-Brown, buscan reducir costos así, contratando a trabajadores sin experiencia, que sólo aprendan a manejar una máquina, haciendo aburridas labores repetitivas y por eso hay tanta movilidad de los trabajadores, que se la pasan cambiando de ocupaciones. “Mientras que la alemana Bosch, lanzó un programa de 2,000 millones de euros para reentrenar a trabajadores, con el fin de que puedan fabricar autos eléctricos, General Motors prefirió despedir a sus muy entrenados veteranos trabajadores sindicalizados, quienes ganaban 31 dólares la hora y contratar a obreros inexpertos a quienes sólo pagaba 17 dólares por hora. Toyota prefirió también reentrenar a sus trabajadores para que se mejorara el control de calidad y que se hicieran mejoras productivas, en tanto que en las fábricas estadounidenses se ha preferido seguir con la automatización ciegamente. En el 2018, el propio Elon Musk, cuando quiso automatizar completamente su planta de armado de autos eléctricos Tesla, debió reconocer que era imposible y que los humanos estaban ‘subvalorados’”.
El resultado es que ha bajado muchísimo la calidad de los autos estadounidenses, hasta los Tesla, de los que se reportan frecuentes fallas (ver: https://www.reuters.com/business/autos-transportation/tesla-recalls-over-475000-electric-vehicles-2021-12-30/).
Concluye Waldman-Brown diciendo que para lograr trabajadores más capacitados, leales y duraderos en todas partes, “se requieren políticas que ayuden a los gerentes a mirar a sus trabajadores no como costos que deben de ser minimizados o eliminados, sino como recursos que deben de reforzarse con el tiempo”.
Es decir, lo que plantea, que el capitalismo salvaje se humanice. Que los trate bien, decentemente, que les dé buenos salarios, para que vivan aceptablemente.
Pero eso sería como pedirle a un millonario, como Jeff bezos, por ejemplo, que donara toda su fortuna a la gente más necesitada y que viviera del salario del desempleo que se da en EU.
Una total descabellada idea, seguramente diría Bezos.
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