lunes, 28 de febrero de 2022

Las destructivas y contaminantes guerras

 

Las destructivas y contaminantes guerras

Por Adán Salgado Andrade

 

La violencia ha sido para la humanidad, la forma preferida de “resolver” los problemas. Desde que los hombres primitivos usaron sus garras, para pelear por comida, agua o refugio, comenzó tal violencia. Luego, habrán usado huesos, como se muestra en la cinta “Odisea Espacial 2001” (EU, 1968), en una de las escenas iniciales, en que dos “manadas” de antiguos hombres-primates, toman huesos de animales, para luchar por un charco de agua.

Y así, de los huesos, fueron piedras, luego, leños, cuchillos, arcos, flechas, pistolas, rifles, bombas, tanques, aviones, hasta llegar a las temibles y mortíferas bombas nucleares.

De hecho, buena parte de los “avances científicos”, se han dado para la invención y fabricación de armas. Posteriormente, cuando esos avances ya están obsoletos para las armas, entonces, se aplican a cuestiones civiles. Fue lo que sucedió, por ejemplo, con las computadoras, que su primer uso fue para la desencriptación de mensajes de los alemanes durante la segunda guerra mundial. Eso, se logró con la máquina Turing, inventada por el científico inglés Alan Turing (1912-1954), a quien se considera el padre de la computación (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Alan_Turing). 

Ya, luego, las computadoras, propiamente dichas, comenzaron a aplicarse en tareas civiles, cuando el inventor alemán Konrad Zuse (1910-1995) lanzó al mercado la primera computadora programable en 1941 (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Konrad_Zuse).

Lo mismo sucedió con la energía nuclear, que primero fue empleada para inventar las mortíferas ojivas nucleares, y ya, luego, buscando su “empleo civil”, se inventaron los también peligrosos reactores nucleares para generar electricidad (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/07/el-mortifero-legado-nuclear.html).

La cámara de televisión, también fue usada primero en armas, como el Heneschel alemán, una bomba guiada alemana, empleada durante la segunda guerra mundial. Por su lado, Estados Unidos (EU), para contrarrestar a los alemanes, desarrolló el GB-4, una bomba teledirigida y el Interstate TDR, un avión manipulado a control remoto, con el mismo principio (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Television_guidance).

Actualmente, el primer empleo que se busca hacer para robots es, también, en las cuestiones militares, como los de Boston Dynamics. El que pueden ver en el video del link, está perfectamente entrenado para usar pistolas o rifles y dar en el blanco, a pesar de que se le empuje, lo golpeen o le pongan obstáculos. No cabe duda, es la Inteligencia Artificial aplicada a crear infalibles soldados. De hecho, el título del video es “Nuevo robot, vuelve obsoletos a los soldados” (ver: https://www.youtube.com/watch?v=y3RIHnK0_NE).

Por otro lado, las guerras ocasionan destrucción. Lo primero que se busca inutilizar, son  las instalaciones militares. Luego, las industriales e infraestructura de todo tipo, como plantas eléctricas, caminos, puentes, con tal de que el país atacado quede incapacitado para pelear y para hacer armas. La destrucción de vastas zonas urbanas, toma horas, pero su reconstrucción, de ser posible – sobre todo porque es muy costosa y difícil, por tanto escombro que se debe de remover primero –, lleva años.

En el caso de Alemania, por ejemplo, al término de la segunda guerra mundial, con más del 8% de su población muerta, varias de sus ciudades severamente dañadas, así como sus industrias pesadas, le llevó entre 1945 y 1955, o sea, unos diez años, estar casi recuperada de tanta destrucción (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Reconstruction_of_Germany).

Actualmente, los constantes ataques de los judíos, contra los reprimidos palestinos, han dejado decenas de edificios derribados por los infames bombardeos. La franja de Gaza, está llena de montañas de escombros. Si es que se reconstruyen, tomará muchos años y demasiado dinero (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/01/los-incesantes-ataques-judios-gaza-han.html).

Eso, en cuanto a la destrucción. Pero tema aparte es la contaminación que la producción de armas, así como las guerras, generan. Uno de los ejércitos que más contaminan es el estadounidense, pues EU  es el país con la mayor cantidad de armas de todo tipo, así como el que en más guerras ha intervenido o provocado o (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/11/el-muy-contaminante-complejo-militar.html).

Tantas guerras, sobre todo, las acontecidas en el siglo veinte, han generado una brutal contaminación. Por ejemplo, entre 1939 y 1945, se estima que se usaron unos 3,000,000 de toneladas de bombas, además de que hubo alrededor de 2,500,000 vuelos militares, 55,000 aviones destruidos, 20,000 bombarderos perdidos y otros 20,000 aviones militares, también perdidos, más otro tipo de armamento destruido.

Las explosiones, generan demasiado CO2, además de calor, el que va a dar a la atmósfera y contribuye a incrementar el calentamiento global.

Pero no sólo eso, sino que tanto estallido, genera partículas metálicas, de lo que están hechas las bombas, como plomo o fierro. Los explosivos, como la pólvora, TNT y otros, generan gases y todo tipo de químicos muy contaminantes (ver: https://www.witpress.com/Secure/elibrary/papers/AIR12/AIR12009FU1.pdf).

Por otro lado, tanto aviones, como vehículos terrestres – tanques, vehículos artillados, vehículos de transporte militar y otros –  y marinos –  destructores, submarinos, lanchas –, usan mayormente combustibles fósiles, lo que se debe de agregar a la contaminación.

Otra contaminación es la producida por las armas químicas, como el “agente naranja”, un herbicida usado durante la guerra de Vietnam (1965-1975), para matar las áreas selváticas en donde se refugiaban los soldados del Viet Cong, con tal de deshacerse de ellos rápidamente, tanto por el envenenamiento producido, como por los cañonazos y los disparos, pues los ubicaban más fácilmente. Los militares estadounidenses usaron miles de galones de ese peligroso químico, que luego de casi 50 años, sigue activo en muchas zonas, en donde ningún tipo de vegetación crece o puede ser sembrada y ocasiona daños a la salud (ver. https://www.zmescience.com/ecology/agent-orange-continues-to-pollute-vietnam-environment-study-finds/).

Y ya no se diga la contaminación producida por las armas nucleares, la más letal. Tanto “ensayo nuclear”, ha producido calor (ver: https://skepticalscience.com/nuclear.html).

Pero también, por la radiación resultante, han dejado zonas radiadas muertas, como las islas Bikini, las que después de tantos años de que fueron sometidas a infames “ensayos” nucleares por parte de EU, siguen altamente contaminadas y deshabitadas (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Nuclear_testing_at_Bikini_Atoll).

Son escasos los datos de la contaminación producida por las armas. Sin embargo, hay científicos que trabajan en ello. Por ejemplo, el doctor Stuart Parkinson de Scientists for Global Responsibility, ha determinado las cantidades sólo de CO2 emitidas por algunos vehículos militares. Por ejemplo, el Humvee, un transporte blindado, usado por el Pentágono, tiene un pésimo rendimiento de 6 millas por galón de diésel, es decir, apenas 2.56 km/l, y produce por cada misión, unos 260 kg de CO2 equivalentes. Un avión caza F-35, rinde 0.6 millas por galón, o sea, apenas un cuarto de kilómetro por litro usado. Por cada misión, produce 27,800 kg de CO2 equivalentes. En tanto que un B-2, un bombardero que arroja misiles nucleares, rinde 0.3 millas por galón de combustible, o sea, 0.12 km/l –  bajísimo su rendimiento y altísima su contaminación –, y produce alrededor de 251,400 kg de CO2 equivalentes.

Y también ha estimado la contaminación que producen todas las operaciones militares estadounidenses anualmente. Éstas, comprenden a las bases domésticas, a las que están fuera del país, a la guerra y los impactos de ésta. Estas actividades, se clasifican, a su vez, en la producción de equipos militares, que abarca las materias primas, la cadena de suministros, el ensamblado final. En los impactos de la guerra, está la reconstrucción, así como los cuidados de salud para sobrevivientes, tanto civiles, como militares. También en este apartado, entran los fuegos ocasionados por las armas y la deforestación ocasionada durante los conflictos. En las bases militares, se contabiliza la energía empleada, la comida y el manejo de desechos. Igualmente, se considera el uso de vehículos, que comprenden los aviones, los marinos y los terrestres. Pues, bien, todas esas múltiples actividades, tan sólo para EU, generan anualmente alrededor de ¡340 millones de toneladas de CO2 equivalentes!

Como ya he comentado en otros escritos, sólo traten de imaginar cuánto CO2 se requiere para que pese tal gas una tonelada. Bastante, seguramente llenarían una manzana de casas. Ahora, extrapolen a los 340 millones de toneladas mencionados. ¡Es bárbara la contaminación producida!

En cuanto a las bases militares estadounidenses domésticas, un reciente estudio, de solamente una base, la Fort Ord, ya cerrada, mostró que los militares que allí trabajaron durante años, han sufrido cánceres raros, como mieloma múltiple, que es un cáncer de sangre, debido a que tomaban agua contaminada, pues el acuífero del que se tomaba la requerida por ellos, estaba contaminado por los residuos dejados por las prácticas militares con granadas y otros explosivos, así como de los químicos usados en el mantenimiento del equipo militar, filtrados en el suelo. Pero el Pentágono se niega a reconocer que se hayan enfermado por esas causas. De todos modos, lo que muestra ese estudio, es que, en efecto, todas las actividades militares son contaminantes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/militares-retirados-de-eeuu-han-muerto.html).

También hizo el doctor Parkinson el cálculo para Inglaterra, que le sigue a EU en contaminación. Y asciende a unos 13 millones de toneladas de CO2 equivalentes.

No sólo eso, sino que también estimó la contaminación global de la industria armamentista mundial y los ejércitos a los que surte. Y la estableció del orden de un 6% del CO2 producido globalmente. El año pasado, se emitieron 36.4 gigatoneladas de CO2 (36,400 millones de toneladas), es decir, que, sin incluir guerras y los otras mencionadas actividades, la producción de armas y el sostenimiento de los ejércitos produce 2,184,000 toneladas de CO2 equivalentes cada año.

A pesar de eso, el doctor Parkinson dice que casi no se menciona esa contaminante actividad en el reporte anual que hace la IPCC (el panel internacional del cambio climático, por sus siglas inglesas). “Sólo se alude a ese problema, en un anexo y se dice que es ‘algo menor’”. Y también señala que se hacen “esfuerzos” por reducir la contaminación militar, pero sólo en algunas cosas, “como pelear más eficientemente. No se trata de eso, sino de disminuir el presupuesto militar, para que se reduzcan  de verdad los ejércitos y la fabricación de armas. En el 2018, tan sólo fue de $1,800,000 millones de dólares. Se deben de reducir las tensiones mundiales, para que se reduzcan los presupuestos militares y la consecuente contaminación” (ver: https://www.sgr.org.uk/resources/carbon-boot-print-military-0).

Absurdo que se gaste tanto en armas, un 2.08% (el PIB mundial en el 2018 fue de 86.34 billones de dólares), la quinta parte de lo que se gasto en la salud mundial en el mismo año. Pero, en este caso, es para matar, destruir, no para curar. Pero eso, también muestra porqué el sector militar es un gran negocio y por eso, se hacen cada año, ferias de armas, para exhibir los “últimos adelantos tecnológicos” en el negocio de la muerte (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2011/12/ferias-de-armas-exhibicion-de-fuerza-de.html).

Por otro lado, las pérdidas de vidas, mayormente de civiles inocentes, son otra consecuencia de la guerra. Tan sólo la primera y la segunda guerra mundiales dejaron unos 125 millones de muertos, entre soldados y civiles, probablemente las más sangrientas del siglo XX (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_wars_by_death_toll#Modern_(1500_AD%E2%80%93present)_wars_with_greater_than_25,000_deaths).

Los bombardeos nucleares en Japón, además de los más de 200,000 muertos inmediatos, dejaron secuelas de problemas genéticos entre los descendientes de los sobrevivientes (ver: https://k1project.columbia.edu/news/hiroshima-and-nagasaki).

O piénsese en los constantes tiroteos masivos que se dan en EU, un corolario de las guerras, pues se producen con armas, muchas de uso militar, como rifles AK-47 de asalto. Se calcula que en el 2020, el año con que se cuentan las estadísticas más recientes, murieron 45,222 personas a causa de armas (ver: https://www.pewresearch.org/fact-tank/2022/02/03/what-the-data-says-about-gun-deaths-in-the-u-s/).

Esa cifra, supera, incluso, a las muertes por accidentes automovilísticos, unos 38,000 anualmente (ver: https://www.asirt.org/safe-travel/road-safety-facts/)

Pero, a pesar de todos los efectos contaminadores, destructores, desperdiciadores y demás, aunque parezca absurdo, debe de haber guerras, para que la industria militar siga “saludable” y produciendo sus incontables productos de la muerte. Por ejemplo,  las acciones de la armamentista Northrop Grumman subieron 7%, gracias a la invasión de Rusia a Ucrania (ver: https://www.theguardian.com/business/2022/feb/28/defense-cybersecurity-stocks-russia-ukraine-eu).

Así que no importan los daños colaterales, como miles de muertos, destrucción urbana, contaminación, desperdicio de recursos, destrucción de bosques, selvas, contaminación de mares, ríos… nada de eso.

Las guerras deben de continuar.

 

Contacto: studillac@hotmail.com