martes, 1 de marzo de 2022

En África, se conserva la bárbara “tradición” de mutilar los genitales femeninos

 

En África, se conserva la bárbara “tradición” de mutilar los genitales femeninos

Por Adán Salgado Andrade

 

En varios países del mundo, se conservan “tradiciones” que mantienen a las mujeres segregadas. Por ejemplo, en Afganistán, la vuelta de los talibanes, de nuevo las ha relegado a estar en sus hogares y a muy pocas se les ha permitido que regresen a trabajar (ver: https://www.hrw.org/news/2022/01/18/afghanistan-taliban-deprive-women-livelihoods-identity).

Además, es obligatorio el uso del velo en varios países árabes, como en Irán, en donde si la mujer no lo usa, la policía “moral” la detiene y le exige que se lo ponga. Si se rehúsa, se le detiene y se le multa (ver: https://www.quora.com/What-would-happen-if-a-woman-refuses-to-wear-the-headscarf-in-Iran).

Si son “infieles”, a diferencia de los hombres, se les castiga, como puede verse en la cinta The Stoning of Soraya (Estados Unidos, 2009). Es el recuento de una mujer, en una apartada zona rural de Irán, que fue condenada a muerte por apedreamiento, pues su esposo la acusó, falsamente, de que le era infiel, cuando que, en realidad, quería deshacerse de ella, para casarse con una chica de 14 años, “pero no quería mantener a las dos”. Es bastante dramática la escena en donde varios hombres lanzan piedras a la pobre mujer, hasta que la asesinan (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Stoning_of_Soraya_M.).

Esa es la más extrema de las “tradiciones”.

Pero hay otra que también atenta contra la vida de las mujeres o, al menos, contra su salud y es la que se practica en países africanos, en donde el islam es la religión imperante. Se trata de la mutilación de los genitales femeninos, en donde a las víctimas, se les cercena la labia vaginal, así como el clítoris.

Es lo que todavía sucede en Somalilandia, como da cuenta el artículo “En Somalilandia, por el covid, las ‘cortadoras’ van de puerta en puerta en busca de chicas”, firmado por Cara Anna, en el que expone cómo trabaja una de tales cortadoras (ver: https://apnews.com/article/coronavirus-pandemic-health-lifestyle-religion-africa-e382d9893b7b8c02901c3a3177634c46).

La “cortadora” en cuestión vive en Hargeisa, la capital de Somalilandia, región semiautónoma de Somalia. Su nombre es Safia Ibrahim, una mujer de 50 años, viuda, con 10 hijos que aún dependen de ella. Se proporciona una foto de la mujer, de obscura piel, boca algo protuberante y ojos que parecen pedir tolerancia hacia su profesión, “pues es de lo que dependo para mantener a mis hijos”.

Y durante la pandemia, ha ido de puerta en puerta, preguntando a los moradores “¿Tienen hijas para cortar?”. “Gracias a mi trabajo, las chicas se mantienen puras para el matrimonio. Así es nuestra cultura, nuestras bisabuelas y bisabuelos, lo hacían, estaban acostumbrados a esta práctica”, dice y que lo seguirá haciendo, mientras las autoridades se lo permitan.

Lo que ella hace, se repite en otros países, es lo que activistas y las Naciones Unidas llaman “mutilación genital femenina”.

Dice Anna que por la pandemia, muchas familias se ven obligadas a entregar en “matrimonio” a sus hijas y por eso es tan importante esa práctica, “pues es una demanda que demuestra pureza de las mujeres, para esas sociedades”.

“Por desgracia, por la pandemia, se suspendieron programas destinados a terminar esa práctica. Por lo mismo, se podrían dar dos millones de casos de chicas mutiladas durante la próxima década y que no se erradicara en el 2030, como se tenía previsto”.

Se muestra una foto de chicas jóvenes, que han tomado consciencia de la práctica tan bárbara que es la mutilación de sus genitales. Sin embargo, alguna vez leí el testimonio de una chica somalí, que se sentía orgullosa de que, de niña, le hubieran mutilado su labia vaginal, junto con el clítoris. “Me daba asco ver a las mujeres con sus genitales completos, todas peludas, como si fueran animales”. Eso muestra que, por desgracia, para varias mujeres, es algo “normal” y lo “anormal” es no someterse a tal mutilación.

De acuerdo con Sadia Allin, directora de la ONG Plan International, “un 61% de los residentes de Hargeisa piensan que se ha incrementado la mutilación de los genitales femeninos durante la pandemia”. “Las madres permiten que sus hijas sean mutiladas, sólo por la presión social”.

Esa bárbara práctica, todavía se hace en los hogares. “Ibrahim, mostró cómo se hace, empleando la mano de una traductora, como si fueran los genitales de una chica. Simuló inyectar anestesia con una jeringa. Luego, deslizó una navaja de rasurar en donde estaría el clítoris. Otros cortes, dispondrían de la labia. Finalmente, con aguja e hilo, pretendió coser la abertura de la chica, dejando sólo un pequeño agujero para orinar y para la menstruación que vendría en los siguiente años”.

En Somalilandia, las chicas que la sufren, un 98% están entre los 5 y 11 años. Y la más severa forma es que se cosa lo que queda de la apertura vaginal, pues la “menos severa” es que “sólo” se corten el clítoris y/o toda la labia.

Tanto la “menos severa” o la “más severa” atentan contra la fisiología natural de la mujer. Si la labia vaginal, así como el clítoris, están allí, se debe a la constitución femenina, no están “de más”. Es como la otra bárbara costumbre judía de circuncidar el pene de los varones – lo cual, en algunos casos, sí se debe de hacer, debido a que ciertos hombres tienen el prepucio muy alargado, y son proclives a infecciones –, por considerar que sólo así pueden “entrar en esa fe”  Pero es una práctica que, de no hacerse en condiciones de adecuada higiene, puede ocasionar severas infecciones (ver: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3638798/).

Lo mismo puede suceder con la mutilación femenina que,  varias veces, por las condiciones insalubres en que es ejecutada, pueden venir infecciones, “a veces, fatales. Algunas, desarrollan fístulas, de las que se pueden filtrar orina o hasta las heces”.

Ya varias activistas mujeres y hasta las autoridades, tratan de erradicar y hacer ilegal la práctica, pero todavía luchan contra la cerrazón de la gente que defiende esa “tradición islámica”.

El ministro de las cuestiones religiosas de Somalilandia, Abdirizak Hussein Ali Albani, dice que nada tiene que ver esa práctica con Alá. “Las mujeres, son creaciones divinas y nada en el Islam dice que se les corte”.

Habría que ver quién impuso, hace siglos, esa barbaridad. Seguramente fue algún macho misógino, que no toleraba ver a las mujeres con sus genitales al natural.

Por fortuna, también entre las mujeres, sobre todo, las nuevas, educadas generaciones, se está exigiendo que se acabe con tal aberración.

Una joven enfermera, Hana Ismail  de 23 años, quien tuvo que sufrir tal indignidad de niña, escribió hasta un poema que dice “Tengo una marca, que nuca será borrada, tuvo que emplearse un cuchillo, para dejar que saliera la vida que llevaba dentro”, refiriéndose a que las mujeres mutiladas, deben de ser intervenidas, cuando nacen sus hijos, pues no podrían salir por la pequeña abertura que les dejan.

Otra foto, muestra un momento de la operación que le tuvieron que hacer a una mujer, a la que la mutilación, le ocasionó una fistula.

Pero como señalo arriba, muchas mujeres siguen arraigadas en esa tradición. Amoun Aden Ismail, se ha atrevido, junto con amigas, a jugar futbol. “Hasta eso tenemos prohibido. Y estoy en contra de la mutilación. Les enseño a mis amigas fotos de cómo deben de verse, normalmente, los genitales femeninos y hasta se ríen, pero yo les reviro que sólo así, conociendo nuestro cuerpo, aprenderemos a amarlo”.

Pero hay algunos avances, como madres que les han dicho a sus hijas, estar arrepentidas de haber permitido que las mutilaran.

Confían las autoridades en que se pueda hacer ilegal la práctica, “pero si un Imán dice que ‘esto está mal’, entonces, son los obstáculos a que nos exponemos”.

Claro, como a esos cerrados machos no los someten a esa aberración, siempre se opondrán, como si el destino de las mujeres dependiera de su retrógrada voluntad.

No creo que les gustaría que los castraran y les cortaran el pene, dejándoles sólo un agujero para orinar.

Y no estaría mal que lo experimentaran, pues sólo así podrían comprender todo el mal que le hacen a una mujer cuando, en contra de su voluntad, la agreden de esa forma.

Pero mientras persistan esas aberrantes “tradiciones”, no sólo la de la mutilación, sino de las otras mencionadas, impuestas por el control machista, muchas mujeres estarán en riesgo de perder, no sólo su dignidad, sino su vida misma.

 

Contacto: studillac@hotmail.com