Rescate de especies extintas, buenas ganancias
Por Adán Salgado Andrade
En el capitalismo salvaje, cualquier avance científico o tecnológico, antes que nada, debe de contemplar si será un buen negocio, que pueda dejar una ganancia. Es lo que ahora está sucediendo con la llamada des-extinción de especies, como se expone en el artículo del portal Wired, titulado “Quizá usted necesitará una patente para ese Mamut lanudo”, firmado por Matt Reynolds, en el que señala que “científicos aceleran sus investigaciones para traer de regreso de la muerte, a especies extintas. Pero un mamut resucitado, ¿pertenece a la Naturaleza o a nosotros?” (ver: https://www.wired.com/story/de-extinction-patents/).
La foto del esqueleto de un mamut, abre el artículo, justamente el tema que relata Reynolds. Comienza refiriendo que hay animales “patentados”, como el ratón que en 1988, fue alterado genéticamente, para servir en experimentos para hallar posibles curas contera el cáncer. El llamado OncoMouse (oncoratón), fue polémico, porque la oficina de patentes de Estados Unidos, convirtió a un ratón “en una invención legalmente protegida, con una patente que evitaba que cualquiera manipulara o vendiera a un ratón con las mismas características genéticas, al menos durante 20 años, que es lo que dura una patente. Dicha patente fue otorgada a DuPont, empresa que estuvo financiando esa investigación. Pronto, se puso a vender playeras con la silueta del OncoMouse impresa en ellas, además de la venta de ratones alterados en 50 dólares la pieza”.
Siguió DuPont la ruta de empresas como la nefasta Monsanto, que ha creado patentado aberraciones genéticas, como su famoso maíz “Terminator” – llamado así porque, si se siembran sus semillas, una sustancia actúa para matarlas –, sólo porque los ha alterado genéticamente, o sea, a nivel molecular. Y, en efecto, le han otorgado “patentes”, como si los seres vivos – pues finalmente, aunque hayan sido alterados, siguen siendo seres vivos, creados por la naturaleza –, pudieran “patentarse”.
Pero así es este sistema, que busca asegurar sus cuestionables “adelantos”, sobre todo, en esta cuestión de la bioingeniería, que básicamente busca la alteración de plantas, animales o hasta humanos, a nivel molecular, insertando distintos genes, para ver qué pasa.
Lo mismo se está haciendo con cerdos, a los que se está manipulando genéticamente, para que sirvan como fuente de órganos, para ser trasplantados en humanos, como corazones. Ahorita, están en la fase de experimentación, que ya se le injertó un corazón a un estadounidense, quien está en observación, para ver si “aguanta” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/01/el-negocio-del-trasplante-de-organos-de.html).
Del OncoMouse, se “patentaron” otros animales, alterados genéticamente, como conejos, susceptibles a contagiarse con el virus del VIH. “Es algo salido del Parque Jurásico, pero el problema reside en si todos esos animales pertenecen a la Naturaleza o a nosotros”, plantea Reynolds.
Y se refiere a George Church, cofundador de Colossal, “una empresa biotecnológica que pretende resucitar al mamut lanudo, en los siguientes cinco años. El CEO de esa empresa, Ben Lamm, tiene confianza de que un mamut sería patentable. Pero traer de regreso a una especie que surcó la Tierra hace 4,000 años, enciende todo tipo de preguntas, las cuales, los científicos, aún no están plenamente preparados para responder. ¿Realmente alguien puede patentar un mamut? ¿Y si fuera así, deberían de hacerlo?”.
Mike Bruford, un biólogo conservacionista de la Universidad de Cardiff, le dijo a Reynolds que “hay mucho por ver en este momento. Este trabajo es obra de una empresa privada y no estamos seguros de cuáles sean las intenciones de des-extinguir a animales desaparecidos”. Subraya que eso de soltar en hábitats naturales a una especie resucitada, “no está muy claro aún, de qué efectos pudiera tener”.
Claro, pues no es posible prever que sucedería, por ejemplo, que pudieran ser especies “invasivas” que afectaran a otras. Además, es claro que el mamut “recorría la Tierra cuando abundaba la nieve, por eso tenía su grueso pelambre”. Qué caso tendría traer a un animal, muy adaptado al frío, a un planta que se está calentando rápidamente.
Menciona Reynolds, que no es la primera vez que se trata de resucitar a una especie extinta. Eso sucedió con el chivo salvaje español, el bucardo, que en el año 2000, el último de ellos, fue matado por un árbol que le cayó encima. “En el 2003, habiendo tenido muestras de su ADN, científicos españoles lo insertaron en cigotos de otros chivos. De los 208, sólo uno pudo nacer. Y estuvo vivo por algunas semanas, pero murió, debido a un defecto pulmonar. Fracasó ese intento”.
Es lo que pasa, por fortuna, con esos experimentos, que son pocos los huevos que sobreviven, de los que puede engendrarse una especie, muchas veces, una aberración genética. En la India, en el 2001, por ejemplo, se pretendió clonar a un gaur, un buey silvestre que habita sus bosques, que se encuentra en peligro de extinción. De un total de 692 cigotos, sólo uno pudo crecer y generar un gaur, el que murió a las 48 horas, debido a una disentería, “que no tuvo que ver con esa clonación” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Gaur).
Otro animal que se rescató es el turón patinegro, pero gracias a que, cuando se creía extinto, se halló una colonia de 18, que estaban en muy buenas condiciones, “a la fecha, se estima que hay unos 370 ejemplares, pero siguen estando muy vulnerables”. O sea, no se habría logrado su rescate si no se hubieran tenido especies disponibles.
Lo mismo que sucedió con el pez de río mexicano, llamado tequila, que se creía extinto, pero gracias a ejemplares que se conservaban en un acuario inglés, pudo ser regenerado y de nuevo nada en el río del estado mexicano de Jalisco, de donde es endémico (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/un-esfuerzo-conjunto-rescato-de-la.html).
Pero, como señalé, hay aberrantes “experimentos” como el que resultó el mezclar ADN de arañas doradas con cigotos de chivos, a finales de los 1990’s, pues el Pentágono quería obtener un material más ligero que el kevlar, la fibra empleada para hacer chalecos antibala, y la seda de la araña, podría haber sido un buen sustituto. La ya desaparecida empresa canadiense Nexia Biotechnologies, insertó genes de la araña dorada en embriones de chivos. Los primeros chivos aracnoides nacieron en 1999. Estos desafortunados animales, producto de una ciencia irresponsable, inmoral y guiada solamente por la sed de grandes ganancias, tienen un aspecto grotesco, con largas patas, más de lo normal, cabezas deformadas y una pelambre que recuerda a la de una araña: pinta, gruesa, pilosa. O sea, los chivos están peludos, a la manera de la araña con que fueron diseñados. A la fecha, existen unos 30 chivos-araña, “pero no producen suficiente leche todavía, como para que pueda ser comercializada industrialmente y obtener las fibras requeridas para la fabricación de chalecos antibala” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/BioSteel).
Esos pobres chivos, también están “patentados”. Y de ese tipo de aberraciones genéticas, seguramente hay varias que ni conocemos.
Por fortuna, señala Reynolds, a muchos “científicos” no les han permitido patentar sus creaciones, como fue el caso de los que, por clonación, en 1996, engendraron a Dolly, una borrega que fue clonada de otra. “En esos, casos, les señaló la corte, no se justifica una patente, pues fue una copia de otra borrega, no fue algo original. En el 2013, se dio carpetazo a ese asunto”.
En el caso del mamut, Colossal no planea, exactamente, des-extinguirlo, sino “editar el gen de un elefante asiático, de lo que saben del ADN del mamut, para obtener un elefante-mamut híbrido y que vuelva a recorrer la tundra siberiana, con la esperanza de que se regenere el antiguo ecosistema estepario, para que secuestre carbón y se detenga algo el calentamiento global”.
Pero sus fines, dice Reynolds, son cuestionables, empezando porque nadie garantiza que se recupere la antigua vegetación de la tundra o que esos animales, realmente puedan adaptarse.
“Colossal, ya hasta tiene claro dónde pondrá a sus creaciones, en Rusia, en una reserva natural cuidada por Sergey Zimonv y su hijo, Nikita. Esas tierras, de unos 130 kilómetros cuadrados, han sido repobladas con yaks, caballos y bisontes, que Zimonv espera que tirarán árboles y arbustos y dejarán espacio para los pastos que poblaban el área, en la época del pleistoceno, entre 2.6 millones y 11,700 años atrás. Un mamut lanudo – o al menos un elefante asiático que desempeñara ese papel –sería la corona del parque”.
Y muy seguramente, una muy atractiva atracción, tipo el Jurassic Park, cinta de 1993, en que la premisa era que se obtenía ADN de dinosaurios, que se hallaba en mosquitos que les habían chupado su sangre, atrapados por ámbar, y así se había logrado engendrar a todas las especies. La premisa, obviamente, era absurda, pues el ADN no dura activo más de 2,500 años (ver: https://www.sciencefocus.com/the-human-body/how-long-does-dna-last/).
Pero ya ven como Hollywood nos ha deformado, en muchas cosas.
Dice Lamm que no es su intención hacer dinero del mamut-elefante, pero sí, de técnicas que pudieran usarse en otras cosas, como de que se necesitarían matrices artificiales gigantes, para incubar a los híbridos, “que también podrían aplicarse para que bebés prematuros, pudieran sobrevivir fuera del cuerpo. Dice que puede generarse más valor de la tecnología requerida, que de los genomas resultantes, aunque no descarta la idea de algún día, patentar animales”.
Como se ve, siempre está presente la idea de hacer buenos negocios.
Otra empresa que quiere resucitar a una especie extinta es Revive & Restore, aunque no es lucrativa. Se trata de la paloma pasajera, que era uno de los pájaros más abundantes del planeta en sus tiempos. También sería engendrar un híbrido. Dice esa empresa que sería útil, pues gracias a ese pájaro, es que existen los bosques de Estados Unidos en la actualidad, pues como se alimentaba de semillas, y como emigraba mucho, tales semillas se esparcían por todos lados. “Podrían ayudar a repoblar muchos de los diezmados bosques”, declara Ben Novak, científico que trabaja para esa empresa.
Pero Lamm insiste en que sí se deberían de patentar esos híbridos, porque alguien podría tener la idea de montar un parque, con especies exclusivas, “y evitar que otra empresa le copiara esos animales”.
Aunque para el abogado Andrew Torrance, en Estados Unidos, al menos por ahora, eso no se puede. “Científicos quisieron patentar los genes BRCA1 y BRCA2, los que ocasionan cáncer, pero la corte se los negó, pues eran mutaciones que ocurrían naturalmente, no habían sido inventadas por ellos”.
Por otro lado, sigue la cuestión de si se deben des-extinguir especies, en caso de ser posible, pues los “ecosistemas en donde habitaron, ya no existen, aunque algunas, deberían de tener ese derecho, ya que las acciones del hombre las desaparecieron”.
Muy probablemente, no durarían mucho, pues muchas, extintas en el siglo diecinueve, por ejemplo, no podrían soportar el clima tan caliente por el que estamos pasando.
“Más que repoblar con especies des-extintas, sería mejor poblar con especies vivas, como lo que Bruford está haciendo, de llevar la tortuga gigante de Aldabra a una isla cercana a Mauritania, para llenar el hueco que dejó la extinción de la tortuga mauritana que allí vivía. O los que tratan de introducir especies de corales resistentes al calor, en zonas en donde ya están muy dañados”.
El proyecto de des-extinguir al mamut, fue pensado primero por la mencionada Revive & Restore, pero por los fuertes fondos que requiere, la cedió a Colossal. Dice Lamm que es muy caro y que se requieren varios millones de dólares más de inversión, para seguir con el proyecto, “pero confía en que con las técnicas, derivadas de él, se tengan buenas ganancias, que hagan felices a sus accionistas”.
Dice Reynolds que, finalmente, las patentes, “puede ser el precio que los conservacionistas deban de pagar, por conservar a muchas especies o para des-extinguirlas. Todos los científicos que trabajan en eso, quieren hacer algo de dinero, que una parte del pastel, les toque”.
Como dije, está, ante todo, el rescate de la ganancia por sobre el genuino interés del bienestar ecológico y ambiental
Así que prepárense para ver, previo boleto de entrada a un parque, Mamuts patented and made in the USA.
Contacto: studillac@hotmail.com