Un esfuerzo conjunto, rescató de la extinción a pez de río mexicano
Por Adán Salgado Andrade
La biodiversidad planetaria es vital para mantener el equilibrio ambiental entre distintas especies animales y vegetales. Cada especie animal y vegetal, tiene su zona de influencia, en donde se puede desarrollar, alimentar, multiplicarse.
Por desgracia, por la depredación y contaminación ambiental que impone este destructivo sistema económico, buena parte de tales especies se ha extinguido o está en proceso de extinción. En la presente época, alrededor de un 60% de especies han desaparecido (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).
Algunas, ni siquiera se han clasificado, como los más de 9,200 árboles que un reciente estudio, determinó que no se sabía nada de ellos (ver: https://www.jornada.com.mx/2022/02/01/ciencias/a02n1cie).
Eso da lugar a que especies que no son nativas de un hábitat, se vuelvan problemáticas, pues no tienen a sus enemigos naturales, los que se encargan de controlarlas. Por ejemplo, en Estados Unidos, actualmente hay seis insectos que son considerados plagas, muy destructivos para cultivos y bosques (ver: https://gizmodo.com/worst-invasive-bug-species-united-states-1848423715).
Por ello, son loables los esfuerzos que se hacen para tratar de rescatar a especies de la extinción. Uno de tales esfuerzos, logró que un pez mexicano de río, el llamado Tequila, endémico de un río cercano al volcán Tequila, en el estado de Jalisco, vuelva a aparecer en el río por el que antes nadaba. Lo expone el artículo de Sarah Durn, del portal Wired, titulado “Dentro del esfuerzo internacional para salvar a un pequeño pez mexicano”, en el que se expone cómo científicos y estudiantes de escuelas elementales, salvaron de la extinción a tal pez (ver: https://www.wired.com/story/inside-the-international-effort-to-save-one-tiny-mexican-fish/).
El pez Tequila, es pequeño, de entre seis y siete centímetros de longitud, plateado de color, como puede verse en la foto que abre el artículo. Hace años, era muy común, pero se fue acabando, sobre todo, por contaminación de su hábitat. “En el 2003, se extinguió y no hubo protestas o, al menos, un artículo local para anunciar su desaparición”, dice Durn.
Pero científicos de la Universidad de Michoacán, destacaron su importancia, pues se alimentaba de los mosquitos transmisores del dengue, además de que era fuente alimenticia para otros peces y aves. “Cuando se extinguió en el 2003, se hizo un intento, como nunca antes, para rescatarlo y reintroducirlo de nuevo en su hábitat. Ahora, casi dos décadas después, alrededor de 2,000 peces tequilas, nadan de nuevo en el río Teuchitlán, de aguas cristalinas, a la sombra de una colina cubierta de árboles”.
Ya he comentado en otra parte que es lamentable que cuestiones como esta, la del rescate de un pez mexicano, se sepa por fuentes extranjeras, como esta, lo que da idea de cómo hay un desdén por las instituciones mexicanas hacia proyectos tan importantes o, al menos, que se les publique.
En fin, regresando al artículo, refiere Durn que en 1998, un acuicultor inglés, Ivan Dibble, llegó a Michoacán con una “preciosa carga”, que consistía en cinco parejas de peces tequila, que un zoológico inglés, el Chester, criaba. Fíjense, gracias a que allí los tenían, pudieron ser rescatados. Otra muestra de que, en cuestiones ambientales, nos falta mucha educación, sensibilidad y consciencia.
Los científicos piensan que contaminación y especies invasivas – a las que me referí arriba –, llevaron a la extinción del pez en su hábitat. Por fortuna, como en el caso del zoológico Chester, seguía existiendo en acuarios.
Y es lo que hicieron los científicos michoacanos, criarlo en ambientes controlados. “Fue el primer proyecto de reintroducción de una especie extinta, en México. Si fallaba, sería el final del intento”.
Por fortuna, las parejas que llevó Dibble, se adaptaron, y para el 2012, eran 40. Fueron colocados en un acuario en la universidad, en donde había tortugas, pájaros, serpientes, pues era necesario comprobar que el pez pudiera sobrevivir en ese ambiente, “muy apegado a lo que tendría que pasar en su hábitat”.
Pero lo logró y luego de cuatro años, “los 80 peces, crecieron a diez mil. Gracias a ese éxito, los científicos siguieron con el experimento y lo reintrodujeron al río”.
Pero sabían que tenían que involucrar a la comunidad de Teuchitlán, para que el proyecto tuviera éxito. El profesor Federico Hernández Valencia, quien enseña educación ambiental en la universidad michoacana, se puso en contacto con la organización Guardianes del Río, fundada por Martha Hernández y Pilar Navarro. Conjuntamente, informaron a la comunidad, sobre todo a alumnos de escuelas primarias y secundarias, de la importancia de cuidar al reintroducido pez, al que llamaron Zoogy, por su nombre científico, Zoogoneticus tequila. También lo conocen localmente como “Gallito” o “Burrito”.
Se pintaron murales por todas partes y también la iglesia local cooperó, pidiendo donaciones para el esfuerzo.
“Finalmente, en el 2017, 1,500 peces tequilas, se reintrodujeron en el río, en jaulas flotantes. Rápidamente se multiplicaron y luego de varios meses, los biólogos los sacaron de esas jaulas. Actualmente, unos 2,000 tequilas están de nuevo nadando, felices, en el río Teuchitlán, que se encuentra a unas 40 millas (64 km) al oeste de Guadalajara. Y en enero de este año, 2022, algunos hasta migraron a otra porción de ese río”.
Omar Domínguez, biólogo que trabajó en el proyecto, dice que están haciendo esfuerzos para rescatar a otras especies, “pues México tiene unos 536 peces de río conocidos y muchos, un 40% están en peligro y un 4%, ya se extinguieron”.
Como han seguido los esfuerzos conjuntos de los científicos michoacanos y los Guardianes del Río, también se logró, en el 2021, reintroducir el pez dorado Skiffia francesae.
Pero, por desgracia, en contraste con esos exitosos rescates, decenas de especies están desapareciendo en muchas partes del planeta. El biólogo Axel Moehrenschlager, director de la Unión Internacional para la Conservación Natural, dice que “el ritmo de extinción actual es de 1,000 a 10,000 veces más alto que lo que podría ser considerado como normal. Por eso, fue un gran éxito que se haya rescatado al pez tequila”.
Qué bueno que se le haya salvado. Lamentablemente, no sucederá con otras especies, no sólo de peces, sino de otros animales y plantas, que ya desaparecieron de la faz del planeta, sin que, ni siquiera, hubiéramos sabido de su existencia.
Lo peor es que, con cada especie que se extinga, aceleramos nuestra propia desaparición.
Y no creo que nadie se atreva a rescatar a una especie tan depredadora y contaminadora como la humana.
Contacto: studillac@hotmail.com