En África, las tierras están dejando de producir por tanto fertilizante químico
Por Adán Salgado Andrade
África ha sido uno de los continentes más explotados y humillados del mundo. Proveyó a cientos de miles de esclavos durante los pasados siglos, cortesía de los piratas ingleses, además de incontables recursos, los que siguen siendo vitales para muchas industrias, como el coltan, importante aislante térmico, que provee la República del Congo, que sigue siendo uno de los países más pobres, a pesar tanta demanda global de dicho mineral (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2009/09/el-coltan-otro-recurso-natural-mas-para.html).
Y siendo África uno de los continentes que menos ha contribuido a la catástrofe ambiental que vivimos, es uno de los más afectados por ésta, con constantes sequías, megaincendios forestales, extinción de especies animales (además del criminal tráfico ilegal), brutal incremento de las temperaturas y otras graves consecuencias (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/africa-la-que-mas-sufre-los-embates-del.html).
Y sigue el sometimiento, ahora por los fertilizantes que, supuestamente, incrementan el rendimiento de las tierras agrícolas, afectadas por la catástrofe ambiental. Pero esos fertilizantes, vendidos por La Unión Europea, Rusia y Arabia Saudita, en lugar de hacer tierras más fértiles, las están acidificando, quemando, empobreciendo, como expone el artículo de la agencia Associated Press, titulado “Los campesinos en África dicen que sus tierras están muriendo y que los fertilizantes químicos, tienen mucho de culpa”, firmado por Evelyn Musambi (ver: https://apnews.com/article/kenya-agriculture-farming-soil-acidic-93a2d59e54cf39f9aff972d6c8599285).
Inicia el artículo con un video de Benson Wanjala, un campesino de Kenya, quien explica que sus tierras comenzaron a declinar la producción en 1998. “Antes, me rendía mi tierra de cuatro hectáreas, 200 costales de maíz. Ahora, con trabajos, obtengo unos 30. Y yo creo que es por tanto fertilizante químico que he usado durante años, que ha quemado y acidificado mis tierras. Y no me queda más que seguir usándolo, pues tengo familia qué mantener y si no cosecho nada, ¿con qué voy a mantenerlos y alimentarlos?”, dice, consternado.
“Los fertilizantes, inicialmente, rindieron más cosechas por hectárea, pero han dejado de hacerlo. Kenya introdujo un subsidio en el 2008 para fertilizantes con tal de hacerlos más accesibles a campesinos con pequeñas parcelas. Pero, actualmente, alrededor de un 63 por ciento de tierras en ese país, ya se han acidificado (quemado), lo cual ha ocasionado una reducción de maíz y otras exportaciones de hortalizas y té. La producción de maíz, se redujo en 4 por ciento, a sólo 44 millones de toneladas en el 2022, de acuerdo con la FAO (La Organización para la Agricultura y los Alimentos), aunque no indicó porqué”, señala Musambi.
Y es, como comento arriba, otro sometimiento contemporáneo de África, pues todos sus fertilizantes son adquiridos de otros países, principalmente, los europeos (no les bastó a los europeos haberla sometido y saqueado durante siglos, lo tienen que seguir haciendo, mientras les deje dinero el saqueo actual).
Y encima, han sido los pobres campesinos kenianos víctimas de fraudes, como el que se dio en abril, que recibieron “fertilizante”, que resultó ser polvo de canteras. Unos 7,000 campesinos compraron ese falso fertilizante y ahora, el presidente William Ruto (1966) dice que “serán compensados dándoles el producto real”. Qué sorpresa tan desagradable se habrán llevado los que compraron ese falso “fertilizante” y seguramente, hasta retrasaron sus sembradíos por no tener el correcto, a pesar de que quema sus tierras. Los tipos que cometieron ese fraude, no tienen escrúpulos, en obtener dinero de esa forma, aprovechándose de gente pobre, con necesidad. ¡Una gran mezquindad!
Los problemas de rendimientos decrecientes de tierras se agravan porque África tiene que alimentar a sus propios habitantes, al irse incrementando su población. Todavía tiene el 65 por ciento de tierra arable del mundo que no ha sido cultivada (debe de ser de sabanas o bosques y, es de esperarse, que sigan así, pues de utilizarse, se invadirían hábitats de la fauna animal tan diversa que existe en ese continente).
Pero por la decreciente agricultura, cada vez importa más alimentos. Actualmente, gasta unos $60,000 millones de dólares anuales (mdd) y se espera que para el 2025, se eleve a unos $110,000 mdd por hábitos de consumo cambiantes, que se incrementan (muy seguramente por la imposición de la engordante comida procesada occidental. Ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2010/08/la-muy-lucrativa-adictiva-engordante-y_01.html).
Muy malo que un país dependa tanto del exterior para alimentarse. Eso sucede con México, que depende muchísimo de importaciones, como la de maíz y otros granos básicos (ver: https://www.jornada.com.mx/noticia/2023/11/12/economia/importa-mexico-mas-de-la-mitad-de-granos-basicos-que-consume-3073).
Sin soberanía alimentaria, cualquier país es muy vulnerable y hasta manipulable políticamente.
Kenia depende en más de una cuarta parte de su Producto Interno Bruto (PIB) de la agricultura, así que es muy preocupante que las tierras estén disminuyendo su rendimiento.
En una reunión sostenida en mayo, para tratar de resolver ese grave problema, se recomendó la vuelta a las prácticas tradicionales de siembra, como usar más estiércol de animales, materia orgánica descompuesta o rotación de cultivos. Es lo que tradicionalmente los campesinos mexicanos han hecho, como el barbecho de las tierras, para mezclar los restos de la siembra anterior con la tierra y que se descompongan, para que la nutran. O el empleo de estiércol, aunque también ya a muchos les han impuesto la idea de que deben de utilizar fertilizantes e igualmente han ido quemando sus tierras, por el exceso de su uso. Aunque aquí, lo que también ha afectado en los últimos años el rendimiento de las siembras o que, incluso, se pierdan, es que como muchas son de temporal, no llueve a tiempo o, cuando llueve, es en exceso y la siembra se estropea. Eso los ha empobrecido todavía más (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/01/el-duro-trabajo-en-el-campo-revisitado.html).
En esa reunión, Stephen Muchiri, director ejecutivo de la Federación de Campesinos de África Oriental, señaló que el problema es que “se le trató de dar un enfoque comercial a la agricultura, volverla un negocio para los que hacen fertilizantes y la consecuencia es que nuestras tierras ya se han acidificado y quemado. Debemos de buscar la forma de revertir ese nefasto efecto y que nuestras tierras sean fértiles de nuevo”.
Bridget Mugambe, coordinadora de la Alianza para la Soberanía Alimentaria Africana, recomienda que “ya se dejen de usar tantos dañinos fertilizantes”.
Y tanto fertilizante químico, sólo ha ocasionado que las tierras pierdan sus nutrientes, necesarios para las cosechas. Han dejado de enriquecerla. “Se están perdiendo $4,000 mdd de nutrientes de las tierras cada año”, dijo Josefa Leonel Correia Sacko, comisionada de agricultura de la Unión Africana.
De todos modos, tanto perjudicial fertilizante, como señalé antes, debe de comprarse del exterior. Así que Kenya no sólo depende de ellos de otros países, sino que hasta les compra alimentos, doble dependencia.
Y lo mismo sucede con Zimbabue, que antes producía plenas cosechas y que ahora un 70 por ciento de sus tierras están acidificadas. “El gobierno de ese país quiso incrementar la producción usando fertilizantes, pero el plan falló”.
“Antes, los campesinos sembraban tradicionalmente, usando material orgánico, como estiércol o plantas en descomposición para mejorar las cosechas, dice Wonder Ngezimana, profesor de agronomía de la Universidad Marondera de Zimbabue, citado por Musambi.
Pero todo eso se ha ido perdiendo por las imposiciones con fines de lucro de Occidente.
Sin embargo, hasta granjeros estadounidenses, ya han visto que es mejor la agricultura orgánica, para conservar las tierras, evitar que se quemen (ver: https://www.ers.usda.gov/amber-waves/2023/november/rising-consumer-demand-reshapes-landscape-for-u-s-organic-farmers/).
Les han recomendado ONG’s kenianas a los campesinos que midan la acidez de sus tierras y que usen cal, para disminuirla. Pero Wanjala, el campesino citado antes, dice que “eso es muy caro, y ni vacas tengo ya, por la sequía, para que usara su estiércol. La verdad es que ya no tengo dinero para más gastos. Estoy desesperado, no sé qué hacer”.
Lo que no les importa, en lo más mínimo, a las agroempresas europeas, rusas y arábicas que seguirán con el gran negocio de los fertilizantes químicos, aunque quemen a todas las tierras de sembradío del mundo.
Me pregunto, ¿qué va a comer sus accionistas, cuando esas tierras ya no produzcan absolutamente nada?
Contacto: studillac@hotmauil.com