La selva amazónica se sigue devastando por fuertes megaincendios
Por Adán Salgado Andrade
El dicho católico de que “si te portas mal, te vas al infierno”, puede muy bien aplicarse a lo que estamos haciendo con el planeta, en que por la catástrofe climática que hemos ocasionado con el estilo de vida tan depredador y contaminante que llevamos (cortesía del capitalismo salvaje), se ha ido convirtiendo, en efecto, en un infierno, tanto por el brutal incremento de las temperaturas, así como por los dantescos escenarios de enormes extensiones de selvas y bosques incendiándose, incontrolables, combinación, justamente, de las altas temperaturas y la resequedad que las prolongadas sequías están dejando en muchas partes.
Como señalé, todo eso provoca la sobreproducción capitalista, tan destructiva y contaminante. Se destruye, por la sobreexplotación de recursos naturales para producir, y se contamina por la producción misma (por la combustión requerida), además de toda la basura que se genera cuando las cosas, que duran poco, se desechan. Un buen ejemplo es China, ya uno de los mayores destructores y contaminadores del planeta. Cada año, por su nefasta producción de fast fashion, la ropa desechable, tira a los basureros ¡26 millones de toneladas de ropa! Como es ropa desechable, la gente la tira porque se descoció o se jaló la tela a la primera lavada (ver: https://apnews.com/article/china-clothing-fast-fashion-recycling-brands-shein-f0c54f50588c9a4f00073cd5e0e4d086).
Regresando a los megaincendios forestales, al momento de escribir estas líneas, hay varias conflagraciones, como en California, en donde mucha gente debió de ser desplazada. Además, se prohibieron totalmente los fuegos artificiales en la celebración del 4 de Julio (festejo de la Independencia estadounidense), para evitar más incendios (ver: https://apnews.com/article/california-wildfires-8091a7f73b1765b440f9923d76f8e664).
Pero en lugares tan emblemáticos, en donde antes no se daban megaincendios forestales o no de la magnitud actual, como la selva amazónica de Brasil, pues llovía bastante y estaban muy húmedos, ya están dándose terribles, incontrolables conflagraciones que están destruyendo cientos de miles de hectáreas, provocando un daño permanente. Eso está sucediendo en la región de el Pantanal, de la selva brasileña, como expone el artículo de The Guardian, titulado “Devastación mientras el humedal más grande del planeta se quema: ‘los que no pueden correr, no tienen oportunidad de sobrevivir’”, firmado por Harriet Barber, quien de entrada comenta que “árboles ennegrecidos, animales muertos y tierra calcinada, es lo que han dejado los prematuros incendios en el Pantanal, ya devastado de por sí, y la gente local teme de que pierdan la batalla para salvar todo eso” (ver: https://www.theguardian.com/environment/article/2024/jul/09/devastation-as-worlds-biggest-wetland-burns-those-that-cannot-run-dont-stand-a-chance-brazil-pantanal).
Una foto muestra cómo el sitio se ha obscurecido, pues el Sol está cubierto por densas capas de humo, por tantos cientos de hectáreas que arden, incontrolables, porque el Pantanal padece una severa sequía.
“Colgados de árboles ennegrecidos, monos aulladores, contemplan las cenizas que los rodean. Una manada de ñandúes, desorientados, busca agua. Los esqueletos de cocodrilos yacen inmóviles y achicharrados. El Pantanal, uno de los mayores humedales del planeta y de los lugares más biodiversos, se incendia. Grandes extensiones de tierra se asemejan a las que quedan luego de una guerra, y lo que antes era una carpeta de verde vegetación, ahora es una blanca capa de cenizas y pedazos de escombros cayendo desde arriba. Una cuarta parte, ya ha desaparecido”.
Como ven, la devastación total, el infierno reproducido aquí fielmente y en él, vivimos.
Dice Barber que más de 760,000 hectáreas del Pantanal, han sido devoradas por los fuegos en el 2024, “los más intensos desde el 2000”. Y que de enero a julio del presente año, se han incrementado 1,500 por ciento, “comparados con el mismo periodo del 2023, de acuerdo con el Instituto de Investigación Espacial (IIE).
Una segunda foto muestra la devastación, una apocalíptica imagen de ese bosque carbonizado, todo negro, restos de árboles y arbustos, entre tierra negra y blancuzca, yerma, sin vida. Sí, el infierno. Y pasarán decenas de años para que esos sitios se repongan, si es que alguna vez lo hacen, pero a como vamos, perderán su capacidad de regeneración, como ya estiman algunos científicos, que la Amazonia brasileña está perdiendo su capacidad de regenerarse (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/la-amazonia-brasilena-ya-no-se-esta.html).
El biólogo Gustavo Figueirôa, de la ONG SOS Pantanal, citado por Barber, dice que “el impacto es devastador. Animales están muriendo, los incendios están desapareciendo vastas áreas. Y se pondrá peor”.
Señala Barber que el Pantanal se extiende por Brasil, Bolivia y Paraguay, cubriendo “16.9 millones de hectáreas de rica biodiversidad”. Es el principal refugio de jaguares y de otras especies en peligro de extinción como nutrias gigantes de río, armadillos gigantes y macacos”. También su ecosistema es único, pues es como un sensor, porque sus tierras se saturan en los meses lluviosos y se deshidratan en los secos, “pero el cambio climático ha interrumpido ese ciclo, por las largas sequías y las escasas lluvias, lo que ha convertido ese sitio en material inflamable”.
Como los incendios comenzaron mucho antes, entre mayo y junio, en lugar de entre julio y septiembre, “los expertos predicen que en el 2024, serán peores”.
Un video aéreo, muestra un cuerpo de agua verdosa, quizá artificial, rodeado de vegetación y tierras calcinadas. Como señalé antes, llevará décadas que esos sitios se repongan, si lo hacen.
Pierre Girard, investigador de la Universidad de Mato Grosso, citado por Barber, dice que “los fuegos son una señal de advertencia de la Naturaleza. Antes, había, claro, pero no en la escala actual. Y estamos perdiendo la batalla”.
Jane Silva, una habitante del sitio y sus tres hijos, contemplan desde su hogar cómo se incendia el sitio. “Cincuenta de mis animales, han muerto por los incendios. Los reportamos a las autoridades, pero nadie nos hace caso. Y este año, son peores”, dice, llorando de impotencia
Señala Barber que los hospitales están llenos de gente intoxicada por los humos y que son niños o gente de la tercera edad, los más afectados. “Pero mientras los humanos tienen alguna oportunidad, no así los animales. Rescatistas pueden salvar a uno que otro. Pero miles mueren, entre culebras, ranas, reptiles”. El 2020, el “año de las flamas”, como fue nombrado, registró la muerte de ¡17 millones de vertebrados!
Está dejando de ser el sitio un santuario de animales en peligro de extinción, pues las flamas terminan de extinguirlos, desgraciadamente.
Una foto de los huesos de una serpiente calcinada aparecen en medio de cenizas y árboles calcinados. ¡Doble consternación!
Y el problema es que muchos de esos terribles incendios son ocasionados por rancheros que así “limpian” la tierra para su ganado. “Piensan que pueden contener los incendios, pero no, se les salen de control”, señala Girard. Ya debería de prohibirse sus destructiva actividad.
Desgraciadamente es una arraigada costumbre. Aquí, en México, también se hace. Se le llama “roce y quema”, para deshacerse de los restos de siembras anteriores, pero, en efecto, también se les salen de control esos incendios y se extienden. Es una costumbre bárbara que ya debería de ser, en verdad, prohibida. Pero, como dicen, es más fuerte la costumbre que la razón.
Como más del 90 por ciento de las tierras del Pantanal son privadas, por eso los rancheros hacen lo que se les antoja y “casi el 95 por ciento de los incendios en la primera mitad del 2024, se iniciaron en esos sitios, de acuerdo con el IIE”.
Y como el Pantanal ha perdido casi el 68 por ciento de su tierra húmeda desde 1985 y no ha tenido agua en los últimos seis meses, eso agudiza el problema de los incendios.
Los fuertes vientos de 40 km/h y la vegetación muerta que se va acumulando, también contribuyen al devastador fuego.
Pero las autoridades de Mato Grosso, estado brasileño en donde se halla el área en cuestión, poco hacen, excepto llevar trípticos con instrucciones “ de cómo actuar ante una conflagración”.
Los humedales son importantes pues absorben entre el 20 y 30 por ciento del CO2 emitido globalmente, “pero cuando se incendian, lo sueltan. En los fuegos del 2020 en el Pantanal, 115 millones de toneladas de CO2 fueron expulsadas”. Así que, por ello, también es importante evitar tales incendios.
Y hay algunas brigadas de bomberos, “pero apagamos los incendios y a las 24 horas, se reinician”, dice uno de ellos. Sí, son los llamados “incendios zombis”, que quedan entre los escombros, “durmiendo” y se renuevan de repente por las altas temperaturas y la resequedad.
También es un sufrimiento para los habitantes, que, impotentes, ven cómo se destruye ese patrimonio natural. La pérdida de los recursos naturales, va empobreciendo a todo el mundo. Es como si nos quedáramos sin casa (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/04/la-destruccion-ambiental-empobrecera.html).
Lucineia Oliveira, nació y sigue viviendo en las orillas del río Paraguay, en el Pantanal. “Esto está peor cada día, de verdad, nunca había habido incendios como estos. En el 2021, estábamos durmiendo en mi casa, con mi madre de 75 años y mi nieto, de 3. Vimos que el fuego estaba lejos, así que no estábamos tan preocupadas. Pero un árbol incendiándose, cayó sobre nuestra casa. Mi nieto estaba llorando y mi madre, rezando. Salimos como pudimos, fue un milagro que nos salváramos, pero no podemos seguir así. El gobierno debe de destinar más recursos para salvar este tesoro. Los jaguares, las plantas, los animales, se están muriendo. Los fuegos están acabando con toda esta belleza que todavía nos queda”.
Pero, como dije, el infierno está aquí, y lo hacemos crecer cada día.
Y, en poco tiempo, el Pantanal, tendrá que rebautizarse como El Cenizal.
Contacto: studillac@hotmail.com