El destructivo “progreso”
Por Adán Salgado Andrade
Somos una destructiva “civilización” que depreda y contamina aceleradamente a este noble planeta, en nombre del “progreso” (en efecto, no deja de sorprender, pues hace poco, en China, se descubrió en un profundo sumidero, un bosque antiguo, con plantas, árboles y especies animales nunca antes clasificados por la ciencia. Ver: https://www.cronista.com/espana/actualidad-es/descubrimiento-sin-precedentes-encuentran-un-bosque-primitivo-en-china-con-plantas-y-especies-nunca-antes-vistas/).
Así, por décadas, la imagen de maquinaria pesada destruyendo bosques y selvas, cortando sus árboles, moviendo y terraplenando sus tierras, dinamitando cerros, entubando ríos o manantiales, asfaltando, encementando… ha sido la constante, dejando grises megaobras, como autopistas o vías de ferrocarril (como el destructivo Tren Maya, por ejemplo, por el cual se talaron más de 7 millones de árboles, como reconoció informe del gobierno federal a una solicitud de información. Ver: https://animalpolitico.com/verificacion-de-hechos/te-explico/arboles-talados-tren-maya).
O se hacen destructivas megaminas, para extraer metales como oro o plata, cuyos perniciosos efectos son permanentes, pues en donde antes había una selva, quedan enormes cráteres, que pueden verse desde el espacio (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/05/los-destructivos-irreversibles-efectos.html).
Se pierden más de 101 kilómetros cuadrados de selvas cada día, o sea, un área casi equivalente a la de Suiza, ¡cada año! (ver: https://www.theguardian.com/environment/2024/apr/04/global-deforestation-rainforest-climate-goals-brazil-colombia-agriculture).
Y sin dejar de lado las consecuencias que dejan en el resto del medio ambiente que una porción o el total de una selva, se destruya, pues habrá menos lluvias, se incrementará el calentamiento global, se secarán ríos, se empobrecerán las tierras… y muchos otros efectos que ni siquiera imaginamos.
Un reciente ejemplo de “progresista destrucción”, lo proporciona el artículo de Associated Press, titulado “Es el puente más largo construido en Perú, pero, hasta el momento, va a ninguna parte”, firmado por Rodrigo Abd (ver: https://apnews.com/article/peru-amazon-indigenous-highway-iquitos-human-rights-f3a55a579f5bec42d6d4d78f46ace3ff).
Inicia el artículo con un video aéreo, mostrando al portentoso “elefante blanco”, cruzando el río Nanay, cerca del poblado de Sucusari (de hecho, se llama Puente Nanay). En efecto, muy impresionante, una especie de Golden Gate, en medio de la selva, construido con enormes columnas piloteadas y cables que trabajan a tensión. Aparentemente, está bien construido. Pero, aunque de un extremo hay un camino asfaltado y está la ciudad de Iquitos, en el otro, termina en un lodazal, en medio de una zona selvática en donde habitan pueblos nativos, como los Maijuna, quienes aseguraron a Abd, que “la autopista nos matará. Tenemos que parar este proyecto por el bien de nuestros niños, para proteger las tierras que son de ellos” (ver Google Maps: https://www.google.com/maps/place/Nanay+River/@-3.7161511,-73.2526655,4233m/data=!3m1!1e3!4m6!3m5!1s0x91ea04d53afeac57:0xb78df3386c3e40c!8m2!3d-3.6997654!4d-73.2769047!16zL20vMDVmNmI?entry=ttu).
“El puente es parte de un proyecto de una autopista federal para conectar Iquitos, en el noroeste de Perú, con el distrito El Estrecho, en la frontera con Colombia, que medirá alrededor de 188 kilómetros. Pero enfrenta fuerte oposición de tribus nativas, las que temen que su construcción ocasionará que les arrebaten sus tierras, deforestación, tráfico de drogas, los que han plagado proyectos similares en la selva más grande del mundo (la Selva Amazónica, o lo que queda de ella, se extiende por Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, Venezuela, Guayana, Surinam y la Guayana Francesa, pero de tanto que se le depreda, como en Brasil, está perdiendo su capacidad de regeneración. Ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/03/la-amazonia-brasilena-ya-no-se-esta.html).
Y cada país en donde está distribuida esa enorme selva, un gran tesoro que nos da oxígeno, humedad y verdor, la está destruyendo a su manera. En Brasil, por ejemplo, grandes extensiones fueron quemadas para que quedaran pastos, para ganado, en la nefasta presidencia de Jair Bolsonaro (1955), para incrementar su producción de carne. También varios proyectos de infraestructura, la han atravesado. Además, la destructiva, ilegal minería de oro, ha convertido vastas extensiones en envenenados sitios sin vegetación. Por ello, se creó en el 2022, una fuerza especial armada, para detectar a mineros ilegales, arrestarlos y destruir sus instalaciones, con tal de que se desaliente esa destructiva actividad (ver: https://adansalgadoandrade.blogspot.com/2024/06/en-brasil-fuerza-armada-del-gobierno.html).
Por el momento, la construcción está detenida, pero el Ministerio del Transporte señala que seguirá. Sin embargo, los pueblos nativos dicen que ni siquiera los han consultado. Así como sucedió con el depredador Tren Maya, que muchos grupos nativos que estaban en contra de su construcción, no fueron tomados en cuenta. Se imponen los intereses de los grandes capitales por sobre el bienestar de la gente (ese tren, incluso, atravesó un santuario dedicado al jaguar, felino que está en peligro de extinción. Ver: https://www.istmopress.com.mx/oaxaca/las-vias-de-comunicacion-amenazan-a-los-jaguares-en-mexico-este-proyecto-busca-evitar-su-extincion/).
Un líder comunitario, Artur Francis Cruz Ochoa, citado por Abd, se queja de que el gobierno no los consultó. “Dicen que van a construir la carretera en nuestras tierras. No nos consultaron. Queremos que sean respetados nuestros derechos. Ya estamos sufriendo las consecuencias. Las drogas están comenzando a introducirse, los jóvenes ya las están consumiendo. Y con la construcción de esa autopista, será peor”.
Su comunidad, llamada Centro Arenal, de la etnia Murui, ya está siendo afectada por la construcción. Otra habitante del lugar, Zoila Ochoa Garay, de 58 años, hasta llora dando sus testimonio: “Nos están quitando nuestras tierras, que tantos años hemos tenido. Nos roban, nos invaden. Nadie nos hace justicia. Es muy triste todo esto”.
El Ministerio de Transporte, a pregunta expresa de Abd de si debían de pedir permiso, contestó, escuetamente que “son proyectos de infraestructura muy necesarios, para conectar a gente y llevar desarrollo económico y progreso, así que no tenemos que consultarlos”. Bueno, su idea de “progreso” de esos tecnócratas, es, como ya señalé, destruir las formas de vida de tales pueblos nativos ancestrales, que por siglos han vivido de la Naturaleza, cazando, pescando, sembrando de acuerdo a sus capacidades y necesidades, no a las del capitalismo salvaje. Finalmente, dichos megaproyectos son simples negocios que tratan de hacerse ver como obras “necesarias”, cuando que, en realidad, son depredadoras y contaminantes.
La autopista Iquitos-El Estrecho, será la más cara hecha en Perú, de acuerdo con la ONG Sociedad Peruana sobre Leyes Ambientales, SPLA, “y ya se han dado casos de despojos de tierras y deforestación en tierras indígenas”.
Y claro que se presta a malos manejos, en vista de que los distintos gobiernos que ha tenido ese país (siete entre el 2015 y el 2022), no han sido honestos o se han rodeado de incompetentes y corruptos. La actual presidenta, Dina Boluarte (1962), tomó el cargo por un golpe de Estado ejecutado en contra de Pedro Castillo, anterior mandatario, que muchos críticos afirman que fue un autogolpe de la ultraderecha, pues Castillo (1969), de origen humilde y maestro, a pesar de sus errores, fue electo democráticamente y trató de realizar proyectos que favorecieran a los más pobres. De hecho, México sigue reconociéndolo como presidente legítimo, junto con Argentina, Bolivia, Colombia, Honduras y Venezuela. Pero Brasil, Chile y Estados Unidos (que quizá hasta haya organizado el golpe), reconocen a Boluarte (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Dina_Boluarte).
“La autopista cruzará dos áreas protegidas, Maijuna Kichwa y Ampiyacu Apayacu, las que abarcan cerca de 8,000 kilómetros cuadrados de antiguo bosque, de acuerdo con SPLA”.
En el pueblo de Sucusari, en donde viven unas 180 personas, que habitan chozas de techo de palma, existe el mismo temor, pues todavía viven un estilo de vida tradicional, cazando, pescando y sembrando aguaje, una fruta muy demandada en esos lugares. Todavía recorren los caminos en carretones, pescan, nadan en el río, no tienen luz, pero así se sienten bien.
“Perderemos nuestras tierras, nos contaminarán el agua y el bosque. Si el bosque se pierde, no tendremos agua. Y no tendremos vida, sin agua. Con esa autopista, la abundancia que ahora tenemos, terminará”, le comentó a Abd, Sebastián Ríos Ochoa, habitante del lugar.
Esos pueblos no necesitan de la destructiva “modernidad”, que todo lo corrompe, lo contamina, lo degrada. Viven mucho mejor que cualquiera de los habitantes del mundo “civilizado”.
Que los dejen en paz.
Ya, las obras ingenieriles, deben dejar de ver por los intereses de los dueños de las constructoras, que sólo buscan enriquecerse, a costa de seguir depredando y contaminando (en el nuevo plan de estudios de la carrera de Ingeniería Civil, de la Fes Aragón, en donde imparto clases, en uno de los llamados Atributos de Egreso, se contempla que esa disciplina debe de buscar que las obras de infraestructura deben de ser realmente benéficas para la sociedad y medio ambiente y no, perjudiciales. Incluso, si no son viables, deben de evitarse).
Así que allí está ese inútil, costoso puente que debe de haber costado millones de soles (la moneda peruana) y que sólo ha beneficiado a las voraces constructoras que lo edificaron.
Pero para los pueblos nativos, será el comienzo del fin de sus simples, tradicionales existencias, sin las exigencias consumistas del depredador y contaminante capitalismo salvaje.
Contacto: studillac@hotmail.com