El triste final de un programador de blockchain
Por Adán Salgado Andrade
El blockchain es una
tecnología de programación que permite encriptar, a muy alto nivel, información
muy sensible, tal como las cadenas que forman las monedas electrónicas, como el
bitcoin.
Gracias a la
encriptación que produce el blockchain, ese tipo de monedas tienen un nivel de
seguridad aparentemente inexpugnable. Aun así, hay hackers que han logrado
irrumpir en operaciones con bitcoin y robar grandes cantidades de tal moneda. Por
cierto, es importante aquí destacar que, además de que el bitcoin no es todo lo
inexpugnable que se hacía creer, su generación, mediante muy complicados
algoritmos, que requieren cientos de miles de horas de computación, es muy
demandante de energía, llegando a requerir el equivalente a la electricidad que
utiliza un país pequeño, como Lituania. O sea, su extensivo empleo incrementará
la contaminación ambiental y el calentamiento global.
Así que para que el
blockchain no sirva sólo para minar criptomonedas, se le han buscado otros
usos. La naciente empresa Tessr, había creado una ficha electrónica, conocida
como TSRX, para que fuera empleada en transacciones más seguras para la
educación superior.
Pero el código que se
necesitaba para echar a andar el TSRX, estaba contenido en unos discos duros,
pertenecientes a Jerold Christoper Haas, nacido el 30 de septiembre de 1975, cuyos
esqueléticos restos fueron hallados el 3 de noviembre del 2018, en medio de un
denso bosque de la localidad de Clarksville, en Ohio.
Había muerto en
circunstancias extrañas, algunos meses antes, pues el esqueleto presentaba
trazas de haber sido devorado por coyotes y haber sufrido fractura de pierna.
El artículo de Wired
titulado “La extraña vida y misteriosa muerte de un programador virtuoso”,
firmado por Brendan I. Koerner, narra aspectos de la existencia de Haas, un
brillante programador, con una vida turbia, que, hacia el final, se vuelve
problemática, tanto por la gente con que se relaciona, así como porque Haas no
estaba seguro de si quería lucrar o no con su invención, si tener mucho dinero
o entregarla para que la sociedad se sirviera de ella gratuitamente (ver: https://www.wired.com/story/strange-life-mysterious-death-of-virtuoso-coder/).
Poco antes de su
muerte, Tessr, tenía pensado recabar 30 millones de dólares de inversionistas. Pero
nada de eso se materializó, pues Haas comenzó a tener problemas de
personalidad. Dice Koerner que era personalidad del tipo “demasiado
inteligente, muy iconoclástico, socialmente desviado. Parecen vivir su único inescrutable
código. Frecuentemente, debido a una combinación de arrogancia e inmadurez,
ellos desperdician todas las grandes oportunidades que se les presentan. Haas
desechaba sus muchas fallas, diciéndose a sí mismo y a otros, que él realmente
prefería una vida como un inadaptado. Pero cuando fue madurando, resintió su
obstinación, pues comenzó a sentir el peso de la edad madura. Se había asido a
Tessr, como un último esfuerzo para lograr la riqueza y el respeto que perdió
durante su juventud”.
En efecto, hay muchos genios,
por decirlo así, como Haas, que se jactan, durante su juventud de que todo lo
pueden y se lanzan a una agitada vida en la cual, sus dotes les ayudan mucho,
pero lo toman a la ligera, yendo de aquí para allá, prefiriendo lo fácil, lo
rápido. Aparentan no interesarse por lo económico, pero, en cuanto lo logran,
sus sueños de vivir en un paraíso inmaterial, donde todo sea de todos, donde lo
espiritual sea lo más importante, terminan cuando tienen éxito a la primera. Ahí
tenemos los casos, por ejemplo, del ya fallecido Steve Jobs (CEO de Apple),
Bill Gates (fundador de Microsoft), Mark Zuckerberg (fundador de Facebook),
Larry Page y Sergey Brin (fundadores de Google) y muchos otros, cuyos intentos de
fundar una empresa que los volviera millonarios, se dieron a la primera. Ahora,
sólo buscan que sus respectivas empresas crezcan y crezcan, y ellos se hagan
más ricos.
Empresas como Google,
fundada por los mencionados Page y Brin, de ser inicialmente libertarias, que
daban a sus trabajadores muchas concesiones para que éstos, en un ambiente
ameno, sin restricciones, rindieran mucho más, ahora se han vuelto muy
controladoras, y prohíben todo lo que pueda dañar su imagen, nada de críticas
al gobierno y nada de huelgas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/02/de-como-google-cambio-su-politica.html).
Haas, aunque había intentado
fundar la Gran Compañía, nunca tuvo suerte, pero confiaba en que Tessr, fuera
esa empresa.
Allí, su socio fue
Emanuel Sylvia, otro soñador de la Gran Compañía, que en el 2017, tuvo su “gran
momento” y fundó Tessr. Esta empresa concibió una forma de aplicar las
blockchains entre instituciones educativas, por ejemplo, para realizar
transacciones entre sí. Otra aplicación sería que los cursos que se compraran
para estudiantes, podrían ser monitoreados a través de la blockchain, con tal
de comprobar que su rendimiento fuera el adecuado.
Para eso, se requería a
un muy buen programador, y ese fue Haas, quien fue llevado ante Sylvia por
Etienne Fieri, amiga de Haas. Sylvia quedó maravillado del talento para
codificar de Haas, sobre todo, después de hacerle unas pruebas. “He estado en
esta industria unos veinte años y Jerold Haas fue uno de los mejores.
Definitivamente él tenía ese talento extremo”.
Y todo lo que la
empresa requeriría para funcionar, Haas lo codificó casi en horas. Pero mientras
la empresa arrancaba, Haas, tuvo que buscar otros trabajos, para ganar dinero y
sobrevivir.
Realmente, como relata
Koerner, fue su última oportunidad de hacer dinero. Pero, según Sylvia, Haas, a
ratos, decía que la empresa debía de dar los sellos encriptados libremente, no
cobrar. Algo en lo que Sylvia estuvo de acuerdo, pero fue cuando Haas
desapareció.
Fieri, quien se
convirtió en su novia por esas fechas, declara que, de repente, Haas
desapareció y no volvió a saber de él. “Sus últimas semanas conmigo, se comportaba
muy raro, siempre estaba drogado y perdía la noción de la realidad”.
Las drogas, que desde
su adolescencia comenzó a tomar, sobre todo el DMT, un alucinógeno que produce “un
viaje de hombre de negocios”, le fueron alterando su comportamiento. De allí,
toda su vida fue ingerir enervantes de todo tipo, los que, seguramente, le
fueron dañando la parte racional de su cerebro, lo que lo llevó a vivir cosas
que una persona normal no haría. Refiriéndose Koerner a ese tipo de cosas, da
como ejemplo, la forma en que Haas vivió algunos años atrás, cuando trabajaba
en una empresa de programación, de la que era jefe Jerritte Couture. Éste, dice
que era tan bueno Haas, que en cuestión de horas hacía cualquier programa que
un cliente pidiera, pero que su estilo de vida era extremadamente raro y hasta
desaseado. Como no sabía cómo vivía Haas, un día fue a su casa. “Quedó muy
conmocionado al descubrir que Haas estaba viviendo con su novia y el padre de
ella en una casa que, literalmente, había sido golpeada por un tornado; había
un agujero en el techo. Los pisos estaban enterrados entre montones de
periódicos, cajas de cereales viejas y platos cochambrosos con comida en
descomposición que emitía un terrible hedor”.
Couture le ofreció su casa para que vivieran
allí su novia y él. Haas le tomó la palabra por unos días, pero, como siempre
hacía cuando se sentía cómodo, que le desagradaba sentirse así, se regresaron
los dos a la pocilga en donde habían estado habitando.
Su uso de las drogas
aumentaba y lo ponía peor de salud.
En el 2017, cuando
Sylvia lo hizo su socio, Haas estaba muy dañado por los enervantes.
No se ha establecido la
manera exacta en que murió, en medio del bosque. Pero, días antes de
desaparecer, se posesionó de la laptop y los discos duros en donde tenía el
código para las blockchains que usaría Tessr.
Los detectives que
realizaron la investigación, el teniente Chris Peters y el sargento Brian
Hounshell, llegaron a convencerse de que un amigo de Haas, Charles Ford, lo
había asesinado, pero verificaron varios detalles que Ford aportó y los
hallaron ciertos. Inocente.
El esqueleto, ya analizado,
mostraba una fuerte fractura de fémur, que sólo pudo haberse producido si se
cayó, ya fuera de un árbol o en la cañada cercana a donde fue localizado. Al principio,
se pensó que le habrían robado su valioso material de cómputo, la laptop y los
discos duros. Pero una masiva búsqueda, con varios policías, permitió el
hallazgo de la mochila en donde siempre cargaba todo eso, con el equipo
completo, ya echado a perder, pues fue arrastrado por la corriente de un río.
Todo lo anterior, ha
permitido que los investigadores expongan la teoría de que Haas, en sus últimas
semanas, quizá eligió salirse de toda conexión social, volverse un ermitaño y
vivir su existencia libertaria. Sobrevivió robando comida de casas cercanas al
bosque, cuando podía. Cocinaba en improvisadas fogatas.
Los pantalones,
amarrados con una liana, demuestran que debió haber bajado mucho de peso por
esa dieta tan raquítica. En su mochila, por ejemplo, hallaron un pedazo de
elote medio cocido, todo mordisqueado, evidencia de la mala dieta. Súmese a eso
que las drogas ya no le permitían, desde semanas antes, pensar normalmente y se
tiene la imagen de un hombre hambriento, viviendo en una improvisada tienda de
campaña, con forzada abstinencia de drogas, viviendo atormentadamente y con
demasiados temores.
La fractura del fémur,
la atribuyen a que pudo haberse caído de un árbol o resbalado a la cañada, en
donde se le soltó su mochila, que fue arrastrada por el río.
Su madre, Judith Wallace
Huff, sin embargo, cree seriamente que fue asesinado por alguien que lo encontró
en ese bosque. Sin embargo, de haber sido así, su mochila habría sido
esculcada, pero cuando la hallaron, estaba intacta, aunque, como dije antes,
con todo echado a perder por el agua.
En fin, la verdad,
nunca se sabrá.
Lo que sí es un hecho,
es que los genios viven otra realidad, que nadie entiende.
Para nosotros,
simplemente, están locos. Sin embargo,
para ellos, nosotros somos los imbéciles.
Y puede ser que tengan
razón.
Contacto: studillac@hotmail.com