El mal manejo que se dio de la cuarentena, en
un crucero de lujo
por Adán Salgado Andrade
La presente emergencia
sanitaria mundial, continúa ocasionando estragos, tanto en el número de
contagios, así como en el de muertos. Muchas de las complicaciones se deben a
que, desde un principio, China cometió la infamia de ocultar tanto a la
enfermedad, así como a sus consecuencias, incluso, cuando ya, varios
científicos de ese país, sospechaban de la presencia de un nuevo coronavirus. Eso,
por los síntomas que mostraron los primeros casos, muy similares a los de otras
enfermedades respiratorias, ocasionadas por otros coronavirus.
Ese mal y hasta
criminal manejo inicial de la emergencia sanitaria en China, lo comenta el
periodista Shawn Yuan, en un artículo de Wired, titulado “Dentro de los
primeros días de la censura del coronavirus en China” (Inside the early days of
China’s coronavirus coverup), en el cual, afirma que todos los artículos,
videos, blogs, chats y otras cosas que se transmitieron en las redes sociales
chinas, tales como Weibo o WeChat, sobre la pandemia, sus malos manejos, los
muertos, los miles de enfermos y varias más anomalías, eran desaparecidos de la
red en horas o hasta al siguiente día, cuando mucho. “Tuve que tomar capturas
de pantalla de todas esas noticias, para llevar un recuento de todas esa
información, debido a que los hackers gubernamentales las bajaban lo más pronto
que podían. Todo, con tal de ocultar información valiosa sobre el mal manejo
inicial de la emergencia sanitaria”, afirma Yuan (ver: https://www.wired.com/story/inside-the-early-days-of-chinas-coronavirus-coverup/).
Justo ese mal manejo de
la información, ocasionó que países como Italia y hasta Estados Unidos (EU), no
tomaran en serio a la pandemia. En Italia, ha habido, hasta el momento, 115,242
contagios y 28,884 decesos. En tanto que para EU, los contagios ascienden hasta
el momento a casi 760,000 y los decesos, a 67,682. Como se ve, son muy elevados
para ambos países (ver: https://ourworldindata.org/grapher/deaths-covid-19-vs-case-fatality-rate).
Y en las zonas más
hacinadas, como en Nueva York, es en donde más se han incrementado los
contagios, más de 80 mil, y arriba de 2400 decesos, que todavía continúan en
ascenso, día a día. De hecho, Nueva York, por la falta de medidas adecuadas y a
tiempo, es ya el centro de la pandemia estadounidense (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/04/nueva-york-de-bulliciosa-ciudad.html).
Esta introducción,
sobre los equivocados manejos de una enfermedad, que no se conocía bien en sus
inicios, ni en sus alcances, servirá para comprender cómo se impusieron
equivocadas medidas para atender la emergencia sanitaria, que ocurrió con un
crucero de lujo de la empresa Carnival, el Diamond
Princess, que transportaba 3,711 personas, entre 2,666 pasajeros y 1045
tripulantes, en un puerto japonés. El artículo de Wired “27 Días en una bahía de Tokio: Qué sucedió dentro de Diamond
Princess”, firmado por Lauren Smiley, da cuenta de esa tragedia sanitaria, que,
por mal llevada, generó más contagios y decesos, de los que se habrían dado, de
haberse manejado de otra manera (ver: https://www.wired.com/story/diamond-princess-coronavirus-covid-19-tokyo-bay/).
El Diamond haría uno más de su habituales viajes de placer, llevando a
2666 pasajeros (vaya 3 últimas, cabalísticas cifras), la mayoría gente mayor de
60 años. En catorce días, saliendo de Yokohama, visitarían China, Vietnam y Taiwán,
para regresar a Japón.
Aquí, hay que decir que
esos cruceros son (o eran), parte de la lucrativa industria del ocio, que, en
tiempos normales, obtiene grandes ganancias ofreciendo, como en este caso,
viajes de “placer” en gigantescos barcos que emulan ciudades completas, con
todas las “comodidades”, como cines, albercas, salones de juegos, de estar… en
fin, y a elevados costos, no para cualquier nivel económico, sino de clase
media, principalmente, pues los ricos, tienen sus yates propios (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2015/04/la-acondicionante-y-muy-lucrativa.html).
Además, cada crucero de
esos, contamina demasiado. Por ejemplo los 47 “cruceros de lujo” que opera la
empresa Carnival, produjeron en el 2017, diez veces más polución que todos los
260 millones de autos que hay en la Unión Europea. Cada uno, por año, contamina
el equivalente a un millón de autos
(ver: https://www.transportenvironment.org/press/luxury-cruise-giant-emits-10-times-more-air-pollution-sox-all-europe%E2%80%99s-cars-%E2%80%93-study)
Por otro lado, cuando
hay tormentas, son peligrosos. Justamente, el Diamond, gracias a la habilidad y experiencia de su capitán, el italiano
Gennaro Arma, no se volteó en septiembre del 2019, cuando el tifón Faxai, con
vientos de 160 km/h, lo sorprendió en altamar. El experimentado capitán, logró
mantener a flote la pesada embarcación de 115,875 toneladas de peso. “Usted no
puede derrotar a la Madre Naturaleza, pero puede llegar a un acuerdo”, dice
Arma.
Y aunque en eso, en
evitar que el barco se volteara y hundiera, Arma tuvo mucha suerte, no le pasó
lo mismo con la cuarentena, a la que tuvo que someterse, luego de que uno de
los pasajeros que transportaba, un hombre ochentón, que desembarcó en Hong
Kong, fue diagnosticado con Covid-19. Pero no fue el único, sino que, cuando el
barco llegó a Yokohama, nueve pasajeros lo tenían también, así como un
trabajador. Todos ellos fueron sometidos a la prueba, antes de bajar del
crucero.
Por ello, Japón dispuso que el crucero se mantuviera en
cuarentena en el puerto. Se revisaron posibilidades para que todas las 3711
personas a bordo, pudieran desembarcar y llevar la cuarentena en tierra. Pero los
hospitales estaban llenos. En cuanto a hoteles, se habrían requerido unos diez.
También se contempló la Villa Olímpica, pero no estaba terminada. Por eso, las
autoridades japonesas tomaron la decisión de tener a toda esa gente en el barco.
Además, otro factor fue que los japoneses que habían sido evacuados de Wuhan,
la ciudad china en donde comenzó todo, eran una presión extra, pues varios
estaban contagiados y graves. Aunque se les estaba atendiendo, eran fuente de
contagio.
Y eso les fue
comunicado a los pasajeros y tripulantes del Diamond, que tendrían que permanecer 14 días a bordo, a partir del 4
de febrero (2020). A cambio, tendrían todas las comodidades y servicios. Los japoneses
les proporcionaron alimentos, bebidas, suministros médicos, además de que a los
que enfermaron, los desembarcaron y los tuvieron en aislamiento en tiendas de
campaña improvisadas en el puerto, al lado del enorme barco.
Esa sería una muy buena
lección de otro de los peligros que se pueden enfrentar en esos cruceros, esas
emergencias sanitarias, que se esparcen tan rápidamente entre pasajeros y
tripulantes.
El capitán Arma, desde
el comienzo, estableció protocolos sobre el aislamiento de los pasajeros en sus
camarotes, diaria limpieza y entrega de alimentos allí mismo. Luego, cuando
varios trabajadores de limpieza comenzaron a enfermarse, ordenó que a cada
camarote, se le proporcionaran productos de limpieza, para que sus mismos
ocupantes lo desinfectaran.
A pesar de ello, los
contagios seguían.
Un doctor japonés,
inmunólogo, Kentaro Iwata, experto en las epidemias de ébola en Sierra Leona y
del SARS, en China, estaba muy alarmado sobre el rápido ascenso de contagios en
el puerto de su ciudad. Pidió subir al barco. Lo logró, luego de mucho papeleo
burocrático. “El 18 de febrero, un día antes de que finalizara la cuarentena,
lo dejaron subir. En esa fecha, 531 pasajeros habían dado positiva la prueba
del Covid-19 y muchos habían sido trasladados a un hospital en tierra firme. Él,
se dirigió hacia el comedor que había sido reacondicionado como el área médica
y vio lo que, pensó, parecía el sitio ideal para esparcir el virus. La tripulación,
oficiales y trabajadores de salud, caminaban, como si nada, allí. Algunos, estaban
comiendo su lunch y usando celulares, con los guantes puestos (imaginen si
estaban contaminados). No había zonas verdes o rojas (sin contagio o de
contagio). Una oficial médica le dijo que, probablemente, ya estaría ella
infectada en ese momento, así que, ni para qué usar equipo protector”. Entonces,
como se ve, por negligencia, falta de conocimiento, resignación, burocratismo…
los contagios, fueron ascendiendo.
Una vez que bajó del
barco, Iwata se aisló en un cuarto de hotel y, desde allí, se puso a hacer
videos, que subió a Youtube, en donde denunció las pésimas medidas sanitarias
con que la pandemia se manejó dentro del barco y por las autoridades japonesas
de salud, y que habría sido mejor que se hubiera sacado a la gente, con mucho cuidado,
como, luego, estudios confirmaron.
Dice Smiley que “Algunas
preliminares increpaciones salieron rápidamente a la luz. Cálculos de investigadores
japoneses y estadounidenses, concluyeron que la cuarentena, a pesar de sus errores,
evitó un rebote de contagios entre los pasajeros. Pero un estudio de
investigadores alemanes, suizos e ingleses, concluyó que si todos hubieran
abandonado el barco en el 3 de febrero – un día antes de que se le pusiera en cuarentena
–, con el debido cuidado, sólo dos por ciento de ellos – o sea, 76 personas, en
lugar de 712 –, se habrían infectado”. Mucha habría sido la diferencia, y menos
muertos, de los 14, que se reportaron.
Los países de donde eran originarios pasajeros y tripulación, se encargaron de transportarlos a sus lugares de origen, cuando terminó la cuarentena, manteniendo muy aislados a los que se contagiaron.
Los países de donde eran originarios pasajeros y tripulación, se encargaron de transportarlos a sus lugares de origen, cuando terminó la cuarentena, manteniendo muy aislados a los que se contagiaron.
A pesar de esa
experiencia, la industria de los cruceros, siguió cometiendo errores, muy
probablemente, a propósito, con tal de no detener los viajes de los barcos que
ya habían sido programados meses atrás.
Dice Smiley que “cuando
la orden se dio para detener los viajes de los cruceros, muchos ya estaban en
ruta. La industria siguió provocando errores. El Ruby Princess y agentes aduanales australianos, dejaron que 2700
pasajeros, que no se habían hecho la prueba de si tenían el virus, desembarcaran
en Sídney, el 19 de marzo, y ese barco está ligado con más de 600 infecciones
y, al menos, dos muertes en Australia. A principios de abril, la policía
australiana, alegando que Carnival, dueña del Ruby, les había dicho a las autoridades locales que no tenían problemas
con el Covid-19, iniciaron una investigación criminal para deslindar responsabilidades.
La tripulación de otro barco, el Celebrity
Cruises, demandó a Royal Caribbean, la empresa dueña de ese barco, por no haberlos
protegido contra el Covid-19”.
Por eso, muchos
pasajeros de Carnival, también están demandando a la empresa, por mostrar
negligencia ante la pandemia. y aseguran que nunca volverán a viajar en un crucero.
Pero como “compensación”,
Carnival regresó el dinero a sus pasajeros, además de ofrecerles a cada uno, un
crucero gratis en el futuro. Muchos cruceristas
(¿así se les podría llamar?) dicen que le tomarán la palabra, pues no quedaron del
todo ciscados por la cuarentena. Claro, son los que no se contagiaron o, mejor
aún, los que no murieron. Ésos, ya ni vela en el entierro tienen.
Además, aparentando gran
samaritanismo, Carnival ha ofrecido
que todos sus barcos, en lo que pasa la pandemia, serán acondicionados como
hospitales.
No le queda de otra, sobre
todo ahora que viajar en uno de sus “lujosos cruceros”, puede ser hasta mortal.
Contacto: studillac@hotmail.com