De tiroteos, estrenos hollywoodescos y lucrativos
shows mediáticos
Por Adán Salgado Andrade
Phoenix,
Arizona. Me encuentro de nuevo en este desértico estado, en la capital, por
razones personales, relacionadas con mi trabajo literario. Tanto en esta visita,
como en la anterior, he tenido la oportunidad de tener una más cercana opinión
de la forma en que actualmente se conduce la sociedad estadounidense, que en
esencia no ha cambiado mucho desde el primer año que visité EU, en 1987, aunque
en los tiempos que corren su decadencia es cada vez más evidente (ver en este
mismo blog mi artículo: “En busca de los signos de la decadencia
estadounidense. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2012/01/en-busca-de-los-signos-de-la-decadencia.html).
Esto porque,
para mi, digamos, “buena suerte”, en esta ocasión, coincide mi visita por estos
días con un nuevo, dramático acontecimiento que ha cimbrado otra vez a este caótico país. Se trata de un tiroteo que,
por si no fuera ya de por sí noticia, tuvo lugar en circunstancias extrañas,
pero que al mismo tiempo éstas han enriquecido el nivel de manipulación
mediática y los lucrativos resultados de hechos como dicho tiroteo, que son
presentados más como shows, que como
las tragedias que, en efecto, son.
Resulta que en
Aurora, un condado del estado de Colorado, cerca de Denver, en un cine local,
el Century, la noche del viernes 20 de julio que se estrenó la nueva cinta de
Batman, la tercera de la zaga, un joven de 24 años, James Holmes, se sintió el
Guasón, e influenciado por una escena del tráiler
de la cinta que muestra un tiroteo en un centro financiero, la quiso llevar
a la pantalla grande, así, como una
suerte de efectos especiales extras. No sé que rondaría su mente, quizá que los
efectos especiales cinematográficos ya están llegando a un nivel de repetitivo
desgaste, y que requieren algo que los vuelva más realistas o el darle notoriedad a su existencia, sus obligados quince minutos de fama, pero el caso es
que se armó con dos rifles, dos pistolas, más de seis mil municiones, se tiñó
el pelo anaranjado, para darle carácter a su personaje, se vistió con ropa
negra, se colocó chalecos antibalas y se puso una mascarilla antigás, dado que
su plan consistió, primero, en arrojar dos latas de gas lacrimógeno contra la multitud,
que en esos momentos miraba absorta las nuevas proezas batmaniacas, y luego se
puso a disparar indiscriminadamente, en medio de la obscuridad de la sala, con
tal, supongo, de hacer aun más terrible al pánico que siguió y que, según
testigos, fue demencial, apocalíptico y tan anárquico, que también muchos de
los heridos se hicieron daño por la estampida que siguió. El resultado de la hollywoodesca acción de Holmes fueron 58
heridos, varios de gravedad y doce muertos (En el siguiente link pueden verse
los momentos de dramatismo que siguieron al tiroteo:
Holmes huyó de
la escena del crimen y fue capturado por la policía momentos más tarde. No se
trata de alguien con antecedentes criminales, no, sino de un brillante joven
que en el año del 2010, se graduó con honores de la carrera de neurociencia y
que en el 2011se inscribió en la universidad de Colorado. Quizá eso le haya
hecho “razonar” que el crimen cometido, ya de por sí violento, era suficiente
para aplicarle una severa condena, la pena de muerte, como piden ya los
familiares de las víctimas, que sería mucho más dura si no “prevenía” a los
policías que lo capturaron de que si iban a su casa, no abrieran la puerta,
pues aquélla estaba llena de trampas explosivas, lo que llevó a las autoridades
a emplear una escalera de bomberos telescópica con tal de revisar por una
ventana y antes asegurarse de qué era lo que exactamente Holmes había preparado
allí. Y, en efecto, por dicha ventana observaron matraces con líquidos,
alambres y otras sustancias. Alguien lo llamó “científico loco”
(todo eso ya se desactivó, se está analizando el material resultante y los
explosivos se detonaron, pues, entre otras cosas, había 40 litros de gasolina).
Así que probablemente eso le ayude a Holmes en su juicio, el que podría tardar
hasta un año antes de que comience. Pero ya se hizo una presentación inicial el
lunes 23 de junio ante un juez, de Holmes, representado por su abogada
defensora. El joven apareció, en los videos, con la mirada perdida, ausente, y
hermético, sin ganas de cooperar con su abogada y, mucho menos, con las
autoridades y declarar sobre el por qué de
su homicida acción. Aunque no parecía interesarle realmente lo que pudiera
sucederle. Según los pocos amigos que tenía, han declarado que Holmes ya se
estaba “desligando” socialmente, y casi siempre estaba solo, callado, inmerso
en sus ideas. Quizá estaba ya tan metido en su plan, que por eso lo veían tan
ensimismado (En el siguiente video, se le puede ver durante su primer aparición
pública ante el juez:
Y problemas
psicológicos de Holmes aparte, lo que sí logró es que, como siempre sucede, la
prensa y todo el aparato mediático estadounidense, hayan explotado, y lo sigan
haciendo, el violento tiroteo por varios días.
Justo el
siguiente viernes, canales “noticiosos” (más bien los llamaría
sensacionalistas) como Fox, comenzaron con su “cobertura” del suceso, pero de
forma tal que, más parecía que los reporteros y comentaristas estuvieran de
antemano conduciendo su propia investigación de los hechos y de lo que había
llevado a Holmes a perpetrar el crimen. De verdad, el canal televisivo referido,
estuvo trasmitiendo por varias horas los “pormenores” del caso James Holmes,
repitiendo, por ejemplo, decenas de veces la única grabación existente de
cuando Holmes estaba aun dentro del cine disparando a mansalva, un breve video
tomado por alguien con celular, que muestra a la gente corriendo aterrorizada
del lugar, alcanzándose a distinguir algunas detonaciones y a un
afroestadounidense saliendo con sangre en su playera. Esas imágenes se
explotaron mucho durante la transmisión, acompañadas, claro, de las captadas en
vivo por los camarógrafos de la estación, además de aquéllas que mostraban lo
que sucedía en el departamento de Holmes, de cómo la escalera telescópica se
empleaba para averiguar que había en ese lugar.
Pero también se
entrevistó a cuanto testigo sobreviviente aceptó dar su versión de los hechos,
casi todos coincidiendo en que el tiroteo había durado sólo unos cuantos
segundos, que parecieron horas, precedidos del gas lacrimógeno arrojado por
Holmes, el que les irritó bastante los ojos, dejándolos a muchos
momentáneamente ciegos. En esa parte, era evidente la insistencia del
comentarista por averiguar hasta el más mínimo detalle que alimentara el
grotesco, morboso espectáculo en que se han tendido a convertir ese tipo de
hechos de sangre. “¿A ver, díganos, en
qué momento vio por primera ves a Holmes y qué pensó?”, “¿dónde estaba cuando comenzaron los balazos?”, “¿qué
pensó de cuando Holmes arrojó el gas lacrimógeno, que se trataría de efectos especiales o qué?”, “¿vio a alguien caer
herido o muerto a su lado?”, “¿alcanzó a
ver a algún muerto?”… y algunas otras muy
específicas, pero similares preguntas que, más que permitir conjeturas,
alimentaron el chocante morbo de los telespectadores.
Por supuesto que
el espectáculo dio lugar a una muy lucrativa sesión publicitaria, ya que eran
algo así como diez minutos de “cobertura noticiosa” por cinco minutos de
anuncios. Incluso, varios de tales anuncios hasta parecieron ex profesamente
elegidos para la ocasión, pues algunos versaban sobre la posibilidad de “sufrir
un accidente” y de la lógica conveniencia de contar con un seguro de vida, pero
también de autos, de productos médicos… en fin, todo lo que en ese tiempo
“triple A”, se pudiera vender. De verdad, es increíble como ese lucrativo
caudal publicitario, además de vender, claro, hace ver a las cosas como normales, si, así, como enviando el
mensaje a le gente de que aunque hechos tan trágicos suceden, pues la vida
sigue, todo es igual, no hay afectación de ninguna especie, hay que seguir
comprando esto o aquello… ah, claro, y el irrenunciable
derecho a poseer armas y a adquirirlas muy fácilmente, por supuesto que ahí
está, intocable. De hecho, curiosamente, las ventas de armas han subido por
estos días en Colorado, pues la gente teme que vayan a imponerse restricciones
para su venta y, además, para estar más
protegidos, lo que es un excelente negocio para vendedores y fabricantes de
armas, que hasta pareciera el tiroteo que se hubiera hecho a propósito (ver en
este mismo blog mi artículo: “La locura por las armas”. El link es:
http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2007/11/la-locura-por-las-armas.html).
Como dije, el
tiroteo fue en Aurora, una ciudad cercana a Littleton, a veinte kilómetros, el
lugar en donde el 20 de marzo de 1999, los jóvenes Dylan Klebold y Eric Harris,
armados también con pistolas, rifles automáticos y petardos que ellos mismos
fabricaron, penetraron a la que hasta esos momentos había sido su escuela, la
preparatoria Columbine, e iniciaron un tiroteo que duró varias horas y dejó más
de diez estudiantes muertos, además de un profesor y decenas de heridos.
Klebold y Harris, se suicidaron, a diferencia de Holmes, pues seguramente
previeron que su acción los haría merecedores de la pena de muerte. Hay algunas
similitudes entre su acción y la de Holmes, sobre todo que ambas fueron
producto de muy elaborados, deliberados planes. Por otro lado, los tres usaron
ropa negra e iniciaron los tiroteos con acciones previas, con tal de activar el
miedo y aumentar así la letalidad de sus tiroteos.
Sin embargo, la
peor de las similitudes es que, en ambos casos, los atacantes adquirieron sus
armas con total libertad, compradas directamente en armerías autorizadas,
exigiéndoseles muy pocos requisitos, no tener antecedentes penales, sobre todo,
para adquirir poderosos rifles, pistolas y hasta municiones. En el caso de
Holmes, la única diferencia es que éste compró nada menos que ¡seis mil
municiones por Internet!, pero todo fue legal
(en alguno de los videos, se entrevista al armero que le vendió las armas,
quien dijo estar “muy conmovido” con lo sucedido, pero sigue adelante su
“próspero negocio”).
Y ese
desafortunado detalle, la facilidad con que en Colorado pueden adquirirse
armas, y en muchos otros estados de EU, ha sido suficiente para que de nuevo
las voces que piden el control de armas en este país resurjan con fuerza.
Pero ya, desde
la transmisión misma, ese clamor se estaba desestimando. “Hay muchos que dicen
que eso se debe a que no existe control en la venta de armas”, comentó el
tendencioso comentarista, desdeñoso de esa exigencia de los grupos anti armas.
“Pero eso no tiene que ver nada, no, ese hombre es malo, cometió un acto
condenable, pero las armas nada tienen
que ver”, agregó, jactancioso.
Por ello, no me
sorprendió que algunos amigos estadounidenses con quienes comenté sobre el
crimen, estuvieran de acuerdo con la posición del mencionado comentarista.
“Mira, lo que a mí me llama la atención – me dice uno de ellos –, es que, en
primera, nadie haya estado armado, pues así hubieran matado al tipo ese. Y, en
segunda, que el cine podría haber alquilado a un policía, quien, en sus tardes
o días libres, podría haber estado al pendiente en cuanto Holmes hubiera
comenzado a disparar y actuar al momento”. Otro amigo, un ex policía, agrega
“Yo creo que el hombre ya tenía toda la intención de matar y lo hubiera hecho,
de todos modos, hasta usando cuchillos”. Sin embargo, un tercero, más juicioso
en su opinión, dice “Bueno, sí, hasta con cuchillos matas, pero no lo harías en
la escala que lo haces cuando usas un arma o varias”. Y es la opinión que más
racional me parece, pues, en efecto, el instinto asesino todos lo traemos, indiscutiblemente, y depende de nuestra
cultura, nuestro sentido común y nuestra racionalidad
resultante el que lo reprimamos. Sin embargo, una vez que ese instinto salta incontrolable, si al momento de ocurrirnos,
contamos con un medio que facilite dar rienda suelta a esa sed asesina, como un arma, una pistola, en efecto, la labor
homicida se facilita y se materializa.
Las opiniones
que recogí, me llevaron a recordar que al inicio del sexenio foxista, en
México, el nefasto PAN, el partido saliente (lástima que sustituido de nuevo
por la escoria priista), proponía que en todos los hogares mexicanos se tuviera
derecho a poseer hasta dos armas. Esa impráctica
iniciativa de ley que, de acuerdo con algunos círculos, fue cabildeada por
fabricantes de armas estadounidenses, como Smith & Wesson, basaba sus
pobres premisas en que sería una mejor forma de defenderse contra el crimen. Se
“razonaba” que al estar armado y que si los criminales lo sabían, eso sería
suficiente para que “disminuyera” la violencia (absurdo principio empleado por
la NRA en EU para seguir defendiendo a ultranza el derecho a poseer armas,
incluso esgrimido ya en el caso de Holmes).
Sin embargo, lo
que los “dilectos” legisladores ignoraban era que, de acuerdo con las
estadísticas en México, mucha de la violencia familiar, por ejemplo, de los
hombres golpeadores de sus esposas o hijos, no derivaban, por fortuna, en
crímenes dada la ausencia de un arma. Y aunque sí hay crímenes, estos serían
más abundantes si el golpeador hubiera contado, al momento de dejar suelta su
arrebatada furia, con una pistola. De hecho, las estadísticas en los propios EU
muestran que cada día se producen alrededor de 82 crímenes relacionados con la
posesión de armas, lo cual asciende a casi 30 mil homicidios anuales. Y en
muchos casos, las investigaciones concluyeron que fue la existencia de al menos
un arma, la causante del deceso (pensemos, por ejemplo, en los que son
considerados delitos imprudenciales, que se producen cuando un arma es
accionada accidentalmente, lo que es
frecuente en EU. Así, la abundancia de armas es algo estadísticamente muy
significativo, pues en México, por ejemplo, el boom que se ha dado por las corporaciones de seguridad que han
surgido, so pretexto de combatir a la criminalidad, ha provocado, en efecto,
asesinatos imprudenciales, cuando el
arma de algún guardia privado se ha disparado accidentalmente).
Si consideramos
asesinatos como los cometidos por Holmes, Klebold y Harris o el de la universidad
tecnológica de Virginia, en donde el lunes 16 de abril del 2007 un estudiante
inmigrante surcoreano, el joven Cho Seung-Hui, de 23 años, que tenía calidad de
residente en EU, mató a 32 personas, entre estudiantes y profesores, luego de
lo cual, se suicidó, si los revisamos con cuidado, el factor de peso evidente
es el de la facilidad con que se consiguieron las armas. Independientemente de
que las personas que se deciden a matar, lo hacen y nada, ni nadie, puede
hacerlos cambiar en su acción, el hecho es que al poseer una o varias armas en
el momento fatal, dicha acción en verdad es perpetrada más fácilmente.
De todos modos,
a pesar de lo que sucedió en Columbine hace más de trece años, que, como dije,
cimbró las conciencias en su momento de los estadounidenses, no se han
implementado medidas que restrinjan la compra de armas en Colorado ni en ningún
otro estado de EU, esgrimiendo insostenibles argumentos de que si todo mundo
estuviera armado, eso desalentaría a los criminales (si así fuera, con los casi
300 millones de armas que existen en EU, sería suficiente para ese desaliento, ¿no creen?).
En lo que estoy
de acuerdo con las opiniones de mis amigos es que, en efecto, la maldad y el
deseo de hacer daño se trae por dentro y ya las armas son el detonante de la
acción. Pero, entonces, ¿qué provoca tal maldad, la salida del asesino
instinto? Y eso es algo que ya he discutido antes, pero que, resumidamente,
podría decirse que se debe al materialismo, al egoísmo y al individualismo en
que la sociedad, no sólo la estadounidense, sino la mundial, ha ido enfilándose
desde hace años, que han ido convirtiendo a la mayoría de los humanos en
simples autómatas, quienes deben de cumplir eficientemente con sus labores, con
tal que el capitalismo salvaje se reproduzca, a cambio de recibir una
remuneración, baja por lo general, que les permita comprar sus satisfactores,
lo que también contribuye a la reproducción del sistema. Ello va creando un
vacío existencial, que, en general, no es cuestionado por los autómatas, tan
sólo enfrascados en satisfacer sus requerimientos materiales, dejando a un lado
el necesario crecimiento espiritual. Sólo quien rebasa el nivel de automatismo
para convertirse en un ser consciente y pensante, puede ir haciendo durante su
vida actividades que, en efecto, le permitan enaltecer su espíritu. Pero cuando
un autómata se da cuenta del vacío existencial en que ha estado sumido o,
digamos, se aburra, repentinamente puede estallar y hacerlo en la manera en
que muchas de esas personas lo hacen en EU, matando a otros, desquitando sus
frustraciones existenciales asesinando a mansalva, convertidos en autómatas,
pero asesinos, una especie de terminators.
Y si entendemos
el problema de la violencia irracional, el de por qué se gesta, mediante los breves conceptos anteriores,
entonces eso explicaría lo de la maldad,
sí, pero no podemos aislarla, como dije, de la facilidad para armarse que
existe en EU, que vuelve a dicha maldad una
acción letal.
Y con esas
reflexiones me quedo, no aceptando la simplista posición de que si alguien
hubiera tenido un arma, se habría evitado la matanza, pues eso es justificar la presencia de las armas. En
todo caso, lo grave, considero, es que se mantengan e intensifiquen las
condiciones materiales, individualistas y egoístas que llevan cada vez más y
más a permitir que el automatismo social se mantenga y que, de cuando en
cuando, estalle en determinados individuos y se vuelva una acción letal y hasta
lucrativa, que tales condiciones, en lugar de disminuir, se vayan reforzando y
generalizando como patrón de comportamiento humano.
Eso, sí, está mal.
Contacto: studillac@hotmail.com