martes, 18 de abril de 2023

Joven estadounidense caminó siete años por el mundo

 

Joven estadounidense caminó siete años por el mundo

Por Adán Salgado Andrade

 

El espíritu de aventura lo tienen algunas personas, no tanto por reconocimiento, sino por la necesidad de hacer algo distinto de sus vidas. Por ejemplo, en Estados Unidos (EU), una chica tuvo que compartir el espíritu viajero de sus padres, en contra de la voluntad de ella, de recorrer los mares en un yate durante diez años. Dice que no se arrepiente, pero que eso hizo de ella lo que es actualmente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/03/chica-se-la-paso-viajando-diez-anos-en.html).

En un caso más reciente, otro estadounidense, Tom Turcich, completó el 21 de mayo del 2022, un viaje de siete años caminando por varios países. El récord Guinness establece que un viaje de circunnavegación caminando, debe de ser de al menos 29 mil kilómetros y haber cruzado cuatro continentes. Y fue lo que hizo Turcich.

Su odisea la expone el artículo de The Guardian, titulado “El hombre que caminó alrededor del mundo: Tom Turcich y su búsqueda de siete años para hallar el sentido de la vida”, firmado por Simon Hattenstone, en el que describe cómo fue que Turcich se dio a la aventura (ver: https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2023/apr/11/the-man-who-walked-around-the-world-tom-turcich-seven-year-search-meaning-of-life).

Lo que lo inspiró fue que a los 17 años, experimentó la muerte de una muy gran amiga. De por sí, Turcich siempre le había temido a la muerte. Así que el fallecimiento de Ann Marie, por un accidente cuando ella esquiaba, lo marcó mucho. “Pensé que podría morir yo también, sin haber hecho algo importante de mi vida”, dice

Tiempo después, tuvo una epifanía, cuando en la escuela un maestro les puso la cinta “La sociedad de los poetas muertos” (EU, 1989), protagonizada por Robin Williams (1951-2014), quien hace el papel de un profesor de inglés, que impulsa a un grupo de sus estudiantes a hacer cosas diferentes a las de sus estandarizadas vidas. Luego, tuvo su primer beso con una chica. Y fue lo que llevó a decidirse a recorrer el mundo caminando, siguiendo el ejemplo de algunos previos aventureros que lo hicieron.

Por ocho años maduró la idea, terminó su carrera de psicología y filosofía y se dispuso a caminar, con mil dólares en la bolsa y una carriola que un amigo le adaptó para que llevara algo de ropa, algunas viandas, su cámara, celular y su laptop.

Se guio con los mapas de Google y el 2 de abril del 2015, dejó su pueblo de Haddon en Nueva Jersey.

Y así inició su aventura. Su padre estuvo muy de acuerdo, pues alguna vez también lo hizo, cuando había estado en Hawái. “Pero su madre, no, pues pensó que sólo sería un capricho de un joven de 25 años, no un proyecto serio, que la hizo temer por su vida”.

Primero se fue a Argentina, vía Colombia. Cuando la gente le preguntaba qué hacía, viéndolo con su carriola adaptada, se sorprendían y le deseaban buena suerte.

Dormía en bosques o al lado de iglesias, “aunque a veces, si había mal tiempo o mucho calor, dormía en algún hotel”, dice

Y la tuvo, buena suerte, pues cruzó por países riesgosos, como El Salvador, en donde, por fortuna, nada le sucedió,  aunque, una noche, vio los cadáveres de un matrimonio, que fueron ejecutados por la espalda.

En la frontera entre Turquía y Siria, en la zona montañosa, lo interceptó un tipo en una moto, encañonándolo con una pistola. Pero no pasó a mayores, pues era un militar, que pensó que Turcich era un “terrorista”.

En Panamá, en una tienda, dos ladrones le robaron su mochila, “pero cuando salí de la tienda, la policía los había arrestado in fraganti y me la devolvieron. Me sentí aliviado, pues allí llevaba dinero, pasaporte, cámara, laptop y otras cosas, que me habrían dificultado seguir caminando por el mundo”.

Luego, se encontró a un perro cachorro, al que adoptó y con quien sigue viviendo a la fecha.

Dice que le llamó mucho la atención hallar en Centroamérica casas con varillas que sobresalían del techo. Supuso que eran como símbolos, “pero me dijeron que no, que era porque la gente las dejaba así, pensando en seguir ampliando sus casas en un futuro”. Es algo muy típico, no sólo de Centroamérica, sino de toda la región, serían las “varillas de la esperanza”.

Se extasió cuando recorrió el desierto de Atacama, en Chile, mirando por las noches el estrellado cielo.

Una vez, tuvo que regresar a su pueblo, vía aérea, pues en Uruguay, contrajo una fuerte infección bacterial que no se le controlaba, hasta que hallaron el antibiótico que lo curó. “Y volví a las andadas”.

En Europa, recorrió países tan poco frecuentados por turistas como Kyrgyzstan o Uzbekistán, y “en éste, sólo había Chevrolets y ningún anuncio, algo hasta irreal”.

Fue a Croacia, en donde visitó las tumbas de sus antepasados, pues del lado de su padre, de ese país provienen.

En el último tramo, ya de regreso, conoció en Washington a una mujer, Bonnie, que estudia medicina, “y son pareja actualmente”.

Su viaje me recuerda al que hiciera Ernesto Che Guevara (1929-1967), cuando se puso a recorrer Latinoamérica en una destartalada moto, con su amigo Alberto Granado (1922-2011), desde Argentina, de donde eran originarios los dos. Ese viaje le inspiró a convertirse en guerrillero para defender los movimientos revolucionarios de entonces. El director brasileño Walter Salles hizo una cinta basada en esa experiencia, titulada Diarios de Motocicleta, del 2004, protagonizada por Gael García (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Diarios_de_motocicleta_(pel%C3%ADcula)).

Quizá Turcich la haya visto y por eso su primer destino fue Argentina.

Y, en efecto, su odisea, ya es registrada como un viaje de circunnavegación a pie, pues recorría un promedio de entre 30 y 35 kilómetros diarios, “habiendo recorrido 44,800 kilómetros y cruzado todos los continentes, excepto Australia, a la que no pudo acceder por las restricciones de la pandemia. Es la décima persona en haber caminado por el mundo. Su perro, al que bautizó como Savannah, sería el primero en también haber recorrido el mundo junto con Turcich”.

Ya tiene 32 años y dice que aprendió mucho, idiomas, a valerse por sí mismo y otras cosas. “Cuando caminas siete años por el mundo, de verdad que aprendes muchas cosas”, dice, satisfecho.

Finalmente, Turcich hizo lo que los antiguos humanos realizaron, que caminaban de un continente a otro, cuando no había más medio de locomoción que caminar y caminar.

Eran aventureros a su modo.

Probablemente de ellos, sea que algunos traigan en la sangre ese espíritu aventurero.

Así que, si podemos, saquemos ese espíritu de aventura que todos traemos dentro.

 

Contacto: studillac@hotmail.com