El microbioma intestinal puede ayudar a mejorar la salud mental
Por Adán Salgado Andrade
Un viejo popular dicho dice que “barriga llena, corazón contento”, dando a entender que es importante que estemos bien comidos, para que el corazón, usada la palabra metafóricamente, esté feliz, es decir, que nos sintamos bien, pues si vamos sin desayunar a trabajar o a estudiar, o sea, si tenemos hambre al realizar alguna actividad, sea mental o física, no rendiremos, estaremos infelices.
Pero independientemente de que debemos de comer bien, un estudio reciente comprobó que, además, las bacterias intestinales que todos tenemos, el llamado microbioma, que ayudan a que los alimentos sea bien digeridos y procesados, son también muy importantes para que seamos felices, tengamos buena salud mental.
De hecho, el microbioma intestinal y de todo nuestro cuerpo, es vital para que funcionemos integralmente bien. Somos una simbiosis entre nuestros órganos, estructuras celulares, células… y los microbios “buenos” que nos acompañan durante toda la vida, alrededor de 39 billones.
Es claro, pues sólo piensen cuando tienen una afección estomacal, una gastritis, infección, úlcera, diarrea, estreñimiento, mala digestión… no estamos bien, no pensamos o razonamos correctamente, hasta que el mal es eliminado (si es crónico, nuca estaremos a gusto).
Y en el referido estudio, se halló, justamente, que el microbioma intestinal es importantísimo. El artículo, publicado por The Guardian, titulado “Sentimientos intestinales: porqué las drogas que nutren sus microbios, podrían ser el futuro de la salud mental” firmado por Nicola Davis, expone tales descubrimientos. Nos introduce a su artículo diciendo que “los científicos saben que nuestros intestinos influencian nuestro cerebro. Así que medicamentos psicobióticos que cambien la composición de los microbios intestinales, pueden ser capaces de tratar desórdenes tales como la ansiedad y la depresión” (ver: https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2023/mar/21/gut-feelings-why-drugs-that-nurture-your-microbes-could-be-the-future-of-mental-health).
Menciona Davis la tira cómica llamada The Numskulls (Los tontos), en donde un pequeño ser humano controlaba la mente de Edd, un personaje que obedece las instrucciones de aquél (ver: https://www.beano.com/posts/the-numskulls-1995).
“Pero ahora, la ciencia ha comprobado que, en efecto, microbios intestinales pueden determinar nuestro estado de ánimo y salud mental”, comenta Davis, aunque todavía no está muy claro, cómo es ese mecanismo, “las posibles rutas de comunicación que incluyen el sistema inmune, ramificaciones del nervio vago, que va del intestino al cerebro y la interacción con los nervios y las sinapsis que controlan la función del tracto gastrointestinal. Si las interacciones pudieran entenderse y ser afianzadas, los expertos dicen que el impacto podría ser profundo”.
Así que, señalan esos investigadores, si se cambiara la composición de los microbios intestinales, ya sea administrando algunos en particular o ayudando a los benéficos a mejorar, eso podría auxiliar a “tratar desórdenes como la ansiedad y la depresión, una técnica que se conoce como psicobióticos”.
Y es que tratamientos tradicionales de psicoterapia para tratar depresión o ansiedad no funcionan, como dice el profesor John Cryan, del University College Cork, citado por Davis, quien experimenta con el microbioma intestinal, para ver cómo influye en la salud mental.
No sólo eso, sino que ya se ha comprobado que los antidepresivos, por ejemplo, incrementan la resistencia de bacterias perniciosas a los antibióticos y personas que los toman, batallan para controlar ciertas infecciones (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/02/los-antidepresivos-incrementan-la.html).
Dice Davis que se han hecho experimentos con ratones estériles – los que se tratan genéticamente para que nazcan libres de microbios –, que son muy ansiosos. Se les han administrado microbios intestinales benéficos y han mejorado bastante.
No es nueva la investigación, señala Davis, pues ya se ha visto que lactobacilos o las bifidobacterias pueden reducir estrés psicológico y beneficiar a regiones de actividades cerebrales envueltas en el control de las emociones y las sensaciones.
Incluso enfermedades neurodegenerativas, como la esclerosis lateral amiotrófica (ALS por sus siglas en inglés), pueden tratarse con bacterias intestinales, tales como la Akkermansia muciniphila.
Lo que sí, señala Cryan, es que cuando la gente está severamente deprimida, que ni comer desea, “no está claro cómo podrían influir los microbiomas intestinales”.
También vieron que suministrando microbiomas de ratones jóvenes a viejos, “ se detenía el proceso de envejecimiento”.
Lo cual da cabida a otro reciente estudio, que indica que nuestro microbioma corporal, el que, mencioné, tiene unos 39 billones de microbios (39 millones de millones), se va adquiriendo, desde que nacemos, con las personas con las que convivimos. Es una investigación que se hizo en Italia, por genomicistas de la Universidad de Trento, quienes hallaron “evidencias de que los microbiomas corporales saltan entre las personas, especialmente entre las que pasan mucho tiempo juntas. Es un estudio que aclara muchas dudas en nuestro entendimiento sobre cómo la gente se hace de sus microbiomas y los reformulan durante sus vidas”. En este estudio, también se halló que las sociedades occidentales, debido a tanta comida procesada, antibióticos y otros medicamentos, tienen muy reducidos sus microbiomas, sobre todo los intestinales, a diferencia de sociedades más, digamos, naturales, aborígenes, que comen más saludable y toman menos medicinas (ver: https://www.wired.com/story/the-biggest-microbiome-study-sheds-light-on-shared-health-risks/).
Como dice Cryan, podría ser que ese intercambio de microbiomas, por ejemplo, de personas jóvenes a mayores, podría ayudar a éstas a retardar el envejecimiento (es muy probable, pues de parejas que se llevan mucha edad, se dice que el o la mayor, se “comen” la juventud de el o la menor).
De hecho, se está haciendo un importante proyecto para rescatar y preservar el microbioma estomacal e intestinal, recolectando muestras de excrementos que lo contienen, perteneciente a pueblos aborígenes de África. Sería el más puro, diverso y natural. Incluso, se hacen ya trasplantes de excremento de personas, digamos, saludables intestinal y estomacalmente, a las que padecen problemas digestivos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/01/se-esta-haciendo-un-banco-de-bacterias.html).
Por lo mismo, ya se venden complementos que contienen varios tipos de probióticos, para ayudar a que nuestro microbioma se refuerce o se reponga.
Retomando lo del estudio del microbioma intestinal, también se vio que podría ayudar a personas con autismo y que, incluso, los medicamentos para tratar males mentales, puedan ser más efectivos.
El profesor Bhismadev Chakrabarti, profesor de neurociencia y salud mental en la University of Reading, está experimentando con el neurotransmisor ácido gama-aminobutírico (Gaba, por sus siglas en inglés), que es producido en el cerebro, desde el nacimiento, y que regula nuestro comportamiento, “deteniéndonos de hacer cosas malas, así como los frenos de un auto ayudan a detenerlo”.
Los cambios de Gaba, “se han ligado a enfermedades como esquizofrenia, autismo, depresión y ansiedad”. Chakrabarti desea experimentar con voluntarios, con una bacteria que produce Gaba en el intestino, “parta ver qué cambios podrían ejercerse en el cerebro”.
Pero las evidencias halladas en toda la experimentación mencionada, sobre los beneficios de los microbiomas intestinales, se deben de complementar, aclaran los científicos, con una buena dieta. “Alimentos fermentados como el yogur, ayudan mucho al microbioma. Si una persona sólo come hot dogs, no puede esperar a tener una buena salud mental”, menciona la profesora Jane Foster, de la McMaster University, de Canadá, citada por Davis. “Nuestra dieta debe de ser diversa y saludable”.
Eso es cierto, pues si no nos alimentamos bien, no sólo no tendremos buenos microbiomas intestinales, sino que tampoco ingeriremos nutrientes vitamínicos como el complejo B, la vitamina C, E y otras, muy importantes.
Así que comamos bien, tomemos alimentos fermentados, consumamos probióticos y tratemos de no estresarnos tanto (algo desgraciadamente utópico, con esta vida tan acelerada, violenta, llena de preocupaciones, que llevamos a diario).
Y si de plano estamos muy mal, pues que nos hagan un trasplante de excremento. Asqueroso como pueda sonar, podría salvarnos la vida.
Contacto: studillac@hotmail.com