Sembrar huertos masivamente en las ciudades, ayudaría a bajar contaminación y calor
Por Adán Salgado Andrade
El prejuicio urbanista de que en una ciudad sólo debe de existir concreto, asfalto y una que otra área verde, es lo que ha generado problemas como las islas de calor, que llevan al aumento de la temperatura cinco o más grados centígrados, debido al calor guardado por tanta construcción y asfalto (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/10/el-toxico-y-mortal-calentamiento-global.html).
Una solución podría ser lo que se llama rurbanización (combinación de las palabras rural y urbanización), proyecto que consiste en alentar la siembra de hortalizas en los techos de casas y edificios y en lotes baldíos o hasta en jardines. Justo es lo que expone el artículo “Es tiempo de que las ciudades se hagan más rurales”, firmado por Matt Simon, quien dice que “ya basta de pensar en ciudades y zonas rurales como algo aparte. Cuando la rurbanización lleve la agricultura a las ciudades, todos se beneficiarán” (ver: https://www.wired.com/story/why-its-time-to-make-cities-more-rural/).
Una foto inicial, muestra un lote baldío de alguna ciudad estadounidense, en donde hay sembrados varios vegetales. Gente dedicada a eso, como Jennifer Bousselot, obtienen buena parte de sus alimentos del cultivo de hortalizas en sus azoteas. “En unos 576 pies cuadrados de superficie (53.51 m2), Bousselot ha cosechado unas 200 libras (90.71 kg) de hortalizas – pepinos, pimientos, jitomates y albaca, entre otras delicias –, y todavía no termina la temporada. Las plantas, seguirán produciendo. A pesar de ese éxito, Bousselot no es agricultora. Ella es horticultora en la Universidad de Colorado y esa tierra está en lo alto de un edificio, cercano al coliseo de Denver, hecho precisamente para la rama de investigación que Bousselot desarrolla, que es la siembra en techos”.
No es nuevo el concepto. Aquí en México, se ha tratado de impulsar el sembrar hortalizas en azoteas. Yo, lo hago en la mía (ver: https://www.agromatica.es/el-cultivo-en-azoteas/).
Y he conocido a gente que vive de cultivar hierbas de olor en sus azoteas y de venderlas.
Lo novedoso es que hasta se estén estudiando formas óptimas de hacerlo, sobre todo, al crecer tanto las ciudades, las que doblarán su población en unas tres décadas, de acuerdo con el Banco Mundial (ni pensar quiero en cómo estará la caótica ciudad de México en tres décadas).
Con la rurbanización, se podría lograr el “embellecimiento de calles, así como proporcionar algo de comida extra localmente”. Además, estudios recientes indican que en la ciudad, los cultivos de hortalizas, “pueden rendir lo mismo o estar por encima del que se da en las zonas rurales, incluyendo hortalizas expuestas o dentro de los hogares. Incluso, lechugas, tubérculos y pepinos rinden hasta cuatro veces más cuando se cultivan en ciudades”.
Muy probablemente tanto rendimiento, se deba, irónicamente, a la contaminación, a tanto CO2 emitido por fábricas y vehículos. Les sirve como “abono”. Yo he notado eso, cuando siembro mis jitomates en macetas que tengo en la azotea, como mencioné. Rinde cada planta un promedio de tres o cuatro kilogramos.
“Las plantas, absorben CO2, lo que disminuiría la contaminación urbana”, dice Simon.
Pero cita como lo “malo” que las cosechas deban de recogerse a mano, “a diferencia de las del campo, que son cosechadas con maquinaria”. Eso, por supuesto, no es problema para los mexicanos, acostumbrados a ser más trabajadores que los estadounidenses. “Pero una ventaja es que se pueden sembrar distintos cultivos, pues se hace en macetas, individualmente. En el campo, no puede sembrarse trigo con zanahorias, por ejemplo, pues se cosechan de distinta forma”. Cierto, el trigo, puede cosecharse con máquinas, pero las zanahorias, a mano. Es por ello que en Estados Unidos, se requieren tantos trabajadores mexicanos, para que se quiebren la espalda cosechando cultivos tan delicados como el jitomate, u hortalizas como tubérculos (papas, zanahorias, cebollas, entre otros).
También se están combinando paneles solares con hortalizas debajo de ellos, pues el agua evaporada por los vegetales, ayuda a mantenerlos fríos. Además, hay plantas que crecen mejor sin tanto sol (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/10/la-agricultura-voltaica.html).
Igualmente, se podría almacenar el agua de lluvia para impulsar hortalizas urbanas, como en Los Ángeles, en donde se ha colocado a las orillas de los caminos, drenaje que recoge agua de lluvia, la que es almacenada en depósitos subterráneos. “Las ciudades rurbanizadas del futuro, podrían usar esa agua de lluvia para cosechar alimentos y esos cultivos, podrían actuar como esponjas, absorbiendo agua, con lo que se evitarían inundaciones”.
Este punto, yo ya lo he considerado. Que en lugar de tener tanto drenaje (soluciones grises), deberían de ampliarse las zonas verdes, con cultivos de hortalizas o árboles frutales, para que, en efecto, el agua de lluvia fuera absorbida y se evitaran inundaciones. Los alimentos obtenidos, podrían repartirse entre la gente que se dedicara a cuidarlos o venderse, con lo que se tendrían ingresos extras. En la ciudad de México, se cultivan ya barrancas y dan alimentos extras para las comunidades que las trabajan (ver: https://archivo.eluniversal.com.mx/ciudad/112406.html).
Otra ventaja sería que se bajaría el calor urbano, pues las plantas, al evaporar agua, disminuyen la temperatura.
Una más, que al producir alimentos localmente, habría cierta independencia de los del campo, sobre todo cuando hubiera escasez de productos agrícolas, “lo que con el cambio climático, es cada vez más frecuente”. Si, porque, ya ven, cuando hay huracanes o sequías, se pierden cultivos y hay escasez. Si hubieran miles de huertos en las azoteas, podrían suplirse localmente. Les puedo decir que, al cultivar mis jitomates, obtengo unos cuarenta kilogramos al año, que me permiten ahorrar algo de dinero, así como disponer de ellos cuando están muy caros o escasean.
También, menciona Bousselot, que las hortalizas en su azotea, tienden a ser menos atacadas por hongos u otros parásitos, gracias a que reciben más sol y viento.
Y como se hacen en azoteas o lotes baldíos – o pueden cultivarse hasta en camellones, de los que abunda la ciudad de México –, no compiten por espacios, “ya que los terrenos en las ciudades, son muy limitados”.
Por último, dice Bousselot, “se puede promover el trabajo comunitario, lo que llevaría a la cohesión social, pues la gente trabajaría para un bien común, producir algo de los alimentos que consume”.
Y no se trata de acabar con el campo, aclara la investigadora, sino de que algunos productos que puedan sembrarse en macetas, se produzcan localmente. “Los que sigan requiriendo tierra, allí se quedarán”.
Así que, si se quiere que las megaciudades se humanicen y puedan sobrevivir, se requieren proyectos como la rurbanización. Las “autoridades” locales deben de considerarlos, en lugar de seguir haciendo vías para autos y unidades habitacionales, que continúan hacinándolas anárquicamente (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/07/de-transporte-caotico-anarquia-urbana-y.html).
De otra forma, en pocos años, megaurbes como la ciudad de México, serán inhabitables.
¡Más árboles y hortalizas y menos casas y vehículos!
Contacto: studillac@hotmail.com