App religiosa vigila que el usuario no visite sitios “inmorales”
Por Adán Salgado Andrade
Vivimos en un muy vigilado mundo. Los proveedores de información por internet, como Google, registran toda nuestra historia. Ustedes pueden comprobar cómo todas las páginas que visitan, están perfectamente registradas. No sólo eso, sino que hackers vigilan la actividad de personas o empresas y si alguna les puede dar un beneficio “secuestrándola”, lo harán (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2017/04/el-creciente-secuestro-ransomware.html).
Y no faltan, además, las apps de todo tipo para los celulares, las cuales, supuestamente, son para “facilitarnos” la vida. Pero hay algunas que sólo incrementan la mencionada vigilancia.
Una de ellas es la que vigila que el usuario no visite sitios “pornográficos”, como expone el artículo de Wired, titulado “La no divina vigilancia de las apps antiporno para avergonzar”, firmado por Dhruv Mehrotra, quien anota la introducción de que “las iglesias están usando técnicas para monitorear celulares, con el fin de desalentar comportamiento ‘pecaminoso’. Y alguno de esos softwares está viendo más de lo que los feligreses piensan” (ver: https://www.wired.com/story/covenant-eyes-anti-porn-accountability-monitoring-apps/).
Comienza mencionando a Grant Hao-Wei Lin, quien acudió a la iglesia de Gracepoint, y estuvo complacido de que “no lo sacarían, a pesar de estar atraído por el mismo sexo”.
A cambio, le hizo el pastor instalar una app en su celular para “vigilar” las páginas que visitaba el joven no binario. “Tuvo que instalar una app llamada Covenant Eyes (Ojos divinos vigilantes), que es explícitamente comercializada como software antiporno, pero de acuerdo con Hao-Wei Lin, su líder espiritual le aseguró que le ayudaría a controlar ‘todas sus urgencias’. Ese software, es parte de un grupo de apps que obtienen miles de millones de dólares, vendiéndose tanto a iglesias, así como a padres de familia, como una herramienta para vigilar la actividad en línea. Por una cuota mensual, algunas de estas apps, monitorean todo lo que sus usuarios hacen o ven en sus dispositivos, incluso, tomando capturas de pantalla (por lo menos una cada minuto, en el caso de Covenant Eyes), además de que espían la historia que se busque, como pudo comprobar WIRED. Luego, las apps, reportan las actividades de los usuarios a chaperones – o un ‘compañero responsable’, como así se refieren en las apps al ‘guía espiritual’. Cuando WIRED presentó lo que había hallado, a Google, esta empresa señaló que Covenant Eyes y Accountable2You (otra app para vigilar), estaban violando sus políticas de privacidad”.
¡Es evidente que lo hacen, pues meterse en todo lo que los usuarios revisen, así como tomar capturas de pantalla y “reportarlo” al que, supuestamente, los va a “corregir” en sus comportamientos “pecaminosos”, es una violación total de privacidad. Si ya, de por sí, la intromisión que el mismo Google hace, como mencioné, es demasiado, que, encima, una app “moralizante” lo haga, es el colmo.
Pronto Hao-Wei Lin se dio cuenta de lo invasiva que era la app, de que reportaba todo a su “líder espiritual”, quien le preguntaba “¿Hay algo que me quieras contar?”. La app informaba todo, hasta sitios que Hai-Wei Lin ni siquiera recordaba. Pero lo más “grave” que reportó la app, en la categoría de “maduro”, fue que aquél buscó “#Gay”, en el sitio llamado Statigr.am, y la app, lo había bloqueado.
Hasta el 2012, 450 miembros de Gracepoint habían accedido a ser “monitoreados” por la referida app. Uno que ya no es miembro, dice que la app, más que ser un software para espiar, es para “avergonzar” al usuario (shameware, como se le llama en la jerga computacional).
Ese shameware, forma parte de varias apps, que buscan “desalentar” el comportamiento pecaminoso, como Fortify, “que fue desarrollada por el fundador de una organización antipornografía, sin fines de lucro, llamada Combatamos a la Nueva Droga (la pornografía), que hasta rastrea qué tan seguido un individuo se masturba, con el fin de ayudarlo a superar la ‘compulsividad sexual’. Esa app, ha sido descargada más de 100,000 veces y tiene miles de comentarios en la tienda Google Play”.
¡Vaya, miren nada más, que rastreen hasta cuando alguien, se trate de mujer, hombre, o de la diversidad sexual que sea, se masturbe, es verdaderamente deleznable y sumamente intrusivo! Bueno, pero hay que decir que ni siquiera se han de referir a diversidad sexual, pues para esos hipócritas conservadores, sólo existen hombres o mujeres. Y recalco su hipocresía, porque no hace mucho, salió el escandaloso caso de que el culto mormón en Estados Unidos, había permitido que un enfermo, pervertido “padre de familia”, violara a sus hijas por muchos años, sin que se lo impidieran, pero lo “perdonaban” cada que iba al templo a “confesar” sus bajezas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/08/mormones-de-eeuu-permitieron-un-hombre.html).
Covenant Eyes fue desarrollado por Michael Holm y es capaz esa app, de “distinguir entre imágenes pornográficas y no pornográficas. Las analiza, las vuelve borrosas y las envía al guía espiritual”.
Holm, que es un matemático que trabajaba para la NSA (National Security Agency), dice que “estoy muy contento, porque, sin saberlo, Dios me puso en ese camino, tan alto, más que todos mis propósitos”.
Pues, miren, cómo “Dios” puede estar al tanto de los adelantos tecnológicos, y juzgar los que son “inmorales”. Es, por supuesto, absurdo, una vulgar manipulación de la religiosidad, con tal de controlar a la gente. De hecho, la Edad Media condenó fuertemente la sexualidad, la que no podía tener otros fines más que la “reproducción sexual”. Y por ese control centenario, ahora tenemos una sexualidad muy cerrada, que da lugar a depredadores sexuales – como “sacerdotes” pedófilos –, que sólo andan viendo a quien hostigar sexualmente o violar, llegando al extremo de asesinar a sus víctimas.
Sin embargo, un vocero de Covenant Eyes, Dan Armstrong, dice que la empresa no está de acuerdo en que la gente sea “monitoreada” sin su consentimiento. “Debe de haber un acuerdo entre el que consienta ser vigilado y el que será su guía espiritual”, dice. Es una empresa que organiza conferencias sobre el “daño” que está produciendo la pornografía. Pero, finalmente, es un gran negocio que le deja unos “26 millones de dólares anuales”.
Claro, al final, es un negocio, disfrazado de “buenas intenciones”. Sí, en efecto, la ´pornografía es negativa, sobre todo, si niños o adolescentes la ven, sin una, digamos, guía. Por eso es tan importante la educación sexual. Un niño, niña, o adolescente, no puede aprender sobre sexualidad, viendo pornografía. Como dice el investigador Alan McKee, autor del libro “¿Qué sabemos de los efectos de la pornografía, luego de 50 años de investigación académica?” (señala, por cierto, que nada sólido, puras contradicciones), “dejar que un pornógrafo enseñe sexualidad a los menores, es como aprender a manejar viendo ‘Rápidos y furiosos’”. Tiene razón, pues las escenas porno hardcore vistas por un niño o un adolescente, sin ninguna experiencia previa, lo pueden deformar para siempre, ocasionarle un trauma que allí estará y que puede afectar su sexualidad en su vida adulta, convertirlo, a un niño, en un violador, por ejemplo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/la-pornografia-deforma-la-sexualidad-y.html).
Pero enseñar la sexualidad de una forma natural, no se puede hacer con prohibiciones, con apps que censuran y hacen que el usuario sienta “vergüenza”. Al contrario, lo prohibido es lo que más gusta, como dice el vox populi.
En efecto, la investigadora Nicole Praus, de la Universidad de California, en Los Ángeles, que estudia el efecto de la pornografía en el cerebro, y la difusión de desinformación sobre salud sexual, dice que “Nunca he visto a alguien que haya usado estas apps, sentirse mejor en el largo plazo. Estas personas sólo sienten que hay lago malo en ellas, pero, la realidad, es que no es así”.
Mehrotra instaló las apps en su celular y comprobó lo intrusivas que son. “A Hai-Wei Lin, hasta sus compras por Amazon le monitoreó. Y los sitios que visitaba, los caracterizó como ‘altamente maduros’, que es la categoría más severa con que esas apps clasifican el contenido visitado, ‘sitios eróticos, de desnudos, pornografía y anónimos’. Y también esa clasificación les dio, cuando el chico visitó sitios que ni remotamente eran gay, como sus búsquedas por Statigr.am”.
Mehrotra igualmente probó la búsqueda de los Centros para el control de las enfermedades, en su sección dedicada a la comunidad LGBTQ, y a quien designó como su “guía espiritual”, le llegó el reporte de que Mehrotra había visitado un sitio “muy cuestionable”.
Aquí debo de decir que, incluso, Google, con sus nuevas políticas, censura ciertas búsquedas. No hace mucho, publiqué un artículo en mi blog, justamente, sobre el daño que la pornografía puede hacer en niños y jóvenes, sin guía, ni educación sexual previa. El título de mi artículo es “La pornografía deforma la sexualidad y acentúa el dominio machista” (ver el ya mencionado link: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/02/la-pornografia-deforma-la-sexualidad-y.html).
Por haber incluido la palabra “pornografía”, la máquina de búsqueda de Google, lo censuró. Una nota me indicó que “estaba en espera de revisión, para autorizarlo”. Pasaron unos tres días, hasta que fue “revisado” por personal de la empresa y al ver que no era de contenido “pornográfico”, finalmente se “liberó”. Eso sucedió por los “filtros”, que no discriminan entre el contenido, solamente localizan palabras como “pornografía”, por ejemplo, para censurar una búsqueda.
De alguna manera, también Google estaría incurriendo en lo que hacen las apps “moralizadoras”.
Una chica que usó Accountable2You, Brit, dice que no es tanto sobre pornografía, “sino que te apegues a lo que el pastor quiere de ti. Como me descubrieron mis papás, cuando era chica, que estaba viendo una página porno, me obligaron a instalar la app. Como busqué una página sobre ateísmo, pues yo pensé que aunque era chica, podía leer lo que quisiera, la app la reportó al pastor y me hicieron sentarme dos horas con él, para escuchar su aburrido sermón. Fue absurdo, pues uno puede leer lo que uno quiera”.
Eva Galperin es directora de ciberseguridad de Electronic Frontier Foundation, quien dice que “algo claro es que una persona tiene el derecho a decir no, si alguien la quiere obligar a usar una app de esas”.
Hao-Wei Lin dice que aunque no lo obligaron, casi fue así, pues como iba a estudiar fuera de su casa, necesitaba rentar cerca de la escuela en donde lo haría y el pastor fue quien le dio el aval, “así que casi me forzaron”, dice.
Pero un ex miembro de Gracepoint, James Nagy, quien es gay, dice que como desde chico le “enseñaron” que era un “pecado” serlo, instaló la app, para “corregirse”. “Yo mismo traté de cambiarme”. He ahí el daño que pueden ocasionar esas estupideces, negar la inclinación sexual de alguien.
Pero, además, Mehrotra halló que esas apps, ilegalmente, comparten su información con empresas, como Mixpanel, que realizan estadísticas sobre cómo los usuarios interactúan con la red y las aplicaciones móviles. Eso lo hacen para saber, con esa información, qué exactamente atrae más a las personas y diseñar futuras apps, los desarrolladores, acorde con esas “necesidades”.
Incluso, halló que hasta Facebook interactúa con Fortify. “Que Fortify comparta información con Facebook, no sólo es un problema de privacidad, sino de seguridad. Al hacer la prueba, hasta nuestro password a nuestra cuenta de Fortify, fue compartido”.
Como siempre, Facebook dice que tiene “filtros” para que información tan sensible como passwords, no se hagan públicos y Fortify “prometió” que revisará ese problema.
Eso dicen, pero, en la realidad, nunca hacen nada, pues primero están los negocios que el bienestar y la privacidad social. La gente está cada vez más expuesta en su información personal.
Las invasivas apps, ya fueron prohibidas en la Google play store, pero siguen en la de Apple. “No hemos probado cómo funcionan allí”, dice Mehrotra.
Hai-Wei Lin se salió de la congregación. No aguantó tanta invasión. Y organizó una exhibición fotográfica, con tomas hechas por él, en donde sugiere el grado de espionaje e invasión al que hemos llegado.
La tituló, justamente, Covenant Eyes, sí, los ojos divinos vigilantes, censuradores y castigadores.
No pudo elegir un mejor título para su exhibición.
Contacto: studillac@hotmail.com