La histórica humillación a los yaquis
Por Adán Salgado Andrade
El periodista estadounidense John Kenneth Turner (1879-1948), publicó en 1910, su libro “México Bárbaro”, en el que denunciaba la represión que la dictadura de Porfirio Díaz (1830-1915) ejercía, así como los abusos de autoridad, los asesinatos políticos y el secuestro de gente, sobre todo, yaquis-mayos, desde sus estado natal, Sonora, hasta las haciendas henequeneras de Yucatán. Era un “castigo” por oponerse aquéllos a que les arrebataran sus tierras y las entregaran a terratenientes que se las apropiaban con total impunidad. Y si esos grupos nativos se oponían, eran asesinados sumariamente (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/John_Kenneth_Turner ).
Esa histórica humillación, no ha terminado, pues en la actualidad, los yaquis sufren todo tipo de humillaciones y tropelías, por parte de mafias en el poder y grupos criminales, quienes tratan de sacar ventaja de sus tierras, aguas y cuanto recurso se les pueda despojar.
El artículo de Associated Press, titulado “México es el país más letal para los activistas medioambientales”, firmado por Mark Stevenson, expone esa problemática, tan importante, que mereció este artículo de la citada agencia noticiosa (ver: https://apnews.com/article/business-mexico-colombia-caribbean-brazil-a006272c82ac546bf9cdfc0917c2420c).
La temática inicial del artículo es sobre los activistas que han sido asesinados en México, que superan, incluso, a Brasil y Colombia. “En el 2021, se asesinaron a 54 activistas en México, superando a los 33 de Colombia o a los 26 de Brasil, de acuerdo con la ONG Global Witness (testigo global), la que en ese mismo año, reportó a 200 activistas asesinados en todo el mundo”.
Los tres países mencionados, incluido México, se caracterizan por los asesinatos frecuentes de activistas que buscan proteger los recursos naturales de sus localidades. Y eso amerita que los asesinen, sobre todo, grupos ligados a mafias criminales que, en contubernio con las “autoridades”, se deshacen de esos “incómodos” activistas.
Mencionado lo anterior, el artículo se centra en el referido problema de los abusos a los yaquis contemporáneos. Una foto muestra a Guillermo Rojo, padre del defensor del agua Tomás Rojo, quien fue asesinado en el 2021. “Él, nunca olvidó de dónde provenía, quienes fueron sus ancestros y quizá eso fue lo que lo convirtió en un activista”, dice de su hijo el septuagenario, con mucha pena, pues Tomás fue eliminado por defender los recursos hídricos de su pueblo, que las mafias en el poder, tanto local, como federal, les han despojado durante años. También se muestra un video del señor, muy triste por la pérdida de su hijo.
“Las autoridades claman que Tomás Rojo, fue asesinado por un grupo de narcotraficantes, que querían el dinero que los yaquis, algunas veces ganan, de establecer cuotas de entrada a automovilistas, en puntos informales de las carreteras. Pero la gente que conocía a Rojo, no cree en esa teoría. Dicen que fue asesinado por los poderosos intereses que se beneficiarán de las grandes ganancias que dejarán las tierras y los derechos del agua que pertenecen a los yaquis, que viven en Sonora, cruzando la frontera con Arizona”.
Menciona Stevenson que entre el 2010 y el 2020, las autoridades estatales han usado agua de los yaquis para abastecer a Hermosillo y que Rojo organizó manifestaciones y actos de desobediencia civil, incluyendo bloqueos a una autopista estatal, que duraron meses “y que ocasionaron millones de pérdidas para los negocios y las industrias”.
El cuerpo de Rojo, se halló cerca de Vicam, casi tres semanas después de que desapareció y fue identificado por un paliacate rojo que vestía cuando dejó su hogar la última vez que fue visto. “Era descendiente de Tetabiate, un líder yaqui que fue asesinado en una batalla contra el gobierno porfirista (1880-1910) en 1901, el que deportó a los que sobrevivieron al lejano Yucatán. La última batalla contra los yaquis, fue en 1927, y fueron atacados con aviones, siendo que la mayoría todavía estaban armados con arcos y flechas”.
Se refiere Stevenson, precisamente, a la mencionada represión que, en su momento, reportara Turner. Pero a pesar de ser tan aguerridos y defender sus tierras y derechos, siguen siendo muy reprimidos. Viven en condiciones de pobreza extrema la mayoría, y muchas veces, deben de vivir de las dádivas que les dan las “autoridades”.
Ya tenían en la mira a Rojo, desde el 2014, que fue acusado de secuestro, junto con Fernando Jiménez, otro activista yaqui, quien se ha salvado, hasta ahora, de ser asesinado. Rojo pudo escapar de ser encarcelado, pero Jiménez, no. “Te obligan a hablar español en la cárcel los celadores, para que no podamos comunicarnos en nuestro idioma, y que puedan enterarse de nuestros secretos”, dice Jiménez.
Eso es totalmente racista, que hablen español, no su lengua. Un característico comportamiento heredado del sometimiento colonial.
Y a pesar de que los han tratado hasta de exterminar, como se hizo en el Porfiriato, siguen luchando por sus derechos. “Por lo menos, la mitad del agua del río Yaqui, les pertenece, pero mucha se las han quitado para surtir a nacientes empresas y proyectos para plantar viñedos y aguacates en el desierto”.
Menciona Stevenson que López Obrador “se ha disculpado con los yaquis, pero no ha hecho nada todavía para restablecer sus derechos hídricos”. Una de las fallas que presenta la 4 T, por desgracia, y que es de esperarse que pronto sea resuelta.
Otro de los problemas que agrava la situación de los yaquis, es que en sus tierras existen yacimientos de litio, que demandan demasiada agua para ser explotados (se requieren casi dos mil litros para procesar un kilogramo de lito), así que ellos estorban, tanto por el agua que se usará para explotar esos depósitos, así como por el despojo resultante de sus tierras.
A ese respecto, son las consecuencias que subyacen en la panacea de mostrar a los autos eléctricos como la “solución” para la contaminación. No es así, pues habrá grandes devastaciones por minar el litio, principal ingrediente para las baterías de esos autos, además de que pueblos como los yaquis, están amenazados (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/03/la-explotacion-de-litio-otro-desastre.html).
Por lo pronto, el río Yaqui es un cauce seco casi todo el año, como muestra una de las fotos del artículo. Es la combinación de la mencionada sobrexplotación y el cambio climático, que en algunos sitios, está ocasionando sequías más largas y severas.
Cita Stevenson a César Cota, compañero de lucha de Rojo, quien dice que “nuestros antepasados, trazaron una raya y dijeron ‘si la cruzas, estarás en guerra contra nosotros. Desde entonces, nunca hemos dejado de luchar. Y ahora que estamos en el 2022, seguiremos luchando. El río era muy importante para nosotros. Es muy triste verlo sin agua. Lleva nuestro nombre, allí viven nuestros animales, ahí tenemos nuestras plantas medicinales, allí teníamos nuestros cáñamos. Ya no hay nada. Si logramos que este río tenga agua de nuevo y se vaya al mar otra vez, sería una gran victoria para nosotros’”.
Usaban los cáñamos para hacer sus casas, pero por la falta de agua, ya no crecen. Es evidente que se ha afectado su medio ambiente y han empobrecido mucho más de lo que ya estaban.
El padre de Tomás, Guillermo, tiene 84 años y vive en Potam, un tradicional poblado yaqui. Su padre fue el mencionado Tetabiate, que fue asesinado en 1901.
Como ya casi no viven del campo, muchos yaquis trabajan como jardineros, albañiles o empleados en ciudades cercanas. “Cultivan maíz y trigo sólo en 17,000 hectáreas, pues ya no hay suficiente agua para irrigación, a pesar de un decreto presidencial de los1930’s, que les garantizaba suficiente líquido como para regar tres veces esa área agrícola”.
Sin agua, sus costumbres están en peligro, como las religiosas, realizadas en la Semana Santa. Sobre esas costumbres, el documental “Teshuinada”, de 1979, realizado por Nicolás Echeverría (Tepic, 1947), muestra muy bien el ritual que todavía se sigue haciendo, quizá ya no tan elaborado con en ese entonces (ver: https://www.filminlatino.mx/pelicula/teshuinada).
Los jóvenes, por falta de empleo, se van a Estados Unidos o a otros estados a trabajar. Y los cárteles de la droga, han construido allí pistas clandestinas de aterrizaje, para llevar la droga a aquél país “y han asesinado a muchos yaquis, cuando el ejército destruye sus pistas, porque piensan que ellos son los delatores. ‘Pero es mentira’, dice el mencionado Jiménez”.
Y, con respecto a la explotación de litio, ya se instalaron siete minas, “sin consultarnos”, dice Jiménez.
La llegada de los cárteles, también ha ocasionado que varios jóvenes yaquis se vuelvan adictos. “Antes, nos quisieron matar con pistolas. Ahora, son las adicciones las que nos están exterminando”, dice el padre de Tomás.
Es difícil que les regresen sus plenos derechos al agua y, mucho menos, que dejen de enviarla a Hermosillo, “en donde hay una gran planta de armado de Ford, además de que la ciudad, se está extendiendo rápidamente, por fraccionamientos e industrias”, dice Stevenson.
Jiménez concluye diciendo que “en todos lados, es lo mismo, los gobiernos tratan de apagar la voz de los luchadores sociales, los matan o desaparecen, como hicieron con Tomás”.
Llevan siglos luchando los yaquis, pero quizá llegue el momento en que los fuertes intereses económicos, el agua y el litio, entre ellos, terminen por someterlos.
Habrán quedado en la historia como heroicos luchadores que “murieron como mártires”.
Contacto: studillac@hotmail.com