miércoles, 12 de agosto de 2020

La decadencia mental provocada por la demencia frontotemporal

La decadencia mental provocada por la demencia frontotemporal

Por Adán Salgado Andrade

 

El cerebro humano es una maravilla biológica y neuroquímica, que nos lleva a realizar maravillas benéficas, como las computadoras, que realizan cientos de millones de cálculos por segundo, y que se aplican en todas las presentes tareas de la humanidad, pero, también, nos ha llevado a concebir verdaderos horrores, como las armas termonucleares, las que pueden destruir el planeta y todo lo que hay en él, en cuestión de horas.

Se calcula que el cerebro posee alrededor de 86,000 millones de neuronas, las células que conforman a ese pensante músculo, que equivaldría, más o menos, a entre una quinta y octava parte de los objetos celestes que conforman la Vía Láctea, la galaxia que habitamos (ver: https://www.nature.com/scitable/blog/brain-metrics/are_there_really_as_many/).

Por lo mismo, es un órgano tan complejo, que los males que lo aquejan son, igualmente, complejos, a veces, indetectables. Y nos llevan a cuestiones tales como la depresión, la esquizofrenia, la ansiedad, la tristeza… así como enfermedades que van degenerando nuestra capacidad de pensamiento y de raciocinio, tales como la demencia, en todas las etapas de la vida – siendo la senil, la más común –, el Parkinson o el Alzheimer, los que van convirtiendo al pobre ser humano del que se apoderan, en una verdadera pena andante, sin capacidad, ni siquiera, para “recordar” que debe de realizar sus actividades biológicas, como comer, orinar, defecar… incluso, se olvida quién se es. Muy trágico es el proceso por el que pasa una persona que es afectada por el Alzheimer. La cinta estadounidense Still Alice (2014), dirigida por Richard Glatzer y protagonizada por Julianne Moore, muestra, muy convincentemente, cómo sucede ese doloroso proceso.

Sin embargo, hay otro mal, que no es tan conocido, que va ocasionando, igualmente, una degeneración neuronal. Y ése es la demencia frontotemporal (frontotemporal dementia), FDT, que es ocasionada por una malformación de los lóbulos cerebrales, ocasionando que la llamada red de prominencia no funcione adecuadamente, es decir, no se establecen correctamente las conexiones entre las neuronas (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Salience_network).   

Por alguna razón, no aclarada aún, entre las personas muy creativas, excepcionalmente inteligentes u otras cualidades intelectuales o artísticas, sus cerebros son proclives a sufrir de males como los mencionados. El pintor Vincent Van Gogh (1853-1890), por ejemplo, sufría de fuerte depresión. Músicos famosos, como Jim Morrison (1943-1971), Janis Joplin (1943-1970) o Jimi Hendrix (1942-1970), acentuaron sus problemas depresivos con las drogas que usaban, que los condujeron a tempranos decesos.

En uno de mis artículos anteriores, referí el caso del programador de encriptaciones, para asegurar el manejo de datos, Jerold Christoper Haas, muy brillante, quien fue sufriendo un proceso de decadencia por una fuerte depresión mental, que lo llevó a retirarse solitariamente a un bosque, en donde pasó sus últimos días. Lo hallaron meses después de que había muerto, aparentemente, por una caída en un barranco, por la que se fracturó una pierna, que le ocasionó una mortal hemorragia (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/05/el-triste-final-de-un-programador-de.html).

El mencionado FDT afectó seriamente a otro programador, Lee Holloway, cofundador, junto con Matthew Prince y Michelle Zatlyn, de la empresa tecnológica Cloudfare, especializada en seguridad de la red. En su sitio de Internet, señala que ofrece seguridad para que “sus redes trabajen rápido, segura y confiablemente” (ver: https://www.cloudflare.com/).

El 13 de septiembre del 2019, esa empresa subió de calificación financiera, con lo que sus acciones incrementaron su valor, pero fue algo que Holloway no pudo celebrar, pues su condición mental lo tenía reducido a, prácticamente, pasársela caminando en la casa de sus padres, en la que, por esas fechas, todavía vivía.

El artículo de Wired, titulado “La devastadora declinación de un brillante, joven programador”, firmado por Sandra Upson, ofrece un relato de cómo Lee fue degradándose, debido al FDT.

Lee, Prince y Zatlyn fundaron, en el 2008, a Cloudfare. Todos los programas requeridos para que pudiera detectar y detener ataques cibernéticos, así como spam y otros peligros en la red, fueron diseñados muy correcta y eficientemente por Lee, quien, “desde pequeño, era una persona que podía visualizar complejas estructuras en su mente. Creció en Cupertino, en donde su padre trabajaba para Apple y allí tuvo acceso a las computadoras más avanzadas. Él y su hermano se la pasaban jugando videojuegos. Y Lee, como gamer, se hizo legendario entre sus compañeros, pues podía detectar una compleja situación, rápidamente, ajustar estrategias y ganar partida tras partida”, dice Upson.

O sea, que  Lee ya traía, de familia, por su padre, esa inclinación para ser un genio de la programación. Prince y Zatlyn comentan que, siempre, en unas cuantas horas, era que Lee escribía los programas, que fueron vitales para la empresa, gracias a los cuales, tiene actualmente 82,000 clientes y 1,200 empleados. Y por ello, su valor, ha subido bastante.

Pero, como dije, por alguna razón, no aclarada aún, el FDT, enfermó y fue afectando a Lee, en el curso de pocos años.

Su primera esposa, Alexandra Carey, lo conoció en su etapa de normalidad, digamos. Muy enamorados, se casaron en el 2008. El desarrollo de la empresa se dio desde ese año y Lee, mostró un gran entusiasmo, haciendo, como señalé, los vitales programas para echarla a andar. Realmente, todos en la empresa, le reconocen su brillante inteligencia y la facilidad con que podía programar.

Pero no pasó mucho tiempo para que Lee comenzara a mostrar erráticos comportamientos en el trabajo. Se comportaba rudo, ausente, como si fuera otro.

Alexandra, con la que ya tenía un hijo, dice que Lee comenzó a comportarse extraño, distante, “y se hizo nuevos hábitos. Se la pasaba todo el tiempo dormido, se quitaba los zapatos y, de inmediato, se acostaba en el piso, y nuestro gato, se acostaba en su pecho. Mi hijo, de casi dos años, se le encimaba, para tratar de que jugara con él, pero era inútil”.

Lee se quejaba de dolores de cabeza y se la pasaba durmiendo. Incluso, cuando fueron a pasar unas vacaciones a París, Alexandra salía sola, con su hijo, pues Lee pretextaba estar muy cansado y se la pasó todo el tiempo en el hotel, durmiendo.

No pudo Alexandra cambiar su, creía ella, apatía. Y un día en que se iba a tomar una residencia en la NASA – era profesora de computación –, Lee le pidió el divorcio.

De allí, aparentemente, se enmendó, pues pudo tener, nuevamente, otra relación de amor. Esta vez, con Kristin Tarr, que se encargaba de las comunicaciones en Cloudfare.

Al principio, Lee y Kristin, con quien también se casó, llevaron una vida muy activa, pues ella era maratonista y varias veces, lo convenció de que corriera. Tuvieron igualmente un hijo, pero el mal de Lee, iba avanzando, sin que nadie lo sospechara, menos, ella. Repitieron el viaje a París, pero, otra vez, Lee se la pasó durmiendo en el hotel.

Las jaquecas, siguieron, así como el pasársela pernoctando, perdiendo interés en todo, hasta en la compañía. Prince y Zatlyn, mejor le pidieron que renunciara, a lo cual, Lee, no puso objeción alguna, como si le hubieran dicho “te invitamos a comer”.

Y Kristin, realmente sufrió, incluso, más que Alexandra, pues el comportamiento de Lee era totalmente distante, como si fuera un autómata, sin voluntad. Se la pasaba durmiendo, no se cambiaba de ropa, no se bañaba,  todo el tiempo usaba una gorra, que no se quitaba ni para dormir. No se interesaba, ni cuidaba para nada a su hijo, un bebé. Cuando éste comenzó a gatear, Kristin puso un barandal en la escalera, para evitar que el niño se cayera. “Lee, la abría y así la dejaba, sin importarle”, dice Kristin.

A pesar de su estado, todavía, en el 2014, Lee hizo un programa, en unas cuantas horas, que ofrecía el servicio de encriptación gratuita para los clientes de Cloudfare, de excepcional perfección, como comentaron, en su momento, otros ingenieros que trabajaban allí.

O sea que, en algún lugar de su cerebro, que se iba degradando, le quedaba esa parte tan brillante. Contradictorio, con un hombre que no se interesaba ni en su bebé.

Fue cuando pidió Kristin ayuda a los padres de Lee, con quienes lo llevó a que lo revisara un especialista.

Le practicaron un MRI (imagen de resonancia magnética) y, en efecto, le diagnosticaron el mencionado FDT, mal crónico-degenerativo, muy raro, “que afecta a una de cada 5000 personas, aunque muchos neurólogos que lo estudian, creen que se ha subestimado su diagnóstico. Lo que se sabe es que gente menor a los 60 años, es la que más sufre ese mal. Pero para Lee, un hombre en sus treintas, es poco usual que lo haya afectado”, dice Upson, señalando, además, que en algunos pacientes, la causa se debe a mutaciones genéticas y que provengan de una familia que padezca desórdenes neurodegenerativos. Pero nada detectaron los estudios que le practicaron a Lee, sobre el por qué le había dado tan joven.

En realidad, son males muchas veces impredecibles y, aunque sí tiene que ver la herencia, no siempre enferman de eso los descendientes de un enfermo que los padezca.

El MRI mostró manchas negras en los lóbulos frontal y temporal de Lee, evidencia de la avanzada degeneración cerebral.

Lo peor, le dijeron los doctores a sus padres y a Kristin, que no hay cura para ese mal. “Sus síntomas empeorarán y, con el tiempo, dejará de hablar, de moverse, y tendrá problemas para deglutir, hasta que, eventualmente, una infección o daño, lo mate. Lo mejor que le recomendaron los doctores fue que comiera una dieta balanceada e hiciera ejercicio”.

Muy habituales esas “recomendaciones”, simples paliativos, pues nada garantiza que, realmente, eso ayude.

Upson visitó a Lee, para hacerle una entrevista, pero aquél, la ignoró y se fue a la cocina, con su madre, a la que le pidió chocolates, como si fuera un niño.

La apatía y desgano de Lee, han ido creciendo. Su ventaja, como señala Upson, es que, como la empresa se ha ido capitalizando, las acciones de Lee, como fundador, han ido creciendo.

Con ese dinero, Kristin pudo adquirir una propiedad cerca de la costa, en California. Allí, un arquitecto diseñó senderos para que Lee y su padre, Rendon, puedan caminar. Y las plantas que sembraron son “no tóxicas”, nada de nogales o frutales, pues “podrían convertirse en peligros asfixiantes, una vez que desarrolle dificultad para deglutir”.

Viven allí sus padres y tanto Kristin, como Alexandra, van a visitarlo, con sus respectivos hijos.

Para personas que no tengan tanto dinero, las perspectivas de tener una existencia decorosa son nulas, dice Upson. Qué bueno que Lee tenga los recursos para que no se la pase tan mal.

Pero, todos están conscientes, de que los días de Lee, están contados.

Son los riesgos de personas tan brillantes como Lee.

Quizá, lo mejor, sea tener una inteligencia promedio.

Pero eso nos llevaría a tener una rutinaria existencia, como autómata-consumidor.

Eso, sería muy aburrido y resignado.

Mejor, sigamos siendo creativos y sólo esperemos que nuestras conexiones interneurales, no se atrofien, ¿no creen?

 

Contacto: studillac@hotmail.com