jueves, 27 de agosto de 2020

Rastro de EEUU asesina cerdos masivamente porque no hay trabajadores que los sacrifiquen

Rastro de EEUU asesina cerdos masivamente porque no hay trabajadores que los sacrifiquen

Por Adán Salgado Andrade

 

La depredación y contaminación ambiental del planeta, también es alentada por la producción de carne. Cada año, se sacrifican y procesan más de 57,000 millones de animales, o sea, un promedio de 7.6 animales por ser humano. Vacas, toros, cerdos, guajolotes, gallinas, conejos, caballos, chivos, borregos… al ser reproducidos y sacrificados, ocasionan altos niveles de contaminantes, además de tanto recurso empleado en alimentarlos, como cereales, agua, plantas y otras cosas. Tan sólo la carne roja, la que proviene del ganado vacuno, rebasa en contaminación, a la producida por todos los autos, barcos y aviones del planeta, combinados. Sólo, pongan en perspectiva, los millones de animales que, como dije, se producen anualmente, lo que comen, beben, orinan, defecan, los desperdicios que quedan al procesarlos, como pelambre, sangre, huesos, desechos fecales, el agua para limpiar la matanza… y comprenderemos por qué es una agroindustria muy contaminante, la crianza y procesamiento de animales de todo tipo.

Por otro lado, tantos millones de animales, son criados en condiciones verdaderamente deleznables e insalubres. En Estados Unidos, por ejemplo, la crianza de pollos, busca trabajar tan “eficientemente” que, literalmente, las pobres aves caminan, y están sentadas, entre sus heces, es decir, al hacinamiento, se le agrega insalubridad (ver: https://www.theguardian.com/environment/2020/aug/17/us-chickens-literally-sitting-in-each-others-waste-says-rspca-brexit).

Por eso, yo no las llamo granjas, sino fábricas de animales en serie (así las están, ya, llamando), pues los tratan como objetos inermes (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2010/08/fabricas-de-animales-enfermedades-en_01.html).

Y como tienen que sacrificar cientos de miles de animales a diario, se emplean procedimientos masivos para matarlos, muchos de los cuales, resultan inmorales, pues los animales, hay evidencia, sufren mucho. Si, de por sí, ingerir carne es antinatural – el ser humano fue, en sus inicios, herbívoro –, encima, tratar tan mal a los animales que van a saciar ese apetito cárnico, es un verdadera infamia.

Por ello, han surgido grupos de activistas, que documentan los malos tratos que se les dan a animales como cerdos, vacas, pollos y otras especies, tanto en la crianza, así como al sacrificarlos, con tal de que se cree conciencia, que los carnívoros, al ver eso, repiensen su dieta, que reduzcan la ingesta de carne o la eliminen totalmente.

Un grupo de tales activistas es Direct Action Everywhere, DxE, fundado por Wayne Hsiung, estadounidense, quien también posee la nacionalidad taiwanesa. Sus padres, emigraron a Estados Unidos, siendo Hsiung muy pequeño. Eso lo hicieron, cuando Taiwán se separó de China en los 1940’s, al tomar el Kuomintang, el control de la isla.

Tiempo después, regresaron de vacaciones a China, cuando él tenía ocho años. Allí, comieron en un restaurante de “comida exótica”, en Guangzhou, en donde víboras, mapaches, perros y monos, estaban encerrados y listos para ser sacrificados, frente al cliente, y cocinados “al gusto”.

Esa impresión, le dejó un vivo recuerdo, a partir del cual, aprendió, primero, que las “autoridades” “enseñaban” muchas cosas que son incorrectas y, segundo, que había algo “retorcido en la forma en que los humanos interactúan con los animales”.

Y por eso fue que, además de volverse vegano y desarrollar un gran amor por los animales, Hsiung se volvió activista, fundando distintos grupos, para defender los derechos de los animales, sobre todo, de los que, como dije, son sacrificados por cientos de miles diariamente en los rastros, operados por empresas “alimenticias” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/12/los-valientes-activistas-en-contra-de.html).

Hsiung ha tenido que emplear no convencionales métodos, para documentar la crueldad con que se trata a los animales, durante su crianza y al ser asesinados. Por ejemplo, se meten sus compañeros y él a los rastros, clandestinamente, e instalan cámaras y grabadoras, que ocultan, para que documenten los infames hechos. Y ha publicado varios videos en 3D, que dan buena cuenta de los niveles de sadismo que se emplean en tales rastros, contra los indefensos, muy espantados animales.

Las “autoridades”, que están en contubernio con los fabricantes de animales, no han hecho caso a los videos y evidencias de DxE, pero, sí, han actuado “legalmente”, acusándolo, tales fabricantes, de invadir sus propiedades y hasta de “robarles”. Eso, porque, en una de esas veces que Hsiung y sus compañeros se metieron al rastro Circle Four Farms, rescataron a un cerdito que estaba por morir. Gracias a sus cuidados, fue salvado.

Y su activismo ha seguido, tratando de mostrar más horrores, como el cometido recientemente en el rastro llamado Iowa Select Farms. Matt Johnson, otro miembro de DxE, gracias a un pitazo de alguien que trabaja allí mismo, pudo documentar otro horror, digno de las infamias cometidas dentro de los campos de concentración nazis.

De eso, da cuenta el artículo y podcast de Wired, titulado “Cómo un activista de los derechos animales, expuso una brutal matanza, detonada por la pandemia”, firmado por Lauren Goode (ver: https://www.wired.com/story/get-wired-podcast-6-ventilation-shutdown-factory-farms/).

Esa granja, pretextando la falta de trabajadores, debida a la pandemia, además de la disminución en el consumo de carne de cerdo en Estados Unidos y en otros países, ideó una perversa forma de asesinar masivamente a miles de cerdos que, para los dueños de esa fábrica de animales, “sobraban”. El método, llamado “supresión de la ventilación”, consiste encerrar herméticamente a cientos o miles de “sobrantes” cerdos en una bodega, inyectar monóxido de carbono o vapor, y esperar a que mueran por sofocamiento.

Los miserables que hacen eso, decían que era una forma rápida de asesinarlos, máximo “en una hora”. Pero Johnson, usando, de nuevo, cámaras y grabadoras escondidas, pudo cerciorarse de que era mentira lo de la “muerte rápida”. De hecho, cuando le dieron el pitazo del primer puercocidio masivo, llegó tarde. Pero sus compañeros y él, hallaron charcos de sangre, pues a los pobres cerdos, los tuvieron que asesinar con un tiro en la cabeza, pues tardaron en fallecer.

Verdaderamente abominable y monstruosa práctica, que recuerda las cámaras de gas, en las cuales eran asesinados los prisioneros de los mencionados campos de concentración nazis. De seguro, esos miserables asesinos, se han de haber basado en ese deleznable método de aniquilamiento masivo.

Véase cómo los dueños de tales sitios de la muerte, se insensibilizan, se vuelven asesinos autómatas, a los que sólo interesan sus ganancias y evitar, lo más posible, las pérdidas. Matar a tanto cerdo, equivale a las lecherías, que, como tampoco se estuvo vendiendo la leche, preferían tirarla, que regalarla.

Ese rastro, pudo haber obsequiado tanto cerdo a granjas y familias rurales, pero prefirió su aniquilamiento.

Johnson, pudo tener acceso sólo hasta el tercer puercocidio. Sus compañeros y él, ocultaron cámaras y grabadoras, como siempre hacen. Por desgracia, fueron descubiertas, y el metraje que captaron, fue borrado por los asesinos-trabajadores del rastro. Pero pudieron recuperar una grabadora, que pasó desapercibida. Y captó el sobrecogedor sonido de los gritos que emiten los cientos de cerditos que están siendo sofocados.

En el minuto 14:41, del podcast que acompaña el artículo, pueden escucharse esos lastimeros, desesperados gritos. Andy Greenberg, quien colabora en el artículo, describe ese sonido como “un infernal ruido, que nunca antes había escuchado”. “Y siguió escuchándose por más de dos horas y media”, lo que confirmó, nuevamente, que los pobres animales no mueren “rápidamente” y sufren una larga, espantosa agonía.

En efecto, escuchen, por favor, esos miles de gritos, emitidos al unísono, por miles de cerditos, ¡espantados porque están sintiendo la muerte!

Son las miles de infamias que se comenten con millones de animales sacrificados anualmente, en aras de satisfacer la glotonería de los carnívoros, que no pueden vivir sin su bistec, pavo, pollo rostizado, pato a la naranja, tacos de carnitas, moronga… y más excresencias “culinarias”.

A Johnson, como siempre han hecho con los activistas de DxE, lo encerraron, pero no pudieron levantarle ningún cargo, ni tampoco a sus amigos.

Dice que seguirá con su lucha, hasta que la gente se sensibilice de la crueldad que implica el comer carne, lo que sufren, al ser criados y sacrificados, tantos millones de animales.

Y, quién sabe, quizá, algún día, esos animales evolucionen tanto, por el continuo sufrimiento, que se rebelen contra una monstruosa humanidad, que por tantos siglos, les ha dado tan viles tratos.

Muy probablemente, terminemos hechos carnitas, que degusten cerdos, vacas o pollos.

 

Contacto: studillac@hotmail.com