La dura vida en el campo
Por Adán Salgado Andrade
Nopala, Hidalgo. De nuevo, mi amigo don Jesús y yo, nos encontramos en la casa de nuestros buenos anfitriones don Delfino y su esposa, doña Guadalupe, que ya van a cumplir casi 19 años de haberse “juntado”. Ya he escrito sobre la dura vida que llevan en estas tierras a las afueras de Nopala, en medio del campo (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/01/de-viboras-huachicoleros-y-juventud.html).
Como siempre, los visitamos para platicar y tomar el rico pulque que don Delfino prepara. Todos los días raspa los magueyes activos, que no son muchos, pues les lleva ocho años para que comiencen a producir el aguamiel, base para preparar el mencionado pulque. Lo hace con una botella, a la que se conecta un pedazo de manguera. Por ésta, succiona el aguamiel, hasta llenarla a la mitad y lo vacía en un recipiente plástico (¡qué no es hecho de contaminante plástico estos días!).
“Ahorita, como no ha llovido, no dan mucho aguamiel los magueyes”, dice don Delfino, mirando hacia sus tierras, las tres hectáreas que tiene. “No, pus los magueyes, lo más que duran sin agua son ocho meses, pero si no llueve luego de tantos meses, se ponen amarillos y se muren”. Las recientes lluvias, muy ligeras han aliviado la resequedad de aquéllos.
Recién barbechó un tractor sus tierras. Le cobra 1,300 pesos por hectárea, más el obligado pulque para el operador, cortesía de la casa, para calmar en algo la sed que el trabajo ocasiona al andar moviendo, a pleno sol, esa máquina. “Ya casi no se usa la yunta”, dice doña Lupe, cuando les pregunto sobre ella. “Mucho trabajo”, comenta.
Claro, y tan mal pagado que está el campo. Ellos, casi siempre siembran solamente para tener maíz para sus necesidades y para los animales. En el 2021, llovió tanto, que “hicimos unas elotizas bien buenas, se llenó el jagüey y todo se puso rebonito”, agrega la mujer de 50 años, bastante quemada por el diario sol al que todas sus actividades la hacen exponerse. No se ve que use bloqueadores solares o bronceadores. Al igual que don Delfino, que va a cumplir 79 años en diciembre, y que, para su edad, todavía se ve bastante fuerte, aquí la gente se acostumbra a esa dura existencia, nada de cremas, menjurjes u otras sustancias que, además, su magro ingreso, no haría tan asequibles o, si pudieran, en medio del campo, tendrían que viajar varios kilómetros a un comercio cercano para adquirirlos, si los hubiera. Casi siempre tienen que viajar a Huichapan, más cosmopolita, para comprar en alguna farmacia o “súper” (el Walmart es el que monopoliza a ese municipio y el resto, son pequeñas tiendas o farmacias), medicamentos o algunas otras cosas que les hagan realmente falta, no cremas para manos, claro.
La sequía actual que afecta a todo el país y casi a todo el mundo, se repite, pues esto, ya lo había visto yo en el 2020, cuando también fue afectada esta región, semidesértica, de por sí, por otra sequía. Tampoco obtuvieron nada, como en el año pasado. En el 2022, llovió tan poco, que la milpa no dio elotes y sólo les sirvió como forraje para los caballos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/01/el-duro-trabajo-en-el-campo-revisitado.html).
Y este año es peor, pues es severa la resequedad de los suelos. Don Delfino ya barbechó, como dije, y también sembró, con la esperanza de que llueva pronto. Pero no parece posible. El día anterior, acompañé a don Jesús a Actopan, para que verificara su auto, un viejo Tsuru 1997, para que pueda ir a México, pues sólo verificados, pueden entrar a la ciudad los autos foráneos (por cierto que no aprobó, por algo de exceso de nitratos. Pero como me dice don Jesús, con justa razón, no “avienta humo. ¡A los que deberían de detener y multar son a los que parecen chimeneas!”). Por el camino, vimos varios terrenos sembrados con milpas ya bastante desarrolladas, casi para dar elotes. Pero es que son tierras de riego, “de aguas negras”, según señala don Jesús. Todos esos sitios se ven rebosantes, muy verdes. No así las tres yermas hectáreas de don Delfino, quien las contempla, expectante, deseando que los casi cinco mil pesos que gastó en alquilar el tractor, por barbechar y sembrar, hayan valido la pena, como dije, no para hacer negocio, pues no es negocio para los campesinos que tienen pocas tierras, como él, sembrar, sino para que al menos tengan maíz y frijoles (que es la otra leguminosa que cultivan).
En estos días que escribo las presentes líneas, han sido sumamente escasas las lluvias, que más parecen rociadas – que casi se evaporan antes de tocar tierra –, que lluvias. Muy triste situación. Y seguramente es la de miles de campesinos de este país, en donde dos terceras partes de las tierras de cultivo son de temporal, o sea, sólo producen si llueve.
También piensa doña Lupe que puede deberse a que cada tercer día pasa una avioneta rociando "vaya uste' a saber qué". Don Jesús dice que cerca hay una planta fotovoltáica. "¡Está grandísima!", dice él. Y que junto han sembrado fresas, que no requieren tanta agua. Teorizo que quizá la avioneta riegue químicos para evitar las lluvias y que los paneles solares trabajen a su máxima eficiencia, como han hecho en sitios como Tlaxcala o la planta de la empresa Volkswagen, en Puebla, que hace lo mismo para que sus autos nuevos no se maltraten (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2023/06/las-energias-verdes-tambien-depredan-y.html).
Podría ser y, de ser cierto, además de una acción criminal contra la zona y sus habitantes, mostraría que importan más los intereses económicos que los ambientales y sociales. "¡Qué poca madre!", exclama don Jesús y lo mismo hace doña Lupe. Les digo que deben de organizarse y exigir que les digan las autoridades qué hace esa avioneta y qué riega. Dice que lo va a comentar con la gente.
Eso prueba que muchas cosas las hacen a nuestras espaldas. Imperan los intereses de los poderosos.
El pulque es excelente. Y como doña Lupe espera a unos invitados, un par de empleados de CFE (Comisión Federal de Electricidad), que le “echaron la mano” con unos postes de luz (los iban a tirar, pues los removieron de su lugar y ella y don Delfino les pidieron que los colocaran dentro de su terreno, “para lo que se ofrezca”), también preparó un “curado” de tunas moradas. Nos lo sirve en jarros de barro, y esta riquísimo, como le digo. “Pero como que le falta pulque”, insiste, incrédula. Le reiteramos don Jesús y yo que está muy sabroso. Y parece que se convence. “Es que yo lo hago con las tunas que corto. Hay gente que le da flojera y las hace con las que se encuentra tiradas, pero así, no sabe bueno, porque ya están echadas a perder, fermentadas y le dan otro sabor (en días previos, nos había ofrecido un “curado” hecho así, con tunas recogidas, por una vecina. En efecto, sabía más a piloncillo – que es el ingrediente previo al azúcar, obtenido del jugo de caña, sin procesar, sólo hervido –, que a tuna).
Don Delfino se retira a vender sus paletas (lo hace frente a una escuela, desde hace años. Las compra con un paletero de Nopala) y nos quedamos, para seguir bebiendo “pulquito y curado” y platicando.
Como siempre, don Jesús, hombre de 71 años, habla de muchas cosas (varias, ya las conozco, de tanto que se las he escuchado). Critica a AMLO, como siempre y yo le recuerdo que no soy correligionario incondicional, que el señor ha tenido errores (como el Tren Maya, proyecto antiecológico al que siempre me opuse, desde antes que él asumiera la presidencia), pero que ha tenido buenas cosas, como el rescate de Pemex, de CFE, la disminución de la importación de gasolinas, la disminución de gastos ostentosos (como los que hacían las pasadas mafias priístas), disminución de la represión (antes, por ejemplo, eran comunes los ataques de granaderos a manifestaciones de cualquier índole)… ¡o la eliminación del absurdo, inútil horario de verano!
Pero no lo convenzo, ni él me convence. Le pregunto a doña Lupe que qué piensa. “Pus ya no sé ni qué pensar”, dice, con toda razón, pues el dicho de AMLO de “primero los pobres”, como que ella y miles más, en condiciones precarias, no lo han visto del todo.
Sale el tema de la delincuencia, de la gente que vende drogas. “Huy, son los que andan vendiendo drogas en las escuelas” dice doña Lupe, quien siempre ha advertido a sus dos hijos – uno, de 24, Esteban, de su primer matrimonio, y el otro, Cristian, de 19, que tuvo con don Delfino – que no se metan en eso. “Yo digo que no se han drogado”, me responde cuando le pregunto si ellos han usado drogas, afectando duda, sobre todo de Cristian, supongo, porque del mayor, sí está plenamente segura. “Esteban sí se echa sus pulques, se pone hasta atrás”. Él, terminó de psicólogo en una universidad privada y, para su fortuna, una empresa de Monterrey solicitaba psicólogos y allá es en donde trabaja actualmente.
Don Jesús comenta de una mujer que metieron injustamente a la cárcel por quince años, imputada de un delito que no cometió. Como él sabe algo de leyes, sin ser licenciado (fue líder sindical, cuando trabajaba en la entonces Tesorería del Distrito Federal, entre los 1980’s y 2000’s), logró apelar su sentencia y la sacaron a los doce años. La chica, de nombre Yolanda, platica don Jesús, al salir, trató de “echarle ganas” y se metió a trabajar a varios sitios. Cuando entro a la cárcel, tenía 25 años y salió de 36. “Trabajó en tiendas, en restaurantes… hasta hacia gorditas (típico producto culinario mexicano, hechas de masa de maíz con algún relleno, como frijoles, y cocidas en un comal), muy buenas. Pero luego se juntó con uno que vendía drogas y yo creo que lo defendió o no sé, porque no pagaba ese güey, y los mataron a los dos”. Doña Lupe le aclara que ella también vendía drogas. “Sí. Una hija de una vecina andaba con ese cuate y yo le decía que ya no la dejara andar con él. Pero que viene Yolanda y que se lo baja… ¡y qué bueno, porque no pasó mucho tiempo que se puso ella también a vender drogas y los mataron a los dos!”, exclama. “¡Huy, ha habido muchos muertitos, como unos diez, por eso de las drogas, por aquí!”, agrega.
Sí, el país hierve en violencia y en gente joven que por necesidad, combinada con ignorancia y falta de verdaderos valores humanos (compasión, humildad, sentido común, amor, sensibilidad…), entran a vender drogas u otras actividades ilícitas (sicarios, secuestradores, clonadores de tarjetas, ladrones de transportes, “policías” corruptos, hackers, ladrones de negocios, joyerías, bancos…).
Pero si en algo fallan, como en no entregar claras cuentas, los grupos criminales que los reclutaron, no dudan en “despacharlos”. Y lo hacen de manera sádica. Dice don Jesús que a Yolanda la hallaron con el cráneo destrozado y a su “socio”, sin genitales (dice que eso, según le cuentan los sabedores, es porque se metió con alguna mujer de alguno de esos criminales, como advertencia para otros, de que nadie les debe de tocar a “sus mujeres”).
Llegan en esa parte de la conversación los empleados de CFE, quienes habían comprado unas enchiladas para acompañar su pulque. Pero cuando doña Guadalupe las puso a calentar, dijo que comenzaron a oler mal. “No les vayan a hacer mal”, les dice. “Es que allí, donde las compraron, las venden ya viejas, por eso salen mal, mejor no se las coman”, recomienda.
Estamos a la sombra de un frondoso árbol de moras, parecidas a tejocotes. A pesar del calor, el lugar es bastante fresco y agradable. Lo que comprueba que la falta de vegetación es la que está contribuyendo más al calentamiento global. Al depredar e incendiar bosques y selvas, acabamos con el enfriamiento que esos ecosistemas proporcionan.
Les pregunto sobre su faena del día. Uno me contesta que, de momento, pasaron a “echarse el pulquito”, pero que si les llaman, tienen que seguir, pero que trabajan ocho horas diarias.
Dicen que son linieros, de los que revisan fallas y arreglan conexiones, aunque algunas ya tienen sistemas remotos que pueden repararlas a distancia.
Sobre si sus condiciones de trabajo se mantienen o han empeorado, me dicen que algunas cosas se han conservado, como préstamos, cajas de ahorro, vacaciones, seguro de vida. “Pero lo de las pensiones, los que no tienen mucho de haber entrado, cuando se pensionen, sólo les darán lo de sus Afores”. Se refiere a esa ley que arregló a modo, lo del otorgamiento de las pensiones, porque las personas que tienen pocos años trabajando, sólo tendrán derecho a la pensión que su “sistema de ahorro”, les dará, no mucho, pues es de acuerdo a lo que ganen. Así que algunos podrían ganar dos, tres o cuatro mil pesos o más, pero dependiendo de lo que perciban actualmente. No será como el antiguo sistema de pensiones, que, según los años trabajados, la gente podía ganar hasta el cien por ciento del salario base. Más un dinero extra.
En realidad, lo de las Afores fue una invención hecha por la pasada mafia priísta para capitalizar a los quebrados bancos o a rescatar empresas. Pero para los trabajadores, no ha sido de ninguna manera ventajoso.
Dicen que su base es en Huichapan y que abarcan los alrededores, unos cuarenta kilómetros a la redonda. “Sí, por acá, nos vamos hasta El Carmen (un poblado cercano a Nopala) y del otro lado, hasta La Sabina (también otro poblado, pero hacia el poniente de Huichapan)”.
Y les pregunto de si hay seguido accidentes. “Pues no muchos, porque ya hay más cuidado, nos dicen que nos cuidemos más, pero, sí, ha habido accidentes”.
Uno de ellos, reciente, le sucedió a uno de sus compañeros que estaba cambiando una línea. “Ya había desconectado un cable, pero no se dio cuenta que todavía estaba conectado del otro extremo. Y nada más fue el regreso de la luz, lo que le dio el corto circuito. Y aparentemente, no le pasó nada, pero nunca dejó de oler como a quemado desde esa vez”. Otra vez, ese mismo trabajador se lastimó la cintura y fue cuando decidió pensionarse, por esa lesión laboral.
Otro compañero, hace unos diez años, estaba revisando una línea de alta tensión. Tenía su computadora y cuando elevó la antena para conectarla al Internet, ésta, chocó contra uno de los cables y lo electrocutó. Dicen que sólo le pagaron a sus familiares el seguro de vida. “Estaba chavo… como unos 22 años tenía”, dice uno de los trabajadores.
Esas desgracias, para las familias, son tragedias, pero para las empresas, son sólo una estadística más a la que hay que reemplazar. Así actúa el capitalismo salvaje.
Sobre los salarios, dicen que varían. Un mozo, que es como un “mandadero”, gana siete mil pesos mensuales. Pero van subiendo. Dependiendo a diez, doce o quince mil pesos, cuando mucho. No me lo quisieron decir, pero cuando les dije si ganaban quince mil, dijeron “no, no, menos”. Así que han de percibir unos doce o trece mil pesos al mes. Y ellos, se ve que sí trabajan, yendo a donde haya alguna falla o en donde las empresa los solicite.
Les pregunto si es cierto de que CFE va a ofrecer chips de internet, como ya han venido anunciando y dicen que en estos lugares, todavía no. Es la promesa hecha por AMLO, de proporcionar Internet a todo el país, empleando la red eléctrica. Ojalá se cumpla y que no sigamos atenidos al monopolio de Telcel, caro y malo.
Reciben una llamada por su celular, de que deben de atender una falla, allí mismo, en Nopala. No les pagan el servicio de sus celulares, que ellos deben de costear. “Sólo a los jefes”, dice uno. Absurdo que los altos funcionarios, de salarios de cien mil pesos o más, les paguen esos “extras”, que bien podrían cubrir son sus altos emolumentos. Pero ese es el surrealismo existente en este país.
Se despiden muy educados, para cumplir con su diaria tarea de electrificar y mantener electrificado a este país.
AMLO se está encargando de revertir las mezquinas “reformas” constitucionales que hiciera Enrique Peña Nieto, al semiprivatizar a CFE y a Pemex. Recientemente adquirió plantas de generación de Iberdrola para incrementar la generación pública de electricidad, de 39.6% a 55.5%, la que debe de considerarse un derecho humano de la humanidad, contar con buen servicio de ese vital fluido (ver: https://www.gob.mx/presidencia/prensa/compra-de-plantas-a-iberdrola-es-una-nueva-nacionalizacion-de-la-industria-electrica-presidente).
Nosotros, terminamos con nuestros jarros de barro de ese buen pulque y ese sabroso curado, agradeciendo la hospitalidad de doña Guadalupe, a la que siempre dejo doscientos pesos (sólo nos quiere cobrar veinte pesos, cada que vamos) y le deseamos que muy pronto llueva, para ver si, ahora sí, a fin de año, “nos echamos una elotiza”.
No sólo por la elotiza, porque, de no llover, la precariedad en la que viven, empeorará.
Esperemos que el buen Tláloc, el dios mexica de la lluvia, se apiade de todo el mundo, no sólo de México y mande al infierno al calentamiento global, con buenas lluvias.
Contacto: studillac@hotmail.com