El creciente
“secuestro” (ransomware) computacional
por Adán
Salgado Andrade
Los avances tecnológicos, en muchos
sentidos, han facilitado bastante la vida. El empleo del Internet en todo tipo
de cuestiones, sean de trabajo, escolar, investigaciones, comunicación social…
y muchas más, es ya indispensable, sobre todo, si queremos ir a la par de la
así llamada “modernidad”.
Pero, del mismo modo
que tiene sus ventajas, las desventajas que se presentan, cada vez más
frecuentemente, en mi opinión, están por rebasar a las mencionadas ventajas.
Una de las principales es que el Internet es empleado por todo tipo de
criminales, que aprovechan tal conexión mundial para, igualmente, facilitarse su
ilegal actividad. Por ejemplo, el uso de las redes sociales, tales como el
Facebook (FB), ha permitido que la exposición pública de los datos de los
usuarios dé lugar a delitos tales como sobornos, amenazando con hacer pública
determinada información, hasta el secuestro, pues los cibercriminales pueden
ubicar, con un poco de paciente vigilancia, los hábitos y actividades de
determinado usuario (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/11/las-banales-adictivas-y-riesgosas-redes.html).
Otro tipo de frecuente
crimen es aquél en el cual los cibercriminales intervienen (hackean) servidores
de bancos para sustraer dinero de las cuentas de clientes. Fue un crimen que
hasta hace un par de años había crecido exponencialmente, sobre todo por la actividad
de los cibercriminales rusos, en especial la del señor Eugeniy Mikhailovich
Bogachev, un cibercriminal alrededor del cual debió montarse una minuciosa
operación de expertos cibernéticos, empresas computacionales, hackers buenos, así como agencias gubernamentales,
para deshacer su complejo esquema de robos bancarios por Internet. Creó un
software llamado Zeus, tan sofisticado, que se posesionaba de la computadora de
la infeliz víctima que caía en su control y sustraía dinero de sus cuentas
bancarias o actividades financieras, como
si se tratara de la misma persona.
Los robos podían ser de una parte o del total de sus activos bancarios. Así, si
el perjudicado hacía una reclamación al banco, era muy poco probable que la
institución le hiciera el reembolso, pues, como señalé, parecía como si dicha
persona hubiera hecho por sí misma la operación bancaria. Pero, por fortuna, la
mencionada acción conjunta redujo y casi anuló dichos ataques. La ironía de
todo es que esos cibercriminales recurren a bancos para “lavar” el dinero
obtenido por sus robos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2017/04/cibercriminales-rusos-y-corrupcion.html).
La operación conjunta
destruyó parte del gran negocio. Sin embargo, dejó sus secuelas, las que
también se hacían cuando Zeus aún estaba activo. Se trata de una derivación de
Zeus, un software maligno (malware), que encripta la computadora de la víctima,
de manera tan precoz y bárbara, que es imposible recuperar la información
contenida en aquélla. Archivos de texto, pdf’s, fotos y videos son
irrecuperables, a menos que se pague
una “recompensa” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Ransomware).
Ese encriptador es un
troyano que se esconde en un link enviado en un correo. Servicios de nube, como
el We Transfer, por mencionar alguno,
pueden albergar ese malware, el que se descarga junto con el archivo que la
computadora esté recibiendo. Y una vez iniciada la descarga, es imposible
evitar la infección. Los archivos
quedan “encriptados”, pero, en realidad, son dañados irreversiblemente, como
pude constatar con una víctima de tal felonía, cuyo caso expongo a
continuación.
Su nombre es Ricardo,
músico titulado de la Facultad de Música de la Universidad Autónoma de México
(UNAM). Tiene una gran trayectoria musical, la que combina con el trabajo en su
estudio, Tlaxcalli Records. En dicho
estudio ha grabado y producido, además de sus propias creaciones, a decenas de
grupos musicales, así como audiolibros, spots, soundtracks de películas… en fin, todo lo que tenga que ver con la
producción musical y sonora.
“Sí, me llegó el
encriptador al descargar un archivo para hacer un trabajo. Me vino por el We Transfer. Como era de un amigo, qué
te vas a imaginar que trajera premio”,
me platica, en tono de divertida resignación. Al parecer, el encriptador se
incuba, pues Ricardo había recibido el archivo tres días antes del “ataque”.
Justo cuando lo abrió para trabajarlo, fue que el malware se puso en acción.
Apareció la leyenda en inglés Denial of
Service y, enseguida, otro letrero, igualmente en aquél idioma, explicando
que la computadora estaba “secuestrada”, exigiéndole un pago inmediato de ¡2600
dólares!, que se duplicarían, con cada día que dejara transcurrir, y que sólo
tenía hasta determinada fecha (un lapso de unos cinco días), para pagar, pues,
de lo contrario, advertían, “¡nunca más veras tus archivos!”.
Ricardo tiene
experiencia computacional, así que de inmediato buscó herramientas de software
para arreglar el problema, a pesar de que también el letrero de los
cibercriminales puntualizó que era inútil que intentara desbloquear sus
archivos. Recurrió incluso a una plataforma constituida el año pasado, 2016, No more ransom (https://www.nomoreransom.org/),
que brinda gratuitamente herramientas para rescatar los archivos infectados,
pero no, fue inútil. “Es que este virus, parece que se está cambiando cada hora
o así”, explica. Así, transcurrió un día.
Al siguiente, en
efecto, un nuevo letrero apareció, exigiéndole ya ¡4600 dólares!
“Fíjate, lo peor es que
me metí a foros, para ver si hallaba alguna solución y ¡nada, no! Sólo hay
testimonios de gente que ha sufrido esos ataques y, aunque hayan pagado, no les
dan nada o las keys que les dan, ni
sirven. O sea, que es puro negocio y les vale madres si recuperas o no tu
información”, me dice. Y abundan los testimonios de víctimas que hasta se han
suicidado, pues esos miserables cibercriminales acaban, de alguna forma, no
sólo con su información, sino hasta con su vida. Los “suicidan”
computacionalmente, por decirlo de algún modo.
Eso equivale a los
secuestros de personas, igual o mucho más infames, que, incluso pagando, la
persona no es liberada y aparece muerta luego de un tiempo. La misma táctica
empleada con las computadoras secuestradas.
Comentamos que este
incremento en la criminalidad de todo tipo, en la violencia aleatoria, en la
falta de valores… es consecuencia de la descomposición social a la que este
materialista sistema económico, llamado capitalismo salvaje, nos ha llevado. Le
digo que la mayoría de los cibercriminales son jóvenes de veintitantos años los
que, con las ganancias obtenidas, tratan de darse la gran vida, comprando autos
de lujo, ropa cara, costosos relojes… sí, cumpliendo con las imposiciones
consumistas, legitimándose ante la
sociedad, a pesar de ser simples delincuentes. Sí, pues para el capitalismo
salvaje, alguien con mucho poder de compra, aunque sea un ladrón, se legitima, es una persona exitosa.
Por lo pronto, a
Ricardo, el encriptador le destruyó la información guardada en tres discos
duros de un terabyte cada uno. “Sí, imagínate, el trabajo de unos diez años, lo
tenía todo allí”. Sin embargo, eso no es lo que le preocupa, sino las
producciones que actualmente se encuentra realizando. “Mira, tenía un video de
la grabación de una ópera en una iglesia, el año pasado. Ya estaba terminando de
editarlo. Y tengo otras dos producciones. Una, de un conjunto de cubanos y,
otra, de una chica solista…”.
Por fortuna, dentro de
todo lo “malo”, dice Ricardo que no afecta ese virus audios. “Te destruye
fotos, textos, videos, pero no te toca los mp3’s… menos mal, porque así puedo
recuperar algunas cosas”, agrega.
Y se ha enterado de
amistades que también han sido afectadas por el virus. “A una amiga que trabaja
en un hospital, le infectó la computadora y le destruyó la información de
historias clínicas, expedientes. Como no pagó, pues nunca recuperó nada y ha
tenido que reconstruir todos sus archivos. A otra amiga, también le pasó lo
mismo, y hasta su tesis que estaba haciendo en su laptop perdió. Y aunque sea información
importante, como te piden tanto dinero, ni modo, la dejas perder”.
Sí, y es que no es
fácil, en primer lugar, tener a la mano tanto dinero, pues, como en el caso de
Ricardo, primero eran 2600 dólares, o sea, $52000 pesos. Y luego, el doble, 5200
dólares, $104000 pesos. Es un absurdo. Y, en segundo lugar, como señaló, que no
es garantía de que realmente se “libere” la computadora, aún hecho el pago.
“Mira, yo creo que ni
esos tipos tienen control. Son programas destructivos, te descomponen todos los
archivos, la cabeza, el cuerpo y la cola, para que me entiendas, y ya no los
puedes rescatar. ¡O sea, que no tienen madre esos cabrones!”, exclama, aún sin
perder el buen humor.
Quizá por ello, agrega,
sea que hubo el año pasado (2016), algunos de esos hackers, arrepentidos por su mal actuar, pusieron a disposición pública
la llave para desencriptar los
archivos infectados, pidiendo muy sinceras disculpas. Quizá haya funcionado tal
llave para el virus de entonces, pero no para Ricardo, que hasta eso probó y no
le funcionó. “Bueno, al menos, al menos algunos se arrepintieron”, razono.
Dice que su error fue
no haber respaldado los nombres de los archivos del programa de grabación, que
son los que contienen la información de los multitracs. “Sí, es que guardo los
proyectos, pero si además hubiera guardado los nombres aparte, podría
reconstruir los audios, pues, como te digo, esos no los dañan”.
Le pregunto qué se
puede hacer para evitar ese tipo de ataques, los que, por desgracia, son cada
vez más frecuentes. “Mira, cuando te toca, te toca… como a mí. Pero lo que sí
te puedo decir es que no abras correos de desconocidos y, mucho menos, abras links que sean muy largos, pues allí es
donde vienen. Ni tampoco de la nube (se refiere a los servicios de
almacenamiento en la red), pues allí
es donde se alojan. Y es bueno que bajes algún programa gratuito que te proteja
contra el ransomware, como el Clam Sentinel (http://clamsentinel.sourceforge.net/),
y que frecuentemente escanees toda tu computadora, pues el virus se almacena allí
y con eso, lo detecta antes de que actúe”.
Por desgracia es un
creciente problema y ninguna autoridad o empresa parece que haga algo. Hubo el
año pasado, en julio, la ya mencionada coalición de empresas y gobiernos No more ransom, para combatir
“contundentemente” el secuestro computacional, pero, al parecer, no ha sido tan
contundente, pues el número de víctimas cuyas computadoras son infectadas crece
día a día (ver: https://www.europol.europa.eu/newsroom/news/no-more-ransom-law-enforcement-and-it-security-companies-join-forces-to-fight-ransomware).
Y las consecuencias de
tal inacción son las afectaciones a personas como Ricardo, cuyo trabajo depende
de que su información computacional esté siempre disponible, no “secuestrada”
por un malicioso programa, cuya única finalidad es extorsionar y ya. “Como te
digo, ni esos cuates saben lo que sueltan, de verdad, son como Frankensteins”.
Abunda, “mira, por lo
que estuve investigando, son programas zombis, que están programados para
atacar en cuanto se metan a una computadora. Y también los letreros de la
recompensa, ya están programados, para que salgan con la fecha del ataque y los
días que te dan de plazo para que pagues. O sea, que esos hackers ni saben cuándo
ataca su virus, y ya, si la víctima les paga, pues es buen dinero, y no les preocupa
que rescates o no la información, porque no te envían nada y si te envían una llave, no sirve, pues este programa, no
sé, como que evoluciona solo”.
Sin embargo, como en
todo, Ricardo opina que también hay un beneficio adicional para las empresas
que desarrollan software. “Mira, es que lo primero que te dicen en los foros,
es que porque bajaste programas piratas
de Bit Torrent (una plataforma para descargar
programas de todo tipo). Pero no es cierto, yo siempre he bajado programas de
allí y nunca me había pasado esto. Simplemente, les pasas el antivirus y son
seguros de usar. Y es que, imagínate, es por necesidad que hacemos esto. ¿Tú
crees que la gente podría comprar todos sus programas originales? ¡Claro que
no! Imagínate, algunos de los programas de audio que uso, unos cuestan hasta
cinco mil dólares. El programa de edición Vegas,
de Sony, original cuesta diez mil dólares. Nadie podría usar una computadora. Tengo
amigos que trabajan en oficinas del gobierno y les ando instalando programas
piratas, pues allí no se los compran. Es un problema de economía. ¡Ah, pero te
dicen que no bajes piratería!, ¿¡cómo no vas a hacerlo, si son tan caros los
programas y dices, o los compro o como, no!?”, dice, sonriendo.
Es cierto lo que dice,
pues el costo de programas originales es altísimo, en relación a los magros
ingresos promedio que tenemos en este neocolonizado país. Y como casi todos son
de empresas extranjeras, pues el costo se eleva mucho más.
“O sea que, de entrada,
te están diciendo mejor compra software
original, no te arriesgues. Pero, además, fíjate, llegué a la conclusión de
que quizá hasta sea un plan maquiavélico de las empresas de antivirus, que estén
trabajando en un desencriptador universal y que un día lo suelten y te pidan,
no sé, cien dólares… ¡ah, porque te recomiendan que guardes tus archivos
infectados, para que, por si algún día sale un antivirus, los puedas recuperar!
¿¡Qué casualidad, no!? Entonces, imagínate, ya son millones a los que se les
han infectado sus archivos, y si los tienen guardados y si sale esa cura, ¡el
negociazo que van a hacer!, ¿no?”.
Sí, tiene lógica lo que
dice, pues, a fin de cuentas, en el capitalismo salvaje, cualquier oportunidad
de obtener buenas ganancias es más que bienvenida. Y hay ejemplos recientes,
como cuando en el 2009, se magnificó en este país una epidemia de influenza,
que llevó a la paralización de todas las actividades durante una semana, sembró
el generalizado pánico (las personas no se querían ya ni saludar, por “temor” a
ser contagiados), era casi un crimen estornudar
en público, subieron muchísimo las ventas de tapabocas, que hasta
escasearon por varios días (para muchos, esa época fue muy buena, pues se
pusieron a hacer tapabocas caseros)… ¡y, claro, la transnacional industria
farmacéutica hizo el gran negocio, en especial Roche, la sola productora del Tamiflu, supuestamente, el único medicamento, en ese entonces,
capaz de “curar” a la temible influenza,
que aquí ganó muchísimo, pues la mafia calderonista de esos años le compró 400
mil tratamientos, a $350 cada uno, lo que dejó a Roche, sin grandes problemas y
gracias al inducido pánico, ¡140 millones de pesos! Aun así, muchos enfermos ni
con eso se curaron, pues el Tamiflu no es efectivo en todos los casos (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2009/05/detras-del-virus-de-la-influenza.html).
Razonamos que, en
efecto, pudiera ser, incluso, que muchos de tales hackers sean hasta financiados por las empresas de antivirus, con
tal de que sigan infectando a más y más infelices en el mundo, para que, en
cuanto se desarrolle el desencriptador universal, ¡va, damas y caballeros, por
fin, la cura que tanto estaban esperando para recuperar todos sus archivos
encriptados por esos desalmados!
Le comento que eso me
recuerda lo de los piratas somalíes que secuestran barcos, que son financiados,
se sospecha, por inversionistas ingleses, quienes gracias a aquéllos, han
logrado que suban muchísimo las primas de seguros de barcos mercantes, muy buen
negocio para las aseguradoras, de las cuales, es muy probable que tales
inversionistas sean accionistas (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.mx/2010/03/los-piratas-somalies-otro-lucrativo.html).
A esos niveles de
codicia y mezquindad he llegado este desquiciado, materialista sistema, sin
importar los daños que ocasione a nuestra, de por sí, cada vez más difícil existencia.
“Mira, la verdad es que
ya hasta náuseas me da todo esto, pues si de por sí te la rifas todos los días
con el trabajo, aparte, tener que lidiar con que te secuestraron tu información,
ya es mucha fregadera, la verdad. Y sólo voy a tratar de recuperar lo que estoy
haciendo ahorita. Lo demás, la verdad, no me importa ya. Imagínate, si me voy a
estar lamentando, ¡no gano nada! De todos modos, la vida sigue, ¿no?”, agrega
Ricardo.
En efecto, no puede
depender nuestra existencia de la información contenida en una máquina o de que
nos ataquen o no por Internet. “Lo importante está en tu cabeza y es la que te
hace vivir”, concluye Ricardo.
Contacto: studillac@hotmauil.com