Los drenajes no resuelven las inundaciones
Por Adán Salgado Andrade
Las crecientes inundaciones son obra del calentamiento global, pues al haber más evaporización, hay más condensación de nubes y más lluvias. En los sitios en donde llueve, aumentarán las precipitaciones. En otros, seguirán las sequías, cada vez más largas.
Los fenómenos de la Niña o el Niño, también influyen en los extremos climáticos. La Niña, enfría al planeta y provoca más precipitaciones. El Niño, en cambio, incrementa el calor, lo que acentúa las sequías y también incrementa precipitaciones en sitios, de por sí, lluviosos (ver: https://www.wired.com/story/2022-wasnt-the-hottest-on-record-thats-nothing-to-celebrate/).
Pero el otro problema es que tanto asfalto y concreto que cubren a las ciudades, ha quitado la capacidad de absorción de los suelos. Las aguas subterráneas, no se recargan, porque no pueden absorberse las lluvias. Eso lleva a hundimientos de tales suelos, lo que se llama subsidencia. Como sucede en la ciudad de México. Ese problema, va reduciendo el volumen inicial de los acuíferos, así que, aunque pudieran recargarse, es menor el agua que almacenarán (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/06/las-ciudades-que-se-hunden-por.html).
Por ello, ya crece la tendencia a implementar los llamados “suelos esponja”, que son zonas susceptibles de almacenar millones de metros cúbicos de precipitaciones, las que, como señalé, cada vez serán más intensas. Eso, porque las llamadas “obras grises”, como el drenaje tradicional – aunque sea profundo – o las plantas de bombeo, cada vez resultan más insuficientes para absorber tantos millones de metros cúbicos que se precipitan en una fuerte lluvia. Son obras que están siendo rebasadas, como es evidente, cuando vemos cómo se inundan frecuentemente varias zonas de la ciudad de México, durante la época de lluvias. Sólo imaginen si tanta agua pudiera aprovecharse, resolveríamos bastante la escasez del vital líquido, que cada vez va creciendo.
Esas obras de suelos esponja, ya se aplican en ciudades como Los Ángeles, en donde se han acondicionado zonas de absorción de aguas pluviales, lo que también debería de hacerse en la sobrepoblada ciudad de México (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/10/deben-de-habilitarse-mas-areas-de.html).
Las recientes inundaciones que California, Estados Unidos, está sufriendo, han dejado, al menos, 19 muertes y unos $30 mil millones de dólares en daños. Casas de barrios residenciales, inundadas casi hasta el segundo piso, autos totalmente cubiertos, árboles arrancados y arrastrados, ríos desbordados, millones de metros cúbicos de aguas lodosas, son los terribles efectos que han dejado tales inundaciones, que siguen todavía (ver: https://apnews.com/article/weather-california-sacramento-climate-and-environment-storms-106951d1c71360f7482bfefa672f55d5).
Pero ya se han dado antes. En 1861, cuando estuvo lloviendo torrencialmente, durante 45 días, todo se destruyó, granjas, casas, edificios, líneas telegráficas y otros severos daños. De todo eso, dio fe William Brewer (1828-1910), joven científico y geógrafo de Nueva York que fue contratado “para que hiciera una científica descripción de las rocas del estado, fósiles, suelos y minerales, así como sus especies botánicas y zoológicas y otras similares. No sólo dio sus detallados informes sobre lo encomendado, sino sobre la inundación, diciendo que era algo que, nunca él, había visto antes. La ciudad de Sacramento, estuvo anegada varias semanas, por aguas que alcanzaron hasta seis metros en algunos sitios”.
No ha sido la única inundación sino que se han dado varias, debido a que confluyen los llamados ríos atmosféricos, que son oleadas de vapor, a una altura de 1600 metros sobre el mar. Esas oleadas, cargan tanta humedad, que hasta superan en 25, el flujo del río Mississippi, que tiene varios miles de kilómetros de cauce. Por eso se les llama ríos atmosféricos.
Investigadores señalan que esos ríos atmosféricos “han provocado más del 80 por ciento de los desbordamientos de ríos de California y 81 por ciento de los 128 mejor documentados agrietamientos de presas en el Valle Central. Y confluyen en los meses invernales sobre California” (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2020/09/una-mega-inundacion-amenaza-california.html).
Así que California es un estado, en donde serán frecuentes las inundaciones y entre más suba el calentamiento global, serán “bíblicas”, es decir, eventos que si antes se daban cada 200 años, ahora ocurrirán cada 65 o menos. Las lluvias serán menos frecuentes, pero cuando se den, como las actuales, precipitarán agua en cantidades inimaginables. De hecho, por la sequía, antes de las tormentas de enero del 2023, varias presas de California estaban casi secas. Pero con las lluvias tan intensas, todas las presas están recuperando los niveles que suelen tener en tiempos normales.
De ocurrir una megainundación, sus consecuencias serían catastróficas y muy costosas (por ejemplo, el Valle Central, el llamado granero de Estados Unidos, quedaría totalmente cubierto por las aguas, creando escasez alimentaria así como enormes costos económicos).
También, el problema es la subsidencia, pues tanto se han explotado sus aguas subterráneas, que se han ido hundiendo partes de ese estado. Por ejemplo, para 1970, las tierras de la región eminentemente agrícola del valle de San Joaquín, se habían hundido 8.4 metros. Y lo han seguido haciendo.
Como señalé, ya, aunque las aguas subterráneas se recarguen, los acuíferos no ocuparán el volumen que tenían antes de ser explotados.
Por ello, se tratan de hallar soluciones.
Y esas consisten en crear zonas esponja, como ya mencioné, para que las aguas en exceso, sean arrastradas a otras regiones, en donde puedan absorberse.
En el artículo del portal Wired, titulado “La solución para la sobrevivencia de California está en emplear el subsuelo”, firmado por Matt Simon, se señala justamente que se deben de crear tierras de absorción, esponjas, “para solucionar los periodos de extremas sequías e inundaciones catastróficas en California” (ver: https://www.wired.com/story/the-key-to-californias-survival-is-hidden-underground/).
Menciona Simon que aunque el estado cuenta con varias presas para abastecer las necesidades hídricas del estado, “en eventos de sequía severa, como la actual, son insuficientes. Los tres últimos años, han sido los más secos, desde 1896. Y esas sequías, exacerban las inundaciones, pues el suelo agrietado y seco, no absorbe muy bien el agua”. En efecto, hagan el experimento de tratar de hidratar la tierra de una maceta muy seca. No la absorbe tan fácilmente, a menos que la saturen.
También, se podría aprovechar el hielo que se forma en las montañas, durante invierno, el que, igualmente, por el calentamiento global, está desapareciendo. Andrew Fisher, director de la Iniciativa para la Recarga, dependiente de la Universidad de California, mencionado por Simon, dice que “para el 2100, mucha de la nieve de las montañas californianas, habrá desaparecido. Si todas esas aguas del deshielo pudieran almacenarse subterráneamente, superaría en volumen al de todas las presas y no podríamos duplicarlas”.
Se han hecho esfuerzos para ahorrar lo más posible el agua, incluyendo “excusados ahorradores y suprimiendo, obligatoriamente, los prados. Incluso, se reciclan aguas negras a tal nivel que se pueden beber. Pero no es suficiente. Si no se implementan suelos esponja, tanto sequías, como inundaciones, empeorarán”.
También señala Fisher que si no se almacena agua subterráneamente, “el riesgo de quedarnos sin agua es de 100 por ciento”.
Tendría que construirse infraestructura para transportar toda el agua en exceso – como canales – y enviarla a suelos esponja, en donde se almacenaría y usaría cuando fuera necesario.
Paul Gosselin, director del Departamento de Recursos Hidráulicos de California, también citado por Simon, dice que si se usara todo el potencial que tiene California para almacenar agua subterráneamente, “con toda probabilidad, tendríamos de ocho a doce veces más capacidad que todas las presas existentes, combinadas. Sólo hay que usar ese potencial”.
Todo lo anterior, lleva a la idea de que serían esos almacenamientos subterráneos, como cisternas, parecidas a las que se emplean domésticamente, para tener agua, cuando escasea. Millones de casas en el mundo usan cisternas.
Precisamente en la ciudad de México, hay un proyecto para regenerar el lago de Texcoco (que, afortunadamente, no fue convertido en un corrupto aeropuerto), el cual, se recargaría con aguas de lluvia y negras tratadas, de la megalópolis, lo que ayudaría, además, a aliviar inundaciones y hasta servir como fuente de agua, en vista de que cada vez tenemos menos y menos del vital líquido (ver: https://www.gob.mx/rescatelagodetexcoco).
Se estima que la ciudad de México se quedaría sin agua en unos 40 años, o sea, para el 2062, cuando se agotarían totalmente sus acuíferos. De no tomarse urgentes acciones para hallar nuevas fuentes de agua, como las mencionados suelos esponja o el lago de Texcoco, será inhabitable la gran urbe (ver: https://www.aguas.org.mx/sitio/blog/noticias/item/1881-cuando-se-acabara-el-agua-en-cdmx-unam-da-la-respuesta.html).
Así que si no se dejan de lado las obras grises y se adoptan tecnologías naturales, digamos, cada vez serán peores inundaciones y escasez del vital líquido.
Lamentablemente, cada vez se emplea más intensivamente el agua, sobre todo, en procesos industriales y agrícolas. Le insisten mucho a la gente a que ahorre el agua – que es igualmente importante –, pero para las empresas es ilimitada, como sucede en México, en donde la mayoría del líquido disponible, está privatizado por refresqueras, cerveceras, mineras y otras, que disponen a plenitud del agua.
Y, claro, se debe de acompañar todo eso con educación, que todos, gente y empresas, comprendan que el agua no es ilimitada, que hay que cuidarla.
Sin agua, no hay vida.
Contacto: studillac@hotmail.com